1. ¿Por qué debo esperar, Padre mío, para recibir la dicha que Tú me prometiste? 2Pues Tú mantendrás Tu Palabra, que le diste a Tu Hijo en el exilio. 3Estoy seguro de que mi tesoro me aguarda y de que sólo tengo que extender la mano para encontrarlo. 4 Incluso ahora mismo mis dedos ya lo están tocando. 5Está muy cerca. 6No es necesario que espere ni un instante más para estar en paz para siempre. 7Es a Ti a Quien elijo, y a mi Identidad junto Contigo. 8Tu Hijo quiere ser él mismo, y reconocerte como su Padre y Creador, así como su Amor.

Agradecí enseguida esa decisión, ya que tras avanzar solo un poco, logré alcanzar una profunda paz interior que me aisló por completo del entorno. A veces, esa tranquilidad era tan intensa que sentía como si flotara sobre el suelo.
Es fácil notar cuando algo especial ocurre dentro de uno. La percepción que tuve provocó esa sensación familiar en mi piel: los vellos se me erizaron y sentí una ligereza inusual. Todo esto era consecuencia del sentimiento que llenaba mi corazón. Tenía tanto amor dentro de mí que no podía contener la avalancha de emociones que surgían en mi interior.
Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras intentaba controlar la presión en mi pecho, lo que dificultaba mi respiración. Reconocí que se trataba de una manifestación de energía intensa originada en el corazón, donde identifiqué mentalmente a mi Ser Espiritual en estrecha comunión con su Creador.
Experimenté una clara percepción de no pertenecer a este mundo. Percibí que, trascendiendo ese momento específico, nada resultaba tangible. Reconocí en mí la sensación de ser un individuo completo, pleno, saludable y abundante. Asimismo, identifiqué una conexión de unidad con mi entorno. Esta experiencia me proporcionó una profunda sensación de paz y bienestar.
Me cuestioné por qué no lograba mantener ese estado de presencia en mi conciencia. Comprendí que la respuesta a esa pregunta reside exclusivamente dentro de mí. Consiste en habitar el presente eterno, eligiendo Amar en cada instante.
Si piensas que el mundo tiene límites, es porque prefieres vivir en un entorno donde estos límites existen. Muy a menudo, esos límites se transforman en reglas o leyes que terminan por convertirnos en nuestros propios guardianes.
Reflexión: La distancia que nos separa de la Paz de Dios es la consciencia de nuestra identidad.
