martes, 5 de enero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Escorpio (VI)

JESÚS EN GENESARETH Y SUS CERCANIAS

53 Hecha la travesía, llegaron a tierra de Genesareth y atracaron. 54 En cuanto salieron de la barca, le conocieron, 55 y corrieron de toda aquella región, y comenzaron a traer en camillas a los enfermos donde oían que Él estaba. 56 Adondequiera que llegaba, en las aldeas, o en ciudades, o en las alquerías, colocaban a los enfermos en las plazas y le rogaban que les permitiera tocar siquiera la orla de su vestido; y cuantos le tocaban quedaban sanos.

La tradición popular utiliza los refranes para revelarnos la sabiduría extraída de las experiencias de la vida. Es una verdad que todos conocemos; es por ello que recuerdo, en estos momentos, un dicho que arroja mucha luz sobre este pasaje:

"Tras la tormenta, llega la calma"; o, "Siempre que llovió, escampó".

En el punto anterior, nos enfrentábamos a la "tormenta" que nos refiere el refrán. El mar de nuestras emociones se encontraba enfurecido, y a punto estuvimos de perecer ahogados. Fue el Amor, quien evitó que esto sucediese, pero para que esto ocurra no pensemos que basta con mostrar nuestra debilidad sin más, no se trata de despertar en Cristo, su compasión, lo importante es haberle seguido hasta ese punto del camino. Es humano perder el equilibrio pero, cuando se ha alcanzado un nivel de consciencia, si nuestra búsqueda ha sido sincera, entonces, Jesús-Amor no dudará en situarse en nuestra "barca" calmando la furia del viento, y con ello, calmar al embravecido mar.

En ese momento, el aspirante descubre que el amor es el verdadero poder con el cual logrará poner orden en su vida. El amor es la panacea que nos permitirá salir victorioso de ese difícil trance, como es el usar correctamente la fuerza del deseo para crear.

Cuando la consciencia de la humanidad, ha evolucionado por la senda de la experiencia, los latidos de Escorpio nos ha sensibilizado para que orientemos sus energías hacia la generación y perpetuación de la vida a niveles materiales, pues es necesario que el hombre aprenda a crear vida, pues así estará adquiriendo la sabiduría necesaria para, cuando alcance la condición divina, poder crear un nuevo universo. La procreación, a niveles humanos y materiales, ha llevado al hombre a utilizar la mitad de la energía creadora, la sexual, para dar vida, para adquirir experiencia en el mundo físico y así alcanzar la sabiduría.

En el proceso evolutivo, el hombre conquista un nivel en el que ya no requiere continuar con las labores de procreación. Cuando esto ocurre, diremos que se produce, en él, la integración de los sexos, la unificación del Fuego y del Agua. A partir de ese logro espiritual, la energía sexual se orienta hacia arriba, y la procreación se lleva a cabo con la palabra, con el pensamiento, dando vida a niveles espirituales, es decir, nuestras acciones serán generadoras de consciencia.

Jesús ha alcanzado ese nivel, y ello le permite dominar las fuerzas de la naturaleza. Una simple palabra suya actuará como una orden para las fuerzas de la naturaleza: los Elementales. La presencia del Maestro en nuestra barca está representando un verdadero triunfo espiritual pues, aún estando sumidos en la oscuridad de la noche, aún cayendo en la debilidad de no reconocerle, si hemos sido capaces de "atraerlo" hasta la "barca", lo cual nos indica que hemos dado un importante paso hacia la Luz. Podemos decir, que estamos preparados para alcanzar tierra firme, o lo que es lo mismo, estamos en condiciones de afrontar nuevas experiencias, pues hemos sido capaces de realizar la travesía, superar las emociones.

Esa tierra que nos aguarda no puede ser otra que la de Netzah, si lo aplicamos cabalísticamente.

Habíamos partido en este capitulo VI, de la Morada de Gueburah, donde hemos movilizado a los "obreros". Posteriormente, alcanzábamos el "otro lado", frente a Betsaida, donde el Amor-Jesús, nos enseña a caminar por las Aguas, sin hundirse, es decir, a superar las emociones sin quedar ahogados en ellas. Ese dominio esta representado por Tiphereth, y ahora alcanzamos la orilla, donde pisamos tierra, la tierra firme de Genesareth, donde Jesús curaba a cuantos se le acercaban, lo que nos está indicando, que hemos adquirido el control del Mundo Emocional, lo que nos lleva a poder sanar a los que tocan nuestra orla, nuestra aura de amor.

Si recurrimos una vez más al lenguaje hebreo para descifrar el nombre de Genesareth, llegamos a la conclusión de que sus letras: Guimel, Noun, Sameck, Reish y Teith, suman 25, que es igual a 7. El séptimo Séfira en el orden cabalístico pertenece a Netzah, la tierra del equilibrio, de la armonía, de la paz, de la curación, pues toda enfermedad, no es más que un desorden interior, una falta de armonía con las leyes cósmicas, un desajuste de la personalidad humana y la personalidad divina, un desacuerdo entre la luz y las tinieblas, entre el Fuego y el Agua. Por lo tanto, tomemos buena nota de los Trabajos que debemos desarrollar en la dinámica de Escorpio, pues en verdad, estamos acostumbrados a identificar a este signo con la muerte, con el dolor, con la enfermedad, cuando en verdad, en él se oculta la fuerza de la vida, del amor, de la curación.

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