III. Cómo perdonar el deseo de ser especial (3ª parte).
5. Dios te pide que perdones. 2Él no quiere que la separación se interponga, como si de una voluntad ajena se tratase, entre lo que tanto Su Voluntad como la tuya disponen para ti. 3Ambas son la misma voluntad, pues ninguna de ellas dispone ser especial. 4¿Cómo iban a poder disponer la muerte del amor mismo? 5Con todo, no pueden atacar a las ilusiones. 6No son cuerpos, y esperan como una sola Mente a que todas las ilusiones se traigan ante ellas y se dejen ahí. 7La salvación no desafía ni siquiera a la muerte. 8Y a Dios Mismo, que sabe que la muerte no es tu voluntad, no lo queda otro remedio que decir: "Hágase tu voluntad" porque tú crees que lo es.
Por lo tanto, este mundo que percibimos no forma parte del Mundo de Dios, pues es una ilusión fabricada por la imaginación de la mente del Hijo de Dios, la cual tuvo lugar en un breve instante del tiempo, dando lugar a su inmediata corrección.
Jesús nos dice en este punto que Dios nos pide que perdonemos. ¿Estamos ante una contradicción en la enseñanza del Curso? Si en el mundo real, en el Mundo de Dios, no existe el perdón porque todo es amor, ¿cómo Dios nos pide que perdonemos si el mundo de la percepción no es real?
Como bien han interpretado aquellos estudiosos más avanzados de las enseñanzas del Curso, el mensaje que se recoge en el mismo contempla dos niveles. Uno lo hace desde el punto de vista metafísico en el que todo cuanto se expone trata de mostrarnos las Leyes del Mundo de Dios. El otro nivel se dirige al mundo de la ilusión, al mundo de la mente dual. La razón de que esto sea así responde al estado de conciencia con el que estamos identificados y que se asemeja al estado del sueño. Para poder despertar del sueño es preciso reconocer que estamos soñando y sobre todo que somos los soñadores del sueño. De este modo, alcanzado el despertar, al tener conocimiento del Mundo de Dios, sabremos que hemos recordado lo que somos y sabremos, igualmente, que nunca hemos sido diferentes a lo que siempre hemos sido: Hijos de Dios.
El perdón se convierte, en este mundo y en nuestro actual estado de consciencia, en la llave que nos abre las puertas del Cielo.
El especialismo responde a la falsa visión de que Dios, el Creador, es especial. El hecho de que el Hijo de Dios fuese creado a Su imagen y semejanza no fue suficiente para satisfacer el deseo de ser especial. Podríamos pensar que hubiese sido suficiente el haber heredado las mismas cualidades que Su Padre; sin embargo, la fuerza del deseo nos indica que tal impulso respondía a la necesidad de cubrir un vacío que creyó tener, lo que le llevó a buscar la gloria en manos de la grandeza de "tener" y no de "Ser".
Ser contempla todo lo que se es. Tener contempla todo lo que se tiene. Desear contempla la necesidad de tener lo que no se tiene y negar la totalidad del Ser.
Ser, contempla el Amor Uno. Desear contempla tener lo que el otro tiene.
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