II. El que te salva de las tinieblas (2ª parte).
2. ¿No es extraño que aún abrigues esperanzas de hallar satisfacción en el mundo que ves? 2Pues se mire como se mire, tu recompensa, en todo momento y situación, no ha sido sino miedo y culpabilidad. 3¿Cuánto tiempo necesitas para darte cuenta de que la posibilidad de que esto cambie no justifica el que sigas posponiendo el cambio que puede dar lugar a algo mejor? 4Pues una cosa es segura: la manera en que ves y has estado viendo por largo tiempo, no te ofrece nada en que basar tus esperanzas acerca del futuro ni indicación alguna de que vayas a tener éxito. 5Poner tus esperanzas en algo que no te ofrece ninguna esperanza no puede sino hacerte sentir desesperanzado. 6No obstante, esta desesperanza es tu elección, y persistirá mientras sigas buscando esperanzas allí donde jamás puede haber ninguna.
El texto nos invita a observar cómo, a pesar de nuestros intentos y esperanzas de encontrar satisfacción duradera en el mundo externo (cosas, personas, logros, situaciones), el resultado suele ser insatisfacción, miedo o culpa. El mensaje central es que buscar la paz y la plenitud solo en lo externo es un ciclo que nunca termina bien, y que la verdadera esperanza y satisfacción están en cambiar nuestra manera de ver y en mirar hacia adentro.
¿Cómo podemos detectar y soltar las falsas esperanzas?
Identifiquemos nuestras esperanzas externas. Toma unos minutos para escribir en una hoja o en tu móvil:
- ¿En qué cosas externas estoy poniendo hoy mi esperanza de sentirme bien? (Ejemplo: “Cuando consiga ese trabajo”, “Si esa persona me responde”, “Cuando tenga más dinero”, etc.)
Observemos cómo nos sentimos. Lee tu lista y nota si alguna de esas esperanzas te genera ansiedad, miedo, culpa o una sensación de vacío.
Reconozcamos el patrón. Pregúntate:
- ¿He puesto mi esperanza en cosas externas antes?
- ¿Me dieron la satisfacción duradera que buscaba?
Elijamos de nuevo. Elige soltar la expectativa de que algo externo te dará la paz que buscas. Puedes decirte mentalmente:
- “Reconozco que buscar mi felicidad solo en lo externo me lleva a la insatisfacción. Elijo mirar hacia adentro y abrirme a una paz más profunda.”
Cerremos con gratitud. Da las gracias por la oportunidad de ver este patrón y de poder elegir de nuevo. Respira profundo y siente alivio por soltar una carga.
Podemos repetir este ejercicio cada vez que notemos que una situación externa nos está robando la paz.
Si tenemos dificultad para fortalecer la paz interior, podemos aplicar el siguiente ejercicio:
Refugio de paz interior:
Encuentra tu espacio de calma. Siéntate en un lugar tranquilo. Cierra los ojos y respira profundamente varias veces, sintiendo cómo el aire entra y sale.
Observa tus pensamientos y emociones. Permite que surjan pensamientos, recuerdos o emociones, sin juzgarlos ni intentar cambiarlos. Solo obsérvalos como si fueran nubes que pasan por el cielo.
Afirma tu intención. Repite mentalmente:
- “La paz que busco está en mi interior. Elijo soltar lo externo y refugiarme en mi paz interior.”
Visualiza tu refugio de paz. Imagina un lugar dentro de ti donde todo está en calma y seguro. Puede ser un paisaje, una luz suave o simplemente una sensación de tranquilidad. Permanece ahí unos minutos, respirando y sintiendo esa paz.
Vuelve al presente con gratitud. Antes de terminar, agradece este momento de paz. Abre los ojos lentamente y lleva contigo esa sensación durante el resto del día.

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