II. El que te salva de las tinieblas (8ª parte).
8. Vislumbra dentro de la oscuridad al que te salva de las tinieblas, y entiende a tu hermano tal como te lo muestra
Este pasaje es una invitación profunda a la visión espiritual, a ver más allá de las apariencias y a reconocer la luz que habita en nuestros hermanos —y, por extensión, en nosotros mismos—.
A continuación, vamos a desglosarlo y conectarlo con nuestra práctica diaria y con el mensaje central de Un Curso de Milagros:
Ver a tu hermano como lo ve Dios.
“Vislumbra dentro de la oscuridad al que te salva de las tinieblas…”
El texto nos invita a “vislumbrar dentro de la oscuridad al que nos salva de las tinieblas”. Nuestros hermanos —aquellos con quienes podemos tener conflicto, juicio o distancia— son nuestros salvadores, no nuestros enemigos. Aunque parezcan envueltos en tinieblas, la luz está ahí, esperando ser reconocida. Al verlos con los ojos del Espíritu, los liberamos… y nos liberamos a nosotros mismos.
La impecabilidad compartida.
“Su impecabilidad no hace sino reflejar la tuya.”
“No podemos ver la santidad en otro sin reconocerla en nosotros.” La visión de Cristo es compartida: al ver la luz en nuestros hermanos, la recordamos en nosotros. Esto deshace la culpa, el juicio y la separación. Es el camino directo hacia la paz.
La mansedumbre como fortaleza.
“Su mansedumbre se vuelve tu fortaleza…”
En el mundo, la mansedumbre se confunde con debilidad. Pero en el Curso, es la expresión de la fuerza interior, de la certeza en Dios. Al ver a nuestros hermanos con mansedumbre, nos unimos a ellos en la fortaleza del Espíritu.
Nuestra santidad montada en el marco del otro.
“Él es el marco en el que está montada tu santidad…”
El texto dice que “él es el marco en el que está montada nuestra santidad”. Esta imagen es poderosa: nuestra santidad se revela al ver la santidad en los demás. Aunque ellos no se vean como obras maestras, nosotros podemos elegir ver lo que ellos no ven. Esa es nuestra función: ser testigos de la verdad.
La visión que contempla a Cristo en lugar de a la muerte.
“Y al hacer esto, compartes la visión que contempla a Cristo…”
Al elegir ver con los ojos del Espíritu, deshacemos la percepción de muerte, separación y pecado, y contemplamos la verdad: Cristo en nuestros hermanos y en nosotros.
¿Necesitas una práctica diaria que te ayude a ver a tu hermano como Cristo?
Aquí tienes una rutina breve para aplicar este pasaje en tus relaciones:
Al finalizar el día:
Hagamos una revisión amorosa:
¿A quién logramos ver con la visión de Cristo? ¿A quién no pudimos ver así?
Sin juicio, entreguemos ambas experiencias al Espíritu Santo y digamos:
“Gracias por enseñarnos a ver. Mañana volveremos a elegir la visión que contempla a Cristo.”
Texto principal:
Capítulo 20, VIII. La visión de la impecabilidad.
“La visión de Cristo no ve pecado en nadie. Ver la impecabilidad de tu hermano es ver la tuya propia.”
- Esta sección profundiza en cómo la visión espiritual deshace la percepción del pecado y revela la inocencia compartida.
Libro de Ejercicios: Lecciones clave.
Lección 335 – Elijo ver la impecabilidad de mi hermano.
“La impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía propia. Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz de su inocencia.”
- Esta lección es una afirmación directa de que ver la luz en el otro es el camino para recordar la propia.
Lección 181 – Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.
“No puedes encontrar la luz en ti mientras sigas viendo tinieblas en tus hermanos.”
- Refuerza la idea de que la confianza y la visión espiritual son inseparables.
Lección 161 – Dame tu bendición, santo Hijo de Dios.
“Hoy practicamos de otra manera de ver. No juzgamos, sino que bendecimos.”
- Esta lección transforma la percepción del otro en una oportunidad para bendecir y sanar.

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