martes, 30 de diciembre de 2025

La Historia de Un Curso de Milagros

Antes de adentrarnos en el estudio de Un Curso de Milagros, me gustaría compartir parte del contenido recogido en la obra escrita por Kenneth Wapnick "Una introducción básica a Un Curso de Milagros", en la que dedica su primer capítulo a desvelar la historia de Un Curso de Milagros: 
Una de las cosas interesantes acerca de cómo llegó a ser escrito Un curso en milagros es el proceso mismo de cómo se escribió y la historia que lo rodea pues proveen un ejemplo perfecto de los principios básicos del mismo. El mensaje central del Curso es que la salvación llega en cualquier instante en que dos personas se unen para compartir un interés común o trabajar hacia una meta común. Esto siempre envolverá algún aspecto del perdón, sobre el cual hablaremos más adelante.
Las dos personas responsables del Curso en milagros fueron Helen Schucman, quien
falleció en febrero de 1981, y William Thetford. Ellos eran psicólogos del Columbia-Presbyterian Medical Center en New York City, USA. Billz había llegado allí primero, en 1958, y era el Director del Departamento de Psicología. Helen se unió a él pocos meses después.
Durante los primeros siete años de su relación tuvieron muchas dificultades el uno con el otro. Sus personalidades eran totalmente opuestas. Aun cuando en un nivel trabajaban muy bien juntos, en el nivel personal existía una gran tensión y ambivalencia. No sólo existían dificultades debido a su propia relación sino que tenían dificultades con otros miembros del departamento, con otros departamentos del Medical Center, y en su trabajo en otras disciplinas con otros centros médicos. Era la atmósfera típica de una universidad o centro médico grande, y Columbia no era distinta a ningún lugar de estos.
El punto crucial surgió un día de primavera en 1965 cuando Helen y Bill tenían que cruzar la ciudad para ir al Cornell Medical Center, donde asistirían a una reunión interdisciplinaria corriente. Por lo general, estos eran asuntos muy desagradables llenos de rivalidades y ofensas, algo común en un medio universitario. Helen y Bill también formaban buena parte de ello, juzgando y criticando a otras personas. Pero este día, justo antes de partir para la reunión, Bill, que era un hombre más bien callado y modesto, hizo algo fuera de lo usual. Le dio un discurso apasionado a Helen en el cual le dijo que él consideraba que tenía que haber una mejor forma de manejar estas reuniones y la clase de problemas que surgían en las mismas. Sentía que tenían que ser benévolos y menos duros, en vez de ser tan competitivos y críticos. Igualmente inesperada y ajena a su carácter fue la respuesta de Helen. Ella estuvo de acuerdo y se comprometió con él a encontrar esa otra forma. Este acuerdo no iba con la manera de ser de ellos pues tendían más bien a criticarse que a aceptarse mutuamente. El unirse fue un ejemplo de lo que el Curso llama un instante santo y, como dije al principio, el instante santo es el medio hacia la salvación.
En un nivel del cual ninguno de ellos tenía conciencia, ese instante fue la señal que abrió la puerta a toda una serie de experiencias que Helen empezó a tener, tanto despierta como en sueños. Mencionaré algunas de ellas, las cuales tienen tanto una fuerte naturaleza psíquica como un fuerte aspecto religioso, puesto que la figura de Jesús empieza a aparecer progresivamente en forma regular. Lo que hacía de esto algo inesperado era la posición que Helen había adoptado en ese momento de su vida. Ella estaba en sus cincuenta y había asumido el papel de atea militante, disfrazando astutamente su amargo resentimiento hacia un Dios que ella consideraba no había obrado bien con ella. Así que era agresiva hacia cualquier clase de pensamiento que ella juzgara dudoso o ambiguo e incapaz de ser estudiado, medido y evaluado. Ella era una psicóloga investigadora muy buena. Tenía una mente aguda, analítica y lógica y no toleraba ningún tipo de pensamiento que se desviara de eso.
Desde que era niña Helen tenía cierta capacidad psíquica, como para ver cosas que no estaban ahí. Sin embargo, nunca le prestó mucha atención a eso, segura de que todos tenían esa habilidad. A una edad temprana tuvo una o dos experiencias místicas impactantes, a las que tampoco les prestó mucha atención. De hecho, apenas había mencionado hasta ahora tener todas estas experiencias. Por cierto, resultó sorprendente que ella empezara a tenerlas. Además, esas experiencias la asustaron muchísimo; parte de ella temía volverse loca. Estas cosas no eran normales, y si Bill no hubiera estado allí para apoyarla y animarla creo que ella hubiera suspendido todo el proceso. Es importante reconocer lo fundamental que fue para Helen la ayuda y colaboración de Bill. De lo contrario, Un curso en milagros jamás se hubiera escrito. Así que ya ustedes están viendo otro ejemplo del principio básico del Curso. El mismo se repite una vez tras otra, en formas distintas: "La salvación es una empresa de colaboración" (T-4.VI.8:2),3 "Al arca de la paz se entra de dos en dos" (T-20.1V 63), "Nadie puede entrar en el Cielo solo" W-pI.134.17:7), y "juntos alzarán ... o no la alzarán en absoluto" (T 19.IV D.12:8).
Toda una serie de experiencias que Helen tuvo durante el verano llegaron como en episodios. La misma le llegaba en segmentos durante la vigilia; no era un estado de sueño. La serie de experiencias empezó con ella caminando a lo largo de una playa desierta donde encontró un bote encallado en la arena. Se dio cuenta de que su trabajo era sacar el bote de la playa y tirarlo al agua. Sin embargo, no había forma en que ella pudiera hacerlo puesto que el bote estaba demasiado encallado en la arena. En medio de esto apareció un extraño quien le ofreció ayuda. Entonces Helen observó que en el fondo del bote había, lo que ella describió como un antiguo aparato receptor y proyector. Ella le dijo al extraño: "Quizá esto nos ayude." Pero él dijo: "Todavía no estás lista para eso. Déjalo ahí." Y él sacó el bote de la playa y lo tiró al agua. Cada vez que había problemas y mares tormentosos este hombre siempre aparecía para ayudarla. Después de un tiempo ella reconoció que el hombre era Jesús, aun cuando él no lucía como usualmente pensamos de Jesús. Siempre estaba cerca para ayudarla cuando las cosas se ponían difíciles.
Finalmente, en la última escena de esta serie el bote alcanzó su destino en lo que parecía un canal, donde todo era calmado, quieto y pacífico. Había una caña de pescar en el fondo del bote, y al final del cordel, en el fondo del mar, había un cofre del tesoro.
Helen vio el cofre y se emocionó mucho porque en ese momento de su vida le gustaba mucho todo tipo de joyas y cosas bonitas. Anhelaba descubrir qué había en el cofre. Lo sacó pero fue grande su desilusión cuando al abrirlo sólo vio un libro negro grande. Eso era todo lo que había allí. En el lomo del libro estaba escrito el nombre, "Aesculapius", el dios griego de la sanación. Helen no reconoció el nombre en ese momento. Fue sólo años después, cuando el Curso se había escrito a máquina y se había puesto en carpetas para tesis, cuando ella y Bill se dieron cuenta de que lucía exactamente como el libro que ella había encontrado en el cofre del tesoro.
Ella miró el cofre del tesoro nuevamente y esta vez el mismo tenía un collar de perlas a su alrededor. Unos días más tarde tuvo un sueño en el que una cigüeña volaba sobre algunas poblaciones y en su pico llevaba un libro negro con una cruz dorada encima. Una voz le dijo: "Este es tu libro." (Esto fue justo antes de que el Curso llegara.)
Hubo otra experiencia interesante en la cual Helen se vio a sí misma caminando hacia una cueva. Era una cueva muy antigua y en el piso había algo parecido a un pergamino del Tora con dos varas a los lados, alrededor de las cuales estaba envuelto el pergamino. (El Tora es la primera parte del Antiguo Testamento.) Era muy antiguo. Tanto, que cuando Helen lo alzó la pequeña cuerda que lo ataba cayó y se desintegró. Ella miró el pergamino, lo desenrolló y en el cuadro central estaban las palabras, "DIOS ES". Ella pensó que era muy bonito. Luego lo desenrolló un poquito más y había un panel en blanco a la izquierda y otro panel en blanco a la derecha. Y esta voz le dijo: "Si miras a la izquierda podrás leer todo lo que ha sucedido en el pasado. Y si miras a la derecha podrás leer todo lo que sucederá en el futuro." Pero ella dijo: "No, eso no me interesa. Todo lo que quiero es el panel central."
Así que Helen enrolló nuevamente el pergamino para que lo único que se viera fueran las palabras, "DIOS ES". Entonces la voz le dijo: "Gracias. Esta vez lo lograste." En ese momento ella reconoció que había pasado un tipo de prueba que evidentemente no había logrado pasar antes. Lo que esto realmente significaba era que ella había expresado un deseo de no hacer mal uso de la habilidad que tenía; en otras palabras, no utilizarla para ningún tipo de poder o curiosidad. Lo único que ella verdaderamente buscaba era el presente, donde se encuentra Dios.
Una de las lecciones del libro de ejercicios para estudiantes dice "Decimos `Dios es', y luego guardamos silencio", porque no hay nada más que decir fuera de esas dos palabras (LpL169.5: 4). Creo que ese pasaje se refiere a esta experiencia en la cueva. Existe un fuerte énfasis a través del Curso en torno a la idea de que el pasado ya no existe y que no debemos preocuparnos por el futuro, que tampoco existe. Sólo debemos ocupamos del presente, puesto que éste es el único lugar donde podemos conocer a Dios.
Una anécdota final: Helen y Bill se dirigían a la Mayo Clinic en Rochester, Minnesota, para pasar un día estudiando como allí hacían las evaluaciones psicológicas. La noche anterior Helen vio en su mente un cuadro muy claro de una iglesia que al principio ella creyó que era católica pero luego se dio cuenta que era luterana. La vio tan claramente que la dibujó. Mientras la contemplaba en su visión se convenció de que ella y Bill verían esta iglesia cuando su avión estuviera aterrizando en Rochester. Esta iglesia, pues, se convirtió en un símbolo muy poderoso de su cordura, pues para entonces dudaba de la misma ya que realmente no podía comprender todas estas experiencias internas. Ella sentía que si podía ver la iglesia esto le aseguraría que no estaba loca. Sin embargo, cuando aterrizaron no vieron la iglesia. Helen se puso frenética, así que Bill contrató un taxi para que los llevara a cada iglesia en Rochester. Creo que había cerca de veintiséis iglesias en la ciudad, pero no encontraron la iglesia de Helen. Ella se encontraba muy molesta pero no había nada más que hacer esa noche.
El siguiente fue un día muy ocupado y por la noche regresaban a New York. Mientras esperaban en el aeropuerto, Bill, que siempre era bueno para este tipo de cosas, escogió casualmente un libro sobre Rochester que creyó le gustaría a Louis el esposo de Helen. El libro contenía la historia de la Mayo Clinic y al hojearlo Bill vio una lámina idéntica a la iglesia que Helen había descrito. Estaba en el viejo solar donde se encontraba la Mayo Clinic, puesto que la iglesia había sido demolida para construir la clínica. Helen la había visto como sobre volando puesto que la iglesia ya no estaba allí; la estaba mirando hacia abajo en el tiempo. Esto la hizo sentir algo mejor, pero este no es el final del relato.
Helen y Bill tenían que cambiar de avión en Chicago. Ya era tarde en la noche y estaban cansados. Estaban sentados en el aeropuerto cuando Helen vio a una mujer sentada frente al área de espera, ocupada en algo. Helen captó que la mujer estaba muy inquieta, aun cuando no había señales externas al respecto. Se dirigió a la mujer, algo que normalmente no hubiera hecho pero que realmente sintió el impulso de hacer. Justamente la mujer estaba muy inquieta. Acababa de abandonar a su esposo e hijos y se iba a New York donde nunca había estado antes. Tenía sólo trescientos dólares que iba a usar para alojarse en New York y, además, estaba aterrorizada porque jamás había volado. Helen le ofreció su amistad y la llevó donde se encontraba Bill y juntos la cuidaron en el avión. Ella se sentó entre los dos y le contó a Helen que planeaba alojarse en la Iglesia Luterana, puesto que ella era luterana. Entonces Helen escuchó una voz interna: "Y esta es mi verdadera iglesia." Helen comprendió que lo que Jesús quería decir era que una verdadera iglesia no es un edificio sino ayudar y unirnos a otra persona.
Cuando llegaron a New York Helen y Bill alojaron a su nueva amiga en un hotel. Durante los siguientes días curiosamente se encontraban continuamente al azar. Creo que Bill se la encontró una vez en Bloomingdale's, un gran almacén en New York. Helen la invitó a cenar una o dos veces. Eventualmente la mujer regresó a su familia pero se mantuvo en contacto con Helen, enviándole tarjetas de Navidad, etc. Una vez llamó a Helen mientras yo estaba en casa de ésta. La historia es importante para demostrar que no es el fenómeno psíquico en sí lo que importa sino más bien el propósito espiritual detrás de él; en este caso el de ayudar a otra persona.
Un día a mediados de octubre Helen le dijo a Bill: "Creo que haré algo muy inesperado." En ese momento Bill le sugirió que consiguiera una libreta y escribiera todas las cosas que pensara o escuchara, o cualquier sueño que tuviera. Helen empezó a hacerlo así. Ella sabía taquigrafía y podía escribir muy rápido. Una noche, un par de semanas después, escuchó que esta voz le decía: "Este es un curso de milagros, por favor toma notas." Le dio tal pánico que llamó a Bill por teléfono y le dijo: "Esta voz sigue diciéndome estas palabras. ¿Qué hago?" Bill dijo algo por lo cual generaciones futuras lo llamarán bendito. El dijo: "¿Por qué no haces lo que dice la voz?" Helen lo hizo. Empezó a tomar dictado que siete años más tarde terminó como los tres libros que ahora tenemos, llamados, Un curso en milagros.
La experiencia de Helen con la voz era como la de una grabadora interna. Ella podía conectar y desconectar la voz a su antojo. Sin embargo, no la podía "desconectar" por mucho tiempo porque se ponía inquieta. Ella podía escribir lo que la voz decía aun cuando ésta hablaba muy rápidamente. Así que la taquigrafía de Helen fue muy útil. Esto lo hacía plenamente consciente. No era escritura automática; no estaba bajo trance o algo semejante. Podía estar escribiendo y si sonaba el teléfono, soltaba la pluma y atendía el asunto telefónico, y luego regresaba a escribir y continuaba donde había quedado. A menudo podía reanudarlo en el mismo lugar. Esto es aún más admirable cuando uno se da cuenta de que gran parte del Curso está escrito en verso libre (sin rima), pentámetro yámbico; ella hacía esto sin perder la métrica o el sentido de lo que estaba diciendo la voz.
Tal vez lo que más asustaba a Helen era que la voz se identificaba a sí misma como Jesús. Gran parte del Curso está escrito en primera persona, donde Jesús habla sobre su crucifixión. No puede haber duda alguna respecto a la identidad de la voz. Sin embargo, el Curso dice que no es necesario creer que la voz es la de Jesús para beneficiarse de lo que dice Un curso en milagros. Yo creo que resulta más fácil si lo creemos de modo que no haya que hacer gimnasia mental mientras lo leemos. Pero no es necesario para poner en práctica los principios del Curso. El Curso mismo nos lo dice. Hay una sección sobre Jesús en el manual para maestros donde dice que no es necesario aceptar a Jesús en nuestras vidas pero que él nos ayudará más si se lo permitimos (C-5.6:6-7).
En la mente de Helen no había duda de que la voz era la de Jesús, y esto le producía más miedo aún. Esta no era una experiencia feliz. Ella lo hacía porque en alguna forma consideraba que era lo que debía hacer. Una vez ella se quejó amargamente a Jesús: "¿Por qué me escogiste? ¿Por qué no escogiste a una linda y santa monja, o alguien parecido? Yo soy la última persona en el mundo que debería estar haciendo esto." Y él dijo: "No sé por qué dices eso porque después de todo lo estás haciendo." Ella no pudo discutir con él puesto que ya lo estaba haciendo, y evidentemente era la selección perfecta para ello.
Diariamente ella anotaba en su libreta de taquigrafía el dictado del Curso. Al día siguiente, cada vez que el tiempo lo permitía en sus ocupados calendarios, le dictaba a Bill lo que había recibido y él lo pasaba a máquina. Bill ha dicho bromeando que por lo general tenía que tener un brazo alrededor de Helen para sostenerla mientras que escribía con el otro. Helen tenía gran dificultad aun para leer lo que había escrito. Así fue como se tomó originalmente Un curso en milagros; como dije, el proceso tomó aproximadamente un período de siete años".
Hasta aquí, lo anunciado al comienzo de este artículo, una breve introducción sobre los orígenes que dieron lugar al manual conocido como Un Curso de Milagros.

Soy consciente de que lo expuesto puede dar motivo a resistencias de muchas mentes. De hecho, es así y han sido recogidas en numerosos artículos que nos resultará fácil encontrar publicados en internet.

No voy a entrar a valorar el contenido de dichos artículos, pues, si algo he aprendido en las enseñanzas que he tenido la oportunidad de estudiar, hacer uso de juicios condenatorios no es más que una proyección de nuestras resistencias a ver la verdad.

Mi decisión de compartir con el mundo el contenido de las enseñanzas recogidas en Un Curso de Milagros no responde a un deseo de ganar acólitos que se erijan en seguidores y defensores de ella, sino por una razón mucho más sencilla: tener la certeza de que la práctica de sus lecciones me lleva a gozar de paz y amor.

Os dejo un vídeo de Patricia Besada, donde nos aporta su visión de Un Curso de Milagros.



Cuerpo y Alma de Un Curso de Milagros

"Desde mi punto de vista Un curso en milagros es lo mejor que he visto como integración de psicología y espiritualidad. En ese momento yo no sabía realmente, que en mi vida espiritual faltaba algo, pero cuando vi el Curso me di cuenta de que sin duda eso era lo que yo había estado buscando. Así que cuando uno encuentra lo que ha estado buscando, uno se queda con ello". (Kenneth Wapnick – Una introducción básica a Un Curso de Milagros)

No he podido evitar sentirme plenamente identificado con las palabras recogidas en su obra por Kenneth Wapnick. Difícilmente hubiese encontrado un modo más sencillo para expresar lo que significó para mí el encuentro con el Curso. Sobre todas las cosas, me gusta pensar que vino a confirmar aspectos que ya conocía y otros que, en esos momentos, intuía. En verdad, pensé que era lo que estaba buscando. Supuso un “hacia adelante”.

Recuerdo que al comienzo me cuestioné sobre cuál sería el modo más acertado de planificar el estudio del Curso. Decidí empezar en primer lugar con el texto, aunque muy pronto, no tardó en ganar mi interés el desarrollo de las lecciones. Hoy puedo añadir que el estudio del texto es de gran ayuda, sin duda alguna, pero lo que realmente me ha ayudado en el proceso del despertar de la consciencia ha sido el seguimiento diario de las lecciones. A mí, personalmente, me resultó un hermoso reto el iniciar su estudio haciendo coincidir el inicio del año con la primera lección.

Dedicaré a continuación un breve espacio para compartir algunas aportaciones que nos ayuden a conocer en qué consiste la estructura de Un Curso de Milagros, así como qué aspectos postulan sus enseñanzas, lo que podríamos llamar el Cuerpo y Alma del Curso.

Sobre el cuerpo…

El Curso se encuentra organizado enteramente como una herramienta de enseñanza. Consiste en tres libros: un Texto de 622 páginas, un Libro de Ejercicios de 478 páginas y un Libro para Maestros de 88 páginas. El orden en el cual los estudiantes elijan usar los libros y las formas en las que lo estudien dependen de sus necesidades y preferencias particulares.

El currículo que el Curso propone ha sido cuidadosamente concebido y es explicado, paso por paso, tanto en el nivel teórico como en el práctico. Enfatiza la aplicación en lugar de la teoría y la experiencia en vez de la teología. Específicamente postula que “una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible, sino necesaria” (Manual para Maestros, CL-2.5).

Aunque de un trasfondo Cristiano, el Curso trata con temas espirituales universales. Enfatiza que es tan solo una versión del currículo universal. Hay muchas otras, con la diferencia en esta siendo tan solo a nivel de forma. Todas,ultimadamente conducen a Dios.

El Texto es ampliamente teórico y plantea los conceptos sobre los cuales el sistema de pensamiento del curso se basa. Sus ideas contienen las bases para las lecciones del Libro de Ejercicios. Sin la aplicación práctica que el Libro de Ejercicios provee, el Texto permanecería en su mayor parte como una serie de abstracciones, las cuales difícilmente bastarían para generar la inversión del pensamiento, la cual es la meta del Curso.

El Libro de Ejercicios incluye 365 lecciones, una para cada día del año. No es necesario, sin embargo, hacer las lecciones a ese ritmo, y uno puede preferir permanecer con una lección que le atraiga en particular durante más de un día. Las instrucciones nos urgen tan sólo a no intentar completar más de una lección por día. La naturaleza práctica del Libro de Ejercicios está subrayada por la introducción a sus lecciones, la cual enfatiza la experiencia a través de la aplicación, en lugar de por compromiso anterior con alguna meta espiritual:

"Algunas de las ideas que el libro de ejercicios presenta te resultarán difíciles de creer, mientras que otras tal vez te parezcan muy sorprendentes. Nada de eso importa. Se te pide simplemente que las apliques tal como se te indique. No se te pide que las juzgues. Se te pide únicamente que las uses. Es usándolas como cobrarán sentido para ti, y lo que te demostrará que son verdad.

Recuerda solamente esto: no tienes que creer en las ideas, no tienes que aceptarlas y ni siquiera tienes que recibirlas con agrado. Puede que hasta te opongas vehementemente a algunas de ellas. Nada de eso importa, ni disminuye su eficacia. Pero no hagas excepciones al aplicar las ideas expuestas en el libro de ejercicios. Sean cuales sean tus reacciones hacia ellas, úsalas. No se requiere nada más". (Libro de Ejercicios, página 2).

Finalmente, el Libro para Maestros, el cual se presenta en formato de Preguntas y Respuestas, ofrece respuestas a algunas de las más básicas preguntas que el estudiante pueda formular. Incluye también clarificación a una lista de términos que el curso utiliza, explicándolos dentro del marco teórico del Texto.

El Curso no proclama finalidad alguna, ni tampoco las lecciones del Libro de Ejercicios intentan traer el aprendizaje del estudiante a una compleción final. Al final, el estudiante queda en las manos de su Maestro Interno, Quien lo dirigirá en todo aprendizaje a seguir en la medida en que Él lo vea propicio. Mientras que el Curso es detallado en alcance, la verdad no puede limitarse a una forma finita, como se reconoce claramente en esta frase al final del Libro de Ejercicios:

"Este curso es un comienzo, no un final…Ya no se asignarán más lecciones específicas, pues ya no son necesarias. En lo sucesivo, oye tan sólo la Voz que habla por Dios. Él dirigirá tus esfuerzos, diciéndote exactamente lo que debes hacer, cómo dirigir tu mente y cuándo debes venir a Él en silencio, pidiendo Su dirección infalible y Su Palabra certera" (Libro de Ejercicios, Epi-3).

Sobre el alma…

Nada real puede ser amenazado.
Nada irreal existe.
En esto radica la paz de Dios.

Así comienza Un Curso de Milagros. Hace una distinción fundamental entre lo real y lo irreal; entre el conocimiento y la percepción. El conocimiento es la verdad, bajo una ley, la ley del amor de Dios. La verdad es inalterable, eterna y sin ambigüedad. Puede dejar de reconocerse, pero no puede ser cambiada. Se aplica a todo lo que Dios creó, y solo lo que El creó es real. Esto está más allá de todo aprendizaje pues se halla más allá del tiempo y los procesos. No tiene opuestos, ni principio ni fin. Simplemente es.

El mundo de la percepción, de otro modo, es el mundo del tiempo, de los cambios, de los principios y los fines. Se basa en la interpretación no en los hechos. Es el mundo del nacimiento y de la muerte, basado en la creencia en la escasez, la pérdida, la separación y la muerte. Es aprendido en lugar de haber sido dado, es selectivo en su énfasis perceptivo, inestable en su funcionamiento e impreciso en sus interpretaciones.

A partir del conocimiento y de la percepción respectivamente, se levantan dos distintos sistemas de pensamiento, los cuales son opuestos en todos los respectos. En el ámbito del conocimiento no existe pensamiento alguno aparte de Dios, porque Dios y Su Creación comparten una sola Voluntad. El mundo de la percepción, sin embargo, está hecho de la creencia en los opuestos y las voluntades separadas que se hallan en conflicto perceptivo mutuo y con Dios. Lo que la percepción ve y oye aparenta ser real porque permite en la conciencia tan sólo aquello que se conforma a los deseos del que lo percibe. Esto conduce a un mundo de ilusiones, un mundo que necesita constante defensa precisamente porque no es real.

Cuando te hallas atrapado en el mundo de la percepción, estás atrapado en un sueño. No puedes escapar sin ayuda, porque todo lo que tus sentidos demuestran simplemente da testimonio a la realidad del sueño. Dios ha provisto la respuesta, la única salida, la verdadera ayuda. Es la función de Su Voz, Su Espíritu Santo, mediar entre estos dos mundos. Él puede hacer esto porque, mientras que de un lado Él conoce la verdad, del otro Él también reconoce nuestras ilusiones, pero sin creer en ellas. Es la meta del Espíritu Santo ayudarnos a escapar del mundo de los sueños al enseñarnos cómo invertir nuestro pensamiento y a "des-aprender" nuestros errores. El perdón es la gran herramienta de aprendizaje del Espíritu Santo en hacer que se produzca esta inversión del pensamiento. Sin embargo, el Curso tiene su propia definición de lo que en realidad es el perdón, así como también define al mundo a su manera.

El mundo que vemos meramente refleja nuestro marco interno de referencia: las ideas predominantes, los deseos y las emociones de nuestras mentes. “La proyección da lugar a la percepción” (T-21.Int.). Primero miramos adentro, decidimos qué clase de mundo queremos ver y luego proyectamos ese mundo hacia afuera, convirtiéndolo en la verdad a medida que lo observamos. Lo hacemos realidad a través de nuestras interpretaciones de lo que aparentemente vemos. Si utilizamos la percepción para justificar nuestros propios errores – nuestra ira, nuestros impulsos de ataque, nuestra falta de amor en cualquier forma que esta pueda tomar – veremos un mundo de maldad, destrucción, malicia, envidia y desesperación.

Debemos aprender a perdonar todo esto, no porque estemos siendo “bondadosos” ni “caritativos”, sino porque lo que estamos viendo no es verdad. Hemos distorsionado el mundo con nuestras retorcidas defensas y, por consiguiente, vemos lo que no está allí. En la medida en que aprendemos a reconocer nuestros errores de percepción, aprendemos también a mirar más allá de ellos o a “perdonar”. Simultáneamente nos estamos perdonando a nosotros mismos, mirando más allá de nuestro distorsionado concepto del Ser que Dios creó en nosotros y como nosotros.

El pecado se define como una “falta de amor” (T-1.4.7). Como el amor es todo lo que es, el pecado en los ojos del Espíritu Santo es un error que debe ser corregido, en vez de una maldad que debe ser castigada. Nuestra sensación de insuficiencia, de debilidad y de ser incompletos viene del fuerte interés que tenemos en el “principio de la escasez” que gobierna el mundo entero de las ilusiones. Desde ese punto de vista buscamos en otros lo que creemos que falta en nosotros mismos. Nosotros “amamos” a otro con el fin de obtener algo para nosotros mismos. Eso, de hecho, es lo que pasa por amor en el mundo de los sueños. No hay error más grande que ese, pues el amor es incapaz de pedir nada.

Solo las mentes se pueden realmente unir, y "lo que Dios ha unido, ningún hombre lo podrá desunir" (T-17.III.7). Es, sin embargo, solo en el nivel de la Mente Cristo que la verdadera unión es posible, y de hecho, nunca se ha perdido. El “pequeño yo” busca mejorarse con la aprobación externa, las posesiones externas y el “amor” externo. El Ser que Dios creó no necesita nada. Es por siempre completo, seguro, amado y amoroso. Busca compartir en lugar de recibir, extenderse en lugar de proyectar. No tiene necesidades y desea unirse a otros a partir de una mutua conciencia de la abundancia.

Las relaciones especiales del mundo son destructivas, egoístas e infantilmente egocéntricas. Aunque, si se les ofrece al Espíritu Santo, estas relaciones pueden llegar a convertirse en las cosas más sagradas de la Tierra. El mundo utiliza sus relaciones especiales como un arma final de exclusión y una demostración de la separación. El Espíritu Santo las transforma en lecciones perfectas de perdón y en un despertar del sueño. Cada una es una oportunidad para dejar que las percepciones sean sanadas y los errores corregidos. Cada una es una nueva oportunidad para perdonarse a sí mismo al perdonar a otros. Y cada una se convierte aún más en otra invitación al Espíritu Santo y al recuerdo de Dios.

La percepción es una función del cuerpo, y por ende representa una limitación de la conciencia. La percepción ve a través de los ojos del cuerpo y oye a través de los oídos del cuerpo. Evoca las limitadas reacciones que el cuerpo emite. El cuerpo aparenta ser altamente autónomo e independiente; sin embargo, tan solo responde a las intenciones de la mente. Si la mente desea utilizarlo para atacar de cualquier forma, se convierte en presa de la enfermedad, del envejecimiento y del decaimiento. Si la mente acepta el propósito del Espíritu Santo para este en su lugar, este se convierte en una forma útil de comunicarse con otros, invulnerable en cuanto sea de utilidad, y para ser dejado a un lado dulcemente cuando haya servido su propósito. De por sí, el cuerpo es neutro, como lo es todo en el mundo de la percepción. Bien sea que se utilice para los propósitos del ego o del Espíritu Santo, esto depende enteramente de lo que la mente desee.

Lo opuesto a ver a través de los ojos del cuerpo es la visión de Cristo, la cual refleja la fortaleza en lugar de la debilidad, la unidad en vez de la separación y el amor en lugar del miedo. Lo opuesto a oír con los oídos del cuerpo es comunicarse con la Voz que habla por Dios, el Espíritu Santo, el cual habita en cada uno de nosotros. Su Voz parece distante y difícil de oír porque el ego, el cual habla a favor del pequeño ser separado, parece ser mucho más audible. Esto en realidad es al revés. El Espíritu Santo habla con una inconfundible claridad y una atracción sobrecogedora. Nadie que no elija identificarse con el cuerpo podría posiblemente ensordecerse a Sus mensajes de liberación y esperanza, ni tampoco podría dejar de aceptar gozosamente la visión de Cristo en un feliz intercambio por esa miserable imagen de sí mismo.

La visión de Cristo es el regalo del Espíritu Santo, alternativa a la ilusión de la separación y a la creencia en la realidad del pecado, la culpabilidad y la muerte. Es la única corrección para todos los errores de percepción, la reconciliación de los aparentes opuestos sobre los cuales se basa el mundo. Su dulce luz muestra todas las cosas desde otro punto de vista, reflejando el sistema de pensamiento que se eleva a partir del conocimiento y haciendo el retorno a Dios no solo posible, sino inevitable. Lo que se percibía como injusticias perpetradas a unos por los otros, ahora se convierte en llamados de ayuda y de unión. El pecado, la enfermedad, el ataque son vistos como errores de percepción, clamando por el remedio a través de la dulzura y el amor. Las defensas se dejan a un lado, pues donde no hay ataque no hay necesidad de ellas. Las necesidades de nuestros hermanos se convierten en las nuestras propias, pues ellos caminan el sendero con nosotros en nuestro camino hacia Dios. Sin nosotros ellos perderían su camino, y sin ellos no podríamos nosotros nunca encontrar el nuestro.

El perdón es desconocido en el Cielo, donde la necesidad de este sería inconcebible. Sin embargo, en este mundo, el perdón es una corrección necesaria para todos los errores que hemos cometido. Ofrecer el perdón es la única manera que nos queda de tenerlo, pues este refleja la ley del Cielo de que dar y recibir son una misma cosa. El Cielo es el estado natural de todos los Hijos de Dios, tal como Él los Creó. Esa es su realidad para siempre. No ha cambiado aunque haya sido olvidada.

El perdón es el medio por el cual recordamos. A través del perdón, el pensamiento del mundo es invertido. El mundo perdonado se convierte en el portal del Cielo, porque a través de su misericordia podemos finalmente perdonarnos a nosotros mismos. Al no permitir que nadie permanezca prisionero de la culpabilidad, nos hacemos libres. Reconociendo al Cristo en todos nuestros hermanos, reconocemos Su Presencia en nosotros mismos. Olvidando todo error de percepción, y con nada del pasado que nos arrastre hacia aquel, podemos recordar a Dios. Más allá no puede ir el aprendizaje. Cuando estamos listos, Dios Mismo toma el paso final en nuestro retorno hacia Él. (http://www.milagrosenred.org)
  
¡Vaya! Hermosa alma, sin duda.

Entonces, ¿de todos los “caminos” que nos conducen a la Verdad, UCDM es el mejor de los “caminos”?

Una de las cosas importantes que debe saberse acerca del Curso es que es explícito en que no es el único camino al Cielo. Al principio del manual para maestros dice que ésta es sólo una forma del curso universal, entre miles (M-1.4:1-2). Un curso en milagros no es para toda la gente, y sería un error pensar que lo es. Nada es para todo el mundo. Creo que es muy importante que haya sido presentado al mundo, pero no es para todos. A aquellos para quienes no sea el camino, el Espíritu Santo les dará algún otro. (Kenneth Wapnick – Una introducción básica a Un Curso de Milagros)

En otras palabras…, ¡a gusto del consumidor!

Capítulo 25. III. Percepción y elección (5ª parte).

III. Percepción y elección (5ª parte).

5. En el mundo al que el error dio lugar existe otro propósito por­que el mundo tiene otro Hacedor que puede reconciliar el objetivo del mundo con el propósito de Su Creador. 2En Su percepción del mundo, no hay nada que no justifique el perdón y la visión de la perfecta impecabilidad; 3nada que pueda ocurrir que no encuentre perdón instantáneo y total, 4ni nada que pueda perma­necer un solo instante para empañar la impecabilidad que brilla inmutable más allá de los fútiles intentos del especialismo de expulsarla de la mente -donde no puede sino estar- e iluminar al cuerpo en su lugar. 5Los luceros del Cielo no son para que tu mente elija dónde los quiere ver. 6Si elige verlos en otra parte que no sea su hogar, como si estuviesen arrojando su luz sobre un lugar donde jamás podrían estar, entonces el Hacedor del mundo tiene que corregir tu error, pues de otro modo te quedarías en las tinieblas, donde no hay luceros.

El punto 5 profundiza en la función del Espíritu Santo como reconciliador entre el mundo de la percepción y el propósito divino, y en la impecabilidad como verdad inmutable.

Este pasaje nos enseña que, aunque el mundo fue construido desde el error —la creencia en la separación—, existe otro Hacedor (el Espíritu Santo) que puede reinterpretarlo para alinearlo con el propósito de Dios. En Su visión, todo merece perdón, y nada puede empañar la impecabilidad del Hijo de Dios. El especialismo intenta sustituir la luz de la mente por la del cuerpo, pero la verdad permanece inalterable. Si la mente elige ver la luz en un lugar equivocado, el Espíritu Santo corrige esa percepción para evitar que el Hijo de Dios permanezca en la oscuridad.

A nivel práctico:

Este punto nos recuerda que no hay error que no pueda ser perdonado, ni oscuridad que no pueda ser iluminada por la verdad. Cuando elegimos ver desde el ego, proyectamos la luz en lugares donde no puede estar (el cuerpo, el estatus, la imagen). Pero el Espíritu Santo nos guía de vuelta a la mente, donde la luz siempre ha estado.

Aplicando la enseñanza:

  • En momentos de culpa o juicio, recuerda que la impecabilidad no puede ser empañada. El perdón es instantáneo y total.
  • Cuando busques validación externa, pregúntate si estás intentando ver los luceros del Cielo en el cuerpo en lugar de en la mente.

Un par de ejemplos:

  • Ejemplo real: Clara se siente humillada por no haber sido reconocida en su trabajo. Cree que su valor depende de lo que los demás ven. Pero al reflexionar, se da cuenta de que está buscando luz en el cuerpo (imagen, logros). Decide entregarse al perdón y recordar su impecabilidad.
  • Ejemplo simbólico: Un niño quiere atrapar estrellas y guardarlas en una caja. Cree que así podrá iluminar su habitación. Pero las estrellas no pueden estar ahí. Una figura luminosa le enseña que la luz está en su corazón, y que sólo allí puede brillar.

Citas relacionadas con el mensaje de estudio:

  • "El perdón reconoce que lo que pensaste que tu hermano te había hecho en realidad no ocurrió." (L-pII.1.1:1)
  • "La impecabilidad de tu hermano es la salvación tuya". (T-9.III.6:2)
  • "El Espíritu Santo ve lo que tú ves, pero sabe que no es verdad". (T-12.I.2:1)

Unas preguntas para la reflexión:

  • ¿Estoy buscando la luz en el cuerpo o en la mente?
  • ¿Qué errores sigo creyendo que no merecen perdón?
  • ¿Estoy dispuesto a aceptar mi impecabilidad como verdad inmutable?

Resumiendo:

Este punto nos enseña que el Espíritu Santo puede reconciliar nuestra percepción del mundo con el propósito divino. En Su visión, todo merece perdón, y la impecabilidad del Hijo de Dios brilla más allá de cualquier ilusión. La luz no puede ser elegida arbitrariamente; sólo puede brillar en su verdadero hogar: la mente unida al Amor.

“Nada que pueda ocurrir que no encuentre perdón instantáneo y total.”

Una invitación: Hoy, deja que el Corrector te muestre dónde está la luz. No la busques en el cuerpo ni en el mundo, sino en tu mente, donde siempre ha estado.

lunes, 29 de diciembre de 2025

Mis aportaciones sobre el Libro de Ejercicios de Un Curso de Milagros

Con esta iniciativa, me lanzo a una emocionante y tentadora aventura en el mundo del intelecto: comprender con mente y corazón las enseñanzas del libro “Un Curso de Milagros”. Sé que no soy el único que ha decidido emprender este viaje. Admito que el horizonte que se vislumbra, aunque parezca desafiante, no me resulta del todo extraño. Me fascinan los nuevos “paradigmas” y me atrae la invitación a enfrentar y descubrir nuevos retos.
Ahora siento que este acto es como el de un sembrador que, lleno de entusiasmo, inicia su camino sabiendo que la semilla que dejó en la tierra necesitará cuidados, atención, mucho amor y paciencia. El sembrador entiende la “ley de los tiempos” y sabe que, solo así, un día reconocerá en la abundancia de los frutos el rostro de su semilla. Entonces, con alegría, celebrará que, una vez más, se ha obrado el “milagro”.

Mis reflexiones se centrarán en el Libro de Ejercicios, el segundo de los tres textos que conforman la trilogía de Un Curso de Milagros.
Lo primero que me gustaría destacar sobre este manual de ejercicios nos ayudará a comprender el propósito que persigue dicho texto:
2Es la práctica de los ejercicios, no obstante, lo que te permitirá alcanzar el objetivo del curso. 3Una mente sin entrenar no puede lograr nada. 4El propósito de este libro de ejercicios es entrenar a tu mente a pensar según las líneas expuestas en el texto (L-In.1:2-3).
Está claro que no se trata de aprender una teoría nueva, sino de algo fundamental en cualquier actividad que emprendamos: entrenar. Quien haya ido a un gimnasio para fortalecer sus músculos sabe que los inicios son duros y que la clave para progresar está en la constancia y la disciplina. Por eso, no sirve de nada leer los ejercicios una y otra vez si no ponemos en práctica lo que dicen.
6. Así pues, las únicas reglas generales a observarse en todas las lecciones son: Primera, los ejercicios deben practicarse con gran precisión, tal como se indique. 2Esto te ayudará a generalizar las ideas en cuestión a toda situación en la que te encuentres, así como a todas las cosas y personas en ella. 3Segunda, asegúrate de no decidir por tu cuenta que hay ciertas personas, situaciones o cosas a las cuales no se les puede aplicar estas ideas. 4Eso interfe­riría en la transferencia del entrenamiento (L-In.6:1-4).
Siguiendo con la analogía del gimnasio, cada vez que adoptamos una nueva disciplina, es importante conocer las reglas que nos permitirán aprovechar mejor el entrenamiento. Seguir los consejos de un instructor sin duda nos ayudará a evitar errores. Sin embargo, debemos comprender su papel: él puede mostrarnos cómo realizar el ejercicio, pero para que tenga un impacto en nuestra conciencia, debemos ser nosotros quienes lo llevemos a cabo. Sin darnos cuenta, pronto descubriremos que también podemos enseñar a otros, y la lección más importante para ello es predicar con el ejemplo.

8. Algunas de las ideas que el libro de ejercicios presenta te resul­tarán difíciles de creer, mientras que otras tal vez te parezcan muy sorprendentes. 2Nada de eso importa. 3Se te pide simplemente que las apliques tal como se te indique. 4No se te pide que las juzgues. 5Se te pide únicamente que las uses. 6Es usándolas como cobrarán sentido para ti, y lo que te demostrará que son verdad.  (L-In.8:1-5).

9. Recuerda solamente esto: no tienes que creer en las ideas, no tienes que aceptarlas y ni siquiera tienes que recibirlas con agrado. 2Puede que hasta te opongas vehementemente a algunas de ellas. 3Nada de eso importa, ni disminuye su eficacia. 4Pero no hagas excepciones al aplicar las ideas expuestas en el libro de ejer­cicios. Sean cuales sean tus reacciones hacia ellas, úsalas. 5No se requiere nada más (L-In.9:1-5). 
Son muchos los “facilitadores” de las enseñanzas de Un Curso de Milagros que, coincidiendo con lo mencionado antes, al dirigirse a los participantes en sus charlas suelen decir: “No creáis lo que os digo; ponedlo en práctica”. Solo así podremos comprobar de verdad el valor que encierra esta nueva enseñanza.

Por mi experiencia con la aplicación de Un Curso de Milagros, puedo confirmar la generosa apreciación que tengo de esos “facilitadores”. Como nos enseñó el Maestro Jesús: “Por sus obras los conoceréis”. Por eso, les invito a permitir que la semilla crezca en su propia tierra, y así verán que es una buena semilla, cuyos frutos serán de su agrado y saciarán su apetito espiritual.

No quiero cerrar este preámbulo sin antes mencionar el contenido que, de manera breve, resume Un Curso de Milagros y que se encuentra en la introducción de dicho texto:


2. Este curso puede, por lo tanto, resumirse muy simplemente de la siguiente manera:

2Nada real puede ser amenazado.
3Nada irreal existe. 
4En esto radica la paz de Dios (T-In.2:1-4).

Sin duda, será necesario adentrarnos en los conceptos de “real” e “irreal” si queremos comprender a fondo las teorías presentadas en el Curso. Todo indica que la aventura será prometedora. Lo que viene es una invitación a recorrerla juntos.

Capítulo 25. III. Percepción y elección (4ª parte).

III. Percepción y elección (4ª parte).

4. El mundo tiene otro Hacedor, el Corrector simultáneo de la creencia desquiciada de que es posible establecer y mantener algo sin un vínculo que lo mantenga dentro de las leyes de Dios, no como la ley en sí conserva al universo tal como Dios lo creó, sino en una forma que se adapte a las necesidades que el Hijo de Dios cree tener. 2No obstante, error corregido es error eliminado. 3Y de este modo, Dios ha seguido protegiendo a Su Hijo, incluso en su error.

Este fragmento revela la presencia activa del Espíritu Santo como Corrector de la percepción errónea, y la fidelidad de Dios hacia Su Hijo incluso en medio del error.

¿Cuál es el mensaje principal de este pasaje?

El mensaje central es que, aunque el mundo fue construido desde una creencia equivocada —la separación de Dios—, existe un Corrector que lo acompaña: el Espíritu Santo. Él adapta la percepción del mundo a las necesidades que el Hijo de Dios cree tener, sin validar la ilusión, sino usándola para guiar hacia la verdad. El error, una vez corregido, desaparece. Así, Dios protege a Su Hijo incluso cuando este se equivoca, asegurando que nunca esté completamente perdido.

¿Cómo aplicar esta enseñanza en la vida cotidiana?

En la vida cotidiana, este punto nos recuerda que no estamos solos en nuestra confusión. Aunque vivamos desde creencias erróneas —como la separación, el miedo o el juicio—, hay una guía interna que corrige suavemente nuestra percepción. Cada vez que elegimos ver con amor, el error se disuelve.

Aplicación práctica:

  • Cuando te sientas atrapado en una emoción negativa, recuerda que hay una parte de ti que sabe cómo volver a la paz.
  • En momentos de duda, puedes invocar al Corrector interno para reinterpretar la situación desde la verdad.

Ejemplos concretos:

  • Ejemplo real: Laura se siente culpable por haber gritado a su hijo. Cree que ha fallado como madre. Pero al detenerse y pedir guía interior, siente una voz suave que le recuerda que puede elegir de nuevo. Decide hablar con su hijo desde el corazón y reparar con amor.
  • Ejemplo simbólico: Un niño construye un castillo de arena lejos del mar, creyendo que así estará seguro. Pero el viento lo derrumba. Entonces aparece una figura luminosa que le enseña a construir cerca del agua, donde la arena se mantiene firme. El niño aprende que no está solo, y que hay una forma mejor.

5. Citas del Texto relacionadas con el contenido del punto:

  • "El Espíritu Santo ve el mundo como un recurso de enseñanza para llevarte a casa." (T-5.III.11:1)
  • "El error no puede sobrevivir cuando se le lleva ante la verdad." (T-17.I.5:1)
  • "Dios no abandonó a Su Hijo. El Espíritu Santo permanece con él en el mundo de la percepción." (T-6.V.C.1:2)

Cuestiones para la reflexión:

  • ¿Estoy dispuesto a permitir que el Corrector transforme mi percepción?
  • ¿Qué errores sigo defendiendo como reales, en lugar de entregarlos para su corrección?
  • ¿Cómo experimento la protección de Dios incluso en medio de mis equivocaciones?

Conclusión:

Este punto nos enseña que el Espíritu Santo actúa como Corrector constante de nuestras percepciones erróneas. Aunque el mundo fue construido desde la separación, Dios no nos ha abandonado. Su Amor se manifiesta en cada corrección, en cada acto de guía, en cada momento de paz que elegimos.

“Error corregido es error eliminado.”

Una invitación: Hoy, entrega un pensamiento de juicio o culpa al Corrector interno. Observa cómo se transforma en paz.