martes, 5 de marzo de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 65

LECCIÓN 65

Mi única función es la que Dios me dio.

1. La idea de hoy reafirma tu compromiso con la salvación. 2También te recuerda que no tienes ninguna otra función salvo ésa. 3Ambos pensamientos son obviamente necesarios para un com­promiso total. 4La salvación no podrá ser tu único propósito mien­tras sigas abrigando otros. 5Aceptar la salvación como tu única función entraña necesariamente dos fases: el reconocimiento de que la salvación es tu función, y la renuncia a todas las demás metas que tú mismo has inventado.

2. Ésta es la única manera en que puedes ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo. 2Ésta es la única manera en que puedes decir, y decirlo en serio: "Mi única función es la que Dios me dio". 3Y ésta es la única manera en que puedes encontrar paz.

3. Hoy, y durante los próximos días, reserva diez o quince minutos para una sesión de práctica más prolongada, en la que trates de entender y aceptar el verdadero significado de la idea de hoy. 2La idea de hoy te ofrece el que puedas escapar de todas las dificultades que percibes. 3Pone en tus manos la llave que abre la puerta de la paz, la cual tú mismo cerraste. 4Es la respuesta a la incesante búsqueda en la que has estado enfrascado desde los orígenes del tiempo.

4. Trata, en la medida de lo posible, de llevar a cabo las sesiones de práctica más largas a la misma hora todos los días. 2Trata asi­mismo, de fijar esa hora de antemano, y de adherirte luego al máximo al horario establecido. 3El propósito de esto es organizar tu día de tal manera que hayas reservado tiempo para Dios, así como para todos los propósitos y objetivos triviales que persi­gues. 4Esto es parte del entrenamiento a largo plazo que tu mente necesita para adquirir disciplina, de modo que el Espíritu Santo pueda valerse de ella de manera consistente para el propósito que comparte contigo.

5. En la sesión de práctica más prolongada, comienza repasando la idea de hoy. 2Luego cierra los ojos y repite la idea para tus adentros una vez más, observando tu mente con gran deteni­miento a fin de poder captar cualquier pensamiento que cruce por ella. 3Al principio, no trates de concentrarte exclusivamente en aquellos pensamientos que estén relacionados con la idea de hoy. 4Trata, más bien, de poner al descubierto cada pensamiento que surja para obstaculizarla. 5Toma nota de cada uno de ellos con el mayor desapego posible según se presente, y deséchalos uno por uno a medida que te dices a ti mismo:

6Este pensamiento refleja un objetivo que me está impi­diendo aceptar mi única función.

6. Después de un rato, te resultará más difícil poder detectar los pensamientos que causan interferencia. 2Sigue tratando, no obs­tante, durante un minuto más o menos, intentando detectar algu­nos de los pensamientos vanos que previamente eludieron tu atención, pero sin afanarte o esforzarte innecesariamente en ello. 3Luego repite para tus adentros:

4Que en esta tabla rasa quede escrita mi verdadera función.

5No es preciso que uses estas mismas palabras, pero trata de tener la sensación de que estás dispuesto a que tus propósitos ilusorios sean reemplazados por la verdad.

7. Finalmente, repite la idea de hoy una vez más y dedica el resto de la sesión de práctica a reflexionar sobre la importancia que dicha idea tiene para ti, el alivio que su aceptación te ha de brin­dar al resolver todos tus conflictos de una vez por todas, y lo mucho que realmente deseas la salvación, a pesar de tus absurdas ideas al contrario.

8. En las sesiones de práctica más cortas, que deben hacerse por lo menos una vez por hora, usa el siguiente modelo al aplicar la idea de hoy:

2Mi única función es la que Dios me dio. 3No quiero nin­guna otra ni tengo ninguna otra.

4Cierra los ojos en algunas ocasiones al practicar esto, y en otras, manténlos abiertos mientras miras a tu alrededor. 5Lo que ahora ves será totalmente diferente cuando aceptes la idea de hoy sin reservas.

¿Qué me enseña esta lección?

Cuando recuperamos la conciencia de la Unidad con Dios y con todos los seres creados por Él, estamos dispuestos, igualmente, a orientar nuestra vida hacia un único objetivo, la salvación. Salvarnos, significa dejar a un lado cualquier otra función con la que nos hayamos identificados. Somos la Luz del mundo, somos Amor y como tal debemos actuar.

Cuando lo hacemos de cualquier otro modo, estamos tomando otras funciones que nos alejarán de la esencial.


Ejemplo-Guía: ¿Qué te impide alcanzar la salvación y la felicidad?

En esta ocasión vamos a utilizar una metodología diferente a la que venimos usando para aplicar el contenido de la lección.

No se trata de un ejemplo específico, la cuestión que se plantea es un ejercicio que nos invita a cada uno, individualmente, a reflexionar sobre las experiencias que interpretamos como las causas que nos impiden alcanzar la salvación y la felicidad. 

En dicha reflexión, nuestra mente nos ofrecerá la visión de todos los motivos a los cuales le hemos otorgado el poder para convertirse en los "obstáculos" que nos niega la experiencia de la salvación. Pero dicha visión, tan sólo es la punta del iceberg que logramos ver, es decir, es una parte del "todo", pues el iceberg no es tan sólo lo que vemos en la superficie, sino que para conocer en su integridad las características del mismo, debemos saber que el 90% del mismo se encuentra oculto a nuestros ojos, y lo que es lo más importante, lo que ocurre en esa gran masa oculta por las aguas del océano, repercute directamente en la parte visible del mismo.

Con ello, queremos decir, que lo que nos muestra nuestra mente en el análisis de lo que nos ocurre, tan sólo es una visión de los efectos, obviando que la verdadera causa se encuentra en la parte oculta del iceberg, es decir, en nuestra mente.

Bien, os invito a todos y cada uno de vosotros que me acompañéis en la búsqueda de esas causas-efectos. Yo os dejo algunos ejemplos para que os sirvan de guía:

  • Siempre estoy rodeado de un ambiente de disputas y controversias (Efectos).
  • En mi mente albergo pensamientos controvertidos e incoherentes (Causa).
  • La única manera de tener paz es enseñando paz (Salvación)

Otra guía:

  • Por mucho que lo intento, es que no aguanto a mi jefe. Me hace la vida imposible (Efectos).
  • En mi mente albergo pensamientos autoritarios que someten nuestra voluntad (Causa)
  • Cuando ves a un hermano como una entidad física, "pierdes" su poder y su gloria, así como los tuyos. Lo has atacado, pero tienes que haberte atacado a ti mismo primero. En tu hermano reside tu (Salvación).

Todo efecto, nos lleva a hacer real lo que forma parte de la ilusión. Esta afirmación debe calar en nuestra mente, de lo contrario, seguiremos identificándonos con un mundo que no favorece su sanación, pues nos lleva a creer que es el cuerpo el que enferma, cuando en verdad, el cuerpo es neutro y su única capacidad es comunicar lo que le dicta la mente.

Una vez que hemos entendido el sentido de los efectos, que carecen de significado, dirigimos nuestra atención al nivel de donde emanan las causas: nuestros pensamientos. Esta reorientación debe traducirse en la voluntad de elegir nuevamente, es decir, si el contenido de mi mente causa unos efectos que no me aportan paz, lo que debo hacer es elegir mentalmente la paz, tan sólo así, la paz formará parte de los efectos.

La consecuencia de esta reorientación, nos lleva ante las mismas puertas de la salvación. Si queremos recibir paz, debemos dar paz.

 
Reflexión: ¿Qué te impide ser feliz?

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