viernes, 12 de diciembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 346

LECCIÓN 346

Hoy me envuelve la paz de Dios, y me olvido de todo excepto de Su Amor.

1. Padre, al despertar hoy los milagros corrigen mi percepción de todas las cosas. 2así comienza el día que voy a compartir Contigo tal como compartiré la eternidad, pues el tiempo se ha hecho a un lado hoy. 3No ando en pos de cosas temporales, por lo tanto, ni siquiera las veré. 4Lo que hoy busco trasciende todas las leyes del tiempo, así como las cosas que se perciben en él. 5Quiero olvidarme de todo excepto de Tu Amor. 6Quiero morar en Ti y no saber nada de ninguna otra ley que no sea Tu ley del amor. 7Quiero encontrar la paz que Tú creaste para Tu Hijo, y olvidarme, conforme contemplo Tu gloria y la mía, de todos los absurdos juguetes que fabriqué.

2. Y al llegar la noche, recordaremos únicamente la paz de Dios. 2Pues hoy veremos qué clase de paz es la nuestra, cuando nos olvidamos de todo excepto del Amor de Dios.



¿Qué me enseña esta lección?

La sincronicidad, ese hilo de tintes mágicos que nos acompaña cuando decidimos ajustar nuestro comportamiento a las Leyes Cósmicas, me ha visitado en el día de hoy. 

El primer pensamiento del día, nada más despertar, me hizo consciente de mi voluntad de ponerme al servicio del amor y sentirme un hacedor de milagros.

Por encima de todo, deseaba ser consciente de que soy un mensajero de la ley del amor y quería demostrarlo haciendo posible la manifestación del milagro. 

Ese pensamiento me llevó a tomar consciencia de algunos errores que me invitaban a ser corregidos. Comprendí que esa visión era fruto de que el milagro se estaba haciendo consciente en mí. Ese paso es indispensable, pues de lo contrario, no podremos dar lo que no tenemos. Lo damos, porque lo hemos recibido y, dándolo, lo recibiremos nuevamente.

Cuando leí el contenido de la lección de hoy, me di cuenta de que durante el sueño debí recibir información sobre su contenido y al despertar se hizo consciente.

Puedo afirmar que mi corazón añora, por encima de todo, sentir la paz de Dios. Tan sólo existe un camino para poder satisfacer esa añoranza: amar sin descanso, amar eternamente, amar conscientemente, amar, pues nuestra condición es, sencillamente, amor.

Ejemplo-guía: "La paz tan solo tiene un camino, y ese camino es amar".

Me pregunto cómo sería nuestra vida sin miedo, sin todo el significado temporal que le damos a las cosas de este mundo.

Me pregunto cómo sería nuestra vida si, en lugar de enfocar todos nuestros pensamientos en conseguir y alcanzar deseos materiales, los orientáramos únicamente hacia el propósito de crear un mundo donde compartir el amor sea algo real.

Habría que cambiar muchas cosas, empezando por transformar nuestras creencias.

Reemplazar el miedo significa que hemos llegado a comprender quiénes somos realmente y, por ello, estamos listos para ver con la Visión de Cristo. A partir de esa claridad, la semilla de la unidad debe expandirse mediante la educación. Los hogares y las familias serán el lugar donde germine la nueva idea, como el brote desde el cual nacerá el amor. Así, el amor de sangre dará paso a un amor unificador que fluye de la Fuente en la que fuimos creados.

A esta altura del aprendizaje, ya debería estar claro que la paz solo es posible cuando vivimos desde la conciencia del amor. No podemos experimentar paz si nuestros pensamientos se alimentan de la creencia en la separación, el pecado y la culpa.

Si nos percibimos separados, daremos fuerza al ataque. Si pensamos que somos pecadores, la culpa pedirá redención, dolor y sufrimiento.

Si nos vemos unidos, formando parte de una misma Filiación, compartiremos la visión de la inocencia, de la invulnerabilidad, de la impecabilidad.

Reflexión: Nacimos del amor, somos amor y vivimos en el amor.

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