lunes, 27 de octubre de 2025

Capítulo 24. VI. Cómo escaparse del miedo (2ª parte).

VI. Cómo escaparse del miedo (2ª parte).

2. Sin ti, a Dios le faltaría algo, el Cielo estaría incompleto y habría un Hijo sin Padre. 2No habría universo ni realidad. 3Pues lo que Dios dispone es íntegro y forma parte de Él porque Su Voluntad es una. 4No hay cosa viviente que no forme parte de Él ni nada que no viva en Él. 5La santidad de tu hermano te muestra que Dios es uno con él y contigo, y que lo que tu hermano tiene es tuyo porque tú no estás separado de él ni de su Padre.

Jesús nos habla principalmente en este punto de la importancia de la unidad y pertenencia. Nos recuerda que somos una parte esencial de la creación, y que nuestra existencia es necesaria para que el universo esté completo. No somos un ser aislado, sino que formamos parte de un todo junto con los demás y con Dios.

Por otro lado, nos pone de relieve el valor de las relaciones. En este sentido, la santidad de nuestro hermano (las personas que nos rodean) es una señal de que todos estamos unidos en Dios. Lo que nuestro hermano tiene, también es nuestro, porque no hay separación real entre nosotros.

Por último, la idea del reconocimiento de la divinidad compartida es otro de los mensajes principales de este punto. Al ver la santidad en los demás, reconocemos nuestra propia conexión con Dios y con ellos. Esto nos invita a valorar, respetar y cuidar a quienes nos rodean, sabiendo que su bienestar y el nuestro están profundamente ligados.

Un ejemplo práctico de las ideas expuestas sería el siguiente: Si en nuestra familia alguien está pasando por un momento difícil, en vez de verlo solo como “su problema”, podemos recordarnos que su bienestar también afecta al nuestro, y que apoyarlo es una forma de fortalecer la unidad y la paz en nuestra vida y en la de todos.

Otro ejemplo práctico de aplicación a las relaciones familiares sería este: Si hay una pelea entre hermanos, en vez de tomar partido o guardar rencor, podemos recordar que ambos son valiosos y que la paz de la familia depende de la reconciliación. Apoyar el diálogo y el perdón ayuda a restaurar la armonía y a fortalecer la relación familiar.

3. No hay nada en todo el universo que no te pertenezca. 2No hay nada que Dios haya creado que Él no haya puesto amorosamente ante ti para que sea tuyo para siempre. 3Y ningún Pensamiento que se encuentre en Su Mente puede estar ausente de la tuya. 4Su Voluntad es que compartas con Él Su Amor por ti y que te con­temples a ti mismo tan amorosamente como Él te concibió antes de que este mundo diera comienzo, y como todavía te conoce. 5Dios no cambia de parecer con respecto a Su Hijo por razón de circunstancias pasajeras que no tienen ningún significado en la eternidad en la que Él mora y en la que tú moras con Él. 6Tu hermano es exactamente tal como Él lo creó. 7Y esto es lo que te salva de un mundo que Él no creó.

El texto afirma que nada en el universo está separado de nosotros y que todo lo creado por Dios nos pertenece y está amorosamente puesto ante nosotros. Invita a vernos a nosotros mismos y a los demás con el mismo amor y valor con que Dios nos concibió, recordando que las circunstancias pasajeras no cambian nuestra verdadera esencia ni la de nuestro hermano. Reconocer la santidad y perfección en los demás es lo que nos salva de un mundo de separación y conflicto.

Unos ejemplos prácticos sobre este punto, siguiendo el tema de las relaciones familiares, serían los siguientes:

Padres e hijos: Si tu hijo comete un error, en vez de enfocarte en el fallo, recuérdale que su valor y su esencia no cambian por las circunstancias. Así, le ayudas a verse a sí mismo con amor y confianza. 

Entre hermanos: Si hay celos o discusiones, puedes recordar que ambos son igualmente valiosos y que lo que uno tiene, el otro también lo comparte en el amor de la familia. 

En pareja: Si surgen desacuerdos, en vez de centrarte en lo negativo, recuerda que ambos están unidos por algo más profundo que las diferencias del momento.

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