miércoles, 27 de septiembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 270

LECCIÓN 270

 Hoy no utilizaré los ojos del cuerpo.

1. Padre, la visión de Cristo es el don que me has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo contemplan en el panorama de un mundo perdonado. 2¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese mundo! 3No obstante, ¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! 4Un mundo perdonado significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. 5Y ahora su voluntad es una con la Tuya. 6Ahora su función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha desaparecido.

2. El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y, a través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. 2Cristo se convierte en nuestros ojos hoy. 3Y mediante Su vista le ofrecemos curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó íntegro; el santo Hijo a quien Dios creó como uno solo.


¿Qué me enseña esta lección?

¿Qué visión te ofrece los ojos del cuerpo?

¿Acaso piensas que tus ojos te llevarán a evidenciar aquello que no se encuentre previamente en tu mente?

No. No verás aquello en lo que tu mente no crea.

Has deseado ver una realidad que no es real, y tus ojos te han mostrado un cuerpo material y un mundo en el que crees interactuar. A ese cuerpo, tus ojos le han otorgado el poder de tu identidad.

Tal vez hayas comprendido que esa visión, es tan sólo una ilusión fabricada por ti, y que aquello que llamas existencia forma parte de un sueño.

Sí, aún no has despertado de ese sueño, pero eres consciente de que estás soñando y ello te ha llevado a bendecir aquello que tus ojos ve.

Hoy podemos dar un paso más. Hoy elegimos no ver con los ojos del cuerpo; elegimos ver ese mundo, perdonado. Hoy elegimos ver con los ojos de Cristo.

¡Cuánta paz y sosiego aporta Su Visión! Ya no percibimos la multiplicidad, la separación. Ya no vemos el conflicto. Todos formamos una Unidad: el Hijo de Dios.

¿Qué sentido tiene ahora el percibirnos separados? ¿Qué vamos a desear para nuestro hermano, que no deseamos para nosotros mismos? La Visión de Cristo, nos traslada a ese Estado de Consciencia. Hemos retornado a nuestro Verdadero Hogar: El Paraíso, del que nos escindimos voluntariamente, y al que voluntariamente hemos retornado. En verdad, nunca hemos estado fuera de Él, pero así lo habíamos creído y así lo hemos experimentado.

Gracias, Hermano Mayor, por permitirnos ver con tu Santa Visión.

Ejemplo-Guía: "El firme propósito de ver la verdad"

Hasta hoy, hemos permanecido ciegos, pues aunque nuestros ojos físicos ven el mundo que le rodea, el mundo que percibe, ese mundo no es real, es una ilusión fabricada por nuestra mente, una mente que nos ha mostrado una percepción falsa, basada en la separación, en la división.

No tienes más que mirar tu propia vida, para comprender que el mundo que ves y en el que crees existir, no puede ser el Hogar que Dios ha dispuesto para Su Hijo. ¿Acaso tú dispondrías un mundo tan demente para tu hijo?

Observa tu existencia. Te crees un ser limitado, necesitado y escaso, cuando en verdad, eres Pleno y Abundante. Demandas ser querido y protegido, cuando en verdad, eres Amor y gozas del amparo de tu Creador. Sientes miedo y una destructiva culpabilidad al creer que has fallado a tu Padre, cuando en verdad no puedes cambiar, ni has cambiado ni una sola línea del Plan de Salvación dispuesto por Él para Su Hijo.

Haces necesario el dolor, el sufrimiento e incluso la muerte, para justificar tu erróneo sistema de pensamiento, cuando en verdad, eres inocente, eres impecable, eres eterno.

¿Qué mundo estás dispuesto a seguir viendo? El que te lleva a estar muerto en vida o el que te libera, para siempre de la muerte ofreciéndote la eternidad. Vas a elegir, la tristeza, cuando puedes gozar de la Dicha, de la Felicidad.

Te sientes agotado, cansado, cuando experimentas la vida del mundo falso, pues vivir en él, te priva de la paz, mientras que elegir ver el mundo perdonado, te mantendrá animado y en pleno júbilo. Cada instante se convierte en una experiencia de gozo, pues cada uno de esos instantes gozas de la Presencia del Cristo en ti y en cada uno de tus hermanos.

El firme propósito de ver la verdad, no es una iniciativa que te afecte tan sólo a ti o a mí. Cuando ese propósito se convierte en nuestro único deseo, es la señal de que Cristo ha realizado el milagro de curar al ciego que hay en nosotros y ese regalo, lo expandimos con el resto del mundo, de tal modo que compartimos la verdadera visión con ellos.

Hoy veo tu inocencia y tu impecabilidad, pues esa inocencia y esa impecabilidad se ha hecho consciente en mí.

Reflexión: Tan solo vemos aquello que deseamos ver.

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