jueves, 29 de agosto de 2024

Capítulo 14. III. La decisión en favor de la inocencia (3ª parte).

 III. La decisión en favor de la inocencia (3ª parte).


8. Dios es la única Causa, y la culpabilidad es algo ajeno a Él. 2No le enseñes a nadie que te ha hecho daño, pues si lo haces, te esta­rás enseñando a ti mismo que lo que es ajeno a Dios tiene poder sobre ti. 3Lo que no tiene causa no puede existir. 4No des testimonio de ello, ni fomentes el que ninguna mente lo crea. 5Recuerda siem­pre que la mente es una, y que la causa es una. 6No aprenderás a comunicarte con esta unicidad hasta que no aprendas a negar lo que no tiene causa y a aceptar como tuya la Causa que es Dios. 7El poder que Dios le ha dado a Su Hijo es de él, y no hay nada más que Su Hijo pueda ver o elija contemplar sin imponerse a sí mismo la pena de la culpabilidad, en lugar de la feliz enseñanza que gustosamente le ofrecería el Espíritu Santo.

Cuando este punto nos dice que Dios es la única Causa, nos está revelando que la única Causa de todo acto creador es el Amor de donde emana la Mente Una. Ya hemos visto a lo largo del apartado que estamos analizando, que tan sólo el Amor nos ofrece el principio de la libertad y que para poner fin a la rueda kármica que fabrica el miedo (dando desde el miedo recibimos tan sólo miedo), tenemos que activar el poder de la única Causa, el poder del Amor (dando amor cuando recibimos dolor).

Lo que no tiene causa no puede existir. Elegir cualquier otra fuente creadora, que no proceda del amor, dará lugar a la fabricación del error, de la ilusión y de la separación.

9. Siempre que eliges tomar una decisión para ti solo estás pen­sando destructivamente y la decisión será errónea. 2Te hará daño por razón del concepto de decisión que te condujo a ella. 3No es verdad que puedas tomar decisiones por tu cuenta, o para ti solo. 4Ningún pensamiento del Hijo de Dios puede estar separado o tener efectos aislados. 5Cada decisión que se toma, se toma para toda la Filiación, es aplicable tanto a lo interno como a lo externo y afecta a una constelación mucho mayor que nada que jamás hayas podido concebir.

La mente es una y la Filiación ha sido creada de una única Mente, la de Dios. Compartimos con Él Su Mente y tenemos el poder de crear utilizando la mente expandiendo el Amor. Pensar que cuando utilizamos la mente no afecta a la totalidad de la Filiación, es escindirnos de la verdad y servir al error. 

10. Los que aceptan la Expiación son invulnerables. 2Pero los que creen ser culpables reaccionarán ante la culpabilidad porque cree­rán que es la salvación, y no se negarán a verla ni a ponerse de su parte. 3Creen que incrementar la culpabilidad es la manera de auto-protegerse. 4No lograrán comprender el simple hecho de que lo que no desean no puede sino hacerles daño. 5Todo esto procede del hecho de que no creen que lo que desean sea bueno. 6Mas se les dio la voluntad porque es algo santo. y porque les brindará todo lo que necesitan, lo cual les llegará tan naturalmente como la paz que no conoce límites. 7Nada que su voluntad no les provea tiene valor alguno. 8Pero como ellos no entienden su propia voluntad, el Espíritu Santo la comprende por ellos silenciosa­mente y les da lo que desean sin que se tengan que esforzar o afanar, y sin dejarlos con la imposible carga de tener que decidir por su cuenta qué es lo que desean o necesitan.

Aceptar la Expiación es recordar nuestra verdadera identidad espiritual. Es decidir poner en manos del Espíritu Santo todas nuestras decisiones, pues reconocemos en Él, al verdadero Maestro, al guía que nos iluminará el camino que nos hace invulnerables e inocentes.

El Principio de la voluntad, al igual que los Principios del Amor y del Conocimiento, los hemos heredados de Dios. Cuando los utilizamos para crear, generamos obras de amor que gozan de la eternidad.

Caer en el olvido de lo que somos, ha propiciado, igualmente, que hemos olvidado la grandeza de los Principios con los que hemos sido creados, lo que nos lleva a elegir otros patrones a los que hemos dado credibilidad, como el deseo, el miedo y la culpa.

11. Jamás se dará el caso de que tengas que tomar decisiones por tu cuenta. 2No estás desprovisto de ayuda, y de una Ayuda que conoce la solución. 3¿Te conformarías con unas migajas, que es todo lo que por tu cuenta puedes ofrecerte a ti mismo, cuando Aquel que te lo da todo simplemente lo pone a tu disposición? 4Él nunca te preguntará qué has hecho para ser digno del regalo de Dios. 5Así pues, no te lo preguntes a ti mismo. 6Acepta, en cambio, Su respuesta pues Él sabe que tú eres digno de todo lo que Dios dispone para ti. 7No trates de librarte del regalo de Dios que el Espíritu Santo tan libre y gustosamente te ofrece. 8Él te ofrece sólo lo que Dios le dio para ti. 9No tienes que decidir si eres merecedor de ello o no. 10Dios sabe que lo eres.

Afortunadamente, somos como Dios nos ha creado. Somos Su Hijo Bienamado, y como nuestro amoroso Padre, ha dispuesto la ayuda del Espíritu Santo, para que nuestra mente sea capaz de recordar y reconocer su verdadera identidad, cuando sumido en la ilusión del falso sueño se sienta perdido, atacado, vulnerado, dañado y atormentado.

Dios sabe lo que somos.

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