I. El vínculo con la verdad (3ª parte).
3. La percepción es la elección de lo que quieres ser, del mundo en el que quieres vivir y del estado en el que crees que tu mente se encontrará contenta y satisfecha. 2La percepción elige donde crees que reside tu seguridad, de acuerdo con tu decisión. 3Te revela lo que eres tal como tú quieres ser. 4Y es siempre fiel a tu propósito, del que nunca se aparta, y no da el más mínimo testimonio de nada que no esté de acuerdo con el propósito de tu mente. 5Lo que percibes es parte de lo que tienes como propósito contemplar, pues los medios y el fin no están nunca separados. 6Y así aprendes que lo que parece tener una vida aparte en realidad no tiene vida en absoluto.
¿Qué nos dice este pasaje?
La percepción no es pasiva: No simplemente ves lo que está ahí; ves lo que has decidido ver. Tu mente elige qué mundo experimentar.
Tu propósito dirige tu visión: Si tu propósito es el miedo, verás amenaza. Si tu propósito es el amor, verás inocencia. La percepción nunca traiciona tu intención.
Medios y fin están unidos: No puedes separar lo que ves del motivo por el que lo ves. Si buscas seguridad en el cuerpo, verás cuerpos como refugios. Si buscas paz en el espíritu, verás más allá de las formas.
Lo que parece tener vida separada no la tiene: El ego ve separación, pero la percepción guiada por el Espíritu Santo revela unidad. Lo que parece “otro” es parte de ti.
Apliquemos estas ideas a nivel práctico:
Antes de juzgar, pregúntate: ¿Qué propósito estoy sirviendo al ver esto así? Esto te ayuda a cambiar de propósito: del ego al Espíritu.
Reentrena tu percepción: Usa afirmaciones como “Elijo ver con amor” o “Mi propósito es la paz” antes de interactuar con otros.
Observa tus reacciones: Si algo te perturba, no es por lo que ves, sino por el propósito que has elegido. Cambia el propósito, y cambiará la percepción.
Recuerda la unidad: Lo que ves como separado (otro cuerpo, otra mente) es parte de ti. Al reconocer esto, la percepción se convierte en conocimiento.
Os propongo una práctica diaria para aprender a ver con los ojos del Cristo:
Duración total: 10–15 minutos.
Puedes hacerla por la mañana o antes de dormir, o dividirla en dos momentos del día.
Intención del día (2 min): Siéntate en silencio y repite internamente:
“Hoy elijo ver con los ojos del amor. Mi propósito es la paz. Veré al Cristo en cada encuentro.”
Respira profundamente tres veces y siente cómo esta intención se instala en tu mente.
Lectura breve (3 min): Lee una cita del Curso de Milagros (puedes usar una de las que vimos antes, como la Lección 161: “Dame tu bendición, santo Hijo de Dios”).
Reflexiona: ¿Qué me está enseñando esta frase hoy?
Ejercicio de percepción (5 min): Piensa en una persona con la que hayas tenido conflicto, juicio o incomodidad. Visualízala frente a ti y repite:
“Veo tu santidad. El Cristo en ti me bendice. Lo que veo en ti, lo reconozco en mí.”
Hazlo con calma, sin forzar emociones. Solo observa lo que surge.
Afirmación para el día (2 min): Elige una afirmación para repetir durante el día. Algunas sugerencias:
- “Mi propósito es ver la santidad.”
- “Lo que percibo refleja mi elección.”
- “Elijo ver con los ojos del Cristo.”
Puedes escribirla en una nota y llevarla contigo.
Cierre con gratitud (1 min): Agradece internamente por el momento de práctica. Reconoce que cada día es una oportunidad para sanar tu percepción.

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