2. Si supieras el significado de Su Amor, tanto la esperanza como la desesperación serían imposibles. 2Pues toda esperanza quedaría colmada para siempre y cualquier clase de desesperación sería inconcebible. 3Su gracia es Su respuesta para toda desesperación, pues en ella radica el recuerdo de Su Amor. 4¿Cómo no iba Él a proporcionar gustosamente los medios a través de los cuales puede reconocerse Su Voluntad? 5Su gracia es tuya sólo con que la reconozcas. 6Y Su memoria despertará en la mente que le pida los medios a través de los cuales su sueño termina.¿Qué me enseña esta lección?
No hay mayor bendición que aquella que nos regala el Amor.
Es la mano tendida por nuestro Padre, ofreciéndonos Su Aliento e invitándonos a seguir Sus Pasos y a hacer Su Voluntad.
Permanecer bajo el gobierno de las leyes fabricadas por el ego nos lleva a permanecer prisionero de nuestros propios errores; nos lleva a quedar sumidos en la tristeza, la desolación, la pena, el dolor, la depresión. Buscamos la felicidad allí donde nunca podremos encontrarla. Cuando nos parece que la hemos conquistado, se nos escapa entre los dedos, como si de arena fina se tratara. El mundo de lo temporal no nos puede ofrecer la felicidad que nos brinda el Verdadero Ser, el cual es eterno.
El Padre siempre está dispuesto para atender las peticiones del Hijo, pero esas solicitudes deben estar bien dirigidas. Cuando nos dirijamos a nuestro Hacedor, no le pidamos que nos ayude a que triunfe nuestro equipo favorito de futbol, pues esa solicitud nunca encontrará su destino. Dios es Unidad, ¿cómo le vamos a pedir algo que atente contra ese Principio? No tendría sentido. Más bien deberíamos pedirle la Expiación de ese error que nos lleva a concebir las relaciones con una visión de separabilidad.
Dios siempre nos responde cuando le hablamos desde el Espíritu. Para Él, el cuerpo no es nada, tan sólo un vehículo cuyo papel es favorecer la comunicación. Los dictados proceden de la mente.
Ejemplo-Guía: "El verdadero antídoto contra la desesperación"
No he pretendido con el título de este ejemplo-guía que nos suene a una estrategia de venta. A nadie se le escapa a estas alturas de las lecciones del Curso, que no estamos hablando de remedios mágicos dirigidos a la curación del cuerpo, ni tan siquiera de las enfermedades de la mente, tal y como la trata la medicina de este mundo.
El antídoto al que hacemos referencia se conoce en la terminología utilizada en el Curso como Expiación, es decir, corregir el error de la creencia en la separación, de que somos un cuerpo físico y de que somos pecadores, dignos merecedores del castigo divino.
La Expiación la dispensa la Voz que nos habla por nuestro Padre, el Espíritu Santo. La corrección que nos brinda el Espíritu Santo es un regalo de nuestro Hacedor. Ese antídoto nos hace invulnerables al veneno del miedo. Sitúa a nuestra mente errada en una nueva dimensión, en la cual el aspecto concreto de la materia es sustituido por la Visión Espiritual del Ser, lo que nos lleva a expresarnos desde una mente sana.
El vernos tal y como verdaderamente somos nos lleva a tener la certeza de que Dios nos ofrece Su Gracia y nos aporta la seguridad de que gozamos de una total invulnerabilidad.
Si el miedo está ausente, la desesperación también lo estará. El desapego a todo lo material nos liberará del sufrimiento y del dolor. Tendremos la percepción de estar en el mundo, pero tendremos la absoluta certeza de que no pertenecemos a él.
Reflexión: ¿Cómo hablo con Dios?

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