2.

¿Qué me enseña esta lección?
Con esta expresión, manifiesto conscientemente lo que soy realmente, el Hijo de Dios, Hijo de la Luz, un Ser Espiritual, cuya función en el mundo temporal es expandir esa Luz a través de cada uno de mis pensamientos y sentimientos.
La Luz de la que soy portador es todo cuanto soy. Es la esencia de la que he sido creado junto al resto de la Filiación Divina. Esa Luz es la Fuerza del Amor, lo que me convierte en un Hijo del Amor.
Esa Fuerza, es la que nos hace Uno. Es la Fuerza de la que está hecho el Cielo, el Reino del Padre, nuestro verdadero Hogar. Es la Fuerza con la que Dios nos ha moldeado y es la Fuerza que nos ilumina y revela el Plan de Salvación, en el que debemos proyectar nuestra voluntad, pues es la Voluntad del Padre que así sea.
Si la Luz permanece en nuestra mente, serviremos al Espíritu Santo, el cual será nuestro guía y nuestra labor en la Tierra nos convertirá en humildes mensajeros del Amor.
Un Curso de Milagros nos dice: "Cada uno de nosotros es la luz del mundo, y al unir nuestras mentes en esa luz proclamamos el Reino de Dios juntos y cual uno solo" (T-6.II.13:5).
La luz es el principio del Entendimiento. “La luz no ataca a la oscuridad, pero la desvanece con su fulgor. Jesús nos revela que su luz va con nosotros a todas partes, y eso nos permite desvanecer la oscuridad conjuntamente. La luz se vuelve nuestra, y ya no podremos morar en la oscuridad, tal como la oscuridad no podrá morar allí donde nosotros vayamos” (T-8.IV.2:10-12).
La mente de Jesús y nuestras mentes son iguales. Mientras que su mente está despierta, la nuestra permanece dormida, en espera de tomar la misma decisión que tomó Jesús para alcanzar el despertar. Esa decisión le dio plena potestad tanto en el Cielo como en la tierra. Es muy importante conocer cuál es la decisión que Jesús nos invita a tomar. Él nos dice en el Curso: "El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir. Se toma mediante el acto de dar, y es, por lo tanto, la única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones. Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar" (T-5.II.9:3-7).
Yo soy la Luz del mundo y es mi voluntad proclamar:
¡Mi Voluntad es compartir la luz con el mundo! ¡La Luz permanentemente encendida!
Ejemplo-Guía: ¿Cuál es mi función en la vida?
A todos nos ocupa la mente saber ¿cuál es nuestra función en la vida? ¿Para qué hemos venido al mundo? No es desde la visión del ego que vamos a contestar esta pregunta, pues, como nos refiere el Texto del Curso, “desde el ego no podemos hacer nada para salvarnos o para salvar a otros, pero desde el espíritu podemos hacer cualquier cosa para salvar a otros o para salvarnos a nosotros mismo. La humildad es una lección para el ego, no para el espíritu. El espíritu está más allá de la humildad porque reconoce su esplendor y gustosamente irradia su luz por todas partes” (T-4.I.12:1-3).
Al manifestar nuestra voluntad de servir al espíritu, lo que estamos haciendo es ponernos al servicio del Espíritu Santo, dejando en sus manos esa voluntad, para que la utilice allí donde más se necesite.
Al ego, la cuestión que se plantea en este ejemplo, le llevará a preguntarse qué cosas debe hacer para cambiar el mundo que percibe: el medio ambiente, las guerras, el hambre, la enfermedad, el sufrimiento, etc. En este sentido, está dispuesto a combatir con las armas que estén a su alcance para lograr su objetivo: que el mundo que percibe sea mejor.
Podemos dedicar nuestras vidas a estos gestos externos que, sin duda, emanan de un deseo de vivir en un mundo más limpio, más pacífico, más equitativo, más justo, más sano, etc., pero si nuestros esfuerzos los dedicamos a cambiar los efectos y no hacemos nada por cambiar las causas, las cuales se encuentran en nuestras mentes erradas, entonces, lo único que estaremos haciendo es perpetuar el ciclo de causa-efecto: responder a las guerras desde la guerra, responder a la enfermedad haciendo real el cuerpo, respondiendo al sufrimiento haciendo real el dolor.
La guerra no se combate: es en nuestra mente donde debe emanar la paz.
El medio ambiente no se combate: es en nuestra mente donde debemos eliminar los pensamientos contaminantes.
El hambre no se combate: es la falsa creencia en la escasez la que debemos cambiar por la creencia verdadera en la abundancia, basada en dar-recibir.
La enfermedad no se combate: es la coherencia la que debe imperar en nuestra mente.
El sufrimiento no se combate: es el recuerdo de lo que somos, Hijos de Dios, lo que ha de llevarnos a gozar de la verdadera felicidad.
Una vez que en nuestra mente todo es luz: El Espíritu Santo guiará nuestros pasos para que actuemos en el mundo como mensajeros de la paz, como ministros de medio ambiente, como voluntarios de ONG, como ilustres doctores o, como tú, o como yo, mensajeros de la luz.
Reflexión: ¿Qué significado le aportas a la luz?
No hay comentarios:
Publicar un comentario