1. Tal vez aún no te hayas
percatado de que el ego ha urdido un plan para la salvación que se opone al de
Dios. 2Ese es el plan en el que crees. 3Dado que es lo
opuesto al de Dios; crees también que aceptar el plan de Dios en lugar del ego
es condenarte. 4Esto, desde luego, parece absurdo. 5Sin
embargo, una vez que hayamos examinado en qué consiste el plan del ego, quizá
te des cuenta de que, por muy absurdo que parezca, es ciertamente lo que crees.¿Qué me enseña esta lección?
El Plan de Dios para nuestra salvación está
basado en el Amor.
Se trata de un estado de Ser, no de una
emoción, ni de un sentimiento.
Cuando actuamos desde el ego, llegamos a
percibir emociones y sentimientos que nos acercan a la vibración del amor, pero
en la medida en que amamos lo externo, entendiendo que nos encontramos
separados de él, nuestro sentimiento no alcanza el potencial suficiente para
permitirnos alcanzar el éxito: Ser Uno.
Ese amor egoico es posesivo y está bajo la
influencia del miedo. Verdaderamente, aunque le llamamos amor, no lo es.
En efecto, el miedo original surge de la
percepción mental que nos lleva a sentirnos individuales y separados de nuestro
creador y de lo creado.
El Amor incondicional es el camino de la
salvación, en la medida en que está libre de miedo, de culpa y de resentimiento.
Hacer la Voluntad del Padre, es alcanzar
ese estado Pleno del Ser. Amar a nuestros hermanos es practicar la salvación.
Ejemplo-Guía: ¿Quién nos niega la salvación? ¿Quién nos niega la felicidad?
En la lección de ayer, veíamos como nada externo a nosotros puede salvarnos, ni nada
externo a nosotros puede brindarnos paz. Veíamos, igualmente, que nada
externo a nosotros nos puede hacer daño, perturbar nuestra paz o
disgustarnos en modo alguno. Entonces, ¿por qué nos lamentamos de que sean los
demás los que nos privan de la felicidad? ¿por qué queremos cambiar al mundo
para que éste nos sonría?
Verdaderamente, ¿quién
crees tú que te niega la salvación, la libertad, la felicidad?
Claro, esa visión te
llevará a querer cambiar los factores externos que has identificado como los
agentes culpables de tu desdicha. En la medida que esa creencia tome fuerza en
tu interior, decidirás militar en grupos radicales, o bien, ser un denunciante
anónimo que, sintiéndose víctima de las circunstancias, se conforma con
expresar su infelicidad, a través de la ira, del rencor, del resentimiento, del
ataque, del sufrimiento, de la enfermedad.
Por lo tanto, antes de
aspirar a la salvación es muy importante identificar los obstáculos que nuestra
mente fabrica y a los que da forma en el mundo de la percepción.
Hoy os invito a
realizar un ejercicio mental que os permita llevar a cabo dicha identificación.
El procedimiento inicial ha de favorecer un estado mental de quietud, para lo
cual debemos buscar un momento propicio en el podamos gozar de unos minutos de
meditación, de encuentro con uno mismo.
Cierra tus ojos y deja
fluir tus pensamientos sin aferrarte a ellos. Concéntrate en el ritmo
respiratorio y relaja todo tu cuerpo. Cuando hayas alcanzado un nivel de
relajación, dale la instrucción a tu mente para que busque en tu interior, a
aquellas personas y circunstancias que te impiden ser feliz, que te impiden
actuar sin libertad, que te impiden sentirte a salvo.
Muchas de esas
imágenes te llevarán a situaciones pasadas. En ellos, te encontrarás cara a
cara con tus resentimientos. Otras imágenes, parecerán hablarte del futuro, de
las inquietudes, de las expectativas no resueltas. Tan solo es una ilusión
basada en lo temporal. En verdad, el origen de esa visión se encuentra en el
recuerdo de situaciones pasadas que nos llevan a sentir un permanente temor
ante la posibilidad de que se repitan en el futuro.
Cuando hayas terminado
esa identificación, concéntrate un instante y pregúntate: ¿dónde se encuentran
las causas que nos llevan a sentirnos víctimas del mundo exterior? Ahora estás
frente a ellas. Están en tu mente, pues la sola imagen de la persona o el hecho
circunstancial que percibes, tan solo tiene vida si tú lo revives en tu mente. Te
darás cuenta, igualmente, de que siempre vemos a los demás como nosotros
creemos que son, pero nunca como son en realidad.
Entonces, si lo que
has considerado "enemigo", no se encuentra fuera, sino dentro
de ti, en tu mente, ¿dónde se encuentra el correctivo? Igualmente,
en tu mente. Ello nos invita a elegir de nuevo, y digo de nuevo, pues ya
habíamos elegido ver desde la opción de la dualidad, desde la opción de la
separación, o lo que es lo mismo, ver desde el miedo.
Ahora, tenemos la
opción de ver de otra manera. Elegimos servir al Plan de Salvación que nuestro
Padre ha dispuesto para nosotros. Tenemos la certeza de que ese Plan es el
único que tendrá éxito, pues ese Plan nos lleva a realizar nuestra única y
verdadera función en este mundo: perdonar y amar.
Reflexión: ¿Qué
plan de salvación sigues? ¿Te ha llevado alguna vez a ser feliz? ¿Por qué?

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