miércoles, 13 de enero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Transición Agua-Aire (IV)


CURACION DE UN CIEGO

22 Llegaron a Betsaida, y le llevaron un ciego, rogándole que le tocara. 23 Tomando al ciego de la mano, le saco fuera de la aldea y, poniendo saliva en sus ojos e imponiéndole las manos, le preguntó: ¿ves algo? 24 Mirando él, dijo: Veo hombres, algo así como arboles que andan. 25 De nuevo le puso las manos sobre los ojos, y al mirar se sintió restablecido, viendo todo claramente de lejos. 26 Y le envío a su casa diciéndole: Cuidado con entrar en la aldea.

Como podemos observar, en este pasaje, la penetración de Jesús en una nueva tierra, le lleva inmediatamente a encontrarse con las tendencias enfermas que habitan en ella. Se trata claro está, de la antigua consciencia, la que prevalecía antes de que Jesús -impulso renovador del amor-, llegase a dicha región

La travesía del agua le puso en contacto con poseídos, con sordos y con tartamudos, enfermedades estas, que están relacionadas, como hemos ido viendo, con los Trabajos del Elemento Agua.

Ahora, nada más llegar a Betsaida, se produce un nuevo encuentro, en esta ocasión se trata de un ciego. Betsaida es la morada de Tiphereth-Piscis, ya lo estudiamos en la dinámica del signo Escorpio (capitulo VI). Podemos decir, que nos encontramos en el punto en que el alma ha de tomar consciencia de todo lo aprendido en relación con el patrón de Piscis; es decir, ha de sublimar la naturaleza emocional, saliendo de las profundidades del Mundo del Deseo, para afrontar la nueva etapa que nos aguarda en el aprendizaje de Libra y el Elemento Aire. Si la crónica nos describe que, en esa toma de consciencia, se nos acerca un ciego, nos está revelando, simbólicamente, la ceguera que se produce ante esta situación de Transición.

Si no somos capaces de ver con claridad el cambio, es decir, si no somos capaces de ver que hemos agotado el ciclo de experiencias por vía emocional, entonces no podremos dar ese paso hacia adelante que nos llevará a fundirnos con los demás en un proyecto en común: formar una sola unidad a pesar de la diversidad con la que se manifiesta la realidad material. Lo que en verdad no ve esa alma ciega, es ese encuentro con la unidad. Su travesía por las aguas de Piscis, no ha despertado en él, esa consciencia de unidad y sigue prisionero de la custodia de los deseos.

Ese ciego puede encontrarse en todos nosotros cuando nos vemos en la necesidad evolutiva de trascender nuestros deseos, por muy elevados que estos sean, y ponernos a la búsqueda de los demás para formar con ellos una sola entidad.

Jesús nos da las claves para que se produzca la curación. Toma al ciego por la mano y le saca fuera de la aldea. En efecto, esa es la principal causa por la que padece de ceguera. Ha permanecido demasiado tiempo en la aldea, en el interior de sus emociones, alimentándose de sentimientos y no sabiendo ver el mundo que le espera en el exterior. Ya dijimos que, el Aire, está en correspondencia con la fase Vav, la exteriorizadora, mientras que el Agua lo está con la fase He, la interiorizadora, la aldea. Llegado la necesidad de salir al exterior para compartir nuestros panes con los demás, no podemos negarnos a hacerlo, pues si lo hacemos estaremos obrando como el ciego.

Tomemos de la mano -ese poder ejecutivo de la personalidad- a nuestro ciego y saquémosle de su aldea. Una vez fuera de ella, pongámosle saliva en sus ojos e impongámosle las manos; es decir, extraigamos el jugo elaborado por nuestra boca, por la puerta de entrada al amor, por donde recibimos el alimento espiritual, y frotemos sus ojos con esa esencia curativa. Nuestras manos le darán calor y sus ojos se abrirán.

Preguntémonos entonces, ¿qué vemos? Si vemos hombres, habremos descorrido ese tupido velo que nos impedía ver la verdad, pues ese hombre está representando precisamente al Elemento Aire, ya que, el hombre es el único animal que tiene la capacidad de pensar y razonar, así como de expresar sus pensamientos en obras creadoras.

Si hemos dicho que el Aire es el tercer Elemento, y está regido por la fase Vav, la que a su vez rige sobre el Tercer Día de la Evolución, cuando la humanidad recibió el Cuerpo Mental, estaremos en condiciones de comprender la relación hombre-pensamiento. Nuestro ciego interno ha sido capaz de reconocer los Trabajos que le aguardan y es esto lo que le permitirá recibir la curación definitiva.

La mayoría de nosotros, cuando miramos, creemos ver hombres, sin embargo, nuestro comportamiento emocional desmiente lo que nuestra palabra ha definido como tal. Reconocer al hombre, es estar en disposición de un control emocional que nos ha llevado a contemplar la armonía que rige el universo y las criaturas que en él evolucionan. Podemos decir, que hemos salido de nuestra aldea, donde nos hemos preparado internamente para alcanzar ese día en el que decidiremos salir al exterior y compartir nuestras riquezas con los demás Ese hombre del que hemos testimoniado, es el símbolo de que Yo y Tú, formamos una unidad en el universo.

Jesús, al comprobar que su consciencia había despertado a la verdad, le envío a casa, diciéndole: cuidado con entrar en la aldea. Parece contradictorio mandarle a casa e indicarle que no entre en la aldea, pero esa casa no es precisamente el Mundo del Deseo, sino el Mental, el Mundo de Formación, y esa aldea, sí representa en verdad, su antiguo hogar, en el que no debe penetrar.

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