jueves, 15 de agosto de 2024

Capítulo 13. X. Tu liberación de la culpabilidad (2ª parte).

X. Tu liberación de la culpabilidad (2ª parte).

8. Ahora se te concede poder sanar y enseñar, para dar lugar a lo que algún día será ahora, 2pero que de momento aún no lo es. 3El Hijo de Dios cree estar perdido en la culpabilidad, solo en un mundo tenebroso donde el dolor le acosa por todas partes desde el exterior. 4Cuando haya mirado en su interior y haya visto la radiante luz que allí se encuentra, recordará cuánto lo ama su Padre. 5Y le parecerá increíble que jamás hubiese podido pensar que su Padre no le amaba y que lo condenaba. 6En el momento en que te des cuenta de que la culpabilidad es una locura totalmente injustificada y sin ninguna razón de ser, no tendrás miedo de contemplar la Expiación y de aceptarla totalmente.

No podemos menospreciar el poder que tiene la mente. Si la mente se pone al servicio del ego, o lo que es lo mismo, sirve a la creencia en la separación, el pecado y la culpa, entonces, fabricaremos un mundo irreal e ilusorio que nos mantendrá  muy ocupados, dándole credibilidad.

La única vía de salvación, es elegir de nuevo y poner nuestra mente al servicio de Dios, al servicio del Amor. 

9. Tú que has sido despiadado contigo mismo, no recuerdas el Amor de tu Padre. 2Y al contemplar a tus hermanos sin piedad, no recuerdas cuánto Lo amas. 3Tu amor por Él, no obstante, es por siempre verdadero. 4La perfecta pureza en la que fuiste creado se encuentra dentro de ti en paz radiante. 5No temas mirar a la excelsa verdad que mora en ti. 6Mira a través de la nube de culpa­bilidad que empaña tu visión, más allá de la oscuridad, hasta el santo lugar donde verás la luz. 7El altar de tu Padre es tan puro como Aquel que lo elevó hasta Sí Mismo. Nada puede impedir que veas lo que Cristo. quiere que veas. 9Su Voluntad es como la de Su Padre, y Él es misericordioso con todas las criaturas de Dios, tal como quisiera que tú lo fueses.

El sueño que hemos elegido soñar, nos mantiene prisionero de la ilusión, del error, de la demencia. ¿Cómo podemos pensar que nuestro Creador nos ha castigado por nuestros pecados? Esa interpretación nos indica que allí donde había conocimiento, hemos elegido sustituirlo por percepción, una manera errónea de entender lo experimentado. Allí donde había amor, ahora tan solo hay miedo. Donde había Plenitud, ahora vemos separación y donde había Abundancia, tan solo vemos escasez.

¿No es demente ese pensamiento? 

10.  Libera a otros de la culpabilidad tal como tú quisieras ser libe­rado. 2Ésa es la única manera de mirar en tu interior y ver la luz del amor refulgiendo con la misma constancia y certeza con la que Dios Mismo ha amado siempre a Su Hijo. 3Y con la que Su Hijo lo ama a Él. 4En el amor no hay cabida para el miedo, pues el amor es inocente. 5No hay razón alguna para que tú, que siempre has amado a tu Padre, tengas miedo de mirar en tu interior y ver tu santidad. 6Tú no puedes ser como has creído ser. 7Tu culpabili­dad no tiene razón de ser porque no está en la Mente de Dios, donde tú estás. 8Y ésta es la sensatez que el Espíritu Santo quiere restituirte. 9Él sólo desea desvanecer tus ilusiones. 10Pero quiere que veas todo lo demás. 11Y en la visión de Cristo te mostrará la perfecta pureza que se encuentra por siempre dentro del Hijo de Dios.

El Curso nos enseña que nadie puede dar lo que no tiene, y añade, que tener es Ser. Para poder liberar a otros de la culpabilidad, tendremos que verlos tan y como han sido creados, esto es, impecables e inocentes. Esa es la Visión que nos regala Cristo, el rostro divino del Amor. 

Tendremos que Expiar el error que nos mantiene prisioneros de la creencia en la separación, para poder ver más allá de la ilusión y recordar nuestra verdadera identidad. 

11. No puedes entablar ninguna relación real con ninguno de los Hijos de Dios a menos que los ames a todos, y que los ames por igual. 2El amor no hace excepciones. 3Si otorgas tu amor a una sola parte de la Filiación exclusivamente, estarás sembrando culpabilidad en todas tus relaciones y haciendo que sean irreales. 4Sólo puedes amar tal como Dios ama. 5No intentes amar de forma diferente de como Él lo hace, pues no hay amor aparte del Suyo. 6Hasta que no reconozcas que esto es verdad, no tendrás idea de lo que es el amor. 7Nadie que condena a un hermano puede considerarse inocente o que mora en la paz de Dios. 8Si es inocente y está en paz, pero no lo ve, se está engañando, y ello significa que no se ha contemplado a sí mismo. 9A él le digo: 

10Contempla al Hijo de Dios, observa su pureza y per­manece muy quedo. 11Contempla serenamente su san­tidad, y dale gracias a su Padre por el hecho de que la culpabilidad jamás haya dejado huella alguna en él.

"Solo podemos amar como Dios ama". Esta afirmación nos parecerá inalcanzable si nuestra mente no está dispuesta a servir tan sólo a Dios. 

En nuestro bagaje espiritual, tenemos la impresión de que avanzamos lentamente hacia la meta que nos hemos propuesto alcanzar: la perfección espiritual. Esta experiencia la vivimos como un largo recorrido que nos brinda la oportunidad de ir superando pruebas, relacionadas con el apego a aquello que consideramos procedentes de la naturaleza egoica. En ese trayecto, en ocasiones, pensamos que hemos conseguido avanzar mucho y de que estamos casi en la fase final del camino.

Este punto nos pone muy fácil el reconocer nuestro nivel de consciencia. Tan sólo hay que contestarse una pregunta: ¿Amas como Dios ama? 

12. Ni una sola de las ilusiones que has albergado contra él ha mancillado en forma alguna su inocencia: 2Su radiante pureza, que no se ve afectada en modo alguno por la culpabilidad y es completamente amorosa, brilla dentro de ti. 3Contemplémosle juntos y amémosle, 4pues en tu amor por él radica tu inocencia. 5sólo con que te contemples a ti mismo, la alegría y el aprecio que sentirás por lo que veas erradicará la culpabilidad para siem­pre. 6Gracias, Padre, por la pureza de Tu santísimo Hijo, a quien creaste libre de toda culpa para siempre.

Mientras que continuemos creyendo que nos encontramos separados de nuestros hermanos en la Filiación, estaremos negando a Dios y estaremos reafirmándonos en el error de creer que podemos "crear" un mundo real.

¿Qué padre, con un mínimo de cordura, puede desear que sus hijos se ataquen unos a otros? 

Podemos elegir, entre el miedo o el amor. Las consecuencias del miedo, son evidentes, pues causan un profundo dolor. Mientras que el amor, tan solo nos aporta paz y felicidad.

Ante tales evidencias, ¿por qué apostamos por el miedo?

13. Al igual que tú, yo deposito mi fe y mi creencia en lo que tengo en gran estima. 2La diferencia es que yo amo solamente lo que Dios ama conmigo, y por esa razón el valor que te otorgo transciende el valor que tú te has atribuido a ti mismo, y es incluso igual que el valor que Dios Mismo te otorgó. 3Amo todo lo que Él creó y le ofrezco toda mi fe y todo el poder de mi creencia. 4Mi fe en ti es tan inquebrantable como el amor que le profeso a mi Padre. 5Mi confianza en ti es ilimitada, y está desprovista del temor de que tú no me oigas. 6Doy gracias al Padre por tu hermosura, y por los muchos dones que me permitirás ofrecerle al Reino en honor de su plenitud, que es la de Dios.

Jesús nos recuerda en este punto, la importancia que tiene el hecho de poner la fe al servicio de lo que estimamos, de aquello a lo que le damos valor. 

Tendremos que preguntarnos con honestidad, ¿qué anhelos persigue nuestro corazón? La respuesta nos indicará si realmente amaremos como Dios ama, o, por el contrario, amaremos bajo la presión del miedo, es decir, de forma egoísta.

14. Alabado seas tú que haces que el Padre sea uno con Su Propio Hijo. 2Por separado, no somos nada, pero unidos, brillamos con un fulgor tan intenso que ninguno de nosotros por sí solo podría ni siquiera concebir. 3Ante el glorioso esplendor del Reino la cul­pabilidad se desvanece, y habiéndose transformado en bondad ya nunca volverá a ser lo que antes fue. 4Cada reacción que expe­rimentes estará tan purificada que será digna de ser ofrecida como un himno de alabanza a tu Padre. 5Ve en lo que Él ha creado únicamente una alabanza a Él, pues Él nunca cesará de alabarte ti. 6Nos hallamos unidos en esta alabanza ante las puertas del Cielo donde sin duda habremos de entrar debido a nuestra ino­cencia. 7Dios te ama. 8¿Cómo iba a poder yo, entonces, no tener fe en ti y amarlo a Él perfectamente?

Se pone de manifiesto en lo recogido en este punto, el lazo de unión que existe entre Dios y Su Hijo, el cual, nos permite comprender que donde rige la ley de la igualdad, no puede existir grados diferentes de amor, pues de producirse tal hecho, no podríamos ver dicha igualdad. Considero esta afirmación muy importante y reflexionar sobre su contenido permitirá a nuestra mente contemplar los pensamientos ilusorios que emanamos cuando decidimos amar con el filtro del juicio. 

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