viernes, 5 de enero de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 5

LECCIÓN 5

Nunca estoy disgustado por la razón que creo.

1.  Esta idea, al igual que la anterior, puede aplicarse a cualquier persona, situación o acontecimiento que creas que te está causando dolor. 2Aplícala específicamente a lo que, según tú, es la causa de tu disgusto, y usa, para describir el sentimiento, el tér­mino que te parezca más preciso. 3El disgusto puede manifes­tarse en forma de miedo, preocupación, depresión, ansiedad, ira, odio, celos o un sinnúmero de otras formas, y cada una de ellas se percibirá como algo diferente. 4Mas no es cierto que sean dife­rentes. 5Sin embargo, hasta que aprendas que la forma no importa, cada una de ellas constituirá materia apropiada para los ejercicios de hoy. 6Aplicar la misma idea a cada una de ellas por separado es el primer paso que te lleva a reconocer finalmente que todas ellas son lo mismo.

2. Al aplicar la idea de hoy a lo que percibas como la causa específica de cualquier forma de disgusto, usa el nombre del disgusto de que se trate, así como la causa que le atribuyes. 2Por ejemplo:

3No estoy enfadado con ______ por la razón que creo.
4No tengo miedo de _____  por la razón que creo.

3. Pero una vez más, esto no debe sustituir a las sesiones de práctica en las que primero examinas tu mente en busca de lo que crees son las "causas" del disgusto, y las formas de disgusto que, según tú, resultan de ellas.

4. En estos ejercicios, incluso más que en los anteriores, es posible que te resulte más difícil ser imparcial y evitar concederles más importancia a unos temas que a otros. 2Tal vez te resulte útil encabezar los ejercicios con la siguiente afirmación:

3No hay disgustos pequeños.
4Todos perturban mi paz mental por igual.

5. Luego busca en tu mente cualquier cosa que te esté afligiendo, independientemente de si te está afligiendo poco o mucho.

6. Es posible también que te sientas menos dispuesto a aplicar la idea de hoy a algunas de las causas de los disgustos que percibes que a otras. 2De ocurrir eso, piensa en primer lugar en lo siguiente:

3No puedo conservar esta forma de disgusto y al mismo tiempo desprenderme de las demás.
4Para los efectos de estos ejerci­cios, pues, las consideraré a todas como si fuesen iguales.

7. Escudriña luego tu mente durante un minuto más o menos y trata de identificar las diferentes formas de disgustos que te estén perturbando, haciendo caso omiso de la relativa importancia que tal vez les atribuyas. 2Aplica la idea de hoy a cada una de ellas, usando el nombre de la causa del disgusto tal como la percibas, y el del sentimiento tal como lo experimentes. 3Los siguientes son ejemplos adicionales:

4No estoy preocupado acerca de _____ por la razón que creo.
5No estoy deprimido acerca de _____ por la razón que creo.

6Tres o cuatro veces al día será suficiente.

¿Qué me enseña esta lección?

Esta lección me invita a dirigir la mirada hacia mi interior, concretamente a mi estado emocional.

Los sentimientos se comportan como un filtro que condicionan la calidad y estado del pensamiento. Cuando el sentimiento es de alegría, esperanza, satisfacción, mis pensamientos  crean un estímulo positivo que me hace sentir bien. Cuando la emoción es negativa, el pensamiento sirve a la creencia de que somos víctima de la desgracia. En ese momento, damos vida a emociones de disgusto.


Sin embargo, el impacto emocional se condiciona por la interpretación –juicio- que le damos a lo que nos ocurre. Lo irreal provoca una reacción nociva y tóxica en nuestra mente que queda condicionada por ese estímulo.

Este ejercicio nos enseña, que en cada momento, nuestra mente está eligiendo en un mundo que interpreta dualmente: bueno-malo; positivo-negativo; alegría-tristeza; placer-disgusto. Si esto es así, debemos ser conscientes del poder que poseemos, pues la elección es nuestra; nadie nos obliga a tomar una elección u otra. Elegir desde la dualidad, es ceder el poder de nuestra mente al ego, el cual se fundamenta en la percepción errónea, esto es, en la separación. Recordemos el mensaje de la Lección 1, "nada de lo que veo significa nada", o lo que es lo mismo, "nada de lo que percibo significa nada".

Somos Hijos de Dios y hemos sido creados a su Imagen y Semejanza, por lo que gozamos del más elevado Principio, el de la Voluntad, que nos lleva a actuar libremente. Si nuestra mente decide, poner ese “poder” en manos de lo externo, es decir, en aquello que nos ocurre y que interpretamos es la causa de nuestra aflicción o de nuestros logros, estamos dando vida al error. Nada fuera de nosotros tiene el poder de cambiarnos. Es muy importante que tomemos el timón de nuestra mente y gobernemos nuestra nave con plena consciencia de que somos nosotros los que elegimos el destino.

Si ponemos en práctica este ejercicio con efectividad, puedo aseguraros que nos sorprenderá. Comprobaremos que en la medida en que nuestra elección sea una u otra, así será la experiencia vivida. Podemos elegir. De ti depende tu elección, tan sólo de ti. Quieres luchar, adelante… quieres perdonar, adelante… tan sólo es una elección, pero el resultado, tu estado, dependerá de esa elección.


Ejemplo-guía: "Una experiencia personal"

Hoy he podido recrear con la experiencia, el mensaje que nos aporta esta lección. Os comparto la vivencia.


"Son las .6:45 AM. Recibo una llamada telefónica, minutos antes de sonar la alarma del teléfono que me hace función de despertador. Es de la centralita del Hospital donde trabajo. Me anuncian que se ha producido un fuego en la décima planta. No puedo evitar un sobresalto. Esa planta no está ocupada por pacientes, pero "casualmente" en las dependencias de la misma, se encuentra custodiada la ropa de los Reyes Magos. Sí, hoy se celebra en el Hospital la visita de sus Majestades los Reyes Magos que tienen previsto visitar a los pacientes y niños del centro. Soy uno  de los organizadores y la noticia del fuego me alarma. Gracias a Dios, la información que me trasladan me tranquiliza, se trata de un incendio a la altura de la décima planta, pero en el exterior. Se trataba, tan solo, de un letrero luminoso. Me tranquilizo y me dispongo a dirigirme al trabajo.


Nada más llegar, recibo una nueva llamada, en esta ocasión se trataba de uno de los pajes del Cortejo Real. Me anuncia que no puede asistir por encontrarse enferma. La dificultad era encontrar sustituto en el corto plazo de tiempo que teníamos.


Pasado unos minutos, recibo otra llamada. Se trataba de uno de mis colaboradores. No podía contar con él, se veía en la necesidad de atender un asunto de máxima urgencia.


Por fin alcanzo las dependencias de la décima planta. En mi cabeza se iban agrupando todos los contratiempos. Pronto percibí la amenaza de pasar a una situación de estrés que en nada me ayudaría. Esperaba encontrarme con los participantes del acto, pero no fue así. Lo que más me preocupaba era que el responsable de prepararlos, tampoco estaba. Me pongo en contacto con él, y una nueva sorpresa, tenía dificultades para dejar la labor que estaba realizando. 


Bien, la situación parecía llegar a un punto que me invitaba a aquietar mi mente. No podía dejarme llevar por ese cúmulo de acontecimientos a cual más preocupante.


Tenía dos opciones. Podía derrumbarme y pensar que era víctima de la mala suerte. Podría justificar todos aquellos acontecimientos culpando a la posición de las estrellas, las cuales estaban activando sectores conflictivos de mi Carta Astral. Pero, con ello tan sólo estaría justificando lo que mi mente estaba interpretando.


Decidí verlo de otra manera. Nunca, en todos los años que llevaba organizando este acto, me había enfrentado a un reto semejante. Era cuestión de ver la oportunidad que me ofrecía la vida para poner en práctica el conocimiento asimilado. Así que, "a mal tiempo buena cara". Me sentía disgustado, pero recordé que no lo estaba por la situación que creía, por esa serie de circunstancias adversas.


No entendía lo que estaba pasando. Cualquier solución que buscara por mi mismo, no me ayudaría, pues mi estado mental estaba aportándome argumentos erróneos, desde la perspectiva del ego, el cual piensa que son los efectos y no las causas lo que hay que cambiar.


Entregué al Espíritu Santo la situación que estaba experimentando y aguardé su respuesta. 


Proyecté la voluntad y el motor de los deseos en conseguir que todo funcionara correctamente. Dejé de ver los obstáculos y cuando lo hice, comenzaron a solucionarse lo que antes veía como problemas insuperables. 


Se localizó un nuevo paje. El responsable de vestir y engalanar a los Reyes y Pajes, nos prestó su ayuda. Se unieron nuevos colaboradores, y aunque con treinta minutos de retraso, conseguimos comenzar la aventura de llevar la ilusión y la alegría a los pacientes y niños.


Doy gracias a Dios y al Espíritu Santo, que encarnados en mis compañeros, han hecho posible que todos hayamos disfrutado de tan magnífica vivencia. 


Reflexión: ¿Cuál es la verdadera causa de aquello que te priva de la paz?

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