viernes, 9 de enero de 2015

Causa espiritual de las enfermedades oseas...

Si pretendiésemos construir un edificio, no podríamos hacerlo tan sólo contando con el proyecto arquitectónicos del mismo. Únicamente podremos dar cuerpo a ese proyecto si contamos con los materiales físicos necesarios para ello, es decir, necesitaremos ladrillos, arena, cemento, agua, y de este modo una larga relación de medios.

Podríamos aplicar lo anteriormente descrito, para conocer cuál es el principal papel que desempeñan los huesos en ese gran organismo, que es el cuerpo humano.

El cuerpo, gracias al sistema óseo logra mantenerse erguido, al tiempo que le permite realizar todas las acciones que requieren del movimiento, la destreza, en definitiva, de la realización.

Cuando la parte más sólida del cuerpo sufre un trastorno, nos está indicando que lo más sólido que habita en nuestro interior, está sirviendo a una causa errónea.

Recuerdo una anécdota que bien enriquece este punto en concreto. Se trata de las dolencias manifestadas por un compañero que se quejaba de constantes molestias en las rodillas. El, me contaba que tenía muchas dificultades para ponerse de rodillas. Cuando analizamos la situación descubrimos que durante mucho tiempo, él, se había entregado a la defensa de unos principios que defendió celosamente. Al pasar el tiempo descubrió que todos aquellos años había servido a una causa equivocada.

Pues bien, durante el tiempo que estuvo "postrándose" ante unos principios erróneos, las dolencias no le abandonaron. Sin embargo, todo cambió a raíz que experimentó el cambio de conciencia. Desde ese momento, empezó a mejorar, el abandono de sus rigideces aportó flexibilidad a sus rodillas.

Cuando son los huesos los que nos fallan, debemos plantearnos si en verdad existe solidez en nuestros principios.

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