miércoles, 22 de mayo de 2024

Capítulo 10. V. La negación de Dios (2ª parte).

 V. La negación de Dios (2ª parte).

7. Tu Padre no te ha negado. 2Él no toma represalias, pero sí te pide que retornes. 3Cuando piensas que Él no ha respondido a tu llamada es porque tú no has respondido a la Suya. 4Te llama desde cada parte de la Filiación, debido al Amor que le profesa a Su Hijo. 5Si oyes Su mensaje Él te habrá respondido, y te harás consciente de Él si escuchas debidamente. 6El Amor de Dios está en todo lo que Él creó, pues Su Hijo está en todas partes. 7Con­templa a tus hermanos en paz, y Dios no se demorará ni un ins­tante en llegar a tu corazón como muestra de agradecimiento por la ofrenda que le haces. 

Desde el corazón, pregúntate si realmente deseas oír la Voz de Dios guiándote hacia la salvación. Presta atención a tu respuesta a esta cuestión, pues en su honestidad encontrarás la verdadera respuesta.

No podremos oír la Voz de Dios si no estamos dispuestos a caminar unidos y en paz con nuestros hermanos. La Filiación tiene inscrito ese pacto de amor, por el cual todos llevamos el mensaje de Dios en nuestro interior y es ese mensaje el que debemos compartir con el resto de la humanidad. 

8. No recurras al dios de la enfermedad para curar, sino sólo al Dios del amor, pues curar significa que Lo has reconocido. 2Cuando lo reconozcas sabrás que Él nunca ha dejado de recono­certe y que en Su reconocimiento de ti radica tu ser. 3No estás enfermo ni tampoco puedes morir. 4Pero te puedes confundir a ti mismo con cosas que mueren. 5Recuerda, no obstante, que hacer eso es una blasfemia, pues significa que estás contemplando sin amor a Dios y a Su creación, de la cual Él no puede estar separado. 

Hemos visto en el punto 6, como el reconocimiento de Dios nos lleva a su aceptación y no a su negación. Reconocer es sinónimo de recordar. Es la toma de consciencia de lo que realmente somos. Es tener la certeza de que somos Amor y ese Amor es el pan nuestro de cada día que compartimos con la Filiación.

La enfermedad y la muerte no pertenecen a Dios. Han sido fabricadas por la errónea creencia que alimenta el pensamiento del ego. Reconocer al ego como nuestra verdadera identidad es negar a Dios y, con ello, negarnos a nosotros mismos. 

9. Sólo lo eterno puede ser amado, pues el amor no muere. 2Lo que es de Dios es Suyo para siempre, y tú eres de Dios. 3¿Cómo iba Él a permitirse a Sí Mismo sufrir? ¿Y cómo iba a ofrecerle a Su Hijo algo que no fuese aceptable para El? 5Si te aceptases tal como Dios te creó, sería imposible que pudieses sufrir. 6Sin embargo, para aceptarte tal como Dios te creó tienes que reconocerlo a Él como tu Creador. 7Esto no se debe a que de negarte a ello se te fuese a castigar. 8Se debe simplemente a que reconocer a tu Padre es reconocerte a ti mismo tal como eres. 9Tu Padre te creó comple­tamente libre de pecado, completamente libre de dolor y comple­tamente salvo de todo sufrimiento. 10Si niegas a tu Padre estarás invitando al pecado, al dolor y al sufrimiento a tu mente debido al poder que Él le dio. 11Tu mente es capaz de crear mundos, pero puede también negar lo que crea porque es libre. 

El amor que el ego percibe en el mundo por él fabricado no es el verdadero Amor. ¿Cómo el Amor verdadero podría causarnos dolor y sufrimiento?

El amor que practica el ego le causa dolor. Surge como un sentimiento de atracción por aquello que despierta su deseo y, de forma inmediata, lo amado se convierte en una experiencia de sufrimiento inspirada por el miedo a perder lo amado. El ego, cuando ama, se siente poseedor de la causa de su amor. Ese sentimiento posesivo se convierte en el carcelero que le priva del goce y de la felicidad. Esa ausencia de libertad es proyectada en el ser amado, causándole la privación de su propia libertad. 

El Amor verdadero es incondicional y su experiencia nos aporta el gozo de la felicidad eterna. 

10. No te das cuenta de cuánto te has negado a ti mismo, ni de cuánto Dios, en Su Amor, desea que no sea así. 2No obstante, Dios no interferiría en tus decisiones porque no podría conocer a Su Hijo si éste no fuese libre. 3Interferir en tus decisiones sería ata­carse a Sí Mismo, y Dios no está loco. 4Cuando tú lo niegas a Él eres tú el que está loco. 5¿Desearías que Él compartiese tu demen­cia? 6Dios nunca dejará de amar a Su Hijo y Su Hijo nunca dejará de amar a su Padre. 7Ésa fue la condición bajo la que la creación de Su Hijo tuvo lugar, la cual quedó establecida para siempre en Su Mente. 8Reconocer esto es cordura. 9Negarlo, demencia. 10Dios se dio a Sí Mismo a ti en tu creación, y Sus dones son eternos. 11¿Te negarías acaso a entregarte a Él? 

Dios se dio a Sí Mismo en la creación de Su Hijo y sus dones son eternos. Esta es la razón por la cual, Dios no puede interferir en las decisiones que toma su Creación. Si nos hizo libres, no puede alterar nuestras elecciones. Este apartado viene a responder algunas cuestiones que plantea el sistema de pensamiento del ego, ante situaciones que juzga cómo argumentos para negar la existencia de Dios.

Ante el sufrimiento, la enfermedad, el dolor, la pérdida de seres queridos, las guerras, las violaciones, etc, el ego se cuestiona: “¿si Dios existe cómo permite que sucedan estas cosas?

Una mente sana, una mente que haya recordado su procedencia, su verdadera identidad, reconoce que esos efectos no proceden del Amor, no proceden de Dios, pues Dios no se haría daño a Si Mismo.

Los efectos descritos por los argumentos del ego, pertenecen a su perceptor. Un mundo fabricado desde el miedo, bajo la creencia en el pecado, en la separación, justificará el sufrimiento, el dolor, la muerte, como la única vía de nuestra redención. 

11. Como resultado de las ofrendas que Le haces, se le restituirá el Reino a Su Hijo. 2Su Hijo se excluyó a sí mismo de Su don al negarse a aceptar lo que había sido creado para él y lo que él había creado en el Nombre de su Padre. 3El Cielo espera su retorno, pues fue creado para ser la morada del Hijo de Dios. 4Tú no te sientes a gusto en ninguna otra parte ni en ningún otro estado. 5No te niegues la dicha que fue creada para ti a cambio de la infelicidad que tú mismo te has labrado. 6Dios te ha proporcio­nado los medios para deshacer lo que tú has hecho. 7Escucha y aprenderás a recordar lo que eres. 

“Ninguna idea abandona su fuente”. Esta afirmación expresada en las enseñanzas del Curso, nos lleva a conocer, que el Hijo de Dios, la Expansión Creadora de la Mente de Dios, cuan Pensamiento emanado por Su Creador, nunca abandonará Su Fuente. 

12. Si Dios sabe que Sus Hijos son completamente impecables, es una blasfemia percibirlos como culpables. 2Si Dios sabe que Sus Hijos no pueden sufrir dolor alguno, es una blasfemia percibir sufrimiento en cualquier parte. Si Dios sabe que Sus Hijos son completamente dichosos, es una blasfemia sentirse deprimido. 4Todas estas ilusiones y las múltiples formas que la blasfemia puede adoptar, son negativas a aceptar la creación tal como es. 5Si Dios creó a Su Hijo perfecto, así es como debes aprender a consi­derarlo para que puedas conocer su realidad. 6Y como parte de la Filiación, así es como tienes que considerarte a ti mismo para que puedas conocer la tuya. 

Blasfemar, desde el punto de vista del ego, significa emitir palabras o expresiones injuriosas contra alguien o algo sagrado. A su vez, injuriar, es agraviar, ultrajar con obras o palabras.

Cuando UCDM hace referencia a la blasfemia, aporta un significado más trascendente desde el punto de vista de la consciencia. Blasfemar, desde ese sentido, es la evidencia de no reconocer la verdad, la realidad. En un aspecto más profundo, si cabe, es la evidencia de haber olvidado nuestra identidad Divina y la negación de la Identidad de Dios. 

13. No percibas nada que Dios no haya creado o lo estarás negando a Él. 2Suya es la única Paternidad que existe, y es tuya solamente porque Él te la dio. 3Las ofrendas que te haces a ti mismo no tie­nen sentido, pero las ofrendas que les haces a tus creaciones son como las Suyas porque las haces en Su Nombre. 4Por eso tus crea­ciones son tan reales como las Suyas. 5Con todo, la verdadera Paternidad tiene que ser reconocida si es que se ha de conocer al verdadero Hijo. 6Crees que las cosas enfermizas que has fabricado son tus verdaderas creaciones porque crees que las imágenes enfermizas que percibes son los Hijos de Dios. 7Sólo aceptando la Paternidad de Dios tendrás algo, porque Su Paternidad te lo dio todo. 8Por eso es por lo que negarlo a Él es negarte a ti mismo. 

Percibir a nuestros hermanos creyendo que son ellos mismos sus propios creadores, es una creencia errónea que da forma al sistema de pensamiento del ego. Esa percepción errada, nos llevará a la convicción de que nos encontramos separados de ellos.

La percepción errónea debe ser sustituida por la percepción verdadera, y para ello, tenemos que ver las cosas de otra manera. Reconocer nuestra verdadera identidad divina, es el paso esencial que nos llevará a reconocer lo que realmente somos. 

14. La arrogancia es la negación del amor porque el amor com­parte y la arrogancia no. 2Mientras ambas cosas te parezcan de­seables, el concepto de elección, que no procede de Dios, seguirá contigo. 3Si bien esto no es verdad en la eternidad, en el tiempo lo es, de modo que mientras el tiempo perdure en tu mente te verás obligado a elegir. 4El tiempo en sí es algo que tú elegiste. 5Si quie­res recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. 6Si permites que lo temporal te preocupe, estarás viviendo en el tiempo. 7Como siempre, tu elección estará determinada por lo que valores. 8El tiempo y la eternidad no pueden ser ambos rea­les porque se contradicen entre sí. 9Sólo con que aceptes lo intem­poral como lo único que es real, empezarás a entender lo que es la eternidad y a hacerla tuya. 

El tiempo se convierte en una de las principales leyes que rigen el mundo percibido por el ego. Creemos que nuestra existencia está gobernada por el tiempo. Nacemos, crecemos y nos morimos, y todo ello, en un intervalo que llamamos tiempo. El tiempo se convierte en el argumento más real que da consistencia a la existencia del ego. Sin el tiempo, el ego no existiría, pues en la ausencia del tiempo, el ego se reconocería eterno, lo que le llevaría a reconocer la única paternidad real del ser, la de Dios, pues Dios es la Eternidad.

El tiempo es un pensamiento ilusorio percibido tan solo por la mente errada. Nada que sea real es temporal y cambiante. La verdad es intemporal, es eterna, por eso es real.

Este es un curso de entrenamiento mental. Corregir la percepción falsa, ha de permitirnos reconocer la Mentalidad Recta. Dicha mentalidad nos llevará a percibir el tiempo correctamente y nos abrirá la visión a la eternidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario