viernes, 12 de abril de 2024

Capítulo 6. V-C. Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.

 C. Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.

1. Hemos dicho anteriormente que el Espíritu Santo evalúa, y tiene que
hacerlo. 2El Espíritu Santo separa lo verdadero de lo falso en tu mente, y te enseña a juzgar cada pensamiento que dejas que se adentre en ella a la luz de lo que Dios puso allí. 3El Espíritu Santo, con vistas a reforzar el Reino en ti, 4conserva lo que está de acuerdo con esa luz, y acepta y purifica lo que está parcialmente de acuerdo con el Reino. 5Mas lo que está en completo desacuerdo lo rechaza juzgando contra ello. 6Así es como Él mantiene la per­fecta consistencia del Reino y su perfecta unificación. 7Recuerda, no obstante, que lo que el Espíritu Santo rechaza el ego lo acepta. 8Ello se debe a que ambos están en completo desacuerdo en rela­ción con todo, dado que están en completo desacuerdo con res­pecto a lo que tú eres. 9Las creencias del ego en torno a esta cuestión tan fundamental varían considerablemente, y ésta es la razón de que él suscite diferentes estados de ánimo. 10El Espíritu Santo nunca varía en este punto, y, por lo tanto, el único estado de ánimo que genera es uno de dicha. 11Él protege dicho estado rechazando todo lo que no lo fomenta, y así, sólo Él puede mante­nerte en un estado, de perfecta dicha.

El juicio del Espíritu Santo, no es condenatorio, si lo fuese estaría argumentando a favor del sistema de pensamiento del ego, cuyo juicio sí es condenatorio, pues se basa en la separación y en el miedo.

El juicio del Espíritu Santo es una evaluación de nuestra mente y separa los pensamientos verdaderos de los falsos, permitiéndonos elegir libremente a cuál de ellos servir.

2. El Espíritu Santo no te enseña a juzgar a otros porque no quiere que enseñes nada que sea erróneo, y que, de este modo, tú mismo lo aprendas. 2No sería consistente si te permitiera reforzar lo que debes aprender a evitar. 3En la mente del pensador, por lo tanto, el Espíritu Santo es enjuiciador, pero sólo a fin de unificar la mente de modo que pueda percibir sin emitir juicios. 4Esto le permite a la mente enseñar sin emitir juicios y, por consiguiente, aprender a estar libre de ellos. 5Esta rectificación es necesaria sólo en tu mente, a fin de que dejes de proyectar en lugar de extender. 6Dios Mismo ha establecido lo que puedes extender con perfecta seguridad. 7Por lo tanto, la tercera lección del Espíritu Santo reza así: 

 8Mantente alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino.

Sin la luz del Espíritu Santo, la mente serviría al ego y permaneceríamos sumidos en la oscuridad, dormidos y percibiendo los rigores de un mundo donde las leyes que los sostienen son falsas e ilusorias. El juicio del Espíritu Santo aporta la lucidez necesaria para que nuestra mente ponga la voluntad al servicio de la Unidad y del Amor. Ese es el "juicio final" pues es el final del juicio.

Todas las lecciones del Espíritu Santo son esenciales, pues su propósito es mostrarnos el camino que ha de reconducirnos a nuestro verdadero Hogar. Aun así, esta tercera lección, para mí, adquiere una especial motivación al considerarla determinante a la hora de poder alcanzar esa Visión Unificadora de la que somos portadores.

Leemos el contenido de las enseñanzas y alimentamos a nuestra mente con nuevas creencias que deben llevarnos a servir a la Verdad. En mi "caminar", cuando contemplo el trayecto recorrido, reconozco que el cambio de sistema de pensamiento requiere de un factor fundamental, poner nuestra voluntad al servicio de nuestra divinidad, es decir, mantenerse alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino. 

Mientras que permanezcamos en el mundo físico, el poder de seducción del sistema de pensamiento del ego, adormece nuestra conciencia impidiendo que nos mantengamos permanentemente alertas. 

"La Luz permanentemente encendida". Esta frase, la he utilizado en muchas ocasiones como un mantra a través del cual fijar la atención de mi consciencia para que sirviese a la luz. Reconozco que, a pesar de ello, no siempre consigo que ese estado sea permanente. Pero he aprendido, que el simple hecho de tomar consciencia de ello, me lleva al estado presente de donde puedo nuevamente elegir.

Llegará ese instante presente en el que nuestra mente-luz esté permanentemente encendida.

3. Éste es uno de los pasos más importantes para que se pro­duzca un cambio fundamental. 2No obstante, todavía contiene un aspecto del proceso de inversión del pensamiento, ya que implica que hay algo contra lo que debes mantenerte alerta. 3Este paso representa un gran avance con respecto a la primera lección, que es meramente el principio del proceso de inversión del pensa­miento, y también con respecto a la segunda, que es esencial­mente la identificación de lo que es más deseable: 4Este paso, que es la conclusión lógica del segundo tal como el segundo lo es del primero, subraya la dicotomía que existe entre lo deseable y lo indeseable. 5Por lo tanto, hace que la elección final sea inevitable.

A lo largo del Capítulo 6, se ha desarrollado, como tema principal, las Lecciones del Amor, y en su apartado V, más concretamente, las Lecciones del Espíritu Santo.

Cuando utilizamos el símil “caminar” o “camino”, lo hacemos para hacer referencia a la secuencia que nos aportan las Lecciones del Espíritu Santo, el Cual, nos la presentan en tres fases, en un intento de adaptar la enseñanza al proceso actual de nuestra mente, que se encuentra identificada con el tiempo. Hemos visto como en la primera de esas lecciones, se nos dice que, “para poder tener, da todo a todos”, y con ello, podremos demostrar que tener y ser es un mismo estado.

En la segunda lección, se recoge que, “para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es. Se establece la igualdad entre enseñar-aprender-tener y ser.

Por último, y como consecuencia de haber andado el camino que nos ofrece la lección anterior, se alcanza la tercera lección, la cual es fundamental en el proceso de inversión del pensamiento, la cual nos dice, “mantente alerta solo en favor de Dios y de su reino”, es decir, elige en todo momento hacer la Voluntad de Dios, sintonizar con Sus Pensamientos y crear desde el Amor.

4. Mientras que el primer paso parece agudizar el conflicto y el segundo puede, hasta cierto punto, aún entrañar conflicto, el ter­cer paso requiere un constante estado de alerta contra el con­flicto. 2Ya he dicho que puedes estar tan alerta contra el ego como a su favor. 3La última lección enseña no sólo que puedes sino que tienes que estar alerta. 4No se ocupa de la cuestión de los grados de dificultad, sino del hecho de que tu primera prioridad debe ser mantenerte alerta. 5Esta lección es inequívoca, pues enseña que nunca se deben hacer excepciones, aunque no niega que la tentación de hacerlas se presentará. 6Aquí pues, es donde se te pide que, a pesar del caos, seas consistente. 7Mas la consistencia y el caos no pueden coexistir por mucho tiempo, puesto que se excluyen mutuamente. 8No obstante, mientras tengas que estar alerta contra algo, no estarás reconociendo esta mutua exclusión, y seguirás creyendo que puedes elegir la consistencia o el caos. 9Al enseñarte cuál debes elegir, el Espíritu Santo acabará por enseñarte que no tienes que elegir en absoluto. 10Esto finalmente liberará a tu mente de tener que elegir, y la encaminará hacia la creación dentro del Reino.

La Luz que nos aporta el Espíritu Santo nos llevará a contemplar la realidad de lo que somos. Este despertar, nos llevará a dejar de servir al error en sus distintas manifestaciones y, sobre todo, la más esencial de todas, la visión de la Unidad y la comprensión de que la separación no es real, sino el contenido de una pesadilla percibida durante nuestro estado de sueño.

La elección entre la luz y la oscuridad será un tramo del trayecto, pero al final, tendremos la certeza de que en ningún momento hemos dejado de ser Luz.

5. Elegir a través del Espíritu Santo te conducirá al Reino. 2Creas mediante tu verdadero ser, pero tienes que aprender a recordar lo que eres 3La forma de recordarlo es inherente al tercer paso, que conecta las lecciones implícitas en los otros dos, y va más allá de ellos hacia una verdadera integración. 4Si permites que en tu mente haya tan sólo lo que Dios puso en ella, la estarás recono­ciendo tal como Dios la creó. 5Por lo tanto, la estarás aceptando tal como es. 6Puesto que tu mente es íntegra, estarás enseñando paz porque creerás en ella. 7Dios será de todos modos el que dará el paso final por ti, pero cuando llegues al tercer paso, el Espíritu Santo ya te habrá preparado para Dios. 8Te está preparando para la conversión de tener, a ser, en virtud de la naturaleza misma de los pasos que tienes que dar con Él.

No es lo mismo, "poseer", que "tener". Para el ego, poseer, se convierte en uno de los pilares que sustenta su sistema de pensamiento. Su identidad se refuerza bajo la creencia en lo que posee. Sin el sentimiento de posesión, el ego proyecta esa necesidad como una carencia y sus acciones se movilizan en pos de sus deseos de posesión, para lo cual, no duda en utilizar todo su arsenal de artimañas para arrebatarle sus pertenencias a los demás, con el fin de asegurar su subsistencia y de sentirse más poderoso.

Ya hemos visto en un anterior punto la igualdad existente entre "tener" y "ser".

El Espíritu Santo nos revela que somos portadores de luz, pues somos luz. La capacidad de extender esa luz procede de la propia cualidad de la luz, la cual es creadora. Desde ese punto de vista, tenemos luz, porque somos luz. Tenemos la capacidad de extender la luz, pues ser y tener se funden en una misma ecuación, cuyo resultado es ser consciente de nuestra divinidad.

6. Aprendes primero que tener se basa en dar, y no en obtener. 2Luego aprendes que aprendes lo que enseñas, y que quieres aprender a estar en paz. 3Ésta es la condición necesaria para poder identificarte con el Reino, puesto que es la condición del Reino. 4Has creído estar fuera del Reino, y, como consecuencia de ello, te has excluido a ti mismo de él en tu pensamiento. 5Es esen­cial, por lo tanto, enseñarte que no puedes sino estar incluido en el Reino, y que lo único que debes excluir es la creencia de que no estás incluido en él.

Podemos percibir este mundo temporal y vivir en el estado espiritual del Reino. Esto es posible porque nuestros ojos se han abierto a la realidad que somos, seres espirituales, portadores de luz, en un escenario en el que esa luz ha quedado oculta en espera de ser descubierta.

Cuando esa luz es nuestro faro, dejaremos de naufragar una y otra vez en las oscuras aguas de nuestros deseos de posesión. Caminaremos por este mundo ligeros de equipaje y con la certeza de que nuestro mayor valor es lo que somos, luz y amor.

7. El tercer paso, por consiguiente, es un paso de protección para tu mente, pues te permite identificarte sólo con el centro, donde Dios erigió el altar a Sí Mismo. 2Los altares son creencias, pero Dios y Sus creaciones están más allá de toda creencia, ya que están más allá de cualquier duda. 3La Voz que habla en favor de Dios lo hace únicamente en nombre de las creencias que están más allá de toda duda, lo cual te prepara para llegar a estar libre de dudas, mientras tu creencia en Dios y Su Reino se vea asal­tada por cualquier duda, lo que Él ha logrado perfectamente no será evidente para ti. 5Por eso es por lo que debes mantenerte alerta en favor de Dios. 6El ego habla contra Su creación, y, por lo tanto, engendra dudas. 7No podrás ir más allá de las creencias hasta que no creas plenamente.

Creer plenamente es la firme decisión de nuestra voluntad de servir únicamente a la Luz, para lo cual, nuestra consciencia permanecerá alerta en cada presente de nuestra eterna existencia.

8. Enseñar a toda la Filiación sin hacer excepciones demuestra que percibes su plenitud y que has aprendido que es una. 2Ahora tie­nes que estar alerta para mantener su unicidad en tu mente por­que si dejas que te asalte la duda, perderás la conciencia de su plenitud y serás incapaz de enseñarla. 3La plenitud del Reino no depende de tu percepción, pero tu conciencia de su plenitud sí. 4Sólo tu conciencia necesita protección, puesto que el estado de ser no puede ser atacado. 5No obstante, no podrás experimentar una auténtica sensación de que existes mientras sigas teniendo dudas con respecto a lo que eres. 6Por eso es por lo que es esencial que te mantengas alerta. 7No permitas que entre en tu mente nin­guna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario, no podrás saber con certeza lo que eres. 8La certeza es el regalo que Dios te hace. 9La verdad no requiere vigilancia, pero las ilusiones sí.

Me quedo con la frase: "No permitas que entre en tu mente nin­guna duda acerca de tu existencia o, de lo contrario, no podrás saber con certeza lo que eres".

9. La verdad está exenta de ilusiones y, por lo tanto, mora dentro  del Reino. 2Todo lo que está fuera del Reino es ilusorio. 3Cuando desechaste la verdad te percibiste a ti mismo como desprovisto de ella. 4Al concebir otro reino al que atribuiste valor, no mantuviste en tu mente sólo el Reino de Dios, y, de esta manera, excluiste parte de tu mente de él. 5Lo que inventaste ha aprisionado tu voluntad, y ha hecho enfermar tu mente, que ahora tiene que ser sanada. 6Mantenerse alerta contra esta enfermedad es la manera de sanarla. 7Una vez que tu mente haya sanado, irradiar salud, y, de este modo, enseñará lo que es la curación. 8Esto te consagrará como un maestro que enseña lo mismo que yo. 9Yo tuve que mantenerme tan alerta como tú tienes que hacerlo ahora, y aquellos que eligen enseñar lo mismo tienen que estar de acuerdo con respecto a lo que creen.

En este punto, queda explicado de manera resumida, las causas que nos han llevado a desconectarnos de la Mente de Dios y a sustituir esa conexión con una dimensión distinta, así como, el camino de retorno que nos conducirá a conectar nuevamente con la Fuente que nos Creó.

10. El tercer paso, por lo tanto, es una afirmación de lo que quieres creer, y requiere que estés dispuesto abandonar todo lo demás. 2Si sigues al Espíritu Santo, Él te capacitará para que des este paso. 3Tu vigilancia es señal de que quieres que Él te guíe. 4La vigilancia requiere esfuerzo, pero sólo hasta que aprendas que el esfuerzo en sí es innecesario. 5Has realizado enormes esfuerzos por conser­var lo que inventaste porque no es verdad. 6Por lo tanto, ahora tienes que canalizar todos tus esfuerzos contra ello 7Sólo  esto puede eliminar la necesidad de tener que esforzarte, e invocar al Ser que tienes y que eres. 8Este reconocimiento no requiere ningún esfuerzo por tu parte, puesto que ya es verdad, ni tampoco necesita protección. 9Descansa en la perfecta seguridad de Dios. 10Por lo tanto, la inclusión es total y la creación no tiene límites.

¡Qué así sea!

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