i. La atracción de la culpabilidad (3ª parte).
15. Si envías únicamente los mensajeros que el Espíritu Santo te da, sin desear otros mensajes que los suyos, nunca más verás el miedo. 2El mundo quedará transformado ante tu vista, limpio de toda culpabilidad y teñido de una suave pincelada de belleza. 3No hay miedo en el mundo que tú mismo no hayas sembrado en él. 4Ni ninguno que puedas seguir viendo después de pedirles a los mensajeros del amor que lo desvanezcan. 5El Espíritu Santo te ha dado Sus mensajeros para que se los envíes a tu hermano y para que retornen a ti con lo que el amor ve. 6Se te han dado para reemplazar a los hambrientos perros del miedo que enviabas en su lugar. 7Y marchan adelante para dar a conocer que el fin del miedo ha llegado.
Si a estas alturas no tenemos claro cuáles utilizar, lo único que tenemos que hacer es preguntarnos cuál de ellos nos aporta más paz y felicidad. Los mensajes procedentes del servicio de mensajería del miedo tan solo nos invitarán a alimentar el sufrimiento, pues para poder sobrevivir deberemos emplear el miedo y la culpa en nuestras actuaciones. Tan solo de este modo podremos saciar nuestros apetitos insaciables inspirados por nuestros deseos de individualidad.
En cambio, los mensajes procedentes del servicio de mensajería del amor hablarán de la consecución de nuestros sueños felices, de vivencias reales en las que las relaciones especiales se tornan santas y donde se celebra el encuentro de las almas afines en el instante santo.
16. El amor también quiere desplegar ante ti un festín sobre una mesa cubierta con un mantel inmaculado, en un plácido jardín donde sólo se oye un cántico angelical y un suave y feliz murmullo. 2Es éste un banquete en honor de tu relación santa, en el que todo el mundo es un invitado de honor. 3Y en un instante santo todos bendecís la mesa de comunión juntos, al uniros fraternalmente ante ésta. 4Yo me uniré a vosotros ahí, tal como lo prometí hace mucho tiempo y como todavía lo sigo prometiendo. 5Pues en vuestra nueva relación se me da la bienvenida. 6Y donde se me da la bienvenida allí estoy.
El mensaje del amor es una invitación a participar en la celebración de las bodas sagradas que nos une al resto de la humanidad. Se trata de la más bella y hermosa de las celebraciones en la que podemos participar. En ella, la compleción de Dios se consuma, pues Su Creación, la Filiación es Una.
Ninguna sombra oscura del pasado puede nublar ese día de celebración, pues en el Cielo, la oscuridad no tiene cabida. Todo es luz. En el pensamiento de unidad, todo se consagra en la luz de la comprensión de la verdad. La identidad espiritual toma el control de la vida y camina victoriosa sobre las densas nubes que le amenazaban con impedir su despertar.
17. Se me da la bienvenida en un estado de gracia, lo cual quiere decir que finalmente me has perdonado. 2Pues me convertí en el símbolo de tu pecado, y por esa razón tuve que morir en tu lugar. 3Para el ego el pecado significa muerte, y así la expiación se alcanza mediante el asesinato. 4Se considera que la salvación es un medio a través del cual el Hijo de Dios fue asesinado en tu lugar. 5Mas ¿iba acaso a ofrecerte a ti, a quien quiero, mi cuerpo, sabiendo lo insignificante que es? 6¿O, por el contrario, te enseñaría que los cuerpos no nos pueden separar? 7Mi cuerpo no fue más valioso que el tuyo; ni fue tampoco un mejor instrumento para comunicar lo que es la salvación, si bien no Su fuente. 8Nadie puede morir por otro, y la muerte no expía los pecados. 9Pero puedes vivir para mostrar que la muerte no es real. 10El cuerpo ciertamente parecerá ser el símbolo del pecado mientras creas que puede proporcionarte lo que deseas. 11Y mientras creas que puede darte placer, creerás también que puede causarte dolor. 12Pensar que podrías estar contento y satisfecho con tan poco es herirte a ti mismo; y limitar la felicidad de la que podrías gozar es recurrir al dolor para que llene tus escasas reservas y haga tu vida más plena. 13Esto es compleción tal como el ego lo entiende. 14Pues la culpabilidad se infiltra subrepticiamente allí donde se ha desplazado a la felicidad, y la substituye. 15La comunión es otra forma de compleción, que se extiende más allá de la culpabilidad porque se extiende más allá del cuerpo.
Ya sabemos cómo se las maravilla el ego para confundir nuestras ideas. Inocula la idea principal de su sistema de pensamiento, la creencia en la identidad corporal, para señalar al culpable de nuestros pecados, de nuestras desgracias, el cuerpo, al que juzga y condena a muerte en un intento de reconciliarse con Dios.
El error radica en que no es el cuerpo el causante de nuestras creencias. El cuerpo es la consecuencia de dicha creencia errónea, al ser interpretado como nuestra verdadera realidad. No es el cuerpo el que peca, pues no tiene ese poder. Es la mente, con sus falsas creencias, la que nos lleva a creer en el pecado, en la separación, en el miedo y en la culpa.
No es sacrificando nuestro cuerpo como lograremos la expiación de lo que llamamos pecados. Se trata de corregir el error original de pensar que estamos separados de nuestros hermanos y de Dios. Busquemos la creencia que expíe ese error. Pidamos al Espíritu Santo, la Mente Recta, que nos ilumine para que reconozcamos nuestra verdadera identidad espiritual y para que veamos el lazo de amor que nos hace uno junto a nuestros hermanos. No se trata de muerte, sino de vida; no se trata de odiar, sino de amar; no se trata de atacar, sino de paz y felicidad; no se trata de alimentar el miedo, sino de saciarnos, eternamente, con el alimento del amor.