lunes, 11 de marzo de 2024

Capítulo 3: LA PERCEPCIÓN INOCENTE. I. Expiación sin sacrificio

 CAPÍTULO 3


LA PERCEPCIÓN INOCENTE


I. Expiación sin sacrificio

1. Hay otro punto que debe quedar perfectamente claro antes de que pueda desaparecer cualquier residuo de temor que aún esté asociado con los milagros. 2La crucifixión no estableció la Expia­ción; fue la resurrección la que lo hizo. Son muchos los cristianos sinceros que no han entendido esto correctamente. 4Nadie que esté libre de la creencia en la escasez podría cometer tal equivoca­ción. 5Si se examina la crucifixión desde un punto de vista inver­tido, parece como si Dios hubiese permitido, e incluso fomentado, el que uno de Sus Hijos sufriese por ser bueno. 6Esta desafortu­nada interpretación, que surgió como resultado de la proyección, ha llevado a muchas personas a vivir sumamente atemorizadas de Dios. 7Tales conceptos anti-religiosos se infiltran en muchas reli­giones. 8El auténtico cristiano, sin embargo, debería hacer una pausa y preguntarse: "¿Cómo iba a ser posible esto? 9¿Cómo iba a ser posible que Dios Mismo fuese capaz de albergar el tipo de pensamiento que Sus Propias palabras han señalado claramente que es indigno de Su Hijo?"

La exposición de este punto, más que una aclaración, es una liberación. Desde pequeños, al menos en los países occidentales, al igual que en todos aquellos en los que se ha acogido la fe católica como el símbolo de la verdad absoluta, se nos ha educado en la creencia de que Dios mandó, a su único Hijo, al mundo con una misión muy específica, un supremo sacrificio, morir en manos de los enemigos de la fe para redimir y salvar al mundo de sus pecados. 

Este mensaje tiene un profundo calado en la mente de todos aquellos que hemos aceptado, en algún momento de nuestras vidas, que el sacrificio es la única vía de redención, lo que significa que nos vemos formando parte de ese concurrido pelotón de débiles pecadores que requieren ser purificados y liberados. 

Podemos servir al Amor o al miedo. Servir al Amor nos lleva a la visión de la Unidad y de la Inocencia. Por lo tanto, si no hay causa en nuestra mente que nos lleven a creernos carentes y pecadores, tampoco habrá efectos que nos lleven al acto del sacrificio y del sufrimiento.

Cuando es el miedo el que ocupa nuestra mente, la causa de ese pensamiento nos lleva a identificarnos con la separación y con la visión de culpa/pecador, lo que dará lugar a los efectos propios del sufrimiento, entendiendo que dicho acto de sacrificio no liberará del pensamiento que nos lleva a creer que somos un pecador.


2. La mejor defensa, como de costumbre, consiste en no atacar la posición de otro, sino más bien en proteger la verdad. 2No es muestra de gran sensatez aceptar un concepto si para justificarlo tienes que invertir todo un marco de referencia. 3Este procedi­miento es doloroso en sus aplicaciones menores, y verdadera­mente trágico en una escala mayor. 4Con frecuencia la persecución termina siendo un intento de "justificar" la terrible y errónea per­cepción de que Dios Mismo persiguió a Su Propio Hijo en nombre de la salvación. 5Ni siquiera las mismas palabras tienen sentido. 6Superar esto ha sido sumamente difícil, pues si bien este error no es más difícil de corregir que cualquier otro, son muchos los que no han estado dispuestos a abandonarlo en vista de su eminente valor como defensa. 7Un ejemplo menos dramático es el del padre que dice: "Esto me duele a mí más que a ti", y se siente exonerado al darle una paliza a su hijo. 8¿Crees que nuestro Padre piensa realmente así? 9Es tan esencial eliminar cualquier pensamiento de este tipo que debemos asegurarnos de que nada semejante permanezca en tu mente. 10Yo no fui "castigado" porque tú fueses malo. 11La lección completamente benévola que la Expiación enseña se echa a perder si se mancilla con cualquiera de las formas en que esta clase de distorsión se manifiesta.

La Mente de Dios no ve el miedo, pues no cree en la separación. El Pensamiento-Causa que emana de la Mente de Dios es el Amor, la única Fuerza Creadora que da lugar a lo que es Verdadero. Siguiendo ese hilo conductor, la relación Causa-Efecto, podemos afirmar que El Amor-Causa, no puede dar como fruto el Efecto-Sacrificio-Sufrimiento.

El Amor-Causa es la única fuerza que da como fruto la Salvación. 

3. La afirmación: "Mía es la venganza, dice el Señor" es una per­cepción falsa mediante la cual uno le atribuye a Dios su propio pasado "malvado". 2Ese pasado "malvado" no tiene nada que ver con Dios. 3Él no lo creó, ni tampoco lo sustenta. 4Dios no cree en el castigo. 5Su Mente no crea de esa manera. 6Dios no tiene nada contra ti por razón de tus "malas" acciones. 7¿Cómo sería posible entonces que me hubiese acusado a mí por ellas? 8Asegúrate de que reconoces cuán absolutamente imposible es esta suposición, y también de que procede enteramente de la proyección. 9Este tipo de error es responsable de una multitud de errores similares, incluyendo la creencia de que Dios rechazó a Adán y lo expulsó del jardín del Edén. 10Quizá por eso piensas a veces que no te estoy guiando bien. 11He tomado las máximas precauciones para usar palabras que sean casi imposible de distorsionar, pero siem­pre es posible tergiversar los símbolos si así se desea.

Cuando en mis reflexiones, muchas veces, me pregunto cómo podemos aceptar ciertas afirmaciones recogidas en los Textos Sagrados a las que los doctores de la iglesia elevan al estado de verdades absolutas, que son contradictorias en sí misma. Un ejemplo de lo que me refiero es la afirmación recogida en este punto "Mía es la venganza, dice el Señor". Salvo que tenga un significado que se nos escapa comprender, dicha afirmación nos exige aceptar que Dios es Amor y al mismo tiempo Odio, pues la venganza se sustenta en un sentimiento de rencor y de odio. 

Ya hemos dicho que, si Dios es Amor, Sus Creaciones son el fruto de ese Amor. Cada semilla da sus frutos, al igual que cada causa, tiene un efecto. Si la venganza es un efecto, una acción, debemos decir que su causa se encuentra en el odio y no en el amor. 

Como bien nos explica este punto, la literatura recogida en el Génesis, en la que se nos narra el relato del Paraíso Terrenal y de la expulsión de Adán y Eva del mismo, nos ha presentado a un Padre vengativo y castigador, exento de misericordia y compasión. 

Para mí se hace evidente que dicha narrativa recoge hechos simbólicos cuyo significado van más allá de una lectura y comprensión literal. El propio Texto Sagrado nos recoge a lo largo de la narrativa del Nuevo Testamento la vida de Jesús y nos lo presenta como el Mensajero del Amor y todas sus acciones están basadas en actos misericordiosos. El Hijo y el Padre son Uno. No podemos concebir a un Padre vengativo y a un Hijo amoroso. La causa y el efecto son uno.

4. El sacrificio es una noción que Dios desconoce por completo. 2Procede únicamente del miedo, y los que tienen miedo pueden ser crueles. 3Cualquier forma de sacrificio es una violación de mi exhortación de que debes ser misericordioso al igual como nues­tro Padre en el Cielo lo es. 4A muchos cristianos les ha resultado difícil darse cuenta de que esto les atañe a ellos. 5Los buenos maestros nunca aterrorizan a sus estudiantes. 6Aterrorizar es ata­car, y como resultado de ello se produce un rechazo de lo que el maestro ofrece, 7malográndose así el aprendizaje.

Hazle esta pregunta a tu corazón: ¿enseñarías a tu hijo que para amar hay que sufrir?

5. Se me ha llamado correctamente "el cordero de Dios que quita los pecados del mundo", mas quienes representan al cordero man­chado de sangre no entienden el significado del símbolo. 2Si se entiende correctamente, es un símbolo muy simple que habla de mi inocencia. 3El león y el cordero tendidos el uno junto al otro simbolizan que la fuerza y la inocencia no están en conflicto, sino que viven naturalmente en paz. 4"Bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios" es otra forma de decir lo mismo. 5Una mente pura conoce la verdad y en eso radica su fuerza. 6No confunde la destrucción con la inocencia porque aso­cia la inocencia con la fuerza y no con la debilidad.

Participo de la creencia de que las Sagradas Escrituras están narrada en un lenguaje simbólico. En relación a esta idea, los propios Evangelistas se encuentran identificados con símbolos de animales, a excepción del ángel alado. Dichos símbolos, representan igualmente la configuración de los 4 Elementos, Fuego, Agua, Aire y Tierra y estos a su vez, expresan una fase del Proceso Creador, el cual queda recogido de manera esotérica en el sagrado nombre de Jehová. Todo parece estar vinculado en unas enseñanzas recogidas desde el principio de los tiempos y que forma parte de la evolución del ser humano en su versión corporal, la no real por ser perecedera.

Aun así, dichos mensajes van dirigidos a la percepción de la conciencia terrenal en un intento de mantener conectada dicha conciencia temporal con la realidad verdadera del Ser. Podríamos decir, que la Divinidad Una, como si de un Rayo de Luz Blanca se tratase, al penetrar en la dimensión humana, adquiriese multitud de tonalidades, donde cada una de ellas, se puede vincular a un símbolo.

 El cordero nos inspira la idea de inocencia y el león de bravura y fuerza. La unión de ambas nos inspira el trabajo alquímico que debemos hacer a nivel de consciencia, es decir, unificar la dualidad. Pero entender que el cordero es el símbolo del sacrificio cuya sangre nos purifica, no ha de llevarnos a justificar que el sacrificio es la vía de la purificación, sino que la inocencia es esa vía.

6. La inocencia es incapaz de sacrificar nada porque la mente ino­cente dispone de todo y sólo se esfuerza por proteger su plenitud. 2No puede proyectar. 3Tan sólo puede honrar a otras mentes por­que honrar a otros es el saludo natural de los verdaderamente amados hacia los que son como ellos. 4El cordero "quita los peca­dos del mundo" en el sentido de que el estado de inocencia, o gracia, es uno en que el significado de la Expiación es perfecta­mente obvio. 5La Expiación carece por completo de ambigüedad. 6Es perfectamente inequívoca porque existe en la luz. 7Única­mente los intentos de ocultarla en las tinieblas han hecho que sea inaccesible para aquellos que eligen no ver.

Es el sentimiento de culpa el que nos lleva a la necesidad del castigo redentor. Es como si alguien externo a nosotros tuviese el poder suficiente para liberarnos de un sentimiento que hemos decidido hacer nuestro y darle la potestad de privarnos de la felicidad y de la alegría. 

La cuestión es, ¿hasta cuándo estaremos creyendo que somos un cuerpo mortal y temporal merecedores del castigo redentor, en vez de vernos como el Inocente Hijo de Dios, libre de todo pecado?

7. La Expiación de por sí sólo irradia verdad. 2Es, por lo tanto, el epítome de la mansedumbre y derrama únicamente bendiciones. 3No podría hacer eso si procediese de cualquier otra fuente que no fuese la perfecta inocencia. 4La inocencia es sabiduría porque no tiene conciencia del mal; y el mal no existe. 5No obstante, es per­fectamente consciente de todo lo que es verdad. 6La resurrección demostró que nada puede destruir a la verdad. 7El bien puede resistir cualquier clase de mal, al igual que la luz disipa cualquier clase de oscuridad. 8La Expiación es, por lo tanto, la lección per­fecta. 9Es la demostración concluyente de que todas las demás lecciones que enseñé son ciertas. 10Si puedes aceptar esta generali­zación ahora, no tendrás necesidad de aprender muchas otras lec­ciones de menor importancia. 11Basta con que creas esto para que te liberes de todos tus errores.

Realmente hemos recibido una educación basada en la falsa creencia de que el sacrificio protagonizado por Jesús, muriendo en la cruz, es la vía de nuestra redención y purificación, cuando en verdad, fue su resurrección, el acto que nos reveló la verdadera enseñanza de la Salvación, la única Verdad. La Liberación no está en el sacrificio de lo corporal, sino en la visión de lo Inmortal, del Ser Espiritual que Somos.

8. La inocencia de Dios es el verdadero estado mental de Su Hijo. 2En ese estado tu mente conoce a Dios, pues Dios no es algo sim­bólico; Dios es un Hecho. 3Cuando conoces a Su Hijo tal como es, te das cuenta de que la Expiación, y no el sacrificio, es la única ofrenda apropiada para el altar de Dios, en el que sólo la perfección tiene cabida. 4El entendimiento de los inocentes es la verdad. 5Por eso es por lo que sus altares son verdaderamente radiantes.

Una reflexión: ¿Es posible el estado de Inocencia en el actual mundo? ¿Cómo sería tu comportamiento en ese estado de consciencia?

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