miércoles, 20 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 232

LECCIÓN 232

Permanece en mi mente todo el día, Padre mío.

1. Padre mío, permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz sobre mí todo el día. 2Que cada minuto sea una oportunidad más de estar Contigo. 3Y que no me olvide de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás ahí presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. 4Y al llegar la noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. 5que duerma en la confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado felizmente consciente de que soy Tu Hijo.

2. Así es como debería ser cada día. 2Practica hoy el final del miedo. 3Ten fe en Aquel que es tu Padre. 4Deja todo en Sus Manos. 5Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su Hijo.


¿Qué me enseña esta lección?

Diariamente, desde que despierto, mi primer pensamiento es para agradecer a Dios la oportunidad que me ofrece para dar testimonio, en el mundo, del Amor.

Le doy gracias por permitirme tomar conciencia de lo que soy.

Hablo con Él, y le pido que tenga paciencia conmigo, pues aún cometo errores. En realidad, me doy cuenta de que Él no aprecia mis errores, y que debo ser yo el que perdone todos y cada uno de los juicios condenatorios en los que me autoinculpo.

¡Hágase Tu Voluntad, Padre!, y dame luz para ver cuál es mi función en el mundo. Si he de compartir tus Milagros con el mundo, guía mis pasos allí donde deba otorgarlos en tu Santo Nombre.

En mi diálogo matinal, me fortalece llevar a cabo la siguiente plegaria:

“Estoy aquí únicamente para ser útil.
Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar”.

A lo largo del día, procuro restablecer el diálogo. Siempre hay algún tema que me gusta compartir con Él.

Antes de ir a dormir, mi último pensamiento lo dedico a agradecerle la ayuda prestada.

Desde que practico esta comunicación con Dios y con el Espíritu Santo, mi vida tiene otro sentido. Me siento protegido y en paz, sabiendo que mi única función es amar.


Ejemplo-Guía: ¿Cómo debo vivir cada día según las enseñanzas del Curso?

Es inevitable que todos, en alguna ocasión, a lo largo del estudio de las enseñanzas recogidas en Un Curso de Milagros, se hayan hecho esta pregunta. Yo me encuentro entre los estudiantes que he deseado poder tener una guía clara que me ayudase en la tarea de saber cómo vivir el día a día, cómo actuar en cada ocasión. 

Hoy, mi visión es distinta. He llegado a entender que lo verdaderamente importante no es el cómo, ni tan siquiera el "por qué" lo haces. El "cómo" exige la aplicación de una regla y toda regla es una limitación y un juicio. Detrás del "cómo" siempre existe un temor, y el temor es la expresión del miedo. Queremos conocer cómo hacer las cosas por temor a hacerlo mal. ¿Ves el juicio? ¿Ves la dualidad? 

En cuanto al "por qué", siempre nos lleva a una creencia de necesidad, y la necesidad es una expresión de la escasez. Sabemos que esa creencia es fruto de la emoción del miedo al haber sido expulsados del Paraíso Terrenal, la tierra de miel y leche donde el Creador dispuso a Su Hijo. Por otro lado, el "por qué" está estrechamente relacionado con la culpa: "¿Por qué me ha pasado esto a mí? 

¿Entonces qué guía debemos seguir para vivir según las enseñanzas del Curso? 

La conciencia se convierte en la riqueza atesorada por el ego. Experimentar se traduce en la enseñanza más directa que nos puede ofrecer el mundo material. Conciencia es percepción. Conciencia es el estado previo al recuerdo de Dios, al recuerdo de lo que somos. Cuando se produce ese recuerdo, la vivencia produce un nuevo estado: la consciencia. Cuando buscamos respuestas al "cómo", estamos buscando conciencia. Cuando vivimos desde lo que somos, desde nuestra condición natural, desde el Amor, estamos manifestando consciencia, o lo que es lo mismo, la certeza de que somos un Ser Espiritual y no un cuerpo. 

Si somos capaces de trascender el "cómo-conciencia", es decir, si dejamos de preocuparnos sobre cómo debemos hacer las cosas y, en cambio, nos entregamos a la experiencia de Ser, entonces lo que estamos haciendo es quitar todo el significado al "cómo", lo que da lugar a la expresión del "cómo-consciencia", o lo que es lo mismo, nuestras acciones son expresiones de Amor. 

San Agustín, en una de sus famosas citas, expresó lo que quiero decir de una manera maravillosa: 

"Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos".


Reflexión: ¡Ama y haz lo que quieras!

Capítulo 22. VI. La luz de la relación santa (4ª parte).

VI. La luz de la relación santa (4ª parte).

9. ¿Qué otra cosa podría ser contemplar con caridad aquello que tu Padre ama, sino una bendición universal? 2Extender el perdón es la función del Espíritu Santo. 3Deja eso en Sus manos. 4Ocúpate únicamente de entregarle aquello que se puede extender. 5No guardes ningún secreto tenebroso que Él no pueda usar, antes bien, ofrécele los pequeños regalos que Él puede extender para siempre. 6Él aceptará cada uno de ellos y los convertirá en una fuerza potente en favor de la paz. 7El Espíritu Santo no dejará de bendecir ni uno solo de los regalos que le haces ni los limitará en forma alguna. 8Los infundirá de todo el poder que Dios le ha conferido, a fin de hacer de cada uno de ellos un manantial de curación para todos. 9Cada pequeño regalo que le ofreces a tu hermano derrama luz sobre el mundo. 10No te preo­cupes por las tinieblas; mira más allá de ellas y contempla a tu hermano. 11Y deja que las tinieblas sean disipadas por Aquel que conoce la luz y que tiernamente la deposita en cada una de las dulces sonrisas de fe y de confianza con que bendices a tu her­mano.

El mejor regalo que podemos ofrecerle al Espíritu Santo es el de nuestra mente recta, la razón. De nuestra mente recta tan sólo pueden fluir pensamientos amorosos y portadores de dicha y felicidad. De la mente recta surge la gratitud y el reconocimiento de que todos formamos parte de la unidad compartida en la Mente de Dios, nuestro Creador. La gratitud es una expresión del amor, por lo que su expresión se convierte en el reconocimiento de la unidad.

El gesto de la gratitud bendice al receptor y al emisor, pues, como hemos dicho anteriormente, sus efectos producen la visión de la unidad. Agradecer y bendecir son el regalo que podemos ofrecer al Espíritu Santo para que lo extienda allí donde se necesi

10De tu aprendizaje depende el bienestar del mundo. 2es sólo la arrogancia lo que negaría el poder de tu voluntad. 3¿Crees acaso que la Voluntad de Dios es impotente? 4¿Es a eso a lo que llamas humildad? 5No te das cuenta de lo que esta creencia ha ocasionado. 6Te consideras a ti mismo vulnerable, débil, fácil de destruir y a merced de innumerables agresores mucho más fuer­tes que tú. 7Examinemos detenidamente cómo fue que surgió este error, pues en él yace enterrada la pesada ancla que parece man­tener vigente, inamovible y sólido como una roca el temor a Dios. 8Y mientras esa creencia perdure, así parecerá ser.

Al poner nuestra voluntad al servicio del deseo de ser especial, elegimos sustituir nuestra identidad eterna por una identidad pasajera. Dicha elección trascendió en una nueva percepción donde la unidad de las mentes fue alterada por la creencia en la separación. El conocimiento se olvidó y el sistema de pensamiento basado en la individualidad nos desconectó de la razón y de la verdad, cerrando nuestros ojos espirituales y abriendo los ojos del cuerpo.

La voluntad es nuestro poder creador, el cual ha sido heredado en nuestra condición de Hijo de Dios. Nuestra actual percepción errónea es consecuencia de un acto de nuestra voluntad, la cual se ha fijado como objetivo satisfacer el deseo de especialismo. Pero la arrogancia que exhibe la identidad egoica niega que el mundo que percibimos sea nuestra creación ilusoria y prefiere defender la creencia en un Dios vengativo que nos está castigando por haberle desobedecido.

11. ¿Quién puede atacar al Hijo de Dios y no atacar a su Padre? 2¿Cómo iba a ser el Hijo de Dios débil, frágil y fácil de destruir a menos que su Padre también lo fuese? 3¿No te das cuenta de que cada pecado y cada condenación que percibes y justificas es un ataque contra tu Padre? 4Por eso es por lo que el ataque no ha tenido lugar ni puede ser real. 5No te percatas de que ésa ha sido tu intención porque crees que el Padre y el Hijo están separados. 6Y no puedes sino pensar que están separados, debido al miedo. 7Pues parece menos arriesgado atacar a otro o atacarte a ti mismo que atacar al gran Creador del universo, Cuyo poder conoces.

Lo que Jesús nos aporta en este punto es muy interesante, pues nos advierte una cuestión de lógica que, al ser considerada y comprendida, nos permitirá reconocer que el ataque, en cualquiera de sus formas, tan sólo es posible en el mundo de la ilusión, pero imposible en el mundo real y verdadero. ¿Cuál es esta razón? Expresado con sencillez. Lo que forma una unidad no puede atacarse a sí mismo. Tan solo la creencia en la separación puede argumentar que el ataque es posible, pues los cuerpos así lo sufren o lo otorgan. Sin esos cuerpos, no sería posible.

12. Si fueses uno con Dios y reconocieses esa unidad, sabrías que Su poder te pertenece. 2Mas no podrás recordar esto mientras creas que el ataque, de la clase que sea, tiene sentido. 3Ninguna clase de ataque está justificado porque no tiene sentido. 4De la única manera en que el ataque se podría justificar es si tú y tu hermano estuvieseis realmente separados el uno del otro, y todo el mundo estuviese separado del Creador. 5Pues sólo entonces sería posible atacar una parte de la creación sin atacarla a toda ella; atacar al Hijo sin atacar al Padre; atacar a otro sin atacarte a ti mismo o herirte a ti mismo sin que otro sufriese dolor. 6Sin embargo, no te quieres deshacer de esa creencia. 7Mas ¿dónde reside su valor, sino en el deseo de poder atacar impunemente? 8El ataque no es ni peligroso ni inocuo. 9Sencillamente es imposi­ble. 10esto es así porque el universo es uno. 11No elegirías atacar su realidad si no fuese porque para poder verlo separado de su hacedor es esencial atacar. 12así parece como si el amor pudiese atacar y volverse temible.

Jesús amplía sus argumentos a favor de la idea de que el ataque es imposible y que creer que lo es forma parte de la percepción falsa en la que se basa el sistema de pensamiento del ego.

Ver nuestra individualidad es consecuencia de nuestro deseo de ser especial y nos confirma que hemos elegido olvidarnos de nuestra condición espiritual y su condición esencial, la de uno con todo lo creado, pues formamos una unidad en la Mente de nuestro Creador.

La visión de la individualidad propicia la visión de cuerpos separados en los cuales proyectamos el contenido de nuestras creencias, las cuales están basadas en el miedo y en la ausencia de amor. El miedo que sentimos en nuestro interior nos lleva a encontrar un mecanismo de defensa para protegernos. De este modo, el ataque se convierte en nuestra mejor estrategia para preservarnos del ataque de los demás. El conflicto está servido y garantizado. 

martes, 19 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 231

2. ¿Qué es la salvación? 

1. La salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino que conduce a Él. 2Él no puede dejar de cumplirla. 3Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se originaron en él. 4La Palabra de Dios se le concede a toda mente que cree tener pensamientos separados, a fin de reemplazar, esos pensamientos de conflicto con el Pensamiento de la paz. 

2. El Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo ins­tante en que su mente concibió el pensamiento de la guerra. 2Antes de eso no había necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se había otorgado sin opuestos y simplemente era. 3Una mente dividida, no obstante, tiene necesidad de curación. 4Y así, el Pen­samiento que tiene el poder de subsanar la división pasó a formar parte de cada fragmento de la mente que seguía siendo una, pero no reconocía su unidad. 5Al no conocerse a sí misma, pensó que había perdido su Identidad. 

3. La salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el mundo de sueños y de malicia. 2De esta manera, las ilusiones desaparecen. 3Al no prestarles apoyo, deja que sim­plemente se conviertan en polvo. 4lo que ocultaban queda ahora revelado: un altar al santo Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de tu perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de Dios. 

4. Acudamos diariamente a este santo lugar y pasemos un rato juntos. 2Ahí compartimos nuestro sueño final. 3Es éste un sueño en el que no hay pesares, pues contiene un atisbo de toda la glo­ria que Dios nos ha dado. 4En él se ve brotar la hierba, los árboles florecer y los pájaros hacer sus nidos en su ramaje. 5La tierra nace de nuevo desde una nueva perspectiva. 6La noche ya pasó, y ahora nos hemos unido en la luz. 

5. Desde ahí le extendemos la salvación al mundo, pues ahí fue donde la recibimos. 2El himno que llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y que el Hijo de Dios tan sólo tiene que esperar un instante antes de que su Padre sea recordado, los sue­ños hayan terminado, la eternidad haya disuelto al mundo con su luz y el Cielo sea lo único que exista.




LECCIÓN 231

Padre, mi voluntad es únicamente recordarte.

1.  ¿Qué puedo buscar, Padre, sino Tu Amor? 2Tal vez crea que lo que busco es otra cosa; algo a lo que le he dado muchos nombres. 3Mas lo único que busco, o jamás busqué, es Tu Amor. 4Pues no hay nada más que jamás quisiera realmente encontrar. 5Quiero recordarte. 6¿Qué otra cosa podría desear sino la verdad acerca de mí mismo?

2. Ésa es tu voluntad, hermano mío. 2compartes esa voluntad conmigo así como con Aquel que es nuestro Padre. 3Recordarlo a Él es el Cielo. 4Esto es lo que buscamos. 5esto es lo único que nos será dado hallar.


¿Qué me enseña esta lección?

Padre, mi única voluntad es hacer Tu Voluntad. 

¿Acaso Tu Voluntad no es amar? Pues amar es Extenderse. 

Esa es mi única misión en la Tierra: extender el amor a través de mis acciones creadoras. 

Cada uno de mis pensamientos y cada uno de mis sentimientos están inspirados por la Voluntad de mi Padre, por la Fuerza de Su Amor. De esa conjunción de fuerzas surge el acto de Amor, el cual nos lleva a reconocer, en el rostro de cada uno de nuestros hermanos, el Rostro de nuestro Creador. 

Cuando pensamientos y sentimientos hablan de Amor, visualizo la Unidad como el lazo que nos vincula a Todo lo Creado. 

Hoy, Padre, mi voluntad es únicamente amar.


Ejemplo-Guía: "¿Por qué nos hemos olvidado de Dios?

Olvidar no es negar. El acto de olvidar encierra en sí una decisión, una elección. No es algo fortuito que ocurre por azar. Olvidamos un pensamiento cuando otro pensamiento ocupa su lugar. Todo acto de olvido es una experiencia ilusoria, pues ningún pensamiento muere, o lo que es lo mismo, todo pensamiento sigue a su Fuente.

Ya hemos visto en otras ocasiones que la creencia en la separación encuentra su causa en un pensamiento ilusorio que nunca ocurrió, pero que en nuestra mente ha adoptado una idea imaginaria a la que le hemos otorgado valor y significado, con la cual la hemos hecho real.

Se suele utilizar el símil del sueño para tratar de explicar el estado que actualmente estamos experimentando. Durante el sueño, lo que vivimos en verdad no ocurre, pero para nuestra percepción, le otorgamos el mismo valor que si hubiese sido real.

Si en los planes creadores de Dios hubiese estado contemplado que Su Hijo no pudiese cometer errores, lo único que tendría que haber hecho es crearnos diferente a Él, es decir, no habernos dotado con sus Atributos Creadores. De este modo, la conciencia de Su Hijo habría estado siempre guiada de tal modo que nuestra respuesta sería autómata, como la de un robot.

En verdad, nos sentimos como robotizados cuando en nuestra vida nos ocurren anécdotas a las que llamamos destino, sin que nos sintamos co-partícipes de su diseño. Esta duda existencial pierde su poder disuasorio, al menos en mi mente, cuando alcanzo a comprender que todo lo que soy capaz de percibir con mis sentidos responde a una causa mental. Si esto es así y toma la forma de una firme certeza en mis creencias, estoy en condiciones de afirmar que soy un ser creador.

La identificación con un aspecto irreal de nosotros mismos nos ha llevado a creer que hemos perdido la conexión con la Fuente, es decir, nos ha llevado a olvidar que formamos parte inseparable de la Mente de Dios.


El término recordar significa "volver a pasar por el corazón". Y es a nuestro corazón y no a nuestra mente, donde debemos entregar nuestras decisiones. El corazón es unificador, mientras que la mente es selectiva. Preguntemos a nuestro corazón, ¿quiénes somos? Y la respuesta no será razonada, no nos contestará "eres un hombre o una mujer, de nombre tal y de profesión cual". No, la respuesta del corazón será inspirada: "Eres un Ser Divino; eres la Vida".

Reflexión: ¿Pueden las imágenes de este mundo recordarnos a Dios?

Capítulo 22. VI. La luz de la relación santa (3ª parte).

VI. La luz de la relación santa (3ª parte).

6. Criatura de paz, la luz ha descendido sobre ti. 2No reconoces la luz que traes contigo, pero la recordarás. 3¿Quién podría negarse a sí mismo la visión que le brinda a los demás? 4¿Y quién dejaría de reconocer el regalo que, por mediación suya, él permitió que se depositase en el Cielo? 5El amoroso servicio que le prestas al Espíritu Santo te lo prestas a ti mismo. 6Tú que ahora eres Su medio tienes que amar todo lo que Él ama. 7Y lo que traes contigo es tu recuerdo de todo lo que es eterno. 8Ningún vestigio de lo temporal puede permanecer por mucho tiempo en la mente que sirve a lo intemporal. 9Y ninguna ilusión puede turbar la paz de una relación que se ha convertido en el instrumento de la paz.

Jesús reconoce una cualidad intrínseca de nuestra identidad, llamándonos criatura de paz. La paz forma parte de nuestra esencia divina. Es un estado del ser que forma parte de nuestra verdadera identidad espiritual. Ser consciente de esa condición, de que somos paz, nos llevará a expandirla a través de nuestra labor creadora.

La aplicación de la Expiación en nuestra mente nos pone al servicio del Espíritu Santo, de la razón, de la Mente Recta, y nos entregamos a Él en calidad de medio para que la verdad y el amor se extiendan eternamente.

7. Cuando hayas contemplado a tu hermano con absoluto per­dón, del que no se haya excluido ningún error ni nada se man­tenga oculto, ¿qué error podría haber en cualquier parte que tú no pudieses pasar por alto? 2¿Y qué tipo de sufrimiento podría nublar tu vista e impedirte ver más allá de él? 3¿Y qué ilusión no ibas a reconocer como un error, como una sombra que puedes atravesar completamente impávido? 4Dios no permite que nada sea un obstáculo para aquellos que hacen Su Voluntad, y éstos reconocerán que sus voluntades son la Suya porque la sirven. 5la sirven de buen grado. 6¿Podrían, entonces, demorarse mucho en recordar lo que son?

La transformación que nos ofrece el Espíritu Santo a través de la Expiación nos lleva a corregir la falsa creencia en la separación, en el pecado y en la culpa. Nuestra mente "dormida" nos permitirá percibir correctamente y abrirá nuestros ojos espirituales para permitirnos ver, desde la razón, que lo que considerábamos pecado tan sólo era un error y que todo error se corrige desde la misma fuente desde la que se originó, desde la mente.

No es el cuerpo el que tiene el poder para cometer errores, sino la mente, desde donde emanan los pensamientos y las creencias que son el origen de nuestras acciones.

Esa visión corregida se conoce como visión crística y su fortaleza y mayor regalo es el de sustituir el miedo por el amor y la separación por la unión.

8Verás tu valía a través de los ojos de tu hermano, y cada uno será liberado cuando vea a su salvador en el lugar donde antes pensó que había un agresor. 2Mediante esta liberación se libera el mundo. 3Este es tu papel en la consecución de la paz. 4Pues has preguntado cuál es tu función aquí, y se te ha contestado. 5No intentes cambiarla ni substituirla por ninguna otra. 6Pues ésa fue la única función que se te dio. 7Acepta sólo esta función y sírvela de todo corazón, pues lo que el Espíritu Santo hace con los regalos que le das a tu hermano, a quién se los ofrece, dónde y cuándo, es cosa Suya. 8Los concederá allí donde sean recibidos y se les dé la bienvenida. 9Utilizará cada uno de ellos en beneficio de la paz. 10Y ni la más leve sonrisa o la buena voluntad de alguien para pasar por alto la más diminuta equivocación le pasará desapercibida a Él.

La salvación es una conquista personal y estaremos preparados para salvar al mundo tan solo cuando hayamos logrado alcanzar esa conquista, es decir, cuando nos hayamos salvado a nosotros mismos. Nadie puede dar lo que no tiene.

Por lo tanto, tenemos en nuestras manos el poder para salvar el mundo. De igual modo, nuestra salvación necesita de la visión de nuestros hermanos, pues en la medida en que nos vean sus ojos, de este modo podremos tener una visión de nuestra valía. Si nuestra relación está basada en el sistema de pensamiento del ego, o lo que es lo mismo, si nuestra relación es especial, nuestros ojos, al verlo, lo percibirán erróneamente; esto es, lo identificaremos como un cuerpo separado de nosotros y portador de una naturaleza pecaminosa.

En cambio, cuando nuestros ojos ven la inocencia, la impecabilidad, reflejada en la expresión de los demás, será la señal de que hemos despertado a la verdad que somos y de que estamos preparados para establecer una relación santa con el mundo y de que estamos preparados para salvarlo.

lunes, 18 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 230

LECCIÓN 230

Ahora buscaré y hallaré la paz de Dios.

1. Fui creado en la paz. 2Y en la paz permanezco. 3No me ha sido dado poder cambiar mi Ser. 4¡Cuán misericordioso es Dios mi Padre, que al crearme me dio la paz para siempre! 5Ahora sólo pido ser lo que soy. 6¿Y podría negárseme eso cuando es eterna­mente verdad?

2. Padre, busco la paz que Tú me diste al crearme. 2Lo que se me dio entonces tiene que encontrarse aquí ahora, pues mi creación fue algo aparte del tiempo y aún sigue siendo inmune a todo cambio. 3La paz en la que Tu Hijo nació en Tu Mente aún resplandece allí sin haber cam­biado. 4Soy tal como Tú me creaste. 5Sólo necesito invocarte para hallar la paz que Tú me diste. 6Es Tu Voluntad la que se la dio a Tu Hijo.


¿Qué me enseña esta lección?

Soy tal como Dios me ha creado.
Soy un Espíritu Divino.
Soy Uno con la Mente de Dios.
Soy Uno con el Hijo de Dios.

Para recordar quién soy, debo despertar del sueño de la ilusión. Debo reconocer la verdad. La ilusión me lleva a creer que soy un cuerpo y que me encuentro separado de Dios.
La verdad, me revela, que soy Espíritu y que mi verdadero Hogar es el Cielo y no la tierra.

Dios, nuestro Padre, nos ha creado en la paz y en la armonía plena.

El conflicto es el desencuentro que se produce cuando la ilusión toma el timón de nuestras vidas.

Ejemplo-Guía: ¿Cómo puedo hallar la paz de Dios en este mundo?

¿Acaso podemos conocer lo que significa la paz de Dios?

Si no fuese posible, no seríamos el Hijo de Dios. El pensamiento sigue a su Fuente. Si somos una emanación de la Mente de Dios, podemos tener la certeza de que somos tal y como Él nos ha creado. Si Dios es paz, su Hijo no puede menos que hallar la paz, pues es su estado natural.


Pero claro, para hallar lo que creemos estar buscando, la paz, debemos dejar de ver con los ojos del cuerpo, pues para hallar la paz de Dios en este mundo no podemos identificarnos con él. Las leyes propias que rigen su "fabricación" están basadas en la ilusión: el espacio y el tiempo, dimensiones sujetas al cambio, o lo que es lo mismo, a lo irreal.

Si queremos hallar la paz de Dios, en este mundo demente, tendremos que sanar nuestra mente, pues es nuestra mente errada la única causa que nos lleva a experimentar un estado contrario a la paz.

Si alimentamos el miedo, no hallaremos la paz, pues el miedo es la señal inequívoca de que hemos elegido al guía incorrecto, hemos elegido servir al ego, al cuerpo.

Una batería de reflexiones que nos invitan al reencuentro con nuestra verdadera esencia:

¿Cómo hallar la paz de Dios cuando nos sentimos abandonados por Él?
¿Cómo hallar la paz de Dios cuando nos sentimos vulnerables e indefensos?
¿Cómo hallar la paz de Dios cuando nuestros deseos no son complacidos?
¿Es posible experimentar la paz cuando sufrimos de escasez, de enfermedad?
¿Es posible experimentar la paz cuando somos humillados, atacados, maltratados, violados?

Reflexión: ¿Dónde se encuentra la paz de Dios?

Capítulo 22. VI. La luz de la relación santa (2ª parte).

VI. La luz de la relación santa (2ª parte).

3. No te intranquilices pensando cómo puede el Espíritu Santo intercambiar tan fácilmente los medios y el fin en aquellos que Dios ama y quiere que sean libres para siempre. 2En lugar de ello, siéntete agradecido de poder ser el medio para lograr Su fin. 3Éste es el único servicio que conduce a la libertad. 4Para lograr este fin hay que percibir al cuerpo libre de pecado porque lo que se busca es la impecabilidad. 5La falta de contradicción permite que la transición de medios a fin sea tan fácil como lo es el inter­cambio del odio por la gratitud ante los ojos que perdonan. 6Os santificaréis el uno al otro al usar el cuerpo sólo en beneficio de la impecabilidad. 7Y os será imposible odiar aquello que sirve a quien queréis sanar.

Realmente, si la causa que dio lugar a la identificación con el cuerpo fue el deseo de ser especial, lo que se tradujo en la creencia en la separación y en el pecado, el único camino que ha de conducirnos a la salvación o a la restauración de esa falsa creencia en la verdad es el dejar de ver al cuerpo como la causa de nuestra ilusoria naturaleza pecadora y utilizarlo como el medio más adecuado para extender nuestra verdadera naturaleza espiritual, la cual está impregnada de la fuerza purificadora del amor.

De este modo, el cuerpo pasa de ser nuestro peor enemigo a nuestro mejor aliado. Cuando la mente y el cuerpo trabajan para un mismo fin, la mente ejerce su papel de dirección y el cuerpo ejecuta fielmente las órdenes que recibe de la mente.

4. Esta relación santa, hermosa en su inocencia, llena de forta­leza, y resplandeciendo con una luz mucho más brillante que la del sol que alumbra el firmamento que ves, es la que tu Padre ha elegido como uno de los medios para llevar a cabo Su plan. 2Sién­tete agradecido de que no sirva en absoluto para llevar a cabo el tuyo. 3No usará indebidamente nada que se le confíe, ni dejará de usar nada que se le ofrezca. 4Esta santa relación tiene el poder de curar todo dolor, sea cual sea su forma. 5Ni tu hermano ni tú por separado podéis ser útiles en absoluto. 6Únicamente en vuestra voluntad conjunta radica la curación. 7Pues ahí es donde se encuentra vuestra curación y ahí es donde aceptaréis la Expia­ción. 8al sanar los dos, la Filiación queda sanada porque vues­tras voluntades se han unido.

El hecho de que el deseo de ser especial haya prevalecido sobre el deseo de ser uno con el resto de la creación, motivó la creencia en la separación, pues la igualdad que fluye del amor y del lazo de unidad propio de la obra creada por Dios fue sustituida por el deseo impetuoso de utilizar el poder creativo bajo la guía del ardor inspirada por el impulso egoísta del yo y que ha quedado representado en el texto bíblico con el episodio de la tentación a Eva por parte de la serpiente.

Las mentes están unidas a Su Fuente, pero al gozar del atributo de la creación, el libre albedrío nos puede llevar a utilizar el potencial creador según nuestra voluntad, según nuestro deseo. Como bien nos dice Jesús en este punto, "únicamente en nuestra voluntad conjunta radica la curación". El error es la consecuencia directa de elegir utilizar la voluntad separada de la voluntad del resto de la creación.

5. Ante una relación santa no hay pecado. 2Ya no se percibe nin­guna forma de error, y la razón, unida al amor, contempla calla­damente cualquier confusión y observa simplemente: "Eso fue un error". 3luego, la misma Expiación que aceptaste en tu rela­ción corrige el error y, allí donde éste estaba, deposita una parte del Cielo. 4¡Cuán bendito eres tú que permites que este regalo se otorgue! 5Cada parte del Cielo que restituyes se te da a ti. 6cada lugar vacío del Cielo que vuelves a llenar con la Luz Eterna que traes contigo, resplandece sobre ti. 7Los medios de la impecabili­dad no conocen el miedo porque únicamente son portadores de amor.

La relación santa está libre de pecado dado que se cimenta sobre la creencia en el verdadero amor, en el cual su valor más importante es la libertad. 

Dentro del sueño, ser conscientes de que somos los soñadores del sueño nos permite elegir, desde el presente, sustituir el miedo por el amor y esa elección es la expresión de que la razón y el amor se unen para celebrar el despertar de nuestra consciencia y la percepción verdadera de nuestra identidad espiritual.

La relación especial rinde culto a la creencia en el pecado y en la culpa. Mientras que la relación santa bendice la unión existente en la obra creadora de Dios, en la Filiación.

domingo, 17 de agosto de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 229

LECCIÓN 229

El Amor, que es lo que me creó, es lo que soy.

1. Busco mi verdadera Identidad, y la encuentro en estas pala­bras: "Soy Amor, pues el Amor fue lo que me creó". 2Ahora no necesito buscar más. 3El Amor ha prevalecido. 4Ha esperado tan quedamente mi regreso a casa, que ya no me volveré a apartar de la santa faz de Cristo. 5lo que contemple dará testimonio de la verdad de la Identidad que procuré perder, pero que mi Padre conservó a salvo para mí.

2. Padre, te doy gracias por lo que soy, por haber conservado mi Identi­dad inalterada e impecable en medio de todos los pensamientos de pecado que mi alocada mente inventó. 2te doy gracias también por haberme salvado de ellos. 3Amén.


¿Qué me enseña esta lección?

Muchas veces me pregunto, ¿cuál sería el impulso que inspiró a Dios para llevar a cabo su Creación?

Recuerdo haber leído a los místicos que Dios se encuentra en un proceso de crecimiento evolutivo semejante al nuestro. Para continuar su fase de ascenso evolutiva, Dios debía hacer uso de sus Poderes Creadores, y qué mejor forma de hacerlo que Expandiendo de Sí Mismo Su Mente Amorosa y dando lugar a Su Hijo, la Filiación llamada Humanidad.

A esos niveles de conciencia, todo acto creador sigue un sólo impulso, el que le inspira la Fuerza Creadora por excelencia, la Fuerza del Amor. El Amor, desde ese punto de vista, se convierte en la Esencia de Todo Acto Creador; es más, todo acto que no esté inspirado por el Amor no será un acto Creador.

Nuestro Creador nos creó por Amor, y esa Fuerza Celestial forma parte de nuestro ser, lo que significa que nuestras acciones creadoras deben ser la expresión natural del Amor.

Amor es Unidad y no separación. ¿Preguntémonos si nuestras acciones son portadoras de unidad o de separación? Si son portadoras de Unidad, estamos sirviendo al Espíritu. Si son portadoras de separación, estamos sirviendo al ego.


Ejemplo-Guía: "Amor o miedo, ¿qué estás eligiendo?

El debate está servido. Permitidme que os proponga un tema de reflexión: ¿tenemos miedo a amar?

Siempre he tenido dificultad para comprender la razón por la cual elegimos dar cobijo al miedo, cuando en verdad no lo deseamos en nuestras vidas. Gracias a las enseñanzas de Un Curso de Milagros he podido encontrar una razón para justificar que esto ocurra: el miedo no forma parte de nuestra esencia, pero ha sido una fabricación de nuestra mente y, su hacedor, el ego, lo adora, lo necesita, pues sin sus argumentos, es decir, si no nos identificáramos con el miedo, o lo que es lo mismo, si no tuviésemos miedo, entonces dejaríamos de abonar la tierra en la que crecen los frutos que alimentan a la creencia de la separación, a la identidad del ego.


Si no tenemos miedo a la enfermedad, a la muerte, a la pérdida, a la escasez, a la necesidad, al dolor, al sufrimiento, etc., entonces nos sentiríamos en total libertad para expresar nuestra verdadera identidad y poder expresar nuestra condición natural: el amor.

Sí, la respuesta a la reflexión que he compartido es que tenemos miedo a amar. No me estoy refiriendo al amor carnal, a ese aspecto de la atracción física entre dos personas que confundimos con el verdadero amor. El Amor al que me refiero hay que escribirlo con mayúsculas, pues se está refiriendo a la Esencia del Ser que somos como Hijos de Dios. Cuando amamos, estamos viendo al mundo desde la unidad. Cuando amamos, fluimos con la vida en todos sus aspectos. Cuando amamos, no juzgamos condenatoriamente y nos sentimos liberados de cualquier apego a lo material.

Tememos al Amor, pues nos lleva a respetar por encima de todas las cosas la libertad. En una relación humana, confundimos el deseo que sentimos por la otra persona con el amor incondicional. Pero nos damos cuenta de la diferencia entre ambos tipos de amor, en la medida en que sentimos un profundo dolor interno cuando el ser amado desea expresarse libremente. El simple hecho de sentir miedo por el dolor que pueda sufrir un ser querido nos está indicando que aún no estamos expresando el verdadero amor. No todo el mundo está de acuerdo con lo que acabamos de afirmar, pero deberíamos saber que el sufrimiento forma parte de un plan de aprendizaje elegido por nuestra conciencia, y nada, ni nadie, puede interferir en nuestras libres elecciones.

Nos movemos en un mundo de creencias, y si yo creo que el dolor ha de indicarme el modo correcto de actuar, lo inscribiré en mis hábitos de conducta y lo haré necesario para mi aprendizaje, para mi despertar. Eso no quiere decir que no existan otros tipos de creencias, que pueden argumentar cosas muy diferentes, pero que tienen, en definitiva, el mismo efecto.

Un Curso de Milagros nos aporta información para que tomemos consciencia de que todas las creencias tomadas en este mundo son ilusiones. Ese debe ser nuestro principal punto de apoyo para caminar hacia el encuentro con el instante santo en el que se producirá nuestro despertar, nuestra liberación.

Reflexión: Sobre el Amor.