martes, 23 de diciembre de 2025

Capítulo 25. II. El que te salva de las tinieblas (11ª parte).

 II. El que te salva de las tinieblas (11ª parte).


11.  Sois lo mismo, tal como Dios Mismo es Uno, al no estar Su Voluntad dividida. 2Y no podéis sino tener un solo propósito, puesto que Él os dio el mismo propósito a ambos. 3Su Voluntad se unifica a medida que unes tu voluntad a la de tu hermano, a fin de que se restaure tu plenitud al ofrecerle a él la suya. 4No veas en él la pecaminosidad que él ve, antes bien, hónrale para que puedas apreciarte a ti mismo así como a él. 5Se os ha otor­gado a cada uno de vosotros el poder de salvar, para que escapar de las tinieblas a la luz sea algo que podáis compartir, y para que podáis ver como uno solo lo que nunca ha estado separado ni excluido de todo el Amor de Dios, el cual Él da a todos por igual.

¿Qué nos enseña este pasaje?

Somos lo mismo, tal como Dios es Uno.
El texto afirma que, así como Dios no está dividido, nosotros tampoco lo estamos en lo esencial. Somos uno en la creación y compartimos la misma naturaleza divina.

Un solo propósito.
No podemos tener propósitos separados, porque Dios nos dio a todos el mismo propósito: extender Su amor y Su luz. Nuestra plenitud se restaura cuando unimos nuestra voluntad a la de nuestros hermanos, reconociendo que solo juntos podemos experimentar la totalidad.

Restaurar la plenitud a través de la unión.
La voluntad de Dios se unifica en nosotros cuando elegimos unirnos a nuestros hermanos, ofreciéndoles la plenitud que también deseamos para nosotros. Al honrar a los demás, nos honramos a nosotros mismos.

Ver más allá de la culpa.
El texto nos invita a no ver en nuestros hermanos la “pecaminosidad” que ellos mismos pueden ver, sino a honrarlos y reconocer su verdadera esencia. Al hacerlo, aprendemos a apreciarnos también a nosotros mismos.

El poder de salvar y compartir la luz.
A cada uno se nos ha otorgado el poder de salvar, es decir, de ayudar a otros a pasar de la oscuridad a la luz. Este proceso es compartido: solo juntos podemos ver lo que nunca ha estado separado ni excluido del Amor de Dios, que se nos da a todos por igual.

Aplicación práctica.

Recordad la unidad:
Durante el día, recordad que todos compartimos la misma esencia y el mismo propósito. Cuando surja un conflicto o una diferencia, repetid mentalmente:
“Somos uno en el Amor de Dios.”

Honrad a vuestros hermanos:
En vez de fijaros en los errores o limitaciones de los demás (o en los vuestros), elegid ver la luz y la inocencia que hay en cada uno.
“Elijo ver tu verdad, no tu error.”

Unid vuestra voluntad:
Buscad oportunidades para colaborar, apoyar y compartir con los demás, sabiendo que la plenitud solo se experimenta en la unión.

Compartid la luz:
Si alguien está pasando por un momento difícil, recordad que podéis ser un canal de luz y esperanza para esa persona. Al hacerlo, también os ilumináis a vosotros mismos.

En resumen: Este pasaje nos recuerda que la separación es solo una ilusión. Nuestra verdadera naturaleza es la unidad, y solo al unirnos y honrarnos mutuamente podemos experimentar la plenitud y el amor que Dios nos ha dado a todos por igual.

Ejercicio individual: Practicando la unidad y el propósito compartido.

Preparación:

  • Busca un momento de calma y siéntate cómodamente.
  • Respira profundo unas cuantas veces para centrarte.

Reflexión consciente:

  • Lee el pasaje 11 despacio, permitiendo que cada frase resuene en ti.
  • Reflexiona:
    • ¿Con quién sientes hoy más separación, juicio o distancia?
    • ¿En qué situaciones te olvidas de que compartes un solo propósito con los demás?

Visualización de unidad:

  • Cierra los ojos e imagina a esa persona (o grupo) con la que sientes distancia.
  • Visualízalos rodeados de la misma luz que te envuelve a ti.
  • Repite mentalmente:

“Somos uno en el Amor de Dios. Elijo ver tu verdad, no tu error.”

Afirmación de propósito compartido:

  • Recuerda que ambos (o todos) compartís el mismo propósito: extender el amor y la luz de Dios.
  • Di en voz baja o mentalmente:

“Nuestra plenitud se restaura cuando nos unimos. Honro tu esencia y la mía.”

Acción consciente:

  • Piensa en una pequeña acción que puedas realizar hoy para honrar la luz en esa persona o en los demás (puede ser un mensaje amable, un pensamiento de bendición, o simplemente dejar ir un juicio).

Cierre y gratitud:

  • Da gracias por la oportunidad de ver más allá de la separación.
  • Repite:

“Elijo compartir la luz y el amor que Dios nos da a todos por igual.”

Sugerencia para el día a día:

  • Cada vez que surja un conflicto o un pensamiento de separación, haz una pausa y repite: “Somos uno en el Amor de Dios”.
  • Recuerda que tu plenitud se restaura al unirte a los demás en el propósito de amar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario