miércoles, 2 de marzo de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Tauro (XI)

LA NEGACION DE PEDRO

66 Estando Pedro abajo, en el atrio, llegó una de las siervas del pontífice, 67 y viendo a Pedro a la lumbre, fijo en el sus ojos y le dijo: Tú también estabas con el Nazareno, con Jesús 68 El negó, diciendo: Ni se ni entiendo lo que tu dices. Salió fuera al vestíbulo y cantó el gallo. 69 Pero la sierva viéndole, comenzó de nuevo a decir a los presentes: Este es de ellos. 70 Él de nuevo negó, y, pasando un poco, otra vez los presentes decían a Pedro: Efectivamente, tú eres de ellos, porque eres galileo. 71 Pero él se puso a maldecir y a jurar: No conozco a ese hombre que vosotros decís. 72 Y al instante, por segunda vez cantó el gallo. Se acordó Pedro de la palabra que Jesús le había dicho: Antes de que el gallo cante dos veces, tú me negaras tres, y rompió a llorar.

Podríamos considerar este pasaje como un intento por parte del cronista de rendir testimonio a Pedro, el máximo representante de los doce discípulos; tanto más, en cuanto se cree que el evangelio de Marcos fue inspirado por Pedro. Sin embargo, llama la atención el comprobar que este pasaje no es un incidente que interesara tan solo a este evangelista, sino que se recoge por el resto de los cronistas del Nuevo Evangelio. Por lo tanto, tendremos que trascender la idea de que el pasaje se refiera a una anécdota personal del Pedro-hombre. Estaríamos más acertados si lo enfocáramos como el Arquetipo que este personaje está representando y su aportación a los Trabajos de la última hora.

Analicémoslo detenidamente. En primer lugar, llama la atención la clave que nos aporta Marcos diciéndonos que Pedro se encontraba abajo, en el atrio.

El atrio, es un patio interior. ¿Por qué nos sitúa a Pedro en este lugar concretamente? Con este mensaje, nos refiere el autor la condición anímica en la que nos encontramos. El representante del Elemento Tierra, Pedro, se sitúa en el atrio, en el interior, esto es, en la faceta interiorizadora de Tauro. En esa situación, el Capricornio, servidor de la Nueva Consciencia, se encuentra con el sirviente de la vieja personalidad, del pontífice. Ese encuentro es en cierta medida cómico. La acusación de lo viejo hacia lo nuevo es un reconocimiento de lo que estamos construyendo. No puede pasar desapercibido. Llegado este punto, hemos cambiado. Nuestras obras ya son diferentes; ya no somos quienes éramos; nuestras acciones son de otro orden; nuestro rostro es conocido, pero a pesar de haber avanzado hasta este importante nivel, nuestro Capricornio no tiene aun fortaleza interna como para afirmar que Él es discípulo del Maestro.

En cambio, se esconde, se niega a si mismo, a su obra, a sus edificaciones. Con ese gesto se pone al servicio del mundo antiguo, aun llevando en si mismo el nuevo germen, el nuevo brote. Esto que decimos, es lo que ha sucedido a niveles colectivos en la evolución del cristianismo. El impulso que lo mueve, su filosofía, transciende y ha transcendido cualquier otro movimiento religioso. Sin embargo, llegado el momento de hacer un mundo tangible donde el espíritu del cristianismo sea una realidad, se han forjado fórmulas que han creado una imagen falsa del verdadero Ideal. Así, la Iglesia, representada institucionalmente por Pedro-Capricornio como guardián de las llaves del cielo, no ha sabido dar expresión al poder del espíritu, no ha sabido cultivar la semilla del amor en todos los hombres. Lo que si ha hecho, es llevar esa semilla allí donde la tierra aún no estaba preparada para ser abonada.

Pero no es mi intención juzgar un proceso en el que todos hemos participado. El propósito es descubrir esa negación de Pedro en nosotros; que nos cuestionemos, ¿cuándo estamos negando nuestra verdadera personalidad? El canto del gallo, es la aportación de Aries, el Yo Espiritual, el Yo Divino. ¿Cuándo estamos negando al verdadero Ser que nos da la vida?

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