32. Vasariah (Dios justo)
Nombre Sagrado: Vav-Shin-Reish-Yod-He.
Por su vinculación
sefirótica con la Esfera
de Hesed, donde expresa las cualidades
de Yesod-Luna-Fundamento, extrae la condición que le permite ser portador de la
esencia llamada Clemencia, cualidad que formará parte de la expresión de
nuestro Poder Emocional.
Las aportaciones del Ángel Vasariah,
son las siguientes:
- Socorro contra
los que nos atacan en justicia.
- Ayuda del Rey y
gracia en los recursos que se dirigen al poder.
- Facilidades en
lo relacionado con la justicia y la nobleza.
- Una buena
memoria, facilidad de palabra, amabilidad y modestia.
- Combate las
malas cualidades de cuerpo y de alma.
Si analizamos las
características de los Centros que intervienen en la Fuerza Angélica
llamada Seheiah, comprenderemos las cualidades que le han sido asignadas.
Al igual que ocurría con el
Ángel Seheiah, analizado en el capítulo anterior, Vasariah, ejerce su hegemonía
en la Esfera de Hesed, que como ya vimos representa la Gracia Divina.
Advertíamos, al referirnos a
Hesed como el fruto de la Voluntad Emanada por Kether, que dicho Séfira nos
llevaba a sentirnos poseedores de un inmenso Poder. Fue ese estímulo el que nos
llevó a despertar a la individualidad y a identificarnos con el aspecto
material del Yo.
A partir de ese momento,
nuestro Hesed interno, nos impulsa a imitar a nuestro creador, pero lo hace
desde la percepción del ego o yo material, y mientras que la labor creadora de
Jehová, se basaba en el cumplimiento de las Leyes Cósmicas Yod-He-Vav-He; la
labor creadora del hombre individualizado se basaba en el cumplimiento de la
voz de sus emociones: Yo Deseo.
Ya hemos referido, no vamos
a extendernos en ello, que el proceso de toma de conciencia individual de la
humanidad, dio lugar a fabricar un estado de conciencia separado de la
divinidad. En el proceso de aprendizaje, el Amor fue sustituido por el Rigor. La Paz fue sustituida por la culpa y la
salud por la enfermedad.
A primera vista, cuando nos
acercamos a las cualidades del Programa de este Ángel, podemos pensar que no
tiene atribuciones que lo relacione con la curación. Pero no es así. Debemos
prestar atención a la esencia que de destila de la labor conjunta de
Hesed-Yesod.
La clave nos la aporta las
cualidades de Yesod, que situándose en la antesala del Mundo Manterial, se
convierte en la matrona cósmica, con capacidad para “parir” el contenido que
los demás Séfiras le han transmitido. Yesod, aporta a la Obra, la capacidad cristalizadora para que ésta adquiera una forma tangible. Este centro se especializa en
crear la “imagen” de lo que va a manifestarse a niveles materiales. Actúa como
un espejo, reflejando las cualidades de los demás Centros.
En este caso, nos refleja
las cualidades de Hesed-Gracia Divina. Dicha cualidad ha ido descendiendo a
través de los demás Séfiras y al llegar a la Esfera de Yesod-Formación, adopta el
aspecto de Clemencia.
Podemos decir, que esta
cualidad del alma, es un atributo propio del Poder heredado de la Divinidad.
Nos sentimos portadores del Fuego (Kether) y hemos permitido que esa Espíritu
de Unidad penetre e ilumine nuestras emociones. Se produce una exaltación de la
naturaleza emotiva y sentimos el anhelo de llevar la Gracia Divina hasta sus
últimas consecuencias, hacia los asuntos mundanos, donde Hesed adopta el rostro
de la Justicia.
¿Pero qué ocurre, si nuestro
Hesed ha ahogado en sus Aguas internas la Luz-Fuego del que es portador?
Yesod reflejará un rostro
engreído, vehemente, arrogante, abusivo, presuntuoso, materialista, un rostro
que expresará las malas cualidades del cuerpo y del alma, pues sus excesos, le llevará al agotamiento y al desgaste de las energías vitales.
Es ahí donde interviene
Vasariah, aportando la cualidad esencial de la Clemencia. ¿Pues acaso, la
enfermedad no es el efecto causado por la violación de las Leyes Cósmicas?
Cuando cometemos excesos,
nuestra conciencia, generalmente, nos lleva a un estado de culpabilidad, pues
reconocemos los efectos de nuestros actos y nos arrepentimos de ellos. Puede
ocurrir, de hecho ocurre, que el peso de la culpa sea tan grande que nos
mantenga en un estado de precariedad anímica, llevándonos a creer que somos merecedores del castigo. No hay que olvidar que Hesed-Júpiter lo hace todo a lo
grande, para lo bueno, como para lo menos bueno.
La Clemencia, cuando somos
juzgados, externamente o internamente, es el antídoto para salir de esa
situación de precariedad. Si nos fijamos en la aplicación de esta cualidad a
niveles sociales, reconoceremos que brilla por su ausencia. A niveles internos,
ocurre igual. Nos cuesta aplicarnos clemencia, cuando somos víctimas de nuestro
propio rigor.
Vasariah actúa especialmente
en aquellas personas que se entregan en el desarrollo de su
espiritualidad. Desarrollan un elevado sentido de la perfección. Se dejan guiar
por el idealismo, por sus elevadas aspiraciones. Ocurre, que cuando no están a
la altura de sus expectativas espirituales, se autocastigan y favorece la
aparición de la enfermedad.
Es importante que estas
personas aprendan a ser Clementes consigo mismo. Cuando lo consiguen, aprenden a ser mucho más justos y sus cuerpos se lo agradece.
¿Clemencia?
La Clemencia se la atribuye,
generalmente, a la aplicación de la Justicia. Habría que preguntarse qué es ser
“Justo”. Desde el punto de vista espiritual, “hacer justicia”, significa
permitir que un impulso determinado alcance su estadio de plena plasmación en
el mundo material. Esa es la aportación de Yesod: cristalizar los impulsos
emanados del resto de los Centros.
Debemos reflexionar
detenidamente sobre este aspecto, pues podemos caer en la cuenta, de que no
somos justos con nosotros mismos pues, nos dedicamos a emprender iniciativas y
las abandonamos a la primera de cambio, cuando ya estamos abordando una nueva.
Este sentido de “hacer
justicia” lo podemos aplicar a todos los aspectos de nuestra vida, el mental,
el emocional y el físico.
Preguntémonos, ¿culminamos
nuestros proyectos mentales? ¿Somos fieles a nuestros compromisos emocionales?
¿Somos responsables de nuestros actos?
Un triple Sí, nos situaría
en la condición de “hombres justos”. Lo contrario, nos lleva a ser conscientes de
nuestra propia injusticia y, si en nuestro interior no existe justicia, ¿cómo
podemos encontrarla fuera? ¿Cómo podemos juzgar al mundo de injusto?
Es el momento de dar un paso
hacia delante y abordar la justicia en su plenitud. Debemos recordar siempre,
que es preferible completar el ciclo, es decir, “hacer justicia” a
nuestras iniciativas pues, si al final comprobamos que nos hemos equivocado,
para eso está la Clemencia, para perdonarnos e iniciar un nuevo camino.
¡Qué la Luz sea contigo!
Si deseas comunicarte con Vasariah,
te dejo un enlace donde comparto la
Plegaria y Exhorto elaborada, de una manera inspirada, por
Kabaleb.
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