martes, 24 de octubre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 297

LECCIÓN 297

El perdón es el único regalo que doy.

1. El perdón es el único regalo que doy, ya que es el único regalo que deseo. 2Y todo lo que doy, es a mí mismo a quien se lo doy. 3Ésta es la sencilla fórmula de la salvación. 4Y yo, que quiero salvarme, la adoptaré, para regir mi vida por ella en un mundo que tiene necesidad de salvación y que se salvará al aceptar yo la Expiación para mí mismo.

2. Padre, ¡cuán certeros son Tus caminos; cuán seguro su desenlace final y cuán fielmente se ha trazado y logrado cada paso de mi salvación mediante Tu Gracia! 2Gracias a Ti por Tus eternos regalos, y gracias a Ti también por mi Identidad.

¿Qué me enseña esta lección?

Tenemos necesidad del perdón, porque nuestros ojos ven culpabilidad.

Tenemos necesidad del perdón, porque albergamos la creencia en el pecado.

Tenemos necesidad del perdón, porque sentimos temor de Dios, al que creemos haber fallado.

Observa tu existencia y descubrirás que, desde nuestro inconsciente, nos llega una voz que nos hace adictos del castigo, del sufrimiento, del dolor, en respuesta a satisfacer el recuerdo ancestral de un acto pecaminoso que nos hace reo de la culpa.

Pero, el castigo no nos redime; no nos salva; no nos libera… El castigo, tan sólo genera dolor y nos priva de la alegría y de la felicidad, nos priva de la paz y de la armonía.

Podemos seguir eligiendo sufrir y sacrificarnos en nombre de actos de amor, pero, ningún acto de amor exige el sacrificio, pues ningún acto de amor hace necesario que alguna de las partes, pierda.

Mientras que permanezcamos sumidos en el sueño, el perdón, se convierte en la función más elevada que podemos acometer. El perdón procede del Amor. El castigo encuentra su origen en el miedo.
Cuando nos perdonamos, estamos vibrando en la nota más elevada. Ese tono, tiene la capacidad de contagiar a aquellos que comparten la tonalidad. Cuando damos nuestro perdón, estamos elevando la condición vibratoria de nuestros hermanos. Al dar lo que tenemos, lo mantenemos, y ese potencial de luz que se manifiesta a través del acto purificador del amor, nos eleva hasta nuestra condición divina.

¡Me perdono y proclamo mi inocencia!

¡Perdono al mundo y proclamo la Salvación!

Ejemplo-Guía: "Regalando perdón"

La enseñanza del perdón, no nos es extraña. Incluso me atrevería a decir, que es nuestra más fiel enseñanza en la aventura que hemos emprendido juntos, de des-hacernos de las viejas creencias y abrir nuestra mente a la verdad que nos permitirá recordar lo que somos.

Hemos alcanzado la Lección 297, pero podemos recordar, que el tema del perdón ya ha sido tratado en seis lecciones previa, concretamente en la 63, 121, 122, 134, 247 y 249. Os aseguro, que con la de hoy no será la última, aún nos encontraremos con su enseñanza en cinco ocasiones más. Tal es su protagonismo. De hecho, ya sabemos que forma parte de nuestra función en este mundo.

Ya que hacemos referencia a este mundo, en muchas ocasiones, cuando nos vemos en la necesidad de tener un gesto amable con algún ser querido, recurrimos a la iniciativa de agasajarle con algún regalo. No podemos negar, que en muchas de estas ocasiones, no sabemos qué regalar. Nos decimos, "le gustará", "lo tendrá", "lo necesitará", etc. Pues bien, hoy Un Curso de Milagros nos ayuda a tomar la decisión más apropiada cuando decidamos compartir con los demás nuestros regalos. 

Si no quieres fallar en tu decisión: el perdón es el regalo que debemos dar.

Permitirme que haga un poco de marketing del perdón. Está demostrado que gusta a todo el mundo. Sí, no lo pongamos en duda. ¿A quién no le gusta que lo perdonen cuando comete un error? El perdón, no entiende de religiones, de credos, de filosofías, de creencias. El perdón es fácil de entender y de aplicar, aunque esto último lo hacemos un poco más complicado cuando decidimos seguir apostando por tener razón a pesar de que en ello, estemos perdiendo nuestra paz.

El perdón no entiende de razas, de edades, de estatus, ni de condiciones sociales. El perdón, el verdadero, no es ostentoso, ni arrogante. No entiende de afiliaciones, ni de partidos, ni ideologías políticas. 

Otra de las cosas buenas que tiene el regalo del perdón, es que es gratuito y una vez que lo adquieres, es para toda la vida. Tiene una cualidad que lo hace único y especial, cuanto más lo das, más recibes. No es un bien que tan sólo lo puedas adquirir en países ricos y super-desarrollados. No hay que hacer colas en las almacenes de las grandes superficies para conseguir ese regalo. Es más, ni tan siquiera tienes que dar un paso para disfrutar de él. Tan sólo tienes que elegirlo como tu guía, como tu maestro, como tu condición, como tu función, dicho de otro modo, tan sólo tienes que serlo. Pues si no eres perdón, no podrás darlo y extenderlo.

Donde quieras que mires,  deposita tu regalo. De esta manera contagiarás con su presencia y estarás colaborando en crear una interminable cadena, cuyo final tan solo se completará cuando cada hijo de Dios, forme parte de ella. Entonces, el perdón se habrá fundido en la Filiación y con este gesto, estaremos ofreciendo a Dios su más preciado regalo, la complexión.

Reflexión: "Todo lo que doy, es a mí mismo a quien se lo doy"

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