lunes, 2 de julio de 2018

Ángeles Sanadores: Vasariah (Dios Justo)

32. Vasariah (Dios justo)

Nombre Sagrado: Vav-Shin-Reish-Yod-He.

Vasariah pertenece al Coro de los Dominaciones, Ángeles al servicio del Séfira Hesed-Gracia Divina.
Por su vinculación sefirótica con la Esfera de Hesed, donde expresa las  cualidades de Yesod-Luna-Fundamento, extrae la condición que le permite ser portador de la esencia llamada Clemencia, cualidad que formará parte de la expresión de nuestro Poder Emocional.

Las aportaciones del Ángel Vasariah, son las siguientes:

  • Socorro contra los que nos atacan en justicia.
  • Ayuda del Rey y gracia en los recursos que se dirigen al poder.
  • Facilidades en lo relacionado con la justicia y la nobleza.
  • Una buena memoria, facilidad de palabra, amabilidad y modestia.
  • Combate las malas cualidades de cuerpo y de alma.
Si analizamos las características de los Centros que intervienen en la Fuerza Angélica llamada Seheiah, comprenderemos las cualidades que le han sido asignadas.

Al igual que ocurría con el Ángel Seheiah, analizado en el capítulo anterior, Vasariah, ejerce su hegemonía en la Esfera de Hesed, que como ya vimos representa la Gracia Divina.
Advertíamos, al referirnos a Hesed como el fruto de la Voluntad Emanada por Kether, que dicho Séfira nos llevaba a sentirnos poseedores de un inmenso Poder. Fue ese estímulo el que nos llevó a despertar a la individualidad y a identificarnos con el aspecto material del Yo.
A partir de ese momento, nuestro Hesed interno, nos impulsa a imitar a nuestro creador, pero lo hace desde la percepción del ego o yo material, y mientras que la labor creadora de Jehová, se basaba en el cumplimiento de las Leyes Cósmicas Yod-He-Vav-He; la labor creadora del hombre individualizado se basaba en el cumplimiento de la voz de sus emociones: Yo Deseo.

Ya hemos referido, no vamos a extendernos en ello, que el proceso de toma de conciencia individual de la humanidad, dio lugar a fabricar un estado de conciencia separado de la divinidad. En el proceso de aprendizaje, el Amor fue sustituido por el Rigor. La Paz fue sustituida por la culpa y la salud por la enfermedad.

A primera vista, cuando nos acercamos a las cualidades del Programa de este Ángel, podemos pensar que no tiene atribuciones que lo relacione con la curación. Pero no es así. Debemos prestar atención a la esencia que de destila de la labor conjunta de Hesed-Yesod.

La clave nos la aporta las cualidades de Yesod, que situándose en la antesala del Mundo Manterial, se convierte en la matrona cósmica, con capacidad para “parir” el contenido que los demás Séfiras le han transmitido. Yesod, aporta a la Obra, la capacidad cristalizadora para que ésta adquiera una forma tangible. Este centro se especializa en crear la “imagen” de lo que va a manifestarse a niveles materiales. Actúa como un espejo, reflejando las cualidades de los demás Centros.
En este caso, nos refleja las cualidades de Hesed-Gracia Divina. Dicha cualidad ha ido descendiendo a través de los demás Séfiras y al llegar a la Esfera de Yesod-Formación, adopta el aspecto de Clemencia.
Podemos decir, que esta cualidad del alma, es un atributo propio del Poder heredado de la Divinidad. Nos sentimos portadores del Fuego (Kether) y hemos permitido que esa Espíritu de Unidad penetre e ilumine nuestras emociones. Se produce una exaltación de la naturaleza emotiva y sentimos el anhelo de llevar la Gracia Divina hasta sus últimas consecuencias, hacia los asuntos mundanos, donde Hesed adopta el rostro de la Justicia.

¿Pero qué ocurre, si nuestro Hesed ha ahogado en sus Aguas internas la Luz-Fuego del que es portador?

Yesod reflejará un rostro engreído, vehemente, arrogante, abusivo, presuntuoso, materialista, un rostro que expresará las malas cualidades del cuerpo y del alma, pues sus excesos, le llevará al agotamiento y al desgaste de las energías vitales.

Es ahí donde interviene Vasariah, aportando la cualidad esencial de la Clemencia. ¿Pues acaso, la enfermedad no es el efecto causado por la violación de las Leyes Cósmicas?

Cuando cometemos excesos, nuestra conciencia, generalmente, nos lleva a un estado de culpabilidad, pues reconocemos los efectos de nuestros actos y nos arrepentimos de ellos. Puede ocurrir, de hecho ocurre, que el peso de la culpa sea tan grande que nos mantenga en un estado de precariedad anímica, llevándonos a creer que somos merecedores del castigo. No hay que olvidar que Hesed-Júpiter lo hace todo a lo grande, para lo bueno, como para lo menos bueno.

La Clemencia, cuando somos juzgados, externamente o internamente, es el antídoto para salir de esa situación de precariedad. Si nos fijamos en la aplicación de esta cualidad a niveles sociales, reconoceremos que brilla por su ausencia. A niveles internos, ocurre igual. Nos cuesta aplicarnos clemencia, cuando somos víctimas de nuestro propio rigor.

Vasariah actúa especialmente en aquellas personas que se entregan en el desarrollo de su espiritualidad. Desarrollan un elevado sentido de la perfección. Se dejan guiar por el idealismo, por sus elevadas aspiraciones. Ocurre, que cuando no están a la altura de sus expectativas espirituales, se autocastigan y favorece la aparición de la enfermedad.
Es importante que estas personas aprendan a ser Clementes consigo mismo. Cuando lo consiguen, aprenden a ser mucho más justos y sus cuerpos se lo agradece.

¿Clemencia?

La Clemencia se la atribuye, generalmente, a la aplicación de la Justicia. Habría que preguntarse qué es ser “Justo”. Desde el punto de vista espiritual, “hacer justicia”, significa permitir que un impulso determinado alcance su estadio de plena plasmación en el mundo material. Esa es la aportación de Yesod: cristalizar los impulsos emanados del resto de los Centros.
Debemos reflexionar detenidamente sobre este aspecto, pues podemos caer en la cuenta, de que no somos justos con nosotros mismos pues, nos dedicamos a emprender iniciativas y las abandonamos a la primera de cambio, cuando ya estamos abordando una nueva.
Este sentido de “hacer justicia” lo podemos aplicar a todos los aspectos de nuestra vida, el mental, el emocional y el físico.
Preguntémonos, ¿culminamos nuestros proyectos mentales? ¿Somos fieles a nuestros compromisos emocionales? ¿Somos responsables de nuestros actos?
Un triple Sí, nos situaría en la condición de “hombres justos”. Lo contrario, nos lleva a ser conscientes de nuestra propia injusticia y, si en nuestro interior no existe justicia, ¿cómo podemos encontrarla fuera? ¿Cómo podemos juzgar al mundo de injusto?

Es el momento de dar un paso hacia delante y abordar la justicia en su plenitud. Debemos recordar siempre, que es preferible completar el ciclo, es decir, “hacer justicia” a nuestras iniciativas pues, si al final comprobamos que nos hemos equivocado, para eso está la Clemencia, para perdonarnos e iniciar un nuevo camino.

¡Qué la Luz sea contigo!

Si deseas comunicarte con Vasariah, te dejo un enlace donde comparto la Plegaria y Exhorto elaborada, de una manera inspirada, por Kabaleb.

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