
5. Pide con fervor. 2No tienes que estar seguro de que lo que estás pidiendo es lo único que deseas. 3Mas cuando lo hayas recibido sabrás que estás en posesión del tesoro que siempre anhelaste. 4¿Por qué otra cosa ibas a querer intercambiarlo? 5¿Qué podría inducirte ahora a dejarlo desaparecer de tu extática visión? 6Pues verlo te demuestra que has cambiado tu ceguera por los ojos videntes de Cristo, y que tu mente ha decidido abandonar la negación y aceptar el Pensamiento de Dios como tu herencia.
¿Qué me enseña esta lección?
La Mente que ha llegado a gozar de un solo instante Santo, jamás podrá negar el Pensamiento de Dios, pues esa Mente ha sido Una con la Mente de Dios.
Ningún placer que hayas podido satisfacer en el mundo fabricado por el ego, se aproxima a la inmensa felicidad que experimentas cuando conectas con el Pensamiento de Dios. Ese Pensamiento no es diferente a lo que Somos, es más Somos únicamente ese Pensamiento de Dios.
El tiempo y el espacio desaparecen. Es un instante en el que nos fundimos con la eternidad. Es un reconocimiento de lo que siempre hemos sido. Es un reencuentro con lo que Somos. Es un retorno al Edén, ese hogar del que nos creímos escindidos.
¿Cómo podemos negar el Pensamiento de Dios? ¿Acaso vamos a negar nuestra propia identidad?
Esa negación tan sólo es posible cuando el ego defiende su falsa creencia en la separación. Cuando se ha identificado con el cuerpo físico, al que culpa de todas sus iniciativas y al que castiga con la intención de redimirse.
Hoy es el ahora en el que me fundo plenamente con el Pensamiento que me ha Creado, con mi única y verdadera identidad.
Ejemplo-Guía: "No busques fuera de ti la solución a tus
problemas"
La enseñanza de esta Lección va directa a la causa que da lugar a todo efecto, a la mente. Me gustan las lecciones que van directa a la mente, pues me permite ver las cosas de manera diferente. Me permite modificar las falsas creencias, al tiempo que me ofrece una nueva perspectiva de la verdad.
Estamos, desde mi punto de vista, ante una de las lecciones más potentes, desde el punto de vista transformador. A todos nos inquieta, llegado un punto, la misma pregunta, ¿qué debo hacer para que mi vida cambie, para encontrar la paz y la felicidad?
En el desarrollo del ejemplo-guía de la lección de ayer, ya puse de manifiesto el potencial de la Visión Crística a la hora de conducirnos a la experiencia verdadera, a la percepción verdadera de la vida, es decir, ver con los ojos del Amor, nos conduce directamente a la dicha.
Hoy se nos revela, la causa por la que negamos esa visión liberadora: la negación del Pensamiento de Dios.
¿Cómo nos comportaríamos si tuviésemos la certeza de que somos el Pensamiento de Dios? ¿Cómo nos comportaríamos si reconociésemos que somos tal y como nos ha creado? ¿Cómo nos relacionaríamos con el mundo si en vez de un cuerpo, nuestra identidad fuese eterna?
Os invito a realizar ese ejercicio de reflexión. Resulta interesante. Tendríamos que imaginar un mundo donde no existiese el miedo, donde no tuviésemos otro deseo que ser tal y como somos. Sería un mundo sin apegos; un mundo donde imperaría la visión de la unidad y el reconocimiento de la inocencia y de la impecabilidad en cada uno de nosotros.
Os imagináis una existencia donde el ataque no tuviese lugar; donde no se viese la necesidad de protegerse, porque no existiese el temor al dolor, al sufrimiento, a la ira, al rencor, a la enfermedad, a la muerte.
En esa visión, tendríamos la certeza de que nada externo a nosotros podría
tener el poder para decidir nuestro destino, pues nuestro destino tan sólo
tiene un camino Ser el Hijo de Dios, compartiendo nuestra naturaleza amorosa
con el resto de la Filiación.
¿Quién de nosotros no está dispuesto a pagar lo que fuese por conseguir el
método perfecto que nos permita hacer siempre lo que ha de aportarnos la
salvación, la felicidad y la paz?
El error, hasta ahora, nos ha llevado a buscar fuera esa varita mágica que ha de transformarnos. Pero no existe ese "fuera", ni existe esa "varita mágica", pues lo que buscamos, ya lo tenemos, mejor dicho, ya lo somos. Tan solo tenemos que recordar dónde se encuentra y hacer uso de él. Lo que buscamos, es lo que Somos, el Pensamiento de Dios.
Reflexión: El Pensamiento de Dios te creó. Y no te ha abandonado, ni tú has estado nunca
separado de él ni siquiera por un instante. ¿Por qué sufres?
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