LECCIÓN 245
Tu paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo.
1.
Tu paz me rodea, Padre. 2Dondequiera
que voy, Tu paz me acompaña 3y
derrama su luz sobre todo
aquel con quien me encuentro. 4Se la llevo al que se encuentra desolado, al
que se siente solo y al que tiene miedo. 5Se la ofrezco a los que
sufren, a los que se lamentan de una
pérdida, así como a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza.
6Envíamelos, Padre. 7Permíteme ser el portador de Tu paz. 8Pues
quiero salvar a Tu Hijo, tal como dispone Tu Voluntad, para poder llegar a
reconocer mi Ser.
2. Y así caminamos en paz, 2transmitiendo
al mundo entero el mensaje que hemos recibido. 3Y de esta manera
oímos por fin la Voz que habla por Dios, la cual nos habla según nosotros predicamos
la Palabra de Dios, Cuyo Amor reconocemos, puesto que compartimos con todos la
Palabra que Él nos dio.
¿Qué me enseña esta
lección?
Para poder oír la Voz de Dios, sentir Su Paz, hemos de acallar el
murmullo del ego, hemos de aquietar nuestra mente.
Mientras que nuestra mente sintonice la emisora que lo mantiene conectado
al mundo material, estaremos sirviendo a la ilusión. En este mundo nos
percibimos separados de la Fuente que nos ha Creado. Nuestra libertad está
condicionada por el peso del pecado, de la culpa, y nos fabricamos un mundo en
el que el castigo, el sufrimiento, el dolor, el sacrificio, se convierten en los suplementos imprescindibles para
alcanzar nuestra purificación, nuestra salvación.
Para lograr vibrar a tono con la Paz de Dios, debemos despertar a nuestra
divinidad, debemos hacer consciente
nuestro verdadero Ser. Para caminar en Paz, debemos Ser Paz y, no hay otro
camino que el de la Unidad, el del Amor Incondicional.
Ejemplo-Guía: "¿Cómo puedo ayudar a los demás a encontrar la paz?
Ya habrás intuido, que nos resultará imposible ayudar a los demá a encontrar la paz, si esa paz no forma parte de nuestra mente. Lo recordamos una vez más, no podemos dar lo que no tenemos. Por otro lado, es dando como recibimos, es dando, como conservamos lo que damos. Nuestra verdadera esencia es paz, pero lo hemos olvidado, a raíz de poner nuestra mente al servicio del ego. Recuperar nuestra consciencia de que somos paz, pasa por recordar lo que somos, seres espirituales, el Hijo de Dios, impecable, inocente y puro.
La paz cuando forma parte de nuestra consciencia, se expande en cada uno de nuestros gestos. Esa paz, es contagiosa. Luego, no debemos de preguntarnos cómo podemos ayudar a los demás a encontrar la paz, sino que la cuestión es ser consciente de nuestra verdadera identidad. Lo demás vendrá por añadidura.
Reflexión: ¿Podemos dar paz, si no la hemos conquistado interiormente?
Ejemplo-Guía: "¿Cómo puedo ayudar a los demás a encontrar la paz?
Antes de responder a esta cuestión, considero primordial hacernos la siguiente pregunta: ¿Es posible la paz en este mundo?
Parece contradictorio plantear dicha reflexión, cuando estamos deseosos de poder ayudar a los demás a encontrar la paz. Sin embargo, la realidad que percibimos parece convencernos de que dicha paz no es posible lograrla en este mundo.
En el Manual del Maestro, podemos encontrar un punto dedicado, exclusivamente, a dar respuesta a la cuestión que hemos planteado:
11. ¿Es posible la paz en este mundo?
Parece contradictorio plantear dicha reflexión, cuando estamos deseosos de poder ayudar a los demás a encontrar la paz. Sin embargo, la realidad que percibimos parece convencernos de que dicha paz no es posible lograrla en este mundo.
En el Manual del Maestro, podemos encontrar un punto dedicado, exclusivamente, a dar respuesta a la cuestión que hemos planteado:
11. ¿Es posible la paz en este mundo?
1. Ésta es una pregunta que todo el mundo debe
hacerse. 2Es verdad que la paz no parece ser posible aquí. 3Sin
embargo, la Palabra de Dios promete otras cosas que, al igual que ésta,
parecen imposibles. 4Su Palabra ha prometido paz. 5Ha
prometido también que la muerte no existe, que la resurrección tendrá lugar y
que el renacimiento es la herencia del hombre. 6El mundo que ves no
puede ser el mundo que Dios ama, y, sin embargo, Su Palabra nos asegura que Él
ama al mundo. 7La Palabra de Dios ha prometido que aquí es posible
la paz, y lo que Él promete no puede ser imposible. 8Mas es cierto
que hay que contemplar el mundo de otra manera, si es que se han de aceptar Sus
promesas. 9Lo que el mundo es, ya ha sido determinado.
10Tú no puedes elegir lo que debe ser. 11Pero
sí puedes elegir cómo lo quieres ver. 12De hecho, eso tienes que elegirlo.
2. Volvemos nuevamente al tema de los juicios. 2Esta vez pregúntate
qué es más probable que sea verdad: tus juicios o la Palabra de Dios. 3Pues
ambos afirman cosas diferentes acerca del mundo, y tan opuestas que no tiene
objeto tratar de reconciliarlas. 4Dios ofrece salvación al mundo,
tus juicios quieren condenarlo. 5Dios afirma que la muerte no
existe; tu juicio ve a la muerte como el final inevitable de la vida. 6La
Palabra de Dios te asegura que Él ama al mundo; tus juicios afirman que el
mundo no es digno de ser amado. 7¿Quién tiene razón? 8Pues
uno de los dos tiene que estar equivocado. 9No puede ser de otra
manera.
3. El texto explica que el Espíritu Santo es la Respuesta a todos los
problemas a los que tú has dado lugar. 2Estos problemas no son
reales, pero eso no significa nada para los que creen en ellos. 3Y
todo el mundo cree en lo que ha hecho, pues
lo hizo creyendo en ello. 4A esta extraña y paradójica situación que no tiene sentido ni significado,
de la cual, no obstante, no parece que haya forma de escaparse, Dios ha enviado
Su juicio para reemplazar al tuyo. 5Con gran ternura, Su juicio
sustituye al tuyo. 6Y por
medio de esa sustitución, lo incomprensible se vuelve comprensible. 7¿Es
posible la paz en este mundo? 8En tu juicio no lo es ni lo será
nunca. 9Pero en el juicio de Dios, lo único que se refleja aquí es
paz.
4. La paz es imposible para los que ven conflictos 2e inevitable
para los que ofrecen paz. 3¡Cuán fácilmente, pues, te puedes escapar
del juicio que tienes acerca del mundo! 4No es el mundo lo que hace
que la paz parezca imposible. 5El mundo que ves es lo que es imposible. 6 No obstante, el juicio
de Dios acerca de este mundo distorsionado lo ha redimido y preparado para que
le dé la bienvenida a la paz. 7Y la paz desciende sobre él en
jubilosa respuesta. 8Ahora la paz puede estar aquí, ya que ha
entrado un Pensamiento de Dios. 9¿Qué otra cosa sino un Pensamiento
de Dios podría trocar el infierno en Cielo sólo por ser lo que es? 10La
tierra se postra ante su Presencia, que llena de gracia se inclina en
respuesta, para elevarla de nuevo. 11Ahora la pregunta es diferente.
12Ya no es: "¿Es posible la paz en este mundo?", sino:
"¿Cómo sería posible que no hubiese paz aquí?"
Ya habrás intuido, que nos resultará imposible ayudar a los demá a encontrar la paz, si esa paz no forma parte de nuestra mente. Lo recordamos una vez más, no podemos dar lo que no tenemos. Por otro lado, es dando como recibimos, es dando, como conservamos lo que damos. Nuestra verdadera esencia es paz, pero lo hemos olvidado, a raíz de poner nuestra mente al servicio del ego. Recuperar nuestra consciencia de que somos paz, pasa por recordar lo que somos, seres espirituales, el Hijo de Dios, impecable, inocente y puro.
La paz cuando forma parte de nuestra consciencia, se expande en cada uno de nuestros gestos. Esa paz, es contagiosa. Luego, no debemos de preguntarnos cómo podemos ayudar a los demás a encontrar la paz, sino que la cuestión es ser consciente de nuestra verdadera identidad. Lo demás vendrá por añadidura.
Reflexión: ¿Podemos dar paz, si no la hemos conquistado interiormente?
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