lunes, 11 de julio de 2016

Cuento para Haamiah: "El Fuego de la Eterna Verdad"

El reino de Marve había caído en desgracia. Su rey ya no podía gobernar con sabiduría, pues la Llave Sagrada custodiada por los Doce Ancianos había desaparecido misteriosamente dejando desamparados a todos cuantos habitaban y dependían de aquel Poder.

Desde ese día tan desafortunado, la Luz que les guiaba se extinguió de tal forma, que quedaron presos de la oscuridad, y aquello solo podía significar una sola cosa, la perversión.

Amparados por el poder de las tinieblas, las criaturas de las sombras surgieron de los abismos infernales y quisieron gobernar aquel desdichado reino.

La batalla era enérgica pero desigual, ya que los soldados de la oscuridad formaban legiones y eran hábiles guerreros expertos en matar.

El rey Blumir se sentía impotente ante tal situación. Sus hombres aunque eran valientes, estaban en desventaja ante aquel ejército de asesinos. No sabía qué hacer, sus consejeros no encontraban la Llave del Poder, pero aún quedaba una solución. Era prácticamente imposible conseguirlo, pero debían intentarlo, y con este propósito se reunieron con el rey.
  • Rey Blumir debemos actuar -comunicó uno de los ancianos -. Existe una posibilidad de poner fin a la invasión de las Sombras, pero sabed que la empresa es peligrosa, muy peligrosa.
  • No importa lo grave que sea el peligro. Escoged al hombre más valiente e instruirle en su cometido -dijo el rey -.
  • Sabed Majestad que no ha de ser el hombre más valiente, sino el más puro -dijo el anciano -, y ese hombre es vuestro hijo.
  • El rostro del rey Blumir se transfiguró, pero sabía que no debía dejarse llevar por los sentimientos y asintió ante aquella petición.
El hijo del rey Blumir, el Príncipe Virtud, fue informado con todos los detalles de los peligros de la misión.

Debía encontrar el Fuego de la Eterna Verdad, y para ello debía encontrarse con el Oráculo Haamiah. Si conseguía responder a sus enigmas, habría conseguido su propósito, pero si no lo conseguía debía pagar precio con su vida.

Al cabo de tres días de marcha, Virtud llegó al templo donde se encontraría con Haamiah.
  • Pasa muchacho, te estaba esperando -le invitó una voz desde el interior -. No debes perder más tiempo pues tu pueblo agoniza en manos de las Sombras.
Apenas había salido de su asombro el joven Virtud, cuando ya le estaba planteando la primera y única pregunta.
  • A través de mí los misterios se revelan a la inteligencia y los hombres pueden contemplar la Magia de la Creación. Para descubrir mis secretos, ¿hacia donde has de volver tu faz, al Norte, al Sur, al Este o al Oeste?
Virtud quedó pensativo. Reflexionó cuidadosamente y buscó en su interior una respuesta, y tras esa meditación contestó:
  • Hacia el Este sabio Oráculo, La Luz de la Vida nace todos los días por ese punto y en él todo tiene su principio y no su fin, es la Eterna Transmutación.
  • La sabiduría habla por tu boca muchacho. Recibe el Fuego de la Eterna Verdad y ve presto a tu reino, pues ante este Poder nada podrá el mal.
Así fue, como el reino de Marve venció a las tinieblas, y desde entonces todos los días de su vida dirigirían su faz hacia el Este, donde cada mañana el Sol despuntaba levantando el Castillo de la Verdad.

Fin

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