jueves, 31 de diciembre de 2015

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Escorpio (I)


JESÚS EN NAZARETH

1 Salió de allí y vino a su patria, siguiéndoles sus discípulos. 2 Llegado el Sábado, se puso a enseñar en la sinagoga; y la muchedumbre que le oía se maravillaba, diciendo: De dónde le vienen a este tales cosas, y que sabiduría es esta que le ha sido dada, y ¿cómo se hacen por su mano tales milagros? 3 ¿No es acaso el carpintero, hijo de María, y el hermano de Santiago, de José, y de Judas, y de Simón? Y ¿sus hermanos no viven aquí entre nosotros?; y se escandalizaban de Él.

Comienza la crónica de este capitulo VI, siguiendo el patrón elegido por Marcos para indicarnos, cada nuevo pasaje, la exacta posición donde se sitúan los Trabajos Crísticos.

"Salió de allí y vino a su patria", nos revela el autor. Si seguimos fielmente el itinerario trazado por las energías zodiacales en el proceso creativo, comprenderemos, que el "allí" hace referencia al instante que acaba de abandonar, Cáncer, mientras que cuando se refiere a su patria, debemos entender que se sitúa en la Esfera del siguiente signo del Elemento Agua, esto es, en Escorpio.

¿Qué relación existe entre este Arquetipo y la patria de Jesús?

Para poder contestar esta cuestión, debemos tomar como referencia el Árbol Cabalístico, y recordar lo que ya hemos dicho con relación a las regencias sefiróticas con el protagonismo de Jesús, y de Cristo.

Decíamos que el Padre, el Creador, está representado por Kether -la Corona Suprema- y que su expresión no tiene rostro. Kether se hace visible; adquiere una identidad a través de Hochmah, donde su poder creador se interioriza dando lugar al Amor. El Hijo de Dios, la segunda expresión de la Divinidad, da lugar al Cristo, el máximo exponente de los Querubines, Arcángeles al servicio de Hochmah. Por lo tanto, cuando hablamos de este Centro Sefirótico, estamos refiriéndonos igualmente a la patria de Cristo. Si tuviésemos que adjudicar una correspondencia a este centro de consciencia, Hochmah, con respecto a las cuatro fases creadoras que se ponen de manifiesto en el termino sagrado Jehová, diremos que Hochmah es el He Primordial, el máximo representante de la fase interiorizadora, y cualquier otro Séfira que ejerza funciones He en otro Plano, estará bajo su tutela.

Ahora bien, si el Plano Emanativo-Fuego-Mundo Divino es el Plano Yod, por ser el Primordial, el siguiente Plano, el de Creación-Agua-Mundo del Deseo, es el Plano He. Si distribuimos los tres signos del Elemento Agua, haciéndoles corresponder con cada uno de los Tres Séfiras del Plano de Creación, tendremos que Hesed regiría sobre Cáncer, de donde se deduce que dicho signo ejerce funciones Yod, por ser el primero; que Gueburah rige sobre Escorpio, donde ejerce funciones He, y que Tiphereth rige sobre Piscis, donde funciona como un Vav.

De estas correspondencias, entresacamos la información que necesitamos para comprender porqué Escorpio es la patria de Jesús dentro del Elemento Agua. La razón de ello, la encontramos al comprobar que Escorpio es un doble He, y si hemos dicho que el He Primordial es Hochmah, donde Cristo tiene su Morada, en el Agua, esa Morada es Escorpio-Gueburah.

El texto sagrado nos indica que esa patria a la que llega Jesús es Nazareth. Si aplicamos las herramientas que pone a nuestra disposición la Cábala, y desglosamos el nombre de Nazareth, en letras hebreas, y le aplicamos sus regencias astrológicas y sefiróticas, tendremos más información sobre los Trabajos que se han de realizar alcanzando la instancia llamada "Nazareth".

Nazareth esta compuesta por las siguientes letras hebraicas:
  • NOUN, cuyo valor numérico es 50.
  • ZAIM, cuyo valor numérico es 7.
  • REISH, cuyo valor numérico es 200.
  • TEITH, cuyo valor numérico es 9.
La suma de estas letras se sintetiza en el 5, que corresponde al He. Esta letra a niveles sefirótico corresponde a Gueburah, mientras que a niveles astrológicos, rige la instancia Cáncer, la puerta de entrada al Mundo Emocional.

Este análisis viene a coincidir con lo expuesto anteriormente. La regencia de Gueburah-Escorpio está presente en Nazareth, y el Elemento Agua queda doblemente representado por la regencia de Cáncer. La patria de Jesús es, sin duda, el Mundo del Deseo, una tierra en la que le será difícil profetizar la nueva verdad que anuncia.

Los primeros Trabajos que debemos realizar, cuando nos dirigimos a los que habitan en nuestra patria, es poner de manifiesto nuestra verdad, de tal modo, que todos vean y compartan nuestro "poder". Es por esta razón, que Jesús comienza su programa evangelizador en Sábado, pues con ello nos está anunciando que la verdad que Él anuncia, está más allá de la verdad proclamada por los antiguos sabios. Su palabra es de amor, de liberación, de paz, de unidad. La vieja palabra es rigor, de limitación, de separación...

Si aquellos que nos han visto nacer y crecer no nos conocen, es porque, en verdad, hemos dejado de pertenecer a su mundo, a pesar de haber nacido en su tierra. El impulso Crístico, al que hemos llamado Amor, ha necesitado de un ropaje físico llamado Jesús, para su manifestación en el mundo material. Es decir, para poder expresar el amor divino es preciso que, en nosotros, se haya producido un deseo de alcanzar la divinidad con el único propósito de que, ese amor, se convierta en obras, a través de nuestras acciones. Por eso la patria del amor, a niveles de Agua, a niveles humanos, está representada por Escorpio, puesto que es, en esa Morada, donde se gestan los deseos. Dado que Escorpio es un doble He, diremos que Trabaja para Hochmah-Cristo.

Ahora que ese impulso emocional humano ha conquistado la Gracia Divina, ha adquirido una nueva identidad, y su modo de amar, de actuar, maravilla a todos, es decir, a cuantas tendencias han nacido en su misma tierra, la del Mundo del Deseo.

Estos, que no han seguido su misma evolución, se preguntan ¿de dónde le viene a "este", tales cosas?, es decir, ellos han permanecido estancados en la faceta Escorpio y no han buscado elevarse hasta Hochmah-Cristo. Ellos están anclados en el pasado, mientras que Jesús representa un nuevo presente. Entre ese pasado y el reto de un nuevo presente, se debate el Escorpio. En efecto, cuando nos enfrentamos a los Trabajos de este Arquetipo, es fácil quedar atrapado en las redes de la duda, de la incertidumbre. Por un lado, la seguridad de lo que fuimos, de los sentimientos que ya hemos experimentado, la seguridad de sentirnos queridos, de tener una identidad emotiva; por otro lado, un nuevo propósito, una nueva consciencia, en la que no hay nada adquirido, todo esta por andar, no hay ataduras, no se trata de recibir, sino de dar. ¿Qué camino tomaremos entonces?

¿Acaso no es el hijo de María y su familia se encuentra entre nosotros?; es decir, si su hogar, su felicidad, los que son de su misma sangre, están aquí con nosotros, trabajan y se alimentan de nuestra misma tierra, ¿por qué ahora, proclama una nueva verdad?

El aspirante, se encontrará con esta experiencia en su vida; puede estar seguro, cuando despierte y eleve sus sentimientos al nivel Crístico, suscitará la incomprensión en aquellos que le han visto nacer, en aquellos que han jugado junto a él en la infancia, en cuantos han sido sus amigos, e incluso en los que han formado su familia.

Se trata de una elevación de consciencia que nos situará en una condición donde recibiremos las criticas, rechazos e incomprensiones de los nuestros. Es por ello que Jesús les decía:

4 Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria y entre sus parientes y en su familia, 5 y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de que a algunos pocos dolientes les impuso las manos y los curó. 6 Él se admiraba de su incredulidad.

En verdad, cuando Jesús penetra en su patria, en el Plano Emocional, difícilmente logrará elevar la consciencia de aquellos que forman su familia, aunque esto no parece preocuparle demasiado, tan solo se admira de su incredulidad. Lo cierto es que Él ya representa una elevación dentro de aquella tierra emotiva que le vio nacer.

María y sus hermanos, son tendencias que han contribuido en el crecimiento anímico de Jesús; ellos están representando la dinámica de Cáncer, donde el espíritu familiar es necesario para dar lugar al nacimiento de los afectos. Sin embargo, la institucionalización de la familia pertenece a un orden antiguo, a una etapa anterior a la de Jesús. Él no viene a enseñar que los afectos deben dirigirse a los que forman nuestra célula familiar. Él, predicando en Sábado, respeta las instituciones, entre ellas la familiar, pero proclama un amor mucho más elevado. Nuestra familia no es mi madre, mi padre, mis hermanos y hermanas, mis tíos y abuelos. No, ese sentir de familia es tan solo la puerta de entrada al amor. Pero esta debe darnos paso hasta el camino que ha de conducirnos hasta Hochmah, donde, recibiendo el Espíritu Crístico, despierta un nuevo aspecto de familia. La Tierra es ahora mi madre, y todos sus habitantes, mis hermanos. Ese mensaje no será comprendido por aquella patria que nos vio nacer, pero que no ha seguido nuestros pasos cuando nos hemos hecho mayores.

La incredulidad, a la que hace referencia Jesús, no es una crítica despectiva, sino una manifestación real de una situación: la falta de nuevas creencias.

El Escorpio se debatirá entre la incredulidad y la nueva verdad. Hasta ahora, ha prevalecido el espíritu incrédulo pues, afrontar la Nueva Consciencia, produce una profunda inseguridad. La naturaleza emocional, totalmente identificada con la conquista del mundo material, tiende a la posesividad y al apego, mientras que, el espíritu Crístico, nos propone liberarnos de estos apegos. Nos habla de que el Reino del Padre no es de este Mundo, por lo que el amor debe trascenderlo. Ahora bien, debemos saber que en Escorpio se encuentra la patria de Jesús, y debemos expresarnos en nuestra naturaleza emotiva con el deseo de hacer algún milagro, aunque sea tan solo curar a unos pocos dolientes. Esto vinculará a nuestros familiares, que verán en nosotros al Hijo de Dios.

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