domingo, 24 de diciembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 358

LECCIÓN 358


Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su respuesta es la única que realmente deseo.

1. Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo. 2Hablas en Nombre de Dios, y, por lo tanto, hablas en mi nombre. 3Y lo que me concedes procede de Dios Mismo. 4Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tú eliges que yo lo reciba. 5Permí­teme recordar todo lo que no sé, y deja que mi voz se acalle, mientras lo recuerdo. 6Y no dejes que me olvide de Tu Amor ni de Tu cuidado, antes bien, ayúdame a mantener siempre presente en mi conciencia la pro­mesa que le hiciste a Tu Hijo. 7No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.


¿Qué me enseña esta lección? 

Llega un momento en la vida del aspirante, en la vida de cada hombre, que deja de seducirle los regalos que le ofrece el mundo material. Cuando esto ocurre, podemos decir, que se produce el despertar de la consciencia a otra realidad verdadera, en la cual, lo único que nos conforta y hace sentir plenos, es la unidad con nuestro Padre.

Al igual como el guerrero, entrega sus armas, las mismas con las que ha defendido su feudo, sus posesiones, al sentirse cansado de tanta lucha, de tanta guerra, de tanto dolor, de tanta pérdida, de tanto sufrimiento, de tanta muerte, llega un día en el proceso evolutivo del ser, que deja de serlo, para convertirse, de pleno derecho, en el Ser.

No hay un límite trazado que se aplique a todos por igual. Cada uno de nosotros tenemos nuestro ritmo de crucero, pero lo que sí es de aplicación para todos, es que todos debemos alcanzar el mismo puerto, pues tan sólo hay, realmente, un solo puerto. Ese lugar común para todos, es el Amor, la Unidad y el Perdón.

No importa la edad, no importa el sexo, no importa el color de la piel, ni el lenguaje que hablemos. No importa, nuestro estado social, nuestra apariencia, no importa nuestras diferencias, pues en verdad, Todos Somos Uno en la Mente de Dios.

Cada vez que invocamos a Dios, estamos recordando nuestra verdadera identidad. Es necesario que invoquemos su Nombre y proclamemos Su Palabra, pues en el mundo de la percepción, son otras voces, otros reyes los que ocupan el trono de nuestras vidas.

Siempre aparecerá la figura de Herodes, que mandará matar a todas las criaturas recién nacidas, temeroso de que la profecía del Mesías se cumpla.

Siempre estará el Sanedrín y los falsos defensores de las leyes, que negarán la evidencia antes de admitir que la Ley del Amor está por encima de la Ley Antigua, que proclama el ojo por ojo y el diente por diente.

Hoy, quiero elevar mi mente y mi corazón hacia el Cielo e invocar a mi Padre, para que permita que la Luz del Amor, el Espíritu del Cristo nazca en cada uno de los corazones de los hombres.

Qué esa Luz, sea una sola Luz, y proteja e ilumine a toda la Humanidad.

¡Qué así sea!

Ejemplo-Guía: "Ser, o ser"

En la Lección anterior, hablábamos de la simplicidad del encuentro con la verdad. En esta ocasión, esa simplicidad se hace, igualmente, notoria, pues nuestra vida, nuestras experiencias, nos llevarán a la felicidad o al dolor, dependiendo de la elección que hagamos, de la identificación que adoptemos con la mente: Ser o ser.

Es posible que a estas altura, no nos hallamos planteado esta reflexión. El significado que extraigamos de cada una de las identificaciones, nos permitirá comprender, cuales son los efectos con los que nos encontraremos.

Por ejemplo, si al levantarnos por la mañana, con la intención de afrontar el día, nuestra mente se encuentra identificada con la personalidad "ser",  el sello característico del ego, la visión que tendremos de inicio llevará a nuestra mente a la percepción de que nos espera una dura jornada en la que nos enfrentaremos a todos nuestros miedos, a nuestras preocupaciones, a nuestras limitaciones. Comenzaremos el día desde el agotamiento. La sola visión de las cuestiones a las que hemos dado el significado al que estamos acostumbrados, se convierte en una pesada losa que nos oprime.

Pero, podemos elegir ver las cosas con la visión verdadera. Si nuestra mente nos recuerda que somos el Hijo de Dios, dotado con los mismos poderes creadores que nuestro Padre, Inocentes, Impecables, Invulnerables, Abundantes, Plenos, Sanos, Ilimitados, Santos, la vida que se nos presenta, se convierte en una inmejorable oportunidad para compartir esos principios. Nuestra voluntad se alinea con la de nuestro Creador y anunciamos nuestro deseo de que Su Voluntad, sea nuestra voluntad.Nuestra mente se guía por el ideal del servicio y damos gracias por la Presencia de Aquel cuya función es ofrecernos la Expiación para que nuestra consciencia despierte del sueño de la ilusión con la que se ha identificado. 

La visión del Ser, es unificadora, mientras que la del ser, es separadora.

¡Feliz Navidad!

Reflexión: No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.

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