La Caída IV.
Traducción Convencional: “Dijo, pues, Yavé Dios a la serpiente:
“Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los ganados y entre todas las
bestias del campo. Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el
tiempo de tu vida.
Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y
el suyo; éste te aplastará la cabeza, y tú le acecharás el calcañal”.
Pasemos a
la traducción de Fabre d´Olivet: “Y
Jehová, el Ser de Seres, dijo a Nahash, ese vicio insidioso, esa pasión cupida:
puesto que has causado esta desgracia, serás una pasión maldita en el seno de
la especie animal y entre todo lo que vive en la naturaleza. Según tú
inclinación tortuosa, obrarás bajamente y te alimentarás de exhalaciones
elementales en todos los momentos de tu existencia.
Pondré
una antipatía profunda entre ti, pasión cupida, y entre Aisha, la facultad
volitiva; entre tus producciones y sus producciones. Las suyas comprimirán en
ti el principio del Mal, y las tuyas comprimirán en ella las consecuencias de
su falta”.
Este pasaje nos informa sobre un
aspecto que no nos debe pasar inadvertido. Ya hemos dicho, que Nahash, la “serpiente”,
representa a los rezagados de la Oleada de Vida Angélica, Entidades que
pertenecían a otro Periodo de Manifestación y cuya evolución no estaba en manos
del Dios creador de nuestro Sistema Solar. Podríamos decir, que esa “desvinculación”
no permitiría a Elohim intervenir en el protagonismo adquirido por dichas
Entidades.
Sin embargo, este pasaje no revela que
Elohim sí tenía la capacidad de actuar y reconducir la acción de Nahash, y con
ello, nos está indicando que en el Esquema Evolutivo, todo está relacionado
entre sí y los Seres más evolucionados ayudan a los que se encuentran en un
nivel inferior.
Los Luciferianos estaban más
evolucionados que la Oleada de Vida Humana y su “participación” en los asuntos
humanos, aunque ha supuesto una interferencia en los “planes” del Creador, sin
duda alguna ha contribuido en el despertar de la conciencia al Mundo Material.
La Ley Reguladora establecida por
Jehová, contempla respetar las distintas fases del Proceso Creador
(Yod-He-Vav-He). Al mismo tiempo, el Adam Universal y Aisha, la Facultad
Volitiva, eran portadores en su genética espiritual, del conflicto heredado del
2º Día de la Creación, el que dio lugar a la “división”. Ese “gen” o “Estado
Condicionado”, se expresa principalmente en el Elemento Agua, es decir, en los
Deseos, en las Emociones. Ya sabemos, que consecuencia de esa “herencia”, el
Adam Universal, se divide, dando lugar a Aisha, su compañera, la cual tiene la
facultad de revelar los efectos de su Voluntad.
La Ley Reguladora de Jehová, adopta la
“imagen” del Árbol del Conocimiento del Bien o del Mal. La adquisición de ese “Conocimiento”
se encuentra inscrito en la naturaleza espiritual de cada Ser, es por lo que se
encuentra ubicado en el “Centro del Recinto Sagrado”.
Si Nahash, no hubiese aparecido en
escena, la Humanidad habría seguido obedientemente el plan trazado y habría
respetado las pautas establecidas. En ese clima paradisiaco, la Humanidad es
Una con Dios y tiene acceso a su Totalidad. Esa situación es análoga a la que
experimenta el feto durante el tiempo que se encuentra en el vientre materno.
Pero, existía cierta similitud entre
Nahash y Aisha. Ambos, reflejaban la “división”. Nahash, los Luciferes, se
habían negado a realizar los Trabajos de integración entre los Elementos Fuego
y Agua. Decidieron quedarse en el Fuego y no trabajar con el Agua, que le
exigía una adaptación a un Elemento Inferior. Podríamos decir, que tenían una
deuda con el Elemento Agua, con las Emociones.
Aisha, por su parte, era el rostro
femenino, el portador de ese “Agua”, donde el Fuego se refleja para “extenderse”
y fecundar.
Tenemos pues a los Luciferes,
necesitados de adquirir experiencias en el manejo del Agua y a Aisha, que se
enfrenta a la experiencia del Mundo Físico, una “tierra” inhóspita y
desconocida. Ambos se podían ayudar. Nahash, de estirpe Superior ofrece a Aisha
ese “Conocimiento” del Bien y del Mal, pero he aquí, que Nahash era Fuego, era
impulso creador que se había convertido en “vicio insidioso” en “pasión cupida”,
en estímulo incontrolado y egoísta.
¿Hubo engaño? En todo caso, respuesta a
una llamada. Quizás una tentación, pero, no podemos olvidar que somos Hijos de
Dios, con capacidad de elegir. Aisha elige “conocer”. Y la consecuencia, fue
inmediata. Dejo de estar conectado a Dios y me conecto a Lucifer y la experiencia
del Mundo Material por vía del aprendizaje riguroso. Lucifer ha sido
identificado como el “diablo”, término que se traduce como “separar” (diabolare).
La elección de Aisha ha quedado
inscrita en el inconsciente colectivo de la Humanidad, como el acto que dio
lugar a la “separación” con el Creador.
La “división” ha sido consumada. El
Hombre abre sus ojos al mundo externo y lo hace movilizado por el uso
incorrecto de la energía emocional. Ese “error” ha dado lugar a lo que se
conoce como el “Pecado Original”. Pero la Ley Reguladora de Jehová establece un
“método” distinto para alcanzar el Conocimiento de la Labor Creadora en el
Mundo Material, es por lo que debe hacer oír su “Voz” y establecer su “Orden”
con el propósito de evitar que el “mal” se perpetuase.
“…puesto
que has causado esta desgracia, serás una pasión maldita en el seno de la
especie animal y entre todo lo que vive en la naturaleza. Según tú inclinación
tortuosa, obrarás bajamente y te alimentarás de exhalaciones elementales en
todos los momentos de tu existencia”.
Jehová condena a Nahash a
obrar bajamente, esto es, a no poder subir al Trono de la divinidad. La acción de Nahash quedaba así
circunscrita a los bajos mundos, a los que el alimento divino no llega y que,
por consiguiente, se ven abocados a la destrucción.
Te
alimentarás de exhalaciones elementales dice la traducción de Fabre, el cual,
en sus notas, dice que con esta expresión puede entenderse igualmente
exhalaciones físicas, vapores, ilusiones corporales. El traductor está
aludiendo al alimento procedente de las sobras de la mesa del Hombre, las
Fuerzas Desperdiciadas, no integradas, por nosotros.
“Pondré
una antipatía profunda entre ti, pasión cupida, y entre Aisha, la facultad
volitiva; entre tus producciones y sus producciones. Las suyas comprimirán en
ti el principio del Mal, y las tuyas comprimirán en ella las consecuencias de
su falta”.
Esa
antipatía a la que alude el texto sagrado, ya lo hemos adelantado, es la “maniobra”
establecida por Jehová para garantizar que el Alma Humana no iba a quedar presa
de la “ilusión” inspirada por Nahash. En efecto, la Ley Reguladora del
Yod-He-Vav-He, hace que Aisha refleje en todo momento el impulso motor de Adam,
un impulso que se orienta a “comer” del fruto que le ofrece Nahash y por lo que
nos llevará a aprender por la vía del rigor.
La situación es la siguiente. Desplegamos nuestra voluntad para llevar a cabo una acción. En ese momento, los
Luciferes que se encuentran en nuestro interior, nos ofrecen la oportunidad de
conseguir aquello que nos hemos propuesto de una forma inmediata. Si nuestros
deseos elige escuchar esa propuesta, la Aisha interior, se pondrá en acción
para hacer realidad la experiencia. Ocurre, que como no se ha respetado la Ley
Reguladora, no se han respetado las fases necesarias para que aquello se
alcanzase de un modo natural, el “Conocimiento” que de aportarnos esa acción se
nos administrará por la vía del rigor.
Aprendemos lo que tenemos que hacer,
viendo los efectos a los que ha dado lugar nuestras acciones.
Esos
efectos, vienen de la mano de Aisha, la cual, reflejando que nuestra voluntad
servía al error, nos hace conocedores de la verdad. Esa es la antipatía a la
que alude este texto. Mientras que Nahash se alimenta del error, Aisha, nos
abre las puertas para que a través de él, alcancemos la luz.
Esa
dinámica hace que la Imagen Perversa, la Obra Perversa, no pueda reproducirse.
Sus producciones, las de la mujer, comprimirán, limitarán el principio del Mal.
Tal
vez nos estemos preguntándonos, ¿por qué Jehová no impide a Nahash ejercer su
influencia sobre el Hombre?
No
puede hacerlo, precisamente porque debe respetar la naturaleza de Nahash. Es
una Ley Cósmica. El Principio de la Voluntad es Sagrado y la Libertad hay que
respetarla.
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