viernes, 10 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 283

LECCIÓN 283

Mi verdadera Identidad reside en Ti.

1. Padre, forjé una imagen de mí mismo, y a eso es a lo que llamo el Hijo de Dios. 2Mas la creación sigue siendo como siempre fue, pues Tu crea­ción es inmutable. 3No quiero rendirle culto a ningún ídolo. 4Yo soy aquel que mi Padre ama. 5Mi santidad sigue siendo la luz del Cielo y el Amor de Dios. 6¿Cómo no va a estar a salvo lo que Tú amas? 7¿No es acaso infinita la luz del Cielo? 8¿No es Tu Hijo mi verdadera Identidad, toda vez que Tú creaste todo cuanto existe?

2. Ahora todos somos uno en la Identidad que compartimos, ya que Dios nuestro Padre es nuestra única Fuente, y todo lo creado forma parte de nosotros. 2así, le ofrecemos nuestra bendición a todas las cosas y nos unimos amorosamente al mundo, el cual nuestro perdón ha hecho que sea uno con nosotros.

¿Qué me enseña esta lección?

Es imposible que algo exista fuera de la Mente de Dios. Pero tenemos que tener la certeza de que tan sólo lo que es eterno es real.

La identidad que asume el Hijo de Dios al identificarse con el cuerpo físico no es real, ya que es temporal. En realidad, es una máscara ilusoria que oculta la verdadera esencia: el Ser, Eterno y Perfecto.

Vemos lo que creemos ser, y en consecuencia, si nos identificamos con el cuerpo, solo percibiremos en los demás la imagen de un cuerpo. Por eso es importante aprender a mirar las cosas de otra manera, a verlas tal como son. A medida que despertemos a nuestra verdadera identidad, empezaremos a reconocer en los demás a seres espirituales que forman parte de la Filiación del Hijo de Dios.
Hoy soy totalmente consciente de lo que soy y cuál es mi verdadera identidad. Hoy soy consciente de que mi identidad reside en Dios.

Ejemplo-Guía: "¿Cuál es tu verdadera identidad?"

Quizá no te parezca extraña la pregunta que hemos propuesto para reflexionar en esta lección. Es una cuestión que desconcierta a quienes estamos identificados con el ego, ya que pone en tela de juicio su existencia, y al mismo tiempo acompaña a muchas almas que ya no encuentran satisfacción en la visión del mundo que perciben.

A lo largo de estas lecciones hemos aprendido que el ego es una confusión sobre nuestra verdadera identidad. Según el Texto del Curso, el ego nunca ha tenido un modelo consistente ni se ha desarrollado de manera coherente. Es el resultado de aplicar incorrectamente las leyes de Dios, un error cometido por mentes distorsionadas que están usando mal su poder.

Creer que el ego es nuestra identidad nos hace sentir separados del resto de la creación y nos impulsa a usar un sistema de pensamiento basado en el miedo y la culpa. En resumen, nos lleva a construir un mundo insensato.

Es claro que un mundo caótico, donde estamos desconectados de nuestra verdadera esencia, no promueve la paz interior. La disociación es una ilusión y, cuando estamos bajo su influencia, esa sensación de separación nos lleva a creer que la verdad nos atacará.

Qué distante está esa creencia de la verdad. Un Curso de Milagros afirma:  

"Recuerda siempre que tu Identidad es una Identidad compartida, y que en eso reside Su realidad" (T-9.IV.1:6).

Si vemos a nuestros hermanos como la causa de nuestro dolor, como los enemigos que nos quitan la felicidad, estamos diciendo que atacar es la forma en que perdemos la conciencia de nuestra identidad. Atacar es una clara señal de que hemos olvidado quiénes somos.

Si nuestra identidad está en Dios y nuestra realidad es la de Dios, cuando atacamos, simplemente no estamos recordándolo. Esto no significa que Él se haya ido, sino que hemos decidido conscientemente no traerlo a nuestra memoria.

A medida que avanzamos en nuestro camino espiritual, podemos reconocer que el verdadero propósito de este mundo es ayudarnos a recordar nuestra auténtica identidad. Sin embargo, el ego intentará contradecir esta verdad con argumentos que refuercen la creencia de que somos solo un cuerpo físico. Uno de sus recursos más efectivos es la enfermedad, ya que al sentir dolor, hacemos que el cuerpo parezca real, y si el cuerpo es real, entonces el espíritu no puede ser nuestra verdadera esencia.


Reflexión: ¿En verdad crees que te encuentras separado del resto del mundo?

Capítulo 24. III. Cómo perdonar el deseo de ser especial (3ª parte).

III. Cómo perdonar el deseo de ser especial (3ª parte).

5. Dios te pide que perdones. 2Él no quiere que la separación se interponga, como si de una voluntad ajena se tratase, entre lo que tanto Su Voluntad como la tuya disponen para ti. 3Ambas son la misma voluntad, pues ninguna de ellas dispone ser especial. 4¿Cómo iban a poder disponer la muerte del amor mismo? 5Con todo, no pueden atacar a las ilusiones. 6No son cuerpos, y espe­ran como una sola Mente a que todas las ilusiones se traigan ante ellas y se dejen ahí. 7La salvación no desafía ni siquiera a la muerte. 8Y a Dios Mismo, que sabe que la muerte no es tu volun­tad, no lo queda otro remedio que decir: "Hágase tu voluntad" porque tú crees que lo es.

En el Mundo de Dios, en nuestro verdadero Hogar, en el Cielo, no existe el perdón porque no es necesario perdonar. El Cielo es el reino de la unicidad y la fuerza del amor lo mantiene todo unido. Las Mentes son Una con Su Fuente. El Mundo de Dios es el reino de la Verdad. Todo lo que no se encuentre en dicho reino no existe, es fruto de la ilusión.

Por lo tanto, este mundo que percibimos no forma parte del Mundo de Dios, pues es una ilusión fabricada por la imaginación de la mente del Hijo de Dios, la cual tuvo lugar en un breve instante del tiempo, dando lugar a su inmediata corrección.

Jesús nos dice en este punto que Dios nos pide que perdonemos. ¿Estamos ante una contradicción en la enseñanza del Curso? Si en el mundo real, en el Mundo de Dios, no existe el perdón porque todo es amor, ¿cómo Dios nos pide que perdonemos si el mundo de la percepción no es real?

Como bien han interpretado aquellos estudiosos más avanzados de las enseñanzas del Curso, el mensaje que se recoge en el mismo contempla dos niveles. Uno lo hace desde el punto de vista metafísico en el que todo cuanto se expone trata de mostrarnos las Leyes del Mundo de Dios. El otro nivel se dirige al mundo de la ilusión, al mundo de la mente dual. La razón de que esto sea así responde al estado de conciencia con el que estamos identificados y que se asemeja al estado del sueño. Para poder despertar del sueño es preciso reconocer que estamos soñando y sobre todo que somos los soñadores del sueño. De este modo, alcanzado el despertar, al tener conocimiento del Mundo de Dios, sabremos que hemos recordado lo que somos y sabremos, igualmente, que nunca hemos sido diferentes a lo que siempre hemos sido: Hijos de Dios.

El perdón se convierte, en este mundo y en nuestro actual estado de consciencia, en la llave que nos abre las puertas del Cielo.

6. Perdona al gran Creador del universo -la Fuente de la vida, del amor y de la santidad, el Padre perfecto de un Hijo perfecto- ­por tus ilusiones de ser especial. 2He aquí el infierno que elegiste como tu hogar. 3Él no eligió eso para ti. 4No le pidas que entre ahí. 5El camino está cerrado al amor y a la salvación. 6Pero si liberas a tu hermano de las profundidades del infierno, habrás perdonado a Aquel Cuya Voluntad es que descanses para siem­pre en los brazos de la paz, perfectamente a salvo y sin que la animosidad ni malicia de ningún pensamiento de ser especial perturbe tu descanso. 7Perdona al Santísimo por no haber podido concederte el especialismo, que tú entonces inventaste.

El especialismo responde a la falsa visión de que Dios, el Creador, es especial. El hecho de que el Hijo de Dios fuese creado a Su imagen y semejanza no fue suficiente para satisfacer el deseo de ser especial. Podríamos pensar que hubiese sido suficiente el haber heredado las mismas cualidades que Su Padre; sin embargo, la fuerza del deseo nos indica que tal impulso respondía a la necesidad de cubrir un vacío que creyó tener, lo que le llevó a buscar la gloria en manos de la grandeza de "tener" y no de "Ser".

Ser contempla todo lo que se es. Tener contempla todo lo que se tiene. Desear contempla la necesidad de tener lo que no se tiene y negar la totalidad del Ser.

Ser, contempla el Amor Uno. Desear contempla tener lo que el otro tiene. 

jueves, 9 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 282

LECCIÓN 282

Hoy no tendré miedo del amor.

1. Sólo con que pudiese comprender esto hoy, el mundo entero se salvaría. 2Pues es la decisión de abandonar la locura y de acep­tarme tal como Dios Mismo, mi Padre y mi Fuente, me creó. 3Es la resolución de no seguir dormido en sueños de muerte, mientras la verdad sigue viviendo eternamente en el júbilo del amor. 4es asimismo la resolución de reconocer al Ser que Dios creó como el Hijo que Él ama, el Cual sigue siendo mi única Identidad.

2. Padre, Tu Nombre, al igual que el mío, es Amor. 2Ésa es la verdad. 3¿Y es posible acaso cambiar la verdad dándole simplemente otro nom­bre? 4El nombre del miedo es simplemente un error. 5Que hoy no tenga miedo de la verdad.

¿Qué me enseña esta lección?

Me pregunto, ¿cómo llegamos a temer al Amor? ¿Cómo llegamos a temer a Dios?

Si disfrutábamos de un estado de unión con Él, si nos sentíamos completamente protegidos y nutridos por su grandiosa Presencia, ¿qué nos llevó a abandonar ese estado de paz y unidad?

Al observar el comportamiento humano, noto que el niño, mientras está en el vientre materno, se siente protegido y alimentado, similar al Hijo de Dios en su etapa paradisíaca. Al nacer y enfrentarse a un nuevo entorno, su estado de conciencia cambia y empieza a recibir nueva información a través de la percepción, lo que despierta en él respuestas independientes de sus padres.

A medida que crece, ese niño va dejando atrás el aprendizaje adquirido de sus padres, reemplazándolo por un proceso más individualizado que lo llevará a verse como un ser independiente de quienes lo formaron.

Esa necesidad de crecimiento, en el ámbito del sueño, se llama evolución. Todos los seres están inmersos en un proceso evolutivo. El Hijo de Dios, hecho a Imagen y Semejanza de su Padre, lleva en potencia los Atributos del Creador. A medida que evoluciona, los perfecciona y toma plena consciencia de ellos.

Ese proceso de aprendizaje lleva al Hijo de Dios a usar sus Atributos, activándolos de tal manera que, movilizando su Voluntad y Deseo, se proyecta sobre el "Mundo Etérico". En este ámbito, la materia toma forma como ondas de pensamiento, y al enfocarse en ellas con su “atención”, permite que dichas ondas se transformen en partículas sólidas, dando origen al mundo físico.

La "Metafísica" nos enseña que el Ser que somos fue creado y dotado con un Cuerpo Mental, un Cuerpo de Deseos y un Cuerpo Etérico, de manera potencial. El Cuerpo Físico, el vehículo más denso, es el resultado de dirigir el potencial mental y emocional hacia el mundo etérico, también llamado “doble etérico”, que actúa como el negativo del mundo físico. Los avances en la física cuántica nos muestran que el mundo de las partículas que conforma lo material es en realidad un campo de ondas potenciales, las cuales se transforman en partículas cuando ocurre el acto de observación o, dicho de otro modo, cuando proyectamos nuestra conciencia sobre él.

Cuando me alejo del Amor y del estado de Unidad, entro en el mundo del miedo, porque es el pensamiento que surge al sentirnos separados de la Fuente. Este pensamiento es un error, ya que, así como un hijo nunca puede estar realmente separado de su padre a pesar de la distancia, el Hijo de Dios jamás se ha separado de su Creador.

Nuestra naturaleza esencial es el Amor. Sentir miedo demuestra que no nos amamos a nosotros mismos ni a los demás. Creemos temer al amor porque pensamos que nos hace perder nuestra individualidad.

Cuando nuestra individualidad nos permita entender que todos venimos de un mismo origen, el miedo se desvanecerá y abrazaremos el Amor.

Ejemplo-Guía: "La causa de nuestro miedo es Dios".

"En el relato bíblico, Adán, el prototipo del ego o nuestro falso yo, ya no quería permanecer en su estado de unidad con Dios e intentó cambiar lo que su Padre había creado tan perfecto como El y uno con El. El estado posterior en el cual se encontró a sí mismo -al estar fuera del jardín- se convirtió en el símbolo de este acto y en el recordatorio y la justificación de su culpa por lo que creyó que le había hecho a Dios y a sí mismo. La culpa origina el miedo al castigo, de modo que se ve a Dios como un vengador que intenta castigar a sus hijos por el crimen de éstos. El Dios de amor es así transformado en un dios de miedo, y la paz que es nuestra herencia natural se convierte en un estado de terror, ansiedad y continua vigilancia por temor a ser destruidos por el Padre a Quien creemos haber atacado.

Esta atmósfera de miedo y culpa es la condición de la “post-separación” que todos llevamos adentro. Nuestro estado conduce a una culpa mayor que intensifica el miedo y se establece un ciclo aparentemente interminable que no parece tener solución. Este es el patrón que sustenta la mayoría de nuestras actitudes, sentimientos y acciones, y que constituye el infierno psicológico que hemos hecho como sustituto del Cielo para el cual fuimos creados.

En resumen, pues, nuestro miedo básico es a Dios, puesto que inconscientemente creemos que si Lo dejáramos entrar en nuestras vidas seríamos destruidos por su furia por haberlo atacado, lo cual nuestra culpa afirma continuamente. Esta es la causa de nuestra ansiedad básica, la que se mantiene fuera de nuestra conciencia por medio del uso constante de defensas. La causa de nuestra aflicción aparenta deberse a problemas de todas clases, pero en realidad no permitimos que la verdadera causa entre en nuestro consciente".

El texto que utilizamos para introducir la reflexión sobre el ejemplo seleccionado en la lección de hoy pertenece a la obra de Kenneth Wapnick, "Artículos de Kenneth Wapnick sobre Un Curso de Milagros".

El autor nos sitúa en la causa del miedo, vinculándola con el acto de desobediencia del Hijo de Dios, lo que tuvo como consecuencia su expulsión del "Paraíso", donde disfrutaba de Abundancia y Protección Divina. 

Si Dios es Amor y Su Hijo le tiene un profundo temor a su Creador, es lógico pensar que también temamos al Amor. Este miedo surge porque hemos optado por percibir un mundo diferente al mundo Real donde Dios nos colocó. Ver es una facultad de la mente, por lo que, en realidad, la causa de tanta confusión debe encontrarse en el libre uso del pensamiento.

Las consecuencias de optar por ver un mundo diferente al de Dios-Unidad-Amor son creer en un mundo dominado por el ego-separación-miedo. La visión original es la Fuente verdadera de la que surge nuestra Existencia, y ese Hogar es sinónimo, en este mundo limitado, de Felicidad y Plenitud.

La percepción secundaria se ha transformado en la ilusoria fuente de nuestra identidad efímera, y su morada temporal, el cuerpo, representa muerte, enfermedad y sufrimiento.

No tener miedo al Amor significa haber aceptado nuestra inocencia, nuestra impecabilidad y habernos perdonado por nuestros falsos pensamientos.


Reflexión: El nombre del miedo es simplemente un error.

Capítulo 24. III. Cómo perdonar el deseo de ser especial (2ª parte).

 III. Cómo perdonar el deseo de ser especial (2ª parte).

3. No eres tú el que es tan vulnerable y susceptible de ser atacado que basta una palabra, un leve susurro que no te plazca, una circunstancia adversa o un evento que no hayas previsto para trastornar todo tu mundo y precipitarlo al caos. 2La verdad no es algo frágil, 3y las ilusiones no pueden afectarla ni cambiarla en absoluto. 4Pero ser especial no es lo que es verdad acerca de ti. 5Pues cualquier cosa puede hacerle perder el equilibrio. 6Lo que descansa sobre lo que no es nada jamás podrá ser estable. 7Por muy grande y desmesurado que parezca, se tambaleará, dará vueltas y revoloteará con la más tenue brisa.

El deseo de ser especial nos hace débiles y vulnerables, lo que sin duda se convierte en un obstáculo para lograr alcanzar la felicidad y la paz. 

Tómate tu tiempo y analiza cómo te sientes cuando tus expectativas, tus deseos, tus planes sufren un contratiempo que te impide satisfacerlos tal y como te imaginaste. Te estás viendo. Notas cómo la ira se apodera de tus pensamientos y la cólera envenena el aire que trata de salir por tu boca cuando intentas expresar la frustración que sientes. Percibes cómo una fuerza desmedida que permanecía dormida en tu interior se apodera de tu cuerpo y te insta a reaccionar ante la vivencia que tu mente te está mostrando. No entiendes nada y juzgas al mundo que te rodea condenándolo como la causa culpable de que tus deseos se hayan visto contrariados al no poder cumplir su objetivo. No aceptas lo ocurrido e intentarás forzar la situación en una demostración de que tienes el poder de cambiar las cosas. Tienes una cosa muy clara. El culpable pagará las consecuencias que se han desencadenado en tu vida y que te han hecho sufrir.

Lo que acabo de describir puede formar parte del guion de cualquier experiencia de nuestras vidas. La causa siempre es la misma: el deseo de ser especial, de creernos diferentes a los demás y, evidentemente, superiores. A pesar de ello, el efecto que ocasiona el deseo de ser especial siempre nos muestra nuestra debilidad y nuestra fragilidad, pues ponemos el logro de la felicidad y de la paz en manos de la ilusión, de lo que no es verdad. ¿Acaso lo efímero puede aportarnos un ápice de paz?

4. Sin cimientos nada es seguro. 2¿Habría dejado Dios a Su Hijo en un estado en el que la seguridad no significase nada? 3¡De ninguna manera! aSu Hijo permanece a salvo, descansando en Él. 4Tu deseo de ser especial es lo que se ve atacado por todo lo que camina o respira, se arrastra o se desliza, o simplemente vive. 5Nada está a salvo de su ataque, y ello no está a salvo de nada. 6Jamás habrá de perdonar, pues esto es lo que es: un voto secreto de que lo que Dios quiere para ti nunca se dé y de que te opon­drás a Su Voluntad para siempre. 7No es posible tampoco que ambas voluntades puedan jamás ser la misma, mientras tu deseo de ser especial se alce como una llameante espada de muerte entre ellas, haciendo que sean enemigas.

¿Elegirías el deseo de ser especial como un cimiento sólido y seguro para levantar los pilares donde albergar tu hogar? Ya hemos visto, en el punto anterior, cómo el deseo de ser especial nos conduce a situaciones en las que la frustración por no conseguir nuestras expectativas nos hace sentir vulnerables y débiles, lo que alimentará aún más, si cabe, el deseo de ser superiores. Esta es la razón por la que el complejo de superioridad desencadena una profunda frustración. En realidad, lo que busca es deshacerse del sentimiento de debilidad que siente cuando se deja llevar por el deseo de ser especial.

El ego o la creencia en la separación basa sus estrategias en el ataque, pues de este modo intenta salvaguardar su seguridad y se protege del miedo de ser asimismo atacado y de su oculto sentimiento de debilidad y vulnerabilidad. Es lógico pensar que el mundo exterior refleje el contenido de su mente y todo cuanto perciba lleve el sello del ataque y del miedo.

miércoles, 8 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 281

¿Qué es el Espíritu Santo?

1. El Espíritu Santo es el mediador entre las ilusiones y la verdad. 2Puesto que tiene que salvar la brecha entre la realidad y los sue­ños, la percepción conduce al conocimiento a través de la gracia que Dios le ha dado para que sea el regalo que le hace a todo aquel que acude a Él en busca de la verdad. 3A través del puente que Él tiende se llevan todos los sueños ante la verdad para que la luz del conocimiento los disipe. 4Allí los sonidos y las imáge­nes se descartan para siempre. 5donde antes se percibían, el perdón ha hecho posible el tranquilo final de la percepción.

2. El objetivo de las enseñanzas del Espíritu Santo es precisa­mente acabar con los sueños. 2Pues todo sonido e imagen tiene que transformarse de testigo del miedo en testigo del amor. 3cuando esto se logre, el aprendizaje habrá alcanzado el único obje­tivo que jamás tuvo realmente. 4Pues el aprendizaje, tal como el Espíritu Santo lo utiliza a fin de alcanzar el resultado que Él per­cibe para él, se convierte en el medio que se transciende a sí mismo, de manera que pueda ser reemplazado por la Verdad Eterna.

3. Si supieses cuánto anhela tu Padre que reconozcas tu impeca­bilidad, no dejarías que Su Voz te lo pidiese en vano, ni le darías la espalda a lo que Él te ofrece para reemplazar a todas las imágenes y sueños atemorizantes que tú has forjado. 2El Espíritu Santo entiende los medios que fabricaste para alcanzar lo que por siem­pre ha de ser inalcanzable. 3Mas si se los ofreces a Él, Él se valdrá de esos medios que inventaste a fin de exiliarte para llevar a tu mente allí donde verdaderamente se encuentra en su hogar.

4. Desde el conocimiento, donde Dios lo ubicó, el Espíritu Santo te exhorta a dejar que el perdón repose sobre tus sueños para que puedas recobrar la cordura y la paz interior. 2Sin el perdón, tus sueños seguirán aterrorizándote. 3Y el recuerdo de todo el Amor de tu Padre no podrá retornar a tu mente para proclamar que a los sueños les ha llegado su fin.

5. Acepta el regalo que Tu Padre te hace. 2Es un llamamiento que el Amor le hace al Amor para que tan sólo sea lo que es. 3El Espíritu Santo es el regalo de Dios mediante el cual se le restituye la quietud del Cielo al bienamado Hijo de Dios. 4¿Te negarías a asumir la función de completar a Dios, cuando todo lo que Su Voluntad dispone es que tú estés completo?


LECCIÓN 281

Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño.

1. Padre, Tu Hijo es perfecto. 2Cuando pienso que algo o alguien me ha hecho daño, es porque me he olvidado de quién soy y de que soy tal como Tú me creaste. 3Tus Pensamientos sólo pueden proporcionarme felici­dad. 4Si me siento triste, herido o enfermo, es porque he olvidado lo que Tú piensas, y he implantado mis absurdas ideas en el lugar donde a Tus Pensamientos les corresponde estar, y donde están. 5Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño. 6Los Pensamientos que pienso Contigo sólo pueden bendecir, 7y sólo ellos son verdad.

2. Hoy no me haré daño a mí mismo. 2Pues me encuentro mucho más allá de cualquier dolor. 3Mi Padre me puso a salvo en el Cielo y vela por mí. 4yo no quiero atacar al Hijo que Él ama porque lo que Él ama es también objeto de mi amor.

¿Qué me enseña esta lección?

El cuerpo no es real, pero en el mundo de la ilusión, creemos que sí lo es. Tomar consciencia de esta verdad ha de permitirnos dar un uso sagrado al vehículo material, es decir, dentro del sueño, y aun sabiendo que estamos soñando, podemos bendecir nuestro cuerpo y utilizarlo para dar testimonio de la verdad y comunicar la Palabra de Dios y Su Plan de Salvación.

Esta visión del cuerpo nos lleva a la evidencia de que no es el cuerpo el que nos puede dañar, sino el "señor" para el que trabaja, es decir, la mente dividida que alberga la creencia en el pecado, en la culpa y en la separación.

Son nuestros pensamientos los que realmente condicionan nuestros actos. El error, que da lugar a la enfermedad, no lo encontraremos en el incorrecto funcionamiento de un órgano, sino en la corriente del pensamiento cuya frecuencia está relacionada con ese órgano. Es una ley que hacemos real en el mundo físico: relación causa-efecto.

El error es la causa que ha originado este mundo ilusorio; por lo tanto, desde él, no conseguiremos aportar una solución, solamente conseguiríamos generar nuevos errores. Desde una consciencia basada en la separación, ¿cómo podremos aportar soluciones encaminadas a crear lazos de unidad?

En la medida en que recuperamos la Visión Verdadera y conocemos nuestra sagrada identidad, nos conectaremos con la Fuente de donde emana el más puro Conocimiento. Esa Fuente Sagrada es el Espíritu Santo, el cual actúa como intermediario entre el Cielo y la Tierra. Su propósito es propiciar el tránsito que ha de conducirnos desde el error a la Verdad.

Para conseguir ese propósito, debemos solicitar la Expiación de nuestros errores y dejar en sus manos aquellos asuntos que merman nuestra paz interior.

Hoy, mis pensamientos estarán orientados a ser portadores de paz y amor.


Ejemplo-Guía: "Identificando a nuestros agresores, me descubro a mí mismo".

Hace algún tiempo, cuando tuve la oportunidad de acceder a la comprensión de la Enseñanza que se recoge en esta lección, me di cuenta de que, a partir de ese momento, la vida me estaba ofreciendo un maravilloso regalo, un maravilloso recurso para alcanzar algo que llevaba buscando durante mucho tiempo, el autoconocimiento, que, en un término más cercano a Un Curso de Milagros, se conoce como "percepción verdadera".

Vamos por el mundo percibiendo, pero creemos que lo que percibimos es algo externo a nosotros, algo con lo que no nos sentimos unidos. Ya hemos hablado de la extraña dinámica de la proyección, el acto por el que creemos ver el mundo que percibimos y a través de la cual, lo que verdaderamente hacemos es ver fuera nuestro propio mundo interior.

Descubrir que nada externo a nosotros puede hacernos daño, salvo que le otorguemos ese poder, me aporta una poderosa confianza en mi propia divinidad. Me hace un poco más consciente de mi verdadera identidad, y la razón de ello, al menos eso creo, se debe a que puedo experimentarlo en cada instante de mi existencia.

La experiencia no se puede enseñar; hay que vivirla para que se integre en nuestra conciencia y despierte a la percepción verdadera, a la consciencia, la cual nos otorgará la visión de la experiencia Una.

Esta lección podemos enfocarla como una invitación que nos lleva a compartir la toma de decisión de no otorgarle a nada externo el poder de hacernos daño, al mismo tiempo que hacemos consciente en nosotros que esa potestad tan solo la puede otorgar nuestra mente.

Algo similar ocurre con el estado de libertad. Nadie puede hacernos esclavos, ni prisioneros, si no le otorgamos el papel de dueño o carcelero. Y lo más importante, si le otorgamos ese poder, es porque nos estamos tratando en esa misma condición a nosotros mismos, es decir, estamos ejerciendo un poder desmedido sobre nuestra manera de ver las cosas y estamos privando de libertad a las fuerzas creadoras que forman parte de nuestro ser.

Es divertido practicar esa visión en el mundo que nos rodea. ¿No lo has puesto en práctica nunca? Puedes planteártelo como un juego. No se trata de ir descubriendo por ahí a los "pokemon". La alusión a lo del juego es para que mandes un mensaje a la mente de que lo ilusorio debe ser percibido como algo irrisorio.

Bien, sigamos. Algo importante desde el principio. Tener claro el objetivo. ¿Lo tienes claro? Lo recordamos. Hoy, cada vez que nos encontremos con alguien con quien tengamos que interactuar (relacionarnos), lo veremos como un espejo, en el que nos estamos proyectando y, lo más importante de este nivel del juego, prestamos atención al poder que le estamos otorgando sobre nuestra manera de ver las cosas. Por ejemplo, acabas de llegar al trabajo y tu compañera de mesa se dirige hacia ti y te reprocha que llegas tarde. Suele tener ese comportamiento contigo, y ello te provoca ira. Luego, tu mente, lo que suele hacer, es justificar que tienes que atacarla y responder a su ataque, pues estás eligiendo darle el poder de que sea la causa justificada de tu emoción de ira.


Pero hoy, no darás esa respuesta. Hoy tienes la certeza de que la decisión de que te sientas atacado no es de tu compañera, sino de ti mismo. Le quitas el poder que antes le otorgaba y llega la maniobra que puntúa doble en el juego, y te da dos vidas gratis; eliges no ver el ataque. Esto lo llaman perdón.


Reflexión: Nada, excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño.

Capítulo 24. III. Cómo perdonar el deseo de ser especial (1ª parte).

III. Cómo perdonar el deseo de ser especial (1ª parte).

1. El perdón pone fin al deseo de ser especial. 2Lo único que se puede perdonar son las ilusiones, que entonces desaparecen. 3El perdón es lo que te libera de todas las ilusiones, y por eso es por lo que es imposible perdonar sólo parcialmente. 4Nadie que se aferra a una sola ilusión puede considerarse a sí mismo libre de pecado, pues en tal caso aún está afirmando que un error acerca de sí mismo es hermoso. 5de este modo, lo califica de "imper­donable" y lo convierte en un pecado. 6¿Cómo iba a poder enton­ces conceder perdón de manera total cuando aún no lo quiere aceptar para sí mismo? 7Pues es seguro que lo recibiría completa­mente en el instante en que así lo concediese. 8de esta manera, la culpabilidad que mantiene oculta desaparecería, al él mismo haberla perdonado.

Jesús nos enseña en este punto una hermosa lección sobre el perdón, al cual le otorga el mismo poder que al amor, cuando nos dice que es "imposible perdonar sólo parcialmente". ¿Cómo debemos entender esto? Lo haremos cuando aceptemos que es imposible amar parcialmente, es decir, amar selectivamente diciéndonos que podemos amar a unos y a otros no. El amor incondicional, el amor de Dios, no tiene límites. El amor es eterno y, si lo empleamos de manera temporal, ya no es verdadero amor.

El ego y su sistema de pensamiento se alimentan de la creencia en la separación. Su visión es fragmentaria y su mente es analítica y selectiva, lo que le lleva a creer en multitud de errores y problemas, distintos unos de otros.

Un Curso de Milagros nos enseña que tan sólo hay un error, el de haber sustituido la verdad por la ilusión. Esta es la razón principal por la cual no hay grados de dificultad en los milagros.

Jesús nos dice que el perdón nos libera de todas las ilusiones, pues el perdón es integral y, cuando se manifiesta, lo hace abarcando todos los errores que el ego cree tener. El perdón, al igual que el amor, cuando se aplica correctamente, no perdona selectivamente, sino que lo hace desde la visión de la unidad y de un modo total.

2. Cualquier forma de especialismo que aún valores, la has con­vertido en un pecado. 2Se alza inviolable, y la defiendes acérri­mamente con toda tu endeble fuerza contra la Voluntad de Dios. 3Y así, se alza contra ti, como enemiga tuya, no de Dios. 4De este modo, parece escindirte de Dios y hacer que estés separado de Él en cuanto que defensor de ella. 5Prefieres proteger lo que Dios no creó. 6Sin embargo, este ídolo que parece conferirte poder, en rea­lidad te lo ha arrebatado. 7Pues le has dado el patrimonio de tu hermano, dejando a éste solo y condenado, y quedando tú hun­dido en el pecado y en el sufrimiento junto con él ante el ídolo que no puede salvaros.

El especialismo, al ser el motor central del sistema de pensamiento del ego, participa de la creencia de que los errores son igualmente especiales y de este modo llega a la conclusión de que su fuente es distinta una de otra. Defendiendo esa creencia, el ego alimenta el único error que no reconocen como tal, el de la visión de la separación.

Si el único error que cometió el Hijo de Dios fue sustituir la verdad de la unidad por la ilusión de la separación, entonces podemos reconocer que en verdad no existió ningún error, pues lo ilusorio no es nada, no existe.

Cuando nuestra mente se conecta con la Voz que habla por Dios, con el Espíritu Santo, y aceptamos la Expiación, la visión de la verdad es recordada y se reconoce que no hemos abandonado nunca nuestra Fuente y que nuestra impecabilidad está intacta en la Mente de Dios. Esa visión es la que en el mundo del sueño nos lleva a reconocer en el uso del perdón la corrección del error imaginario que creímos cometer y al que consideramos como pecado.

Jesús nos dice en este punto que el especialismo nos conduce a la creencia en el pecado.

martes, 7 de octubre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 280

LECCIÓN 280

¿Qué límites podría imponerle yo al Hijo de Dios?

1. Aquel que Dios creó ilimitado es libre. 2Puedo inventar una prisión para él, mas sólo en ilusiones, no en la realidad. 3Níngún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de su Padre; 4nin­gún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno; 5ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro. 6¿Puedo acaso imponerle límites al Hijo de Dios, cuando su Padre dispuso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y amor?

2. Hoy quiero rendir honor a Tu Hijo, pues sólo así puedo encontrar el camino que me conduce hasta Ti. 2Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado. 3El honor que le rindo a él Te lo rindo a Ti, y lo que es para Ti es también para mí.


¿Qué me enseña esta lección?

Quedar sumido en lo que se ha llamado “sueño” ha supuesto, al Hijo de Dios, la identificación con la individualidad y el abandono de la Unicidad.

Hacer uso de los atributos con los que nuestro Padre nos ha dotado, ha propiciado la experiencia de lo individual y, al mismo tiempo, ha supuesto la toma de conciencia de un mundo donde imperan las leyes del espacio y del tiempo, o lo que es lo mismo, el sometimiento a las leyes del sistema de pensamiento del ego.

En la medida en que el Hijo de Dios cedió su hegemonía al ego y estableció su identidad en lo corporal, podemos decir que perdió la libertad. Al establecer las leyes físicas como su única verdad, adquirió la creencia de que su vida se resumía en un triste viaje desde el nacimiento a la muerte.

El ego ha fabricado leyes para argumentar a favor de su verdad. Ha establecido leyes para defender la credibilidad del pecado y del miedo; ha fabricado leyes para justificar el uso del castigo y ha fabricado fórmulas magistrales para atender la enfermedad.

El Hijo de Dios se cree víctima de sus acciones pecaminosas y merecedor de todos los males que su Hacedor le quiera enviar. Sustituyó el amor por el miedo, pues el miedo es el resultado de su proyección en el mundo material.

Un niño, a su corta edad, siente la iniciativa de experimentar por sí solo. Decide asirse de la mano de su padre y correr en busca de aquello que ha llamado su atención. Al poco, pierde la referencia de su tutor y se ve perdido. Tal vez, recuerde las recomendaciones de su padre advirtiéndole que no se alejara de su lado y, ahora, sienta el temor de recibir la regañina de este. Pero al poco tiempo, cuando toma consciencia de que se encuentra perdido, su prioridad se dirige a encontrar de nuevo a su padre, pues el mundo que le rodea le produce un profundo miedo y una profunda inseguridad.

Pero lo que no sabe ese niño es que su padre no ha dejado de observar sus movimientos. Él respeta la libertad de decisión de su hijo; sabe que esa decisión le aportará una importante lección. Le aguarda con paciencia, y está dispuesto a contestar a su hijo si este reclamase su voz.

El Hijo de Dios es libre y siempre lo ha sido. Su falta de libertad forma parte de la ilusión del sueño con el que se encuentra identificado.

Ahora que somos conscientes de ello, actuemos con total libertad y recuperemos nuestra consciencia de unicidad.

Ejemplo-Guía: "¿Podríamos vivir en un mundo sin límites?

A medida que he ido redactando este texto, me he ido dando cuenta de la limitación que me presenta mi mente. Reconozco que no he podido evitar llevar a cabo una suposición que no favorece el "Sí" como respuesta a la cuestión que he planteado.

El primer pensamiento que me ha llegado ha sido pesimista a la hora de trascender la visión de la falta de libertad que se observa, en un mundo donde difícilmente es identificable la expresión libertad. Es un bien muy codiciado, pero al ponerle precio, su disfrute se hace inalcanzable.

¿Qué es la libertad? Para muchos, la libertad parece tener un coste muy elevado; sin embargo, ese tipo de libertad, ganada a golpe de poder, es efímera, pues la libertad, al igual que ocurre con la felicidad, no es un logro externo que conseguimos con nuestro esfuerzo, sino que es algo que forma parte de nosotros, como si se tratase de una "condición", que da lugar a un "estado del Ser", y que nadie nos puede ofrecer, ni quitar, pues va implícita en nuestra Esencia al haber sido creados a "Imagen y Semejanza" de Dios.

Si Dios es ilimitado, Su Hijo es, igualmente, ilimitado, y en ello radica su poder creador.

La libertad y el amor van unidos de la mano, mientras que la falta de libertad y el miedo se convierten en sus sustitutos en un mundo fabricado bajo un sistema de pensamiento sustentado en esos dos pilares: la esclavitud y el miedo.

Cuando en este mundo creemos estar creando, lo que hacemos realmente es "fabricar", y lo fabricado sale con el sello de propiedad que le confiere la consigna de "esclavitud". El nivel de esclavitud está condicionado según los niveles de fabricación. A mayor producción, mayor esclavitud, pues, cuando fabricamos, ponemos precio y le asignamos un valor muy personal a nuestra "creación". Desde nuestra mente, estamos emitiendo un pensamiento de temor o miedo a sufrir cualquier pérdida que pueda afectar a nuestras expectativas comerciales. En toda fabricación encontramos ese patrón de claros tintes gananciales. En igual medida, el producto fabricado se convierte en un objeto al que hemos otorgado un importante valor y no me refiero tan solo al económico, sino a que depositamos en ello toda nuestra felicidad.

Cuando la felicidad queda dependiente de aspectos materiales, tenemos que tener bien presente que le hemos otorgado un débil escenario, donde conseguir su manifestación nos será prácticamente imposible. Lo material, al estar sujeto a la ley limitadora de la temporalidad, todo lo que nace en este mundo está abocado a la muerte, no favorece el estado permanente de la felicidad y ello nos produce un profundo dolor y miedo.

¿Entonces la libertad es una condición que no es posible en este mundo? No, no desesperemos tan pronto. El hecho de que la libertad no sea el sello con el que patentamos nuestras fabricaciones no significa que no sea posible. Significa, tan solo, que, en vez de fabricar, debemos crear. Si fabricar o lo fabricado va acompañado del miedo, utilicemos nuestra mente para crear desde el Amor, esto es, con la patente de proceder de nuestra Visión Espiritual, de nuestra Visión Crística, es decir, desde la Visión de la Unidad.

Llegado a este punto, se admiten sugerencias, pues puede ocurrir que estemos tan acostumbrados a un mundo limitado, donde estamos habituados a fabricar, que ya no tengamos ideas originales que nos lleven a ver las cosas de otra manera.

Sugiero una línea de creación, ya compartida por otros visionarios de nuestro tiempo, basada en hacer uso de nuestros "dones y talentos" y compartirlos desde la libertad, desde el amor, desde el intercambio. Compartiendo nuestros excedentes, nuestras habilidades naturales o adquiridas, sin miedo a perder, sino en la certeza de que dar es recibir, podríamos crear un mundo sin apegos, sin temores, sin las típicas limitaciones que nos imponemos por ser escasos y necesitados. En verdad, con ese pensamiento de escasez, somos esclavos de nuestros propios miedos.

Reflexión: Padre, no le impondré límite alguno al Hijo que Tú amas y que creaste ilimitado.