CUARTO REPASO
Introducción
1.
Damos comienzo ahora a un nuevo repaso, conscientes
esta vez de que nos estamos preparando para la segunda parte del aprendizaje en
la que se nos enseña cómo aplicar la verdad. 2Hoy empezaremos a
prepararnos para lo que sigue más adelante. 3Tal es nuestro
propósito para este repaso y para las lecciones que siguen. 4Así
pues, repasaremos las lecciones más recientes y sus pensamientos centrales de
forma que faciliten el estado de preparación que ahora queremos alcanzar.
2.
Hay un tema central que unifica cada paso del repaso
que ahora emprendemos, el cual puede enunciarse de manera muy simple con estas
palabras:
2Mi mente alberga sólo lo que pienso con
Dios.
3Esto es un hecho, y representa la verdad de lo que
eres y de lo que tu Padre es. 4Éste fue el pensamiento mediante el
cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él. 5Éste
es el pensamiento que garantiza plenamente la salvación del Hijo. 6Pues
en su mente no puede haber otros pensamientos, salvo los que su Padre comparte
con él. 7La falta de perdón es lo que impide que este
pensamiento llegue a su conciencia. 8No obstante, es verdad
eternamente.
3.
Comencemos nuestra preparación tratando de entender
las múltiples formas tras las que se puede ocultar muy cuidadosamente la falta
de verdadero perdón. 2Puesto que son ilusiones, no se perciben
simplemente como lo que son: defensas que te impiden ver y reconocer tus
pensamientos rencorosos. 3Su propósito es mostrarte otra cosa y
demorar la corrección mediante autoengaños diseñados para que ocupen su lugar.
4. Tu mente, sin
embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. 2Tus auto-engaños no
pueden ocupar el lugar de la verdad, 3de la misma manera en que un
niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas,
evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna
se vea por la noche en ellas. 4Así es como daremos comienzo a cada
período de práctica de este repaso, preparando nuestras mentes para que comprendan
las lecciones que nos corresponde leer y comprendan el significado que tienen
para nosotros.
5. Comienza cada día dedicando cierto tiempo a
preparar tu mente para que aprenda la libertad y la paz que cada idea que
repases ese día puede ofrecerte. 2Haz que tu mente tenga una actitud
receptiva, despéjala de todo pensamiento engañoso y deja que sólo éste la ocupe
completamente y elimine los demás:
3Mi mente alberga
sólo lo que pienso con Dios.
4Cinco minutos que le dediques a este pensamiento
serán suficiente para encauzar el día según las pautas que Dios ha fijado y
para poner Su Mente a cargo de todos los pensamientos que has de recibir ese
día.
6. Éstos no procederán únicamente de ti, pues los
compartirás con Él. 2Y así,
cada uno de ellos te traerá mensajes de Su Amor, devolviéndole a Él mensajes
del tuyo. 3De esta forma es como estarás en comunión con el Señor de
las Multitudes, tal como Él Mismo lo ha dispuesto. 4Y así como Su
compleción se une a Él, del mismo modo Él se unirá a ti que te completas al
unirte a Él y al Él unirse a ti.
7. Después de haberte preparado, lee simplemente cada
una las dos ideas que se han asignado para el repaso de ese día. 2Luego
cierra los ojos y repítelas lentamente para tus adentros. 3No hay
prisa ahora, pues estás utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. 4Deja
que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado, tal como se te
ha dado a ti a través de Su Voz. 5Deja que cada idea que repases ese
día te conceda el regalo que Él ha depositado en ella para que tú lo recibas de
parte de Él. 6Y no
utilizaremos en nuestra práctica otro formato que éste.
8. Cada vez que el reloj marque la hora, trae a la
mente el pensamiento con el que comenzó el día y pasa un momento de recogimiento
con él. 2Luego repite las dos ideas correspondientes a ese día sin
ninguna sensación de premura, con tiempo suficiente para que puedas ver los
regalos que encierran para ti, y deja que se reciban allí donde se dispuso que
fuesen recibidos.
9. No vamos a añadir otros pensamientos, sino que
dejamos que estos mensajes sean lo que realmente son. 2No
necesitamos otra cosa que esto para que se nos dé felicidad y descanso, eterna
quietud, perfecta certeza y todo lo que nuestro Padre dispone que recibamos
como nuestra herencia de parte de Él. 3Y concluiremos cada día de práctica a lo largo de
este repaso tal como lo comenzamos, repitiendo en primer lugar el pensamiento
que hizo de ese día una ocasión especial de bendición y felicidad para
nosotros, y que, mediante nuestra fe, sustituyó en el mundo la luz por la oscuridad, el gozo por los
pesares, la paz por el sufrimiento y la santidad por el pecado.
10. Dios te da las gracias a ti que practicas de esta
manera el cumplimiento de Su Palabra. 2Y cuando expongas tu mente de nuevo a las ideas del
día antes de irte a dormir, Su gratitud te envolverá en la paz en la que Su
Voluntad dispone que estés para siempre, y que ahora estás aprendiendo a
reivindicar como tu herencia.
LECCIÓN 142
Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.
(123)
Gracias Padre por los regalos que me has concedido.
(124)
Que no me olvide de que soy uno con Dios.
¿Qué me enseña esta
lección?
(123) Gracias Padre por los regalos que me has concedido.
¿Qué hijo no estaría agradecido al Ser que le ha dado la Existencia?
¿Qué Padre abandona a su hijo a su suerte?
¿Qué Padre no alimenta y protege a su descendencia?
Tan sólo los estados demenciales, son capaces de enturbiar la feliz alianza de un hijo y un padre.
Nuestra mente, nuestro corazón, deben, al unísono, exclamar con plena certeza y confianza, que Somos Hijos de Dios, herederos legítimos de nuestro Hacedor y gozamos de su Perfección y de su Plenitud.
¿Qué regalos le ofreces y compartes con tus hijos?
Todas nuestras creaciones son nuestros hijos, ¿Cómo nos relacionamos con ellas?
(124) Que no me olvide de que soy uno con Dios.
El olvido de que somos Uno con Dios, nos ha llevado a la falsa creencia de que estamos separados de la Fuente de la Creación.
El olvido de que somos Uno con Dios, ha dado lugar al miedo y hemos identificado el Rostro de nuestro Creador, con el temeroso rostro del Rigor.
El olvido de que somos Uno con Dios, nos ha llevado a sentirnos indignos; pecadores; culpables, merecedores del castigo redentor; merecedores del sufrimiento y del dolor.
El olvido de que somos Uno con Dios, nos hizo creer que habíamos perdido nuestra inocencia y de que ya no éramos merecedores de la Protección de nuestro Padre.
Pero hoy, hemos recuperado la memoria de lo que Somos; hemos despertado del largo sueño que nos ha mantenido fieles a creencias erróneas. Hoy soy consciente de que Soy como Dios me Creó: Perfecto; Pleno; Dichoso y Feliz.
¿Cómo te sientes al ser consciente de que eres Hijo de Dios?
¿Cómo afrontarás la vida, ahora que eres consciente de lo que eres?
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