martes, 16 de abril de 2024

Capítulo 7. IV. La curación como reconocimiento de la verdad.

 IV. La curación como reconocimiento de la verdad.

1. La verdad sólo puede ser reconocida y necesita únicamente ser reconocida. 2La inspiración procede del Espíritu Santo, y la cer­teza de Dios, tal como lo estipulan Sus leyes. 3Ambas cosas, por lo tanto, proceden de la misma Fuente, porque la inspiración pro­cede de la Voz que habla en favor de Dios, y la certeza, de las leyes de Dios. 4La curación no procede directamente de Dios, Quien sabe que Sus creaciones gozan de perfecta plenitud. 5Aun así, la curación sigue siendo parte del ámbito de Dios porque procede de Su Voz y de Sus leyes. 6Es el resultado de éstas, en un estado mental que no conoce a Dios. 7Ese estado le es desconocido a Él, y, por lo tanto, no existe, pero aquellos que duermen no son cons­cientes. 8Puesto que no son conscientes, no saben nada.

Jesús, a través del mensaje que recoge este punto, pone énfasis en la condición de Dios, la verdad y Sus leyes, y cuando se refiere a la curación, deja muy claro que, en el mundo de Dios, donde se goza de la perfecta plenitud, la curación no existe como estado mental, pues la Perfección no contempla la necesidad de ser curado. Sin embargo, la Voz que habla por El, es decir, la Voz del Amor, El Espíritu Santo, el Estado Mental Uno, sí tiene la cualidad de curar cuando su único Propósito es restablecer en el Hijo de Dios, la percepción correcta y la mente recta. 

Cuando conseguimos ver con los ojos del Espíritu Santo, alcanzamos a intuir la verdad, es reconocida, gracias a la inspiración que nos brinda la Mente Recta.

2. El Espíritu Santo tiene que operar a través de ti para enseñarte que Él mora en ti. 2Es éste un paso intermedio encaminado al conocimiento de que tú estás en Dios porque formas parte de Él. 3Los milagros que el Espíritu Santo inspira no pueden entrañar grados de dificultad porque todas las partes de la creación son de un mismo orden. 4Ésa es la Voluntad de Dios y la tuya. 5Las leyes de Dios así lo estipulan, y el Espíritu Santo te lo recuerda. 6Cuando curas, estás recordando las leyes de Dios y olvidándote de las del ego. 7Dije anteriormente que olvidar es simplemente una forma de recordar mejor. 8Olvidar, por lo tanto, cuando se percibe correctamente, no es lo opuesto a recordar. 9Si se percibe incorrectamente, da lugar a una percepción que está en conflicto con alguna otra cosa, como ocurre con toda percepción inco­rrecta. 10Mas si se percibe correctamente, puede usarse como un medio para escapar del conflicto, como ocurre con toda percep­ción correcta.

Como Hijos de Dios, somos parte de Él, y por ello, somos portadores de sus mismas cualidades y atributos. Somos portadores de Amor y tenemos el poder de crear a través del uso de la Voluntad. Sin embargo, el Hijo de Dios, en el uso de esos atributos, ha creado un realidad falsa, al no gozar de la cualidad del Amor.

El Espíritu Santo, como parte de Dios, es parte, igualmente, del Hijo de Dios, por lo tanto, siempre está con nosotros. Pero, para ser oído, es necesario que la mente errada del Hijo de Dios, olvide su falsa creación y recuerde la Creación Única y Verdadera. 

Toda creación que no tenga como esencia el Amor, es una falsa creación y no estará inspirada por la Voz del Espíritu Santo.

3. El ego no quiere enseñarle a nadie lo que ha aprendido, pues eso sería contrario a su propósito. 2Por lo tanto, no aprende nada en absoluto. 3El Espíritu Santo te enseña a usar lo que el ego ha fabricado a fin de enseñarte lo opuesto a lo que el ego ha "apren­dido”. 4Lo que el ego ha aprendido es tan irrelevante como la facultad particular que utilizó para aprenderlo. 5Lo único que tienes que hacer es esforzarte por aprender, pues el Espíritu Santo tiene un objetivo unificado para tus esfuerzos. 6Si se apli­can diferentes facultades a un solo objetivo durante un período de tiempo lo suficientemente largo, las facultades en sí se unifi­can. 7Esto se debe a que se canalizan en una sola dirección, o de la misma manera. 8En última instancia, pues, todas contribuyen a un mismo resultado, y, en virtud de ello, se pone de relieve lo que tienen en común en vez de sus diferencias.

El ego no aprende, sencillamente, porque no quiere compartir, expandir, lo que sabe. Sus argumentos mentales, sus creencias, le lleva a no creer en la unidad, y al pensamiento erróneo, de que cuando dan pierden lo que dan.

De este modo, el ego, no podrá aprender. El Espíritu Santo, nos enseña a usar lo que el ego ha fabricado, y utiliza el concepto tiempo para hacernos comprender que aquello que ya somos, debe ser recordado y para ello se requiere de esfuerzo continuado en el propósito de aprendizaje.

4. Todas las capacidades deben entregársele, por lo tanto, al Espí­ritu Santo, Quien sabe cómo usarlas debidamente. 2Las usa exclu­sivamente para curar porque únicamente te conoce en tu plenitud. 3Al curar aprendes lo que es la plenitud, y al aprender lo que es la plenitud, aprendes a recordar a Dios. 4Te has olvidado de Él, pero el Espíritu Santo entiende que tu olvido tiene que ser transfor­mado en una forma de recordar.

Curar es reconocer en el otro el estado de Unidad que los lleva a experimentar su hermandad. Es por ello, que este punto nos recuerda, que al curar aprendemos lo que es la plenitud y al aprender lo que es la plenitud aprendemos a recordar a Dios.

5. El objetivo del ego es tan unificado como el del Espíritu Santo, y por ello sus respectivos objetivos jamás podrán reconciliarse en modo alguno ni desde ningún punto de vista. 2El ego siempre trata de dividir y separar. 3El Espíritu Santo, de unificar y curar. 4A medida que curas, eres curado, ya que el Espíritu Santo no ve grados de dificultad en la curación. 5Curar es la manera de desva­necer la creencia de que existen diferencias; al ser la única manera de percibir a la Filiación como una sola entidad. 6Esta percepción, por lo tanto, está en armonía con las leyes de Dios; aun cuando tiene lugar en un estado mental que no está en armonía con el Suyo. 7La fuerza de la percepción correcta es tan grande que pone a la mente en armonía con la Mente de Dios, pues se encuentra al servicio de Su Voz, la cual mora en todos vosotros.

Este punto viene a reafirmar lo que ya hemos dicho en los puntos anteriores. Mientras que el error que da lugar al estado mental llamado ego es la creencia en la separación y ello da lugar a la percepción falsa, a la enfermedad, el Espíritu Santo o estado de la mente recta, lo que trata es de unificar, es decir, de curar, lo que da lugar a la percepción correcta.

6. Pensar que puedes oponerte a la Voluntad de Dios es un ver­dadero desvarío. 2El ego cree que puede hacerlo y que puede ofrecerte su propia "voluntad" como regalo. 3Mas esa voluntad no te interesa. 4No es un regalo. 5No es nada en absoluto. 6Dios te ha dado un regalo que simultáneamente tienes y eres. 7Cuando no lo usas, te olvidas de que lo tienes. 8Al no recordarlo, no sabes lo que eres. 9Curar, por consiguiente, es una manera de abordar el conocimiento pensando de acuerdo con las leyes de Dios y reco­nociendo su universalidad. 10Sin este reconocimiento, haces que esas leyes no signifiquen nada para ti. 11Aun así, Sus leyes siguen teniendo sentido, ya que encierran todo el significado que existe, el cual está contenido en ellas.

Si nuestra mente nos lleva a la creencia de que estamos separados de nuestros hermanos, lo que verdaderamente estamos haciendo es reconocer que no conocemos nuestra verdadera identidad. 

7. Busca primero el Reino de los Cielos porque ahí es donde las leyes de Dios operan verdaderamente, y no pueden sino operar verdaderamente porque son las leyes de la verdad. 2Pero busca sólo eso, puesto que no puedes encontrar nada más. 3No hay nada más. 4Dios es el Todo de todo en un sentido muy literal. 5Todo ser existe en Él, que es todo Ser. 6Por lo tanto, tú existes en Él, ya que tu Ser es el Suyo. 7Curar es una manera de olvidar la sensación de peligro que el ego ha sembrado en ti, al no reconocer la existencia de éste en tu hermano. 8Esto refuerza al Espíritu Santo en ambos porque significa que te has negado a darle validez al miedo. 9El amor sólo necesita esta invitación. 10El amor llega libremente a toda la Filiación, al ser lo que la Filiación es. 11Cuando despiertas al amor, estás simplemente olvidando lo que no eres, 12lo cual te capacita para recordar lo que sí eres.

Estamos tan identificados con la manera de pensar del ego; estamos tan imbuidos en las normas, leyes, costumbres, hábitos, fabricadas por el estado mental del ego, basado en que no somos uno, que nos resulta muy difícil ver otras posibilidades, que en el fondo añoramos, que sin duda nos librarían de experimentar tanto sufrimiento y dolor.

El papel del Espíritu Santo en nuestras confundidas mentes, es paciente. Tiene plena confianza en que alcanzaremos a recordar lo que somos y con ello, el abordaje de una nueva percepción que nos llevará a olvidar al ego y a recordar al Ser Divino que somos.

Buscar primero el Reino de los Cielos es el camino que Jesús nos brinda, sencillamente, porque ahí es donde las leyes de Dios -las del Amor- operan verdaderamente, porque forman parte de la verdad.

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