jueves, 12 de junio de 2025

Capítulo 21. II. Somos responsables de lo que vemos (1ª parte).

II. Somos responsables de lo que vemos (1ª parte).

1. Hemos repetido cuán poco se te pide para que aprendas este curso. 2Es la misma pequeña dosis de buena voluntad que necesi­tas para que toda tu relación se transforme en dicha; el pequeño regalo que le ofreces al Espíritu Santo a cambio del cual Él te da todo, lo poco sobre lo que se basa la salvación, el pequeño cambio de mentalidad por el que la crucifixión se transforma en resurrec­ción. 3puesto que es cierto, es tan simple que es imposible que no se entienda perfectamente. 4Puede ser rechazado, pero no es ambiguo. 5Y si decides oponerte a ello, no es porque sea incom­prensible, sino más bien porque ese pequeño costo parece ser, a tu juicio, un precio demasiado alto para pagar por la paz.

La afirmación que da título a este apartado no es aceptada por el sistema de pensamiento del ego. Resulta incómodo reconocer que los hechos desagradables con los que la vida nos depara han sido creados por nosotros. Nos negamos a creer que somos los responsables de las desgracias que experimentamos. ¿Cómo voy a ser yo el culpable de que padezca una enfermedad terminal? ¿Cómo voy a aceptar que he sido yo el que ha deseado ser violado? ¿Cómo voy a admitir que he sido yo el que he elegido ser agredido y humillado?

Llevo años dedicado a facilitar la comprensión de las enseñanzas espirituales. Es una pasión que comparto por voluntad propia y que forma parte de mi manera de ser. Gracias a esta dedicación he podido comprobar la resistencia que tenemos para aceptar nuestra responsabilidad en aquellas vivencias que catalogamos como negativas. Buscamos ayuda, orientación sobre aquello que nos hace infelices y cuando la respuesta que recibimos es hacernos conscientes de nuestra participación en aquello que experimentamos, decidimos abandonar al instructor y buscar una respuesta diferente que no nos haga ver la realidad, la verdad.

Estoy totalmente de acuerdo con lo que Jesús nos dice en el comienzo de este punto. Es muy poco lo que se nos pide para aprender este curso. Se nos pide una pequeña dosis de buena voluntad para que todo nuestro dolor se transforme en dicha. Hemos tenido ocasión de advertir a lo largo del estudio que estamos realizando de las enseñanzas del curso que la voluntad es el "Principio" que llevó al Padre a crearnos. Cuando Su Voluntad se unió al Amor, tuvo lugar la Creación de la Filiación. Como Hijos de Dios hemos sido creados a Su imagen y semejanza, por lo que nosotros hemos heredado ese Principio de la Voluntad y la esencia del Amor.

La Voluntad es el impulso primigenio de todo acto creador. Cuando la voluntad se orienta hacia el amor, hacia la unidad, su producto es la creación de lo eterno. Cuando la voluntad se orienta hacia el deseo de ser especial, hacia la separación, su producto es la fabricación de la ilusión, de lo temporal.

2. Esto es lo único que tienes que hacer para que se te conceda la visión, la felicidad, la liberación del dolor y el escape del pecado. 2Di únicamente esto, pero dilo de todo corazón y sin reservas, pues en ello radica el poder de la salvación: 

3Soy responsable de lo que veo.

4Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar.

5todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí. 

6No te engañes por más tiempo pensando que eres impotente ante lo que se te hace. 7Reconoce únicamente que estabas equi­vocado, y todos los efectos de tus errores desaparecerán.

¿Consideras que es una excesiva exigencia para tu mente reconocer que eres responsable de lo que ves? No te precipites a la hora de dar una respuesta. No permitas que tu mente indague en imágenes del pasado que enturbien tu lucidez. Mira la pregunta y respóndete si realmente crees que lo que ocurre en tu vida no es tal y como es y no como tú interpretas que es. Lo que es verdad para ti debe serlo igualmente para mí; si no fuese así, no sería verdad. La verdad no puede cambiar. O es verdad o no lo es, pero no puede ser un poquito verdad dependiendo de cómo la interpretemos.

Mira desde la sinceridad y desde la coherencia. Mira lo que ocurre en tu vida y pregúntate si lo que estás viendo no es responsabilidad tuya. Eres tú quien lo está viendo. Eres tú quien lo está interpretando. Eres tú quien lo juzga. Tal vez saber que la semilla para dar sus frutos debe ser sembrada te ayude a comprender que esa semilla necesita de alguien cuyo acto de voluntad sea lo que lo lleve a realizar el papel de sembrador. 

La semilla cuando se encuentra dentro de la tierra no es visible a nuestros ojos. Se nos antoja que se mantiene oculta y corremos el riesgo de olvidar que un día fue sembrada. Sin embargo, llegará un momento, siguiendo su ciclo de vida, que brotará de la tierra, enraizada en ella, y crecerá externamente. ¿Ha aparecido de la nada? ¿Has olvidado que fuiste tú el que la sembró? ¿Por qué te asombras ahora de que te muestre su apariencia? ¿No es lo que tú esperabas? ¿Decidirás arrancarla de cuajo o esperarás a que te ofrezca sus frutos? No importa lo que hagas, siempre y cuando reconozcas tu autoría en el proceso de su crecimiento. 

Si has estado buscando la fórmula mágica que te libere de todos tus pesares, aquí la tienes:

Eres responsable de lo que ves. Elige los sentimientos que quieres experimentar. Tú eres el creador.

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