sábado, 30 de enero de 2016

Interpretación Astro-Cabalística del Evangelio de Marcos: Trabajos de Acuario (VIII)


CURACION DEL CIEGO BARTIMEO 

46 Llegaron a Jericó. Al salir ya de Jericó, con sus discípulos y una considerable turba, el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego que estaba sentado junto al camino, 47 oyendo que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: ¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí! 48 Muchos le increpaban para que callase; pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten piedad de mí! 49 Se detuvo Jesús y le dijo: Llamadle. Llamaron al ciego, diciéndole: Animo, levántate, que te llama. 50 Él arrojó su manto y saltando se allego a Jesús. 51 Tomando Jesús la palabra, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le respondió: Señor, que vea. 52 Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino. 

En el capitulo VIII, en el que estudiábamos el proceso de Transición del Agua al Aire, asistimos a la curación de un ciego al que sanó, sacándole de su aldea, de su mundo interno emocional, y poniéndole saliva en sus ojos. 
Ahora, una nueva tendencia del alma antigua se encuentra igualmente ciega; esta se halla sentada en el camino, es decir, ese camino que la Nueva Consciencia está recorriendo Acuario y que le está llevando hasta Jerusalem, la Ciudad de la Paz, ese estado que debemos reconquistar. 

Ya hemos estudiado en capítulos anteriores que Jerusalem, está representando la etapa paradisiaca a la que debemos retornar. A esta conclusión llegábamos, tras relacionar cada letras de su nombre con su correspondencia numérica. Podríamos seguir profundizando en este aspecto, es decir, utilizando la Gematría, para obtener un nuevo aspecto de este estadio. 

Si el valor numérico de cada letra lo reducimos hasta su unidad, por ejemplo, si el Lamed, es 12, su valor final sería 3. De este modo, cuando sumamos todos los valores de las letras, recordémoslos: 10+20+6+21+12+10+24 y aplicamos el nuevo método, obtendremos un nuevo valor.
1+2+6+3+3+1+6= 22. Esta cifra podríamos seguir reduciéndola hasta alcanzar nuevamente el 4, pero el hecho de que sea el 22, lo vamos a utilizar, en esta ocasión, para relacionarlo con el Tarot y de este modo ampliar la información que nos aporta el término Jerusalem.
Si así lo hacemos, obtenemos que el 22, se corresponde con el Arcano Mayor conocido como el Mundo y cuya Letra Fuerza es el Tau. 
Os recomiendo consultar las publicaciones presentadas en este blog en el apartado Tarot para profundizar sobre el significado de este Arcano, aquí nos conformaremos con señalar que el Tau, nos revela la meta que debemos conquistar en nuestra andadura espiritual, pues se convierte en el último Arcano de los 22. En la simbología del Mundo, nos aparece el cuerpo desnudo de una mujer con un cetro en la mano y envuelta en una corona como símbolo de triunfo y poder. En la carta encontraremos, igualmente, representaciones de los Cuatro Elementos, indicándonos con ello, que hemos alcanzado el dominio de los mismos. La desnudez de la mujer, refleja la pureza primigenia que debemos alcanzar al final de nuestra andadura humana. Verdaderamente, este nuevo mensaje encaja y añade valor al significado que ya dábamos a Jerusalem. 
Se trata en esta ocasión de un aspecto de la naturaleza humana vinculada con el Cuerpo Mental, que al padecer de ceguera, nos está revelando su fijación al Elemento Aire, es decir, a las ideas. Esa ceguera, es el fruto del fanatismo, de la vanidad intelectual, a la falta de sensibilidad generada por la frialdad mental.
La crónica nos facilita una serie de pistas para que descubramos las características de esta tendencia ciega. Nos indica, que llegaron a Jericó y al salir de esa ciudad, se produce el encuentro con el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego. La simbología de este pasaje es rica en detalles. Comencemos analizando el significado de Jericó (Yeriho). Aplicándole, como hemos venido haciendo, el conocimiento cabalístico, tenemos en primer lugar, las letras sagradas que componen el nombre: Yod-Reish-Yod-He-Vav. Si aplicamos la correspondencia numérica de este estadio, obtendremos lo siguiente: 10+20+10+5+6= 51= 6. 
Con este resultado, diremos que la ciudadela llamada Jericó, es la morada donde el alma humana debe tomar conciencia de los trabajos que verdaderamente debe realizar, es decir, cuando abordamos los trabajos de un Elemento, en este caso, el correspondiente al mental, debe producirse ese encuentro donde debemos integrar en nuestra conciencia los trabajos a realizar. Eso es lo que nos está indicando el cronista, indicándonos que debemos pasar por Jericó-Consciencia, como paso previo para alcanzar la capacidad para curar la naturaleza que está ciega.
Sigamos hacia adelante y descubriremos que dicha naturaleza enferma es el hijo de Timeo; es decir, su Obra es la que esta ciega. Pero, ¿quién es Timeo?, ¿qué representa este personaje?
El nombre de Timeo, en hebreo esta compuesto por las letras-Fuerzas: Teith-Yod-Mem-Aleph-Yod-Vav-Samekh. Su correspondencia numérica es la siguiente: 9+10+13+1+10+6+15= 64= 10. Dicha correspondencia nos sitúa en el Yod, es decir la fase regida por el signo de Acuario.  
Por lo tanto, ya tenemos que la obra enferma es la de Acuario. “Bar” significa “hijo de” en arameo, un idioma similar al hebreo y la lengua común de judíos palestinos de la época de Jesús. Por lo tanto, Bartimeo, es la obra de Timeo-Acuario. Si queremos profundizar en su significado oculto, tan sólo tendremos que añadir al término, ya estudiado de Timeo, las letras Beith y Reish, cuyos valores son 2 y 20. El sumatorio de todas las letras que componen el nombre, nos revela la Letra Fuerza He, esto es, la fuente, el manantial de las emociones. Podemos deducir, que el hijo de Timeo permanece ciego porque las emociones le mantienen apegado al individualismo propio de esta dinámica. Ya hemos visto en otra parte de estas enseñanzas, como el Elemento Agua, es la causa de la separación. Ahora nos encontramos en los trabajos del elemento Aire, donde debemos comprender y asimilar la unificación. 

El He, es igualmente, la fuerza del Amor Puro y de la Fe. No es extraño, que ese ciego, tras su movilización hacia el Arquetipo del Amor Crístico, Jesús, se curase por su Fe.

La ceguera de Bartimeo, la padeceremos todos en la medida en que pongamos resistencia para ver la nueva Luz. Si continuamos con nuestras verdades, protegiéndolas con un sin fin de argumentos, todos valiosos desde el punto de vista material, estaremos quedándonos “atrás”, y poco a poco, nuestra visión se resentirá, hasta que llegue el día en que no veamos nada. 

Debemos estar alertas. Nuestros pensamientos deben perder su rigidez y abrirse para poder oír que Jesús de Nazaret pasará junto a nosotros. No titubeemos, no dudemos cuando hasta nuestros oídos llegue el nombre del Maestro. Gritemos con fuerzas: “¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!”, y si las tendencias internas intentan acallarnos, gritemos aún con más fuerzas para llamar la atención del Maestro. 

Ese grito no debemos confundirlo, pues no se trata de vociferar exteriormente; ese grito va dirigido a nuestra consciencia, para que deje lugar al nuevo impulso que ha de asentarse en ella. Abandonemos nuestras seguridades, nuestras fijezas, nuestros escrúpulos y prejuicios, y pongámonos en el camino de aquellos que han de seguir al Maestro.

Nuestra búsqueda, nuestra insistencia, nuestra palabra, llegará hasta Él, quien nos llamará para que caminemos hacia donde se encontraba. No debemos permanecer postrados en el mismo lugar, pues ello, nos impedirá alcanzar la Nueva Consciencia. Debemos actuar como Bartimeo; debemos arrojar nuestro manto, ese manto que ha dado cobijo a nuestra naturaleza mental, pero que ya no nos sirve, y dar un gran salto, pues este es el único modo de abandonar las viejas ideas y adquirir las nuevas.

Tenemos que tener claro, muy claro, lo que queremos alcanzar cuando Jesús, nos pregunte: ¿qué quieres que te haga? Nuestra única petición debe ser: ¡Señor, que vea! Si así lo hacemos, en verdad, que nuestra disponibilidad nos llevará a recobrar la vista. Desde ese momento seguiremos al Maestro por el camino, es decir, estaremos preparados para conquistar a la nueva tierra, la de Acuario, y entrar triunfantes en Jerusalem, en la Ciudad de la Paz, en la “Tierra Paradisiaca”.

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