martes, 2 de julio de 2024

Capítulo 12. VI. La visión de Cristo (2ª parte).

 VI. La visión de Cristo (2ª parte). 


5. El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. 6En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. 7El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. 8A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo recordar. 9El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. 10Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos. 

La visión de Cristo, es la visión del Amor, la fuerza con la que El Padre nos has creado. 

6. Cuando hayas visto el mundo real -como sin duda lo verás- ­te acordarás de nosotros. 2Mas tienes que aprender el costo que supone estar dormido, y negarte a pagarlo. 3Sólo entonces decidirás despertar. 4Y entonces el mundo real aparecerá ante tu vista, pues Cristo nunca ha estado dormido. 5Cristo está esperando a que lo veas, pues Él nunca te ha perdido de vista. 6Él contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe que Su Padre lo ama. 7sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. 8Él te aguarda en el altar del Padre en perfecta paz, ofre­ciéndote el Amor del Padre en la serena luz de la bendición del Espíritu Santo. 9Pues el Espíritu Santo conducirá a todo el mundo a su hogar y a su Padre, donde Cristo les espera como Su Ser. 

La visión de Cristo, abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Ese despertar, nos unirá a nuestros hermanos con los que formamos la Filiación, y juntos, caminaremos hasta por la senda que nos conduce a la salvación, llevándonos hasta las puertas del Cielo, donde se encuentra nuestro verdadero Hogar. 

7. Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. 2El Amor de Cristo por ti es Su Amor por Su Padre, que Él conoce porque conoce el Amor de Su Padre por Él. 3Cuando el Espíritu Santo te haya conducido finalmente hasta Cristo en el altar de Su Padre, la percepción se fundirá con el conocimiento porque se habrá vuelto tan santa que su transferencia a la santidad será sencillamente su extensión natural. 4El Amor se transfiere al amor sin ninguna interferencia, pues ambos son uno. 5A medida que percibas más y más elemen­tos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrena­miento bajo la dirección del Espíritu Santo aumentará y se generalizará. 6Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. 7Una vez que esto se logra, la percepción y el conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las leyes de Dios.

Hemos dicho, en el punto anterior, que la visión de Cristo abrirá nuestros ojos y despertará nuestra consciencia al mundo real. Esa nueva percepción, esto es, la percepción verdadera, nos lleva hasta las puertas del conocimiento, hasta las puertas del Cielo. Cuando esto ocurre, el Espíritu Santo, nos inspirará sueños felices para que, con plena consciencia de que somos los soñadores del sueño, podamos expandir el amor y experimentemos los beneficios de la creación. 

8. Lo que es uno no puede ser percibido como separado, y negar la separación es restaurar el conocimiento. 2En el altar de Dios, la santa percepción de Su Hijo se vuelve tan iluminada que la luz entra a raudales en ella y el espíritu del Hijo de Dios refulge en la Mente del Padre y se vuelve uno con ella. 3Con gran ternura Dios refulge sobre Sí Mismo, y ama la extensión de Sí Mismo que es Su Hijo. 4El mundo deja de tener propósito a medida que se funde con el Propósito de Dios. 5Pues el mundo real ha desaparecido sigilosamente en el Cielo, donde todo lo que es eterno ha existido siempre. 6Allí Redentor y redimido se unen en su perfecto amor por Dios y en el amor perfecto que se profesan el uno al otro. 7El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti. 

¡Feliz retorno a nuestro hogar, hermano! ¡Feliz reencuentro con nuestro Hacedor! ¡Feliz despertar! 

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