martes, 17 de junio de 2025

Capítulo 21. II. Somos responsables de lo que vemos (4ª parte).

II. Somos responsables de lo que vemos (4ª parte).

9. Ya hemos dicho que hacerse ilusiones es la manera en que el ego lidia con lo que desea para tratar de convertirlo en realidad. 2No hay mejor demostración del poder del deseo, y, por ende, de la fe, para hacer, que sus objetivos parezcan reales y posibles. 3La fe en lo irreal conduce a que se tengan que hacer ajustes en la realidad. para que se amolde al objetivo de la locura. 4El objetivo del pecado induce a la percepción de un mundo temible para justificar su propósito. 5Verás aquello que desees ver. 6si la rea­lidad de lo que ves es falsa, lo defenderás no dándote cuenta de todos los ajustes que has tenido que hacer para que ello sea como lo ves.

Si nuestra fe responde al deseo de ser especial, nuestras creencias fabricarán una realidad basada en el especialismo, donde todo tendrá la apariencia de estar separado, lo que dará lugar a un sistema de pensamiento cuyas leyes tendrán como fin el salvaguardar la integridad de la creencia en la separación.

Todo ello facilitará el crecimiento de una realidad ilusoria y la identificación con la percepción errónea percibida. El cuerpo físico se utiliza como el máximo exponente de la credibilidad de las ideas que conforman su sistema de pensamiento, lo cual imposibilita que sea el cuerpo el vehículo más apropiado para corregir la falsa percepción. Lo corporal prevalece por encima de lo mental y se le da mucha más importancia a la hora de interpretar la vida. Para el ego, es el cuerpo el que manda sobre cualquier otra cosa y la mente, la cual sitúa en el cerebro, está al servicio del cuerpo y no el cuerpo al servicio de la mente. Esta manera de pensar dio lugar a la ciencia mecanicista, la cual se postuló sobre leyes y verdades que hoy día aún tienen su vigencia. Si bien la ciencia de nuestros días ha evolucionado, poniendo en entredicho las verdades lideradas por Newton, y nuevas corrientes de pensamiento abogan por nuevas leyes, nuevos principios, más cercanos a la verdad. La física cuántica y la investigación de la materia subatómica nos están mostrando empíricamente que el cuerpo y la mente no están separados y que la realidad no responde a las leyes en las que se creían, sino que se muestra de una manera diferente, de una manera invisible y bajo leyes que hablan de la unidad del Todo.

10. Cuando se niega la visión, la confusión entre causa y efecto es inevitable. 2El propósito ahora es mantener la causa oculta del efecto y hacer que el efecto parezca ser la causa. 3Esta aparente autonomía del efecto permite que se le considere algo inde­pendiente, y capaz de ser la causa de los sucesos y sentimientos que su hacedor cree que el efecto suscita. 4Anteriormente habla­mos de tu deseo de crear a tu propio creador, y de ser el padre y no el hijo de él. 5Éste es el mismo deseo. 6El Hijo es el efecto que quiere negar a su Causa. 7Y así, él parece ser la causa y producir efectos reales. 8Pero lo cierto es que no puede haber efectos sin causa, y confundir ambas cosas es simplemente no entender nin­guna de las dos.

Así es. El deseo de ser especial y la fe en la creencia en la separación nos han llevado a creer que lo material es real y que la energía del pensamiento es irreal. Dicho de otro modo, hemos sustituido la causa, lo mental, por el efecto, lo tangible. Ese cambio en la visión ha dado lugar a la percepción errónea, es decir, nos hemos desconectado de la visión de las fuerzas que imperan en el mundo mental, las ideas, para identificarnos con su manifestación al ser colapsadas por nuestro deseo, el cual nos ha llevado a observar dicha onda de pensamiento y a transformarla en partícula. Lo que antes era invisible, al ser observado por nuestra identidad deseo, lo convierte en materia. Por lo tanto, es el poder del deseo el que nos lleva al especialismo, a la individualización, al efecto observador, el cual tiene la capacidad para transformar una idea -onda- en una manifestación material -partícula-.

Mientras que la partícula está regida por las leyes de la temporalidad del nivel físico, lo que se llama el mundo ilusorio e irreal, la onda que está regida por las leyes del mundo de Dios es eterna. 

El Hijo de Dios se identifica con el cuerpo, con el efecto, y le otorga erróneamente la condición de causa, lo que le lleva a la confusión de creerse su propio creador. 

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