martes, 12 de noviembre de 2019

Un homenaje al Amor, a través del refranero - 2ª parte

“Amor de amos, agua en cestos”.


A estas alturas, a nadie se le escapa, que el amor es cosa de dar. Si con nuestro comportamiento humano vamos por el mundo imponiendo, exigiendo amor, sin el cual no podríamos subsistir, entonces mal lo llevamos. Pues no hay mayor satisfacción para el alma, que alcanzar su estado de plenitud, llevando la semilla al estado de fruto, es decir, realizando la misión que le ha sido encomendada.



El perfil del “amo”, determina una condición que no es natural, pues todos los seres somos iguales ante nuestro Creador. La situación que se experimenta en las sociedades determinando los roles que cada uno debe tener en función a un status material, permite el crecimiento de un sentimiento de “posesión” que podríamos considerar como una “pobre imitación” del amor.

El refrán nos enseña, que ser “amos” y “amar”, a pesar de que el término lingüístico tiene la misma raíz, están “peleados”, cuando en verdad están llamados a sublimarse. El ejemplo de Jesús ante sus discípulos, lavándole los pies, es un ejemplo claro del papel que debe aprender la naturaleza humana para superar el sentimiento que atenaza al que se siente “amo”. Ese amor de grandeza debe perdurar, pero no avasallando al prójimo, si no sirviéndole y ese servicio no tiene mejor expresión que el de “lavar”, es decir, purificar el alma de los demás con nuestras “aguas”, esto es, con nuestros sentimientos más puros.


“Amor de dos, amor de Dios”.



Este refrán recoge, en esencia, el significado ancestral del Amor, al definir el más elevado de los sentimientos, el que nos asemeja a Dios, con un condicionante, debe manifestarse en la relación dual. 


El verdadero amor se expresa cuando lo damos, no cuando lo exigimos, como ocurre con el sentimiento del egoísmo, en el que la persona se siente el centro donde deben dirigirse los sentimientos de los demás. 

El amor, al igual que el resto de las energías, debe compartirse, de otro modo se estancaría en nuestro interior y nos haría daño. Cuando damos, lo que estamos haciendo verdaderamente, es reconociéndonos en el otro, es por lo que es muy importante, que nos dediquemos el tiempo suficiente para reconocer lo que no deseamos para nosotros, pues es la única manera de comprender que no es lícito desear para el otro lo que no queremos para nosotros mismos.




“Amor de madre, que todo lo demás es aire”.



He elegido comentar este refrán, pues define maravillosamente, el origen, la fuente, de donde emana el sentimiento humano en estado puro del amor. En la introducción, definíamos que el Principio del Amor se expresa en el signo del Elemento Fuego Leo, y lo hace con letra mayúscula, con grandes titulares, como un Ideal que debemos conquistar y adquirir en nuestra andadura espiritual.

El Génesis nos enseña que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, lo que significa que somos portadores potenciales de sus capacidades creadoras.

Si Dios creó el Universo en el que nos manifestamos, nosotros también tendremos que protagonizar ese acto creador, dando vida a un micro-universo. Esta acción creadora nos lleva a procrear la existencia humana, nos lleva a crear una familia, donde el elemento emocional se cultiva como amor a los lazos de sangre.

El papel estelar que protagoniza ese guion, recae en la madre. Ese ejemplo de sacrificio y abnegación por su “obra”, por su creación, por su hijo, es la mejor lección que podemos aprender sobre el arte de amar.

El refrán, así nos lo indica, el verdadero amor es el amor de madre. Todas las demás expresiones, si no están a esa altura, es aire, es decir, no tiene consistencia y se evaporará.

Ahora os dejo, una primera entrega de refranes que hablan del amor… Los he seleccionado alfabéticamente. Vendrán muchos más. 

“Amor de casada no vale nada”. 
“Amor de gato se ve por el tejado”. 
“Amor de madre, ni la nieve le hace enfriarse”. 
“Amor de monja y pedo de fraile, todo es aire”. 
“Amor de mujer y halago de can, no duran si no les dan”. 
“Amor de niña, agua en cestillla”. 
“Amor de puta y convite de mesonero, siempre cuesta dinero”. 
“Amor de puta y vino de frasco, a la noche gustosos y a la mañana dan asco”. 
“Amor fino y buena mesa no quieren prisa”. 


Continuará…

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