domingo, 17 de marzo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 77

LECCIÓN 77

Tengo derecho a los milagros.

1. Tienes derecho a los milagros debido a lo que eres. 2Recibirás milagros debido a lo que Dios es. 3Y ofrecerás milagros debido a que eres uno con Dios. 4Una vez más, ¡cuán simple es la salva­ción! 5Es sencillamente una afirmación de tu verdadera Identi­dad. 6Esto es lo que celebraremos hoy.

2. Tu derecho a los milagros no se basa en las ilusiones que tienes acerca de ti mismo. 2No depende de ningún poder mágico que te hayas adscrito ni de ninguno de los rituales que has ingeniado. 3Es inherente a la verdad de lo que eres. 4Está implícito en lo que Dios, tu Padre, es. 5Tu derecho a los milagros quedó establecido en tu creación y está garantizado por las leyes de Dios.

3. Hoy reivindicaremos los milagros a los que tienes derecho, pues te pertenecen. 2Se te ha prometido total liberación del mundo que construiste. 3Se te ha asegurado que el Reino de Dios se encuentra dentro de ti y que jamás lo puedes perder. 4No pedi­mos sino lo que en verdad nos pertenece. 5Hoy, sin embargo, nos aseguraremos también de no conformarnos con menos.

4. Comienza las sesiones de práctica más largas de hoy dicién­dote a ti mismo con absoluta certeza que tienes derecho a los milagros. 2Cierra los ojos y recuerda que estás pidiendo única­mente lo que por derecho propio te pertenece. 3Recuérdate tam­bién a ti mismo que los milagros jamás se le quitan a uno para dárselos a otro, y que al reivindicar tus derechos estás haciendo valer los derechos de todo el mundo. 4Los milagros no obedecen las leyes de este mundo. 5Proceden simplemente de las leyes de Dios.

5. Después de esta breve fase introductoria, espera en silencio la ratificación de que se te ha concedido tu petición. 2Has pedido la salvación del mundo así como la tuya. 3Has pedido que se te concedan los medios a través de los cuales se puede lograr esto. 4Es imposible que no se te den garantías al respecto. 5No estás sino pidiendo que se haga la Voluntad de Dios.

6. Al hacer esto, no estás realmente pidiendo nada. 2Estás afir­mando un hecho innegable. 3El Espíritu Santo no puede sino ase­gurarte que se te ha concedido tu petición. 4El hecho de que la aceptases lo confirma. 5Hoy no hay cabida para la duda ni la incertidumbre. 6Estamos haciendo por fin una petición real. 7La respuesta es una simple exposición de un simple hecho. 8Recibirás la ratificación que buscas.

7. Nuestras sesiones de práctica más cortas serán frecuentes, y estarán dedicadas a recordar un simple hecho. 2Repite hoy fre­cuentemente:

3Tengo derecho a los milagros.

4Pídelos cada vez que se presente una situación que los requiera. 5Reconocerás tales situaciones. 6Y como no estás dependiendo de ti mismo para encontrar el milagro, tienes pleno derecho a reci­birlo siempre que lo pidas.

8. Recuerda también que no te debes conformar con nada que no sea la respuesta perfecta. 2Si te asaltan tentaciones, di de inme­diato:

3No intercambiaré milagros por resentimientos.
4Quiero únicamente lo que me pertenece.
5Dios ha establecido mi derecho a los milagros.


¿Qué me enseña esta lección? 

Con esta afirmación estoy poniendo en reconocimiento mi identidad verdadera: soy un ser espiritual. 

El milagro es la manifestación del Amor y del Perdón y estos atributos se expresan en la consciencia de unidad con todo lo creado.

Cuando expreso que tengo derecho a los milagros, estoy realmente diciendo que soy Hijo de Dios y que mi condición natural es el milagro o lo que es lo mismo, la expresión de la verdad y, por tanto, el final del error. 

Creer o tener la certeza de que somos merecedores y hacedores de los milagros, revela nuestra condición espiritual y la expresión de un estado de consciencia en la que todos formamos parte Una de la Filiación, y que nuestra Voluntad es Una con la de nuestro Padre.

Es la primera referencia que se hace en las Lecciones del Libro de Ejercicios sobre los milagros. Podríamos pensar, que ha sido necesario realizar una preparación previa para afrontar la experiencia vital que nos hará recordar nuestra condición espiritual: ser un hacedor de milagros, o lo que, dicho de otra manera, utilizando una terminología utilizada en Un Curso de Milagros, ser un Maestro de Dios.

El Texto del Curso, sin embargo, ya en su Introducción nos informa: "Este es un curso de milagros". Y dedica el Capítulo I a revelarnos el significado de los milagros. En el primer apartado de ese primer Capítulo, se nos habla de los 51 Principios de los milagros. En el siguiente enlace podréis acceder al estudio que he dedicado a estos Principios: http://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com.es/2015/02/no-hay-grados-de-dificultad-en-los.html.

En el Principio 7, el Curso lo dedica al mensaje que se comparte en esta Lección: “Todo el mundo tiene derecho a los milagros, pero antes es necesario una purificación”.

En el artículo dedicado a este Principio, podemos encontrar lo siguiente:

El derecho a los milagros quedó establecido en la creación del Hijo de Dios y está garantizado por las leyes del Padre. Con esto queremos decir, que el milagro es un derecho de todos y no de unos cuantos. Muchas religiones restringen este “derecho” a unos cuantos, a los que eleva a la condición de santos. La única condición que debemos “recordar” es nuestra propia legitimidad espiritual y ponernos al servicio del Espíritu Santo o de Jesús. 

Establece este Principio que para dar expresión al milagro tenemos previamente que realizar una purificación. Este mensaje no va dirigido al cuerpo. Ya hemos dicho que no es real. La purificación que debemos llevar a cabo es a nivel de la mente. Debemos purificar nuestros pensamientos, los que mantienen la creencia en el pecado, en la culpa, en la separación. Realmente, la purificación debe ser entendida como una rectificación que debe ser dirigida a la mente, de donde emana toda causa.  

“El milagro no hace nada. Lo único que hace es deshacer. Y de este modo, cancela la interferencia a lo que se ha hecho. No añade nada, sino que simplemente elimina. lo que elimina hace mucho que desapareció, pero puesto que se conserva en la memo­ria, sus efectos parecen estar teniendo lugar ahora. Hace mucho que este mundo desapareció. Los pensamientos que lo origina­ron ya no se encuentran en la mente que los concibió y los amó por un breve lapso de tiempo. El milagro no hace sino mostrar que el pasado ya pasó, y que lo que realmente ya pasó no puede tener efectos. Recordar la causa de algo tan sólo puede dar lugar a ilusiones de su presencia, pero no puede producir efectos” (T-28.I.1:1-9). 


Ejemplo-Guía: ¿Qué milagros te ofrecerías?

No, no es un error de expresión. Digo bien, ¿qué milagros te ofrecerías?, pues, si no posees aquello que quieres dar, ¿cómo podrás darlo? Nadie puede dar lo que no tiene.

En verdad, la expresión podría ser mejorada. Lo intentaré, con esta otra: ¿qué milagros estás dispuesto a recordar? Ahora me gusta más. La anterior, daba lugar a poder pensar que si no poseemos el milagro no podemos darlo, pero en realidad, la Creación de Dios es un milagro, pues todos los milagros son actos de amor y el Hijo de Dios es una expansión de la Voluntad de Dios. Por lo tanto, está mejor expresado, cuando la invitación nos lleva a recordar, esto es, a volver a pasar por el corazón la visión de lo que somos: Seres de Amor.

El ejercicio de hoy podemos enfocarlo de la siguiente manera. Todos tenemos derecho a gozar de los milagros, pero previamente tenemos que purificar nuestra mente, la única y verdadera causa que nos ha llevado a olvidar lo que somos.
Por lo tanto, tenemos que identificar aquellas creencias, aquellos pensamientos, aquellos sentimientos que están al servicio de la mente errada y que son susceptibles de ser rectificados, esto es, purificados.

Por ejemplo, una experiencia que he vivido recientemente y en la que he tomado consciencia de la sutilidad y habilidad del ego espiritual. Le llamo así, porque sin dejar de ser ego, se viste con ropajes de orden elevado.

Mantengo la creencia de que debo expandir mis conocimientos con los demás. Para ello, utilizo las redes sociales y herramientas que la informática pone a mi disposición, como este blog. La labor que realizo, es totalmente desinteresada. Dedico mi tiempo libre en lo que considero es compartir mis dones y talentos. Hasta ahí, todo bien.
Cada día, al iniciar una nueva publicación, mi mente me lleva a consultar las estadísticas de la página. Lo que parecía, inicialmente, un simple acto de control y seguimiento, poco a poco se convirtió en una "necesidad", la cual, en ocasiones y dependiendo de la información aportada por las estadísticas, tenía un efecto en mi muy cercano a la aprobación y a la desaprobación. El resultado de dicho efecto, me afectaba, aunque no lo hacía consciente.

En la práctica diaria de Un Curso de Milagros y de las Lecciones del Libro de Ejercicios, mi comunicación con el Espíritu Santo es muy activa y un día puse en sus manos esta situación. No tardé en ver claro que detrás de mi iniciativa, noble y elevada de compartir, se escondía la necesidad de recibir compensación afectiva y demostrativa de la labor que estaba realizando. La visión real de la situación me llevó a recordar cuál era mi función y mi labor como mensajero. En ningún momento yo soy el mensaje y mi voluntad de servicio me lleva a ser útil como mensajero. Es la expansión de esa voluntad de servicio la que me lleva a sentirme pleno y gozoso, independientemente de los resultados.

Desde que tomé esa decisión, cuando ya no hay expectativas, los resultados que antes perseguía como una necesidad, ahora son una realidad, fluyendo en la abundancia, el sello que caracteriza toda obra, cuando está en sintonía armónica con las Leyes de Dios.

Reflexión: ¿De qué milagro eres consciente?

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