martes, 7 de junio de 2016

Cuento para Lelahel: "El Poder de la Luz"

Durante cinco largos y penosos días, la tierra permaneció en la más completa oscuridad y en este periodo, la humanidad, quedo en manos del arbitrario poder de los seres de las Sombras.

Cada mañana al amanecer, el Sol era raptado y hecho prisionero por los Señores de las Tinieblas, y el mal crecía y se multiplicaba entre los hombres que parecían complacerse en aquella enfermiza dicha.

La huanidad vivía sumergida en una horrible pesadilla, pero parecía estar hipnotizada por un misterioso hechizo que le hacia sentir un extraño placer por el vicio.

Todo comenzó cuando Kethip, el supremo rey de las Tierras del Centro, seducido por un sueño de poder, violó la Sagrada Morada de los Dioses, donde crecía el Gran Árbol.

Disfrazado con una túnica de sabio, el ambicioso rey burló la guardia de los Querubines que custodiaban el Templo. Llegó hasta el lugar donde crecía el poderoso Árbol y se apoderó de uno de sus frutos dorados.

Desde aquel día, la oscuridad de la noche surgió de los abismos y el Sol quedó destronado del firmamento. El rey Kethip feliz de haber podido vencer a los Dioses, llevó aquel fruto a su reino y a todos contó su hazaña. Todos le aclamaron y veneraron como el más heroico de los reyes. Esculpieron estatuas en su honor, y muchos quisieron imitar su ambición apoderándose de los frutos que otros habían trabajado.

En aquellos cinco días, fueron muchos los que se enriquecieron y fueron muchos los que empobrecieron. El poderoso pisaba al débil y todos luchaban por ser poderoso.

Una batalla infernal surgió en cada comarca, en cada pueblo, en cada aldea y en cada trozo de tierra, y pronto aquella guerra de poder tan solo les llevó a la enfermedad y a la depresión.

Pero a pesar de toda aquella agonía, aún había un rayo de esperanza para salvar a la humanidad, pues en la más profunda oscuridad de cada hombre, todavía parpadeaba un tenue rayo de luz.

Esa luz agonizaba y estaba a punto de extinguirse, pero entonces fue cuando todo cambió.

Desde la morada de los dioses se seguía muy de cerca la tragedia que asolaba la tierra de los hombres. Sintieron una profunda compasión porque su destrucción estaba cerca, pero no podían consentirlo, y por ello, mandaron a un enviado cuyo nombre era Lelahel.
  • Ve al mundo de la oscuridad y mézclate entre ellos, tu misión será engrandecer la llama que se está consumiendo. 
Y así lo hizo. Lelahel se dirigió a aquel reino oscuro y a su llegada los seres de las Sombras temblaron, pues reconocieron en Él, el sello del Enviado.

Los Señores de las Tinieblas viendo peligrar su gobierno intentaron evitarlo, pero el corazón de Lelahel no era sensible a la ambición, ni su mente se dejaba seducir por la ilusión.

La chispa de la Luz fue creciendo y en aquel nuevo día el sol logró vencer el asalto de la oscuridad. Lució con fuerza y fue tanta su vitalidad que la salud volvió a los cuerpos enfermos.

Desde aquel día, la Luz siempre prevalecería sobre las tinieblas.


Fin

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