¿Qué es el Cristo?
1. Cristo es el Hijo de Dios tal como Él lo creó. 2Cristo
es el Ser que compartimos y que nos une a unos con otros, y también con Dios. 3Es
el Pensamiento que todavía mora en la Mente que es Su Fuente. 4No ha
abandonado Su santo hogar ni ha perdido la
inocencia en la que fue creado. 5Mora
inmutable para siempre en la Mente de Dios.
2. Cristo es el eslabón que te mantiene unido a Dios, y
la garantía de que la separación no es más que una ilusión de desesperanza,
pues toda esperanza morará por siempre en Él. 2Tu mente es parte de la
Suya, y Ésta de la tuya. 3Él es la parte en la que se encuentra la
Respuesta de Dios, y en la que ya se han tomado todas las decisiones y a los
sueños les ha llegado su fin. 4Nada que los ojos del cuerpo puedan
percibir lo afecta en absoluto. 5Pues aunque Su Padre depositó en Él
los medios para tu
salvación, Él sigue siendo, no obstante, el Ser que, al igual que Su Padre, no
conoce el pecado.
3. Al ser el hogar del
Espíritu Santo y sentirse a gusto únicamente en Dios, Cristo permanece en paz
en el Cielo de tu mente santa. 2Él es la única parte de ti que en
verdad es real. 3Lo demás son sueños. 4Mas éstos se le
entregarán a Cristo, para que se desvanezcan ante Su gloria y pueda por fin
serte revelado tu santo Ser, el Cristo.
4. El Espíritu Santo se extiende desde el Cristo en ti
hasta todos tus sueños, y los invita a venir hasta Él para que puedan ser
transformados en la verdad. 2Él los intercambiará por el sueño final
que Dios dispuso fuese el fin de todos los sueños. 3Pues cuando el
perdón descanse sobre el mundo y cada, uno
de los Hijos de Dios goce de paz, ¿qué podría
mantener las cosas separadas cuando lo único que se puede ver es la faz de Cristo?
5. ¿Y por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz,
cuando no es más que el símbolo
de que el período de aprendizaje ya ha concluido y de que el objetivo de la
Expiación por fin se ha alcanzado? 2Tratemos, por lo tanto, de
encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. 3Al contemplar
Su gloria, sabremos que no tenemos necesidad de aprender nada, ni de
percepción, ni de tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Ser, el
Cristo que Dios creó como Su Hijo.
LECCIÓN 271
Hoy sólo utilizaré la visión de Cristo.
1. Cada día, cada hora y cada instante elijo lo que
quiero contemplar, los sonidos que quiero oír y los testigos de lo que quiero
que sea verdad para mí. 2Hoy elijo contemplar lo que Cristo quiere
que vea; hoy elijo escuchar la Voz de Dios, así como buscar los testigos de lo
que es verdad en la creación de Dios. 3En la visión de Cristo, el
mundo y la creación de Dios se encuentran, y según se unen, toda percepción
desaparece. 4La dulce visión de Cristo redime al mundo de la muerte,
pues todo aquello sobre lo que Su mirada se posa no puede sino vivir y recordar
al Padre y al Hijo: la unión entre Creador y creación.
2. Padre, la visión de
Cristo es el camino que me conduce a Ti. 2Lo que Él contempla
restaura Tu recuerdo en mí. 3Y eso es lo que elijo contemplar hoy.
¿Qué me enseña esta
lección?
Hoy, elijo ver la Inocencia. Hoy, elijo ver la Unidad. Hoy proclamo mi
afinidad con la Filiación Divina.
Hoy retorno a mi Hogar, del cual me creía, erróneamente, escindido.
Hoy, tomo consciencia de la perfección del Ser; tomo consciencia de la
Abundancia que me rodea; tomo consciencia de mi impecabilidad; tomo consciencia
de mi Divinidad.
Hoy, mi mente es Una con la Mente de Dios. Mi voz es Su Voz, y mi palabra
es Su Palabra.
Hoy contemplo la Eternidad.
Gracias, Cristo, por permitirme ver en tu Faz, el Rostro de mi Divinidad.
Ejemplo-Guía: "¿Qué mundo te muestra la visión de Cristo?
En la Lección 263, tuvimos ocasión de reflexionar
sobre el significado de la visión de Cristo. Elegimos, entonces, como
ejemplo-guía, la reflexión "Contemplando el mundo con los ojos de
Cristo". Hoy, vamos a continuar profundizando en este mismo tema, y lo
haremos, con una nueva propuesta.
Mira tu mundo y hazte la siguiente pregunta: ¿lo que veo me muestra escenas
propias de la visión de Cristo?
¿Lo que ves te muestra un mundo que condenas?
¿Acaso odias el comportamiento que estás percibiendo?
¿Te horroriza la enfermedad, la pobreza, las guerras,
etc.?
Podríamos enumerar, a título de ejemplo,
muchas escenas que se muestran ante la mirada de nuestro mundo. Pero, ¡ojo!,
¿en verdad el mundo es como tú lo percibes o lo que percibes es tu propia
percepción, tu propia proyección de lo que ocultas en lo más profundo de tu
interior?
La visión de actos condenatorios, hablan de nuestra propia condena. La visión
de un mundo dividido, en guerra, habla de nuestra propia división interna. La
visión de un mundo enfermo, nos habla de nuestra mente enferma. No, no te
sientas culpable por tener esa visión falsa. Recuerda que nos encontramos en el
mundo del sueño y es muy importante que tomes conciencia de que eres el soñador
del mismo. Ese despertar te llevará a desear ver las cosas de otra manera, te
llevará a dejar de ver con los ojos del cuerpo y a ver con la visión de Cristo.
No sientas culpa por tu anterior visión, por haber fabricado sueños dementes e
insensatos. Ahora, tu atención se centra en lo verdadero y desechas seguir
utilizando una visión que te ha llevado a percibir erróneamente. La visión
de la oscuridad te ha llevado a desear ver la luz.
El sueño te seguirá mostrando escenas grotescas, pero no le darás el valor que
le dabas antes. En el sueño, dabas valor al cuerpo material, pero ahora lo
utilizas para compartir con tus hermanos tu nueva visión. Ahora no ves en ellos
un objeto del pecado, ni te sientes temeroso por su presencia por miedo a ser
atacado. Ahora los percibes desde la visión de la inocencia y de la
impecabilidad y con esa visión los liberas del pecado. Ya no condenas, tan sólo
comprendes que viven su sueño, al igual como tú vives el tuyo. Ahora le ayudas
a despertar de ese sueño y a ser conscientes de que son los únicos soñadores y
de que tienen el poder para elegir soñar sueños felices.
¿Qué mundo te muestra la visión de Cristo? Un mundo perdonado y unido.
Reflexión: ¿Somos felices con el mundo que vemos?
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