lunes, 14 de diciembre de 2015

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Aries (XI)

CURACIÓN DE UN LEPROSO- MALKUTH

40 Viene a Él un leproso, que suplicante y de rodillas le dice: Si quieres, puedes limpiarme. 41 Enternecido, extendió la mano, le toco y dijo: Quiero, se limpio. 42 Al instante desapareció la lepra y quedo limpio.

Todos sabemos en que consiste la lepra. Se trata de una de las enfermedades mas importantes que sufre la piel y, sus efectos en el rostro y resto del cuerpo, por su apariencia externa, producen el rechazo de los demás. Esta enfermedad era padecida por los impuros; que eran maldecidos y marginados, abandonados para morir en soledad.

Tendríamos que preguntarnos, ¿qué representa la piel y qué relación tiene con este pasaje que sitúa a la consciencia Crística en el punto final de su trayecto, Malkuth-Tierra?

La piel, podríamos decir que es la parte más externa del ser material. Ella envuelve los tejidos imposibilitando que, en el contacto externo, los agentes invadan los órganos internos produciendo infecciones. Igualmente, otra de las funciones de la piel es colaborar en la percepción a través del sentido del tacto. Desde este punto de vista, la piel es un vehículo que favorece el amor o el odio, según interpretemos el "con-tacto" con los demás., con lo externo. A nivel de energía, el con-tacto se produce en el Plano Material, en el Mundo de Acción, y como resultado de esta experiencia, analizamos y juzgamos lo que es bueno o malo.

Por lo tanto, la piel y el Mundo Material están en analogía y, podemos adelantar que, las enfermedades de la piel, nos revelan el uso que hemos hecho del amor en el plano material; es decir, la lepra es el resultado de una falta de amor a niveles prácticos.

Los médicos deben saber que no existe un "antibiótico", un sistema inmunológico, mejor que el amar inegoístamente Siempre se ha dicho que, las personas que son optimistas son más longevos que los melancólicos; que la risa y la alegría favorecen la salud; y ello es verdad, por lo que hemos dicho.

El leproso que viene a Jesús no es otro que el representante de nuestra escasez de amor; el que ha actuado guiado por su egoísmo, por su insolidaridad; de ahí que ahora el mundo sea insolidario con él y lo rechace. Aquellos que se acercaban a los leprosos con amor tenían la propiedad de curarles; no tanto por los medicamentos como por elevar su condición emocional, enseñándoles a amar.

Nosotros debemos actuar como ese leproso del evangelio. Debemos acercarnos a Jesús-Amor y postrarnos a El de rodillas; es decir, en actitud de servicio. ¡Si quieres, puedes limpiarme! Esta suplica tiene un gran poder alquímico. Hemos reconocido nuestro error, ahora somos conscientes de que nuestros actos nos han llevado a recibir el correctivo adecuado; pero, lo mas importante de todo, podemos dejar de padecer esos tormentos si en verdad nos perdonamos, si nos acercamos a Jesús y decimos las palabras mágicas: ¡Si quiero amar! ¡Seré limpio!

Cuando mandamos ese mensaje a nuestro corazón, el cuartel general de nuestro Cristo interno, entonces, este, que ya esta movilizado, extenderá sus manos, actuara, y tocándonos nos dirá: ¡Quiero, se limpio!

No se trata de ningún milagro. En absoluto. Tan solo hemos andado el camino necesario para encontrarnos con el poder curativo. Hemos avanzado a nivel de consciencia y, ahora, cedemos todo el poder ejecutivo en la capacidad de amar que nos hará limpios.

43 Y amonestándole severamente, le despidió, 44 diciéndole: Mira no digas nada a nadie; sino vete, muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés ordenó en testimonio para ellos. 45 Pero él, después de partir, comenzó a pregonar a voces y a divulgar el suceso, de manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en una ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares desiertos, y allí venían a El de todas partes.

Esta secuencia parece extraída de experiencias cotidianas de lo que ocurre en nuestros días. Cuando alguien con poderes curativos ha ayudado a otra persona enferma a restablecer su salud, no tarda en correrse la voz y, en poco tiempo, el curador se vera rodeado por una gran multitud de necesitados. Pronto se dirá que es un hacedor de milagros, y acudirán a él como moscas a un pastel, para que su gracia les sea compartida.

Pero, este fenómeno, que se da frecuentemente en nuestros días., parece no ser bien visto por Jesús pues, El amonesta severamente al leproso. ¿Cómo podemos entender que el máximo representante del Amor juzgue con rigor al necesitado de su Luz?

Estaríamos ante una evidente contradicción si interpretásemos este pasaje sin conocimientos cabalísticos. Veamos el por qué.

Decíamos que, el evangelista nos sitúa con este punto en la morada de Malkuth, el Mundo Físico. El Amor-Cristo acaba de penetrar en esa "tierra" para restablecer el desorden emocional en las acciones humanas. Si dentro de estos desordenes enumeramos el orgullo, la vanidad, la arrogancia, la soberbia, etc..., entonces, es fácil de comprender que Jesús no quiera aparecer como un Ser Superior pues, si así lo hiciese, los que se acerquen a El con el propósito de curarse, no lo harán por búsqueda interna, por esfuerzos propios, por arrepentimiento, sino que lo harán siguiendo lo fenomenológico, es decir, lo milagroso de lo externo.

Así se acercan muchos estudiantes al conocimiento espiritual, buscando adquirir poderes ocultos que le permitan sentirse superiores. Debemos saber que, el logro de las capacidades espirituales no son un fin ni una meta en el camino del desarrollo anímico, sino la consecución natural de un desarrollo interno.

Jesús, conociendo las tendencias del corazón humano, dirigió un mensaje "duro"; como duro es el Elemento en el que nos movemos cuando nos encontramos en Malkuth: "No digas a nadie..."; es decir, no te dejes llevar por las apariencias; busca en cambio los valores internos, "muéstrate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que Moisés ordeno en testimonio para ellos". Ese sacerdote interno simboliza al Trabajo Espiritual, la Consciencia Superior. Es en ella donde debemos realmente acudir pues, si nos hemos curado, ha sido solo gracias a nuestro encuentro con nuestra divinidad; es ella la que nos ha curado. Jesús representa la energía que hemos movilizado para lograr nuestros resultados, en este caso, la curación.

Cuando nos dirijamos a nuestro sacerdote ofrezcámosle lo que Moisés ordeno; es decir, debemos mostrarle el Trabajo realizado con respecto a la Ley-Moisés. Si en nuestro comportamiento humano estamos violando las leyes proclamadas por Jehová, y transmitidas a Moisés, entonces, difícilmente nos encontraremos con Jesús en nuestro camino ya que no habremos generado internamente esas circunstancias amando al mundo que nos rodea. Ahora bien, cuando se ha producido ese encuentro, entonces, si podemos estar seguros de que ha sido el cumplimiento de la ley la verdadera causa de que nos hayamos curado.

Sin embargo, a pesar de los consejos de Jesús, el leproso recién curado, comenzó a pregonar a voces y a divulgar el suceso.

Se trata de la actitud antes referida y adoptada por cuantos han sido participes de ese encuentro milagroso; y la razón de ello debemos buscarla en la estancia espiritual en la que se produce esta experiencia, el Plano Material. En esta “tierra”, es difícil no proclamar a voces las acciones del espíritu ya que, la consciencia se encuentra tan identificada con lo material, con lo tangible, con la percepción de los sentidos, que cuando la energía creadora aparece desintegrando lo constituido, violando las leyes conocidas gritamos ¡milagro!, ¡esa es la Verdad!, ¡sigámosla!. Nadie se pregunta como esa persona poseedora de las virtudes curativas ha logrado su poder. Todos piensan que es cosa del azar; sin embargo, olvidan que ningún árbol da frutos si antes no ha sido sembrado.

Para que Cristo se manifieste en Malkuth, hay que seguirlo hasta esta etapa. Si nuestra capacidad de amar no ha madurado, difícilmente podremos alcanzar su Gracia, nos conformaremos con festejarlo, pero no con seguirlo pues, hacerlo, significaría abandonar nuestra ciudadela, nuestros logros, nuestras seguridades, nuestros apegos, etc.

Si actuamos como lo hace la multitud y, no somos capaces de renunciar a nuestros deseos de posesión, entonces, nuestras acciones no alcanzarán el nivel Crístico; no son verdaderos actos de amor. Con este comportamiento estaremos obligando a Jesús-Amor a no entrar públicamente en una ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares desiertos, y allí venían a El de todas partes.

Se trata de unas circunstancias lamentables el hecho de que no permitamos a Jesús penetrar en nuestra ciudad. El no puede servir a la vanidad, ni a la soberbia; no puede alimentar lo superficial; El no puede caer prisionero de banalidades pues, lo único que se lograría seria darle "muerte". Cristo es el Arquetipo del Amor Universal, el Espíritu de la Libertad, y no puede ser apresado para servir tan solo un ideal. Sin embargo, esto no es así en la realidad que estamos interpretando en Malkuth. Allí donde percibimos algún rayo de poder espiritual lo compramos para nuestra exclusividad y uso, lo protegemos con todo un equipo de guardaespaldas bien armados, y nos creemos superiores al resto del mundo.

Si alguien posee algún conocimiento superior, alguna cualidad espiritual, inmediatamente trata de sacarle partido material, o de crear grupos sectarios, con el solo deseo de que nadie pueda arrebatarle el poder.

Esta es la razón por la que Jesús no penetra en ninguna ciudad; el Amor no es patrimonio de nadie en particular, es una Esencia que nos da la vida; y esta, se encuentra en todos y cada uno de los Hijos de Dios.

Para evitar caer prisionero de cualquier tendencia, Jesús se asienta en el desierto revelándonos el uso que debemos hacer del amor. El desierto, como ya hemos visto, es esa "tierra" aun no conquistada donde suelen habitar las bestias-deseos. Es ahí donde debemos dirigir nuestra capacidad de amar pues, así, estaremos dominando los impulsos incontrolados, las pasiones, que ponen en peligro la vida, la existencia de Jesús-Amor.

Con la curación. del leproso, es decir, con la penetración de la consciencia Crística en los Trabajos de orden practico, alcanzamos el final del recorrido trazado. Recordemos que, la ruta que hemos cubierto con el estudio de esos diez puntos trata sobre los Trabajos de la faceta evangelizadora de Cristo. Estos Trabajos se encuentran en analogía con la dinámica expresada por el Arquetipo Zodiacal de Aries pues, en este se concentra, como si se tratase de una semilla, el Programa que se ha de desarrollar en los Trabajos correspondientes a los demás. signos.

Hemos visto como, en este Capítulo I de Marcos, de un modo comprensible, el autor nos ha detallado las travesías que ha de recorrer la naturaleza Crística desde que nace como una Misión de manos de Juan, el Precursor, hasta que alcanza su punto final, con la curación. del leproso. Podemos ver en estos diez pasajes un resumen de los Trabajos que debemos asimilar para lograr conquistar la Consciencia Crística,

A partir de este punto, y en los sucesivos Capítulos, nos iremos deteniendo en cada uno de los Planos descritos en el estudio del Árbol Cabalístico; y relacionaremos cada Capítulo con cada una de las fases protagonizadas por los Signos Astrológicos.

Al final de nuestra andadura, estaremos en condiciones de conocer la ruta que hemos de seguir para conquistar la Personalidad Crística.

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