sábado, 10 de febrero de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 41

LECCIÓN 41

Dios va conmigo dondequiera que yo voy.

1. Con el tiempo, la idea de hoy desvanecerá por completo la sensación de soledad y abandono que experimentan todos los que se consideran separados. 2La depresión es una consecuencia inevitable de la separación, 3como también lo son la ansiedad, las preocupaciones, una profunda sensación de desamparo, la infelicidad, el sufrimiento y el intenso miedo a perder.

2. Los que se consideran separados han inventado muchos "remedios" para lo que, según ellos, son "los males del mundo": 2Pero la única cosa que no han hecho es cuestionar la realidad del problema. 3Los efectos de éste, no obstante, no se pueden sanar porque el problema no es real. 4La idea de hoy tiene el poder de acabar con todo este desatino para siempre. 5Pues eso es lo que es, un desatino, por muy serias y trágicas que parezcan ser sus manifestaciones.

3. En lo profundo de tu interior yace todo lo que es perfecto, presto a irradiar a través de ti sobre el mundo. 2Ello sanará todo pesar y dolor, todo temor y toda sensación de pérdida porque curará a la mente que pensaba que todas esas cosas eran reales y que sufría debido a la lealtad que les tenía.

4. Jamás se te puede privar de tu perfecta santidad porque su Fuente va contigo dondequiera que tú vas. 2Jamás puedes sufrir porque la Fuente de toda dicha va contigo dondequiera que tú vas. 3Jamás puedes estar solo porque la Fuente de toda vida va contigo dondequiera que tú vas. 4Nada puede destruir tu paz mental porque Dios va contigo dondequiera que tú vas.

5. Comprendemos que no creas nada de esto. 2¿Cómo ibas a creerlo cuando la verdad se halla oculta en lo profundo de tu interior, bajo una pesada nube de pensamientos dementes, densos y turbios que representan, no obstante, todo lo que ves? 3Hoy intentaremos por primera vez atravesar esa oscura y pesada nube y llegar a la luz que se encuentra más allá.

6. Hoy tendremos una sola sesión de práctica larga. 2Por la mañana, a ser posible tan pronto como te levantes, siéntate en silencio de tres a cinco minutos con los ojos cerrados. 3Al comienzo de la sesión de práctica repite la idea de hoy muy lentamente. 4No trates de pensar en nada en particular. 5Trata, en cambio, de experimentar la sensación de que estás sumergiéndote en tu interior, más allá de todos los pensamientos vanos del mundo. 6Trata de llegar hasta lo más profundo de tu mente, man­teniéndola despejada de cualquier pensamiento que pudiese distraerte.

7. De vez en cuando puedes repetir la idea de hoy si observas que eso te ayuda. 2Pero sobre todo, trata de sumergirte tan profundamente como puedas en tu interior, lejos del mundo y de todos sus pensamientos disparatados. 3Estás tratando de llegar más allá de todo ello. 4Estás tratando de dejar atrás las apariencias y de aproximarte a la realidad.

8. Es perfectamente posible llegar a Dios. 2De hecho, es muy fácil, ya que es la cosa más natural del mundo. 3Podría decirse incluso que es lo único que es natural en el mundo. 4El camino quedará despejado, si realmente crees que ello es posible. 5Este ejercicio puede producir resultados asombrosos incluso la primera vez que se intenta, y tarde o temprano acaba por tener éxito. 6A medida que avancemos ofreceremos más detalles acerca de este tipo de práctica. 7No obstante, nunca fracasa del todo, y es posible tener éxito inmediatamente.

9. Usa la idea frecuentemente a lo largo del día, repitiéndola muy despacio, preferiblemente con los ojos cerrados. 2Piensa en lo que estás diciendo, en el significado de las palabras. 3Concéntrate en la santidad que esas palabras te atribuyen, en la compañía indefectible de la que gozas, en la completa protección que te rodea.

10. Puedes ciertamente permitirte el lujo de reírte de los pensamientos de miedo, recordando que Dios va contigo dondequiera que tú vas.

¿Qué me enseña esta lección?

Esta expresión encierra en sí misma la confirmación del reconocimiento de nuestra verdadera identidad. Se trata de ser conscientes de que somos Hijos de Dios, y de sentir que lo somos, al tener la certeza de que nuestro Padre nos acompaña allí donde vayamos. No puede ser de otra manera, pues El Creador y lo Creado forman una misma Unidad en Esencia. Es en Dios, donde tenemos nuestro Ser.

Cuando afirmamos que "Dios nos acompaña", estamos compartiendo, extendiendo, la máxima verdad de la que somos portadores. Por lo tanto, cuando lo que expresamos, proyectamos y creamos, lleva el sello de la Unidad, lo que realmente estamos haciendo, es una extensión de la Mente que compartimos con Dios.

Cuando, permanecemos dormidos, inconscientes de la verdadera realidad, cuando permanecemos en conciencia de ego, nos sentimos separados de esa Verdad y damos poder a la ilusión que percibimos por los sentidos físicos. En este estado, somos prisioneros de nuestras acciones y reacciones, de la causa y el efecto, nos identificamos con el dolor, el sufrimiento, la culpa y el miedo, la enfermedad y la muerte.

Esta expresión representa el primer paso hacia la verdadera Liberación.

No he podido evitar sorprenderme al leer nuevamente esta lección, pues resume de manera maravillosa la idea que compartía con vosotros en la reflexión de la lección de ayer. Tener la certeza de que somos parte de Dios, con lo cual estamos permanentemente en su Presencia, es sin duda, una revelación maravillosa que nos llena de gozo y alegría. Como el "hijo pródigo", nuestro Padre siempre permanece aguardando nuestro retorno, pues para Él, en verdad, nunca nos habíamos ido, aunque nosotros tuviésemos la percepción de haberlo hecho.

La respuesta de nuestro Padre, respetando nuestro libre albedrío, ha sido siempre confiar en nuestro regreso. Consciente de nuestra decisión, de ese pensamiento pasajero que nos mantiene atados al error de la separación, nuestro Padre, no tan sólo ha tenido plena confianza en su Hijo, sino que, además, puso a su disposición al Espíritu Santo, el mediador entre la comunicación superior y la inferior, el que mantiene abierto para la revelación, el canal directo de Dios hacia su Hijo.

Al igual que le ocurrió a ese "hijo pródigo", que dilapidó toda su herencia viviendo como un libertino, nuestro transitar por el mundo físico, nos lleva a prestar atención a un mundo ilusorio y temporal, en el cual hemos olvidado nuestra verdadera identidad.

Ese mundo no puede ofrecernos lo que no tiene, es decir, no puede ofrecernos los alimentos que satisfacen el apetito del alma: amor, inocencia, impecabilidad, gratitud, abundancia, misericordia, justicia, paz, alegría, felicidad...

Si profundizamos en el mensaje de la parábola del "hijo pródigo", descubriremos un gesto en el protagonista que es imprescindible para que se produzca el despertar de la conciencia que ha de llevarnos a iniciar el viaje de vuelta hasta nuestro Padre. Me estoy refiriendo a las siguientes palabras:

"Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros".

Son las palabras que nos harán despertar. Se trata de palabras de arrepentimiento, aunque exenta de culpabilidad. Debemos entenderlas, como una toma de consciencia de que habíamos agotado el canal de aprendizaje elegido, el cual nos ha llevado a entender, que siempre hemos sido un humilde jornalero de nuestro Padre. Junto a Él, jamás nos faltará el alimento, pues su Esencia, el Amor, es el verdadero y eterno alimento.

 

Ejemplo-Guía: ¿Dónde se encuentra la felicidad?

Desde pequeños, nos enseñan que debemos responder a los estímulos externos. Ante el llanto propio de un bebé hambriento, la madre sacia su apetito dándole de mamar y, con ello, el llanto se traduce en placidez. ¿Qué ha aprendido el bebé?

Vamos creciendo en este entorno, ciertamente, condicionado, pues si bien, una madre no deja de amamantar a su hijo cuando éste requiere alimentarse, sí puede elegir entre satisfacer o no, las demandas que su hijo le hará, siguiendo el patrón de aprendizaje adquirido. De este modo, los adultos responderemos con agrado o desagrado a dichas peticiones. Puede ser un simple gesto, una mueca desaprobatoria, unas palabras de reproches o una acción de castigo, que en ocasiones alcanza niveles no justificados.

Todos hemos cursado en esa universidad de la vida. Aprendemos a sonreír cuando queremos agradar y aprendemos a ser indiferentes cuando queremos hacer ver a los demás que no nos interesa lo que nos proponen. También aprendemos a llorar, cuando nos sentimos frustrados y no conseguimos ver realizados nuestros deseos.

El mensaje profundo que debemos sacar de todas estas cuestiones es que aprendemos a buscar, fuera de nosotros mismos, aquello que deseamos. Tendríamos que remontarnos al origen del primer deseo, el cual se convierte en la causa original que propició la visión del mundo que percibimos. Ese pensamiento-deseo fue la individualidad, el cual nos llevó a la creencia en la separación.

El mundo de la separación, el mundo material, nos ofrece cosas temporales, pues está sujeto a las leyes del espacio-tiempo. Se trata de un mundo proyectado, inventado, y la identificación con él, nos ha llevado a adoptar un envoltorio físico, el cuerpo, al cual le hemos dotado con la credibilidad de nuestra única identidad y realidad.

Es necesario que comprendamos que la eterna felicidad, no podemos confundirla con los momentos pasajeros de placer que nos facilita el mundo físico. ¿Conoces algún placer que sea permanente? Seguro que te habrás dado cuenta, de que el ser humano cuando desea intensamente algo, cuando lo consigue, al poco tiempo deja de interesarse por él. Es más, en muchas ocasiones, cuando se sacia de ello, lo llega a aborrecer. ¿Cómo es posible que deseemos algo con tanta intensidad y al poco tiempo lo estemos desechando?

Tal vez, te encuentres entre los que has dilapidado tu herencia. Entre tus alforjas de viaje, tan solo te acompaña el recuerdo de lo vivido y de esos recuerdos se desprende un aroma que nos sabe a sabiduría. Tus pies se sienten cansados de tanto caminar y tu alma añora el encuentro con la paz que no has logrado encontrar en ninguno de los paisajes por los que has pasado. Pero no piense que te encuentras perdido, jamás lo has estado. Si escudriñas tu mente, tal vez te sorprenda descubrir que el tiempo tiene una dimensión diferente. Tienes la impresión de que en unos minutos eres capaz de colapsar toda una vida. Esa vida se presenta ante tu visión, extractada, permitiéndote ver con nitidez que esa travesía ha tocado a su fin y, que ahora, una nueva visión te permite percibir la magnitud eterna del presente. Y ese presente es toda tu existencia, no tan solo la pasada, sino la existencia potencial que asumes con plena consciencia de Ser.

Ya no sentirás la necesidad de viajar. Tu último viaje te ha llevado a tu único destino posible, tu interior. En ese encuentro, te fundes en un amoroso abrazo con tu Padre, el cual, presto, pedirá a sus sirvientes:

"Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado".

¿Acaso imaginas una felicidad más grande?

Reflexión: Si Dios va conmigo, dondequiera que voy, ¿por qué siento infelicidad?

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