Me propongo, un año más,
compartir con todos ustedes una breve reflexión sobre el mensaje que nos ofrece
el nuevo año, 2016, desde el punto de vista numerológico.
He querido recordar el contenido
de lo que escribí el pasado año con motivo de la llegada del 2015, y lo he
hecho, con el ánimo de comprobar si lo que entonces aventuré ha tenido algún
sentido. No, no es que dude de las enseñanzas que nos aportan los números. Lo
que quisiera saber es cuan fiel hemos sido al seguir el patrón anunciado por la
combinación numérica.
Permítanme recordar parte del
mensaje que publicaba el pasado año por estas fechas:
“Sí, el 2015 nos ofrece la oportunidad de desarrollar nuestra
mente y permitir que la Unidad
penetre en cada una de nuestras células. Esa Unidad, nos inspirará para que
demos testimonio de la
Igualdad.
Muchas filiaciones tocarán a su fin: a banderas, a colores, a
religiones, a movimientos ideológicos de cualquier tipo… La apuesta nueva no
hace distinciones. Busca alianzas basadas en la igualdad, no en las
diferencias. Todas aquellas iniciativas que promulguen la división en
cualquiera de sus aspectos, irán en contra de la dinámica cósmica y no contará
con la fuerza de atracción que le garantice su éxito.
2015 es un año propicio para que los hombres se unan bajo una misma
causa: la igualdad. Bajo esa nueva luz, el ataque, las luchas, las rivalidades
deben ceder su hegemonía, al entendimiento, a la comprensión. La fuerza
esencial que mueve este engranaje se llama perdón”.
Estoy seguro que en la memoria de
cada uno de nosotros podremos encontrar imágenes e información, que nos permita
valorar con integridad y honestidad el nivel de respuesta dado, a nivel
individual y a nivel colectivo, con relación a la propuesta que nos brindaba el
año 2015. Lo que si me gustaría dejar claro, debo ser honesto conmigo mismo, es
que no culparé, no proyectaré sobre los demás, mi propia condenación cuando
aprecie comportamientos que defiendan el espíritu separatista. No lo haré, por
una sencilla razón de coherencia, pues estoy plenamente convencido de que el
mundo que veo proyectado, es el reflejo de mi propio mundo interior.
Puedo agotarme hasta la saciedad,
si así lo decido, empleándome en emitir juicios condenatorios sobre los
representantes sociales, sobre el entorno humano que me rodea, llámese, jefe,
pareja, madre, padre, hermano…, etc., pero con ello, lo único que estoy
manifestando es mi propia condena interior, la cual he elegido “escupirla” al
exterior, en un intento de alejarla de mi propia realidad interna.
2015, ya lo decíamos, es el año
que nos ha brindado, a todos y a cada uno de nosotros, la posibilidad de
conquistar la visión de la “igualdad”.
Ahí lo dejamos, pues un nuevo año
nos aguarda. Ya casi asoma en el horizonte temporal. 2016, suma 9, y lo he
identificado, no caprichosamente, como “la hora del parto”.
¿En qué me baso para llegar a
dicha conclusión? He recurrido al conocimiento ancestral que nos ofrece la Cábala y he entresacado la
sabiduría que se encuentra recogida en el Árbol Cabalístico, emblema
esquemático que nos revela, a través de los Diez Séfiras, la Organización del
Proceso Creador de la
Divinidad. Cada uno de esos Séfiras representa diferentes
estados de consciencia que el alma debe recorrer, desde su creación, como
Espíritus Virginales, a Imagen y Semejanza de su Creador, hasta alcanzar su
condición de Elohim o Dios Creador.
No podemos extendernos en el
maravilloso mundo de la Cábala ,
pero nos quedaremos con la idea de que todo emana por primera vez en el primer
Séfira, llamado Kether-Padre, el cual representa el Principio de la Voluntad y alcanza su
nivel de materialización cuando la consciencia activa el décimo centro, llamado
Malkuth-Mundo Físico.
En ese trayecto, la energía va
pasando por cada uno de los diferentes Séfiras. Nace como una idea vaga y
confusa, la interiorizamos con nuestras emociones y determinamos si nos motiva
o no, seguidamente, la filtramos con nuestra razón y le permitimos formar parte
de nuestras creencias, para finalmente, convertirla en un acto que pronto será
un hábito.
En ese recorrido, toda causa,
todo origen, lo descubrimos en el mundo de las emanaciones, desde donde fluyen
las ideas, para al final, alcanzar el nivel de los efectos, donde esa idea ya
se convierte en algo tangible. Es importante comprender esta dinámica, pues en
ella se encuentra la clave de todo cambio. Estamos tan acostumbrados a querer
cambiar las cosas en el nivel de los efectos, es decir, en el mundo tangible,
que nos olvidamos que el verdadero cambio debemos realizarlo en el nivel de las
causas, en nuestra mente.
Bien, no nos hemos olvidado de la
razón que me ha llevado a determinar que este año es “la hora del parto”. Tal
vez alguno de vosotros haya intuido la estrecha relación que existe entre el número
9 y los nueve meses de embarazo de la naturaleza femenina. Es cierto, dicha
relación es correcta, lo que significa, que cuando alcanzamos el noveno mes, la
criatura que hemos gestado, ha alcanzado el nivel de maduración apropiado para
“separarse” de su creador. Podemos decir, que cuando una idea alcanza la fase
nueve, está madura para convertirse en realidad material. Dicho de otra manera,
cuando una idea forma parte de nuestras creencias, es fácil presagiar que la
“criatura” va a nacer, o lo que es lo mismo, en nuestra vida aparecerán
experiencias que serán acorde a nuestras creencias. A nadie se le ocurre, bueno
espero que no, negar que ha mantenido relaciones sexuales, cuando acaba de dar
a luz una hermosa criatura.
No es ninguna tontería lo que
acabo de decir. Observemos nuestro comportamiento y lo veremos más claro.
Vivimos anécdotas, un día sí y otro también, pero preferimos negar que aquello
que nos acontece en la vida tenga algo que ver con nuestra manera de pensar.
Por ejemplo, nos roban y lo único que alcanzamos a decir es: condenemos al
ladrón. Si a alguien se le ocurriese, en ese momento, insinuar que la
experiencia que acaba de vivir está estrechamente relacionada con sus creencias
internas y le invitase a reflexionar sobre en qué se está robando a sí misma,
bueno, podemos estar seguros de que no tardará en poner distancia de por medio.
Sí, el 2015, un año 8, nos
situaba en la esfera de Hod-Mercurio, el cual, ya lo dijimos el pasado año, se
encarga de que adquiramos unas creencias determinadas con el poder de la razón.
Hod nos convence de que las cosas son de una manera u otra y nos aporta
argumentos verificables, basados en el estudio y en la observación, para que no
tengamos dudas al respecto de nuestras verdades.
2016, es un año 9, y nos sitúa en
la esfera de Yesod-Fundamento, en el siguiente peldaño de esa escalera que nos
conduce al 10, Malkuth, el mundo terrenal. Esa esfera se convierte en el canal
por donde las verdades adquiridas salgan al exterior y lo hará, sí o sí.
Ninguna criatura puede quedarse dentro del vientre materno sin causar un
importante contratiempo a su creador. Podemos decir, que ese proceso natural
forma parte del engranaje de las Leyes Cósmicas.
Con el 9, toda nuestra realidad
cambiará. Es inevitable. Estábamos preñados, pero ahora, la criatura adopta su
propia identidad. Se separa de nuestra naturaleza y se hace tangible para que
sigamos alimentándola, cuidándola, hasta que alcance, más adelante, su propia
condición creadora. Por lo tanto, debemos estar preparados, cada uno a nivel
particular, el que viene determinado por nuestras verdades, para ser testigo de
primera fila, de lo que nuestras creencias nos harán vivir.
Ahora llega la pregunta del
millón, ¿estaremos dispuestos a ser coherente con el mensaje de nuestras
creencias cuando llegue la hora del parto? ¿Estaremos dispuestos a reconocer a
nuestra criatura?
Cuando llegue esa hora, muchos
disfrutarán del momento y se emocionarán al ver el rostro angelical del recién
nacido. Tal vez otros, más comedidos, a pesar de reconocer que de angelical,
nada de nada, es más bien poco agraciada la criatura, decidan sonreír y
expresar, “que gracioso es”. Pero, puede ocurrir, que al ver el rostro de
nuestro descendiente, nos digamos, esa criatura no puede ser nuestra y neguemos
cualquier lazo de paternidad.
Creo que se me entiende el
mensaje. Si lo trasladamos a la conciencia colectiva contagiada por el espíritu
separatista, sí, la misma que se ha convertido en nuestras creencias, podemos
decir, que tal vez no nos guste lo que se avecina, pues la vida, en respuesta a
lo que hemos estado gestando en nuestro mundo interior, nos hará partícipes del
guión que hemos escrito, el cual lleva como título: “donde las dan, las toman”,
lo que traducido a un lenguaje más coloquial, significa que experimentaremos la
“separación” en nuestras vidas, y podemos estar seguro, de que dicha experiencia
se puede manifestar de muchas maneras.
¿Qué podemos hacer, alcanzado
este nivel? Para mí, lo primero y quizás más importante, reconocer que somos el padre de la criatura.
Ese reconocimiento me sitúa en el papel de padre y, como tal, debo asumir mi
responsabilidad de alimentar, cuidar, proteger y educar a mi hijo. Este
comportamiento, para muchos, es lo más cercano a una actitud amorosa.
Es evidente, de que a la criatura
no la podemos cambiar, ni devolver. Es nuestra creación. Y ser
conscientes de que somos los únicos creadores de nuestras acciones, que somos la
única causa de nuestros efectos, nos permitirá amar aquello que hemos creado. Carl
Jung, en una de sus frases célebres recoge: “Lo que niegas te somete. Lo que
aceptas te transforma”. Esta otra, tampoco está nada mal: “Todo
lo que nos irrita de los demás nos puede llevar a una comprensión de nosotros
mismos.”
Todos
nosotros, de una manera u otra, a lo largo del 2016, independientemente de
nuestro sexo físico, actuaremos dando vida al papel ancestral de la mujer. Nuestra
capacidad generadora se activará y protagonizaremos la experiencia vital de dar
a luz, de alumbrar. Es curioso el término que se le da al acto de parir:
alumbrar. Es como si con ello, estuviésemos reconociendo que aquello que “parimos”,
aquello que vivimos, tiene el poder de iluminar nuestra conciencia. Realmente,
ese es el sentido de “dar a luz”. Sacamos a fuera lo que permanecía oculto en
el interior y al percibirlo nos decimos somos seres creadores. ¿Lo vamos a
negar?
Sí,
será un año donde lo femenino tendrá protagonismo y tal vez la sociedad nos lo
haga ver, aportándonos noticias donde la mujer será la estrella principal de la
obra.
¡Feliz Año, 2016!
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