II. Las leyes del caos (5ª Parte).
13. Mas nunca podrás poseerlo del todo. 2Y tu hermano jamás cesará de atacarte por lo que le robaste. 3Y la venganza de Dios contra vosotros dos tampoco cesará, pues en Su locura Él tiene también que poseer ese sustituto del amor y destruiros a ambos. 4Tú que crees ser cuerdo y caminar por tierra firme en un mundo en el que se puede encontrar significado, considera lo siguiente: Éstas son las leyes en las que parece basarse tu "cordura". 5Estos son los principios que hacen que el suelo que pisas parezca firme. 6Y es ahí donde tratas de encontrar significado. 7Esas son las leyes que promulgaste para tu salvación. 8Apoyan firmemente al sustituto del Cielo que prefieres. 9Ése es su propósito, pues para eso es para lo que fueron promulgadas. 10No tiene objeto preguntar qué significado tienen. 11Eso es obvio. 12Los medios de la locura no pueden sino ser dementes. 13¿Estás tú igualmente seguro de que comprendes que su objetivo es la locura?
Jesús, a través de estos puntos, nos enseña que la mente no debe ser subestimada. Actuamos según creemos ser y lo que somos es lo que deseamos ser; por lo tanto, nuestras acciones son el reflejo de lo que deseamos. Si deseamos ser especiales, todos nuestros actos nos llevarán hacia el logro de ese propósito. Desear ser especial es reconocer que somos diferentes a los demás, que estamos separados de ellos, y esa visión tan sólo nos puede llevar a percibir una realidad falsa e ilusoria donde experimentaremos la anarquía de la demencia.
14. Nadie desea la locura, ni nadie se aferra a su propia locura si ve que eso es lo que es. 2Lo que protege a la locura es la creencia de que es la verdad. 3La función de la demencia es usurpar el lugar de la verdad. 4Para poder creer en la demencia hay que considerarla la verdad. 5Y si es la verdad, entonces su opuesto, que antes era la verdad, tiene que ser ahora la locura. 6Tal inversión, en la que todo está completamente al revés: en la que la demencia es cordura, las ilusiones verdad, el ataque bondad, el odio amor y el asesinato bendición, es el objetivo que persiguen las leyes del caos. 7Esos son los medios que hacen que las leyes de Dios parezcan estar invertidas. 8Ahí las leyes del pecado parecen mantener cautivo al amor y haber puesto al pecado en libertad.
Jesús, utiliza la fuerza de la razón para ayudarnos a comprender, a través de la lógica, el significado ilusorio que aportamos al mundo cuando nos decidimos a seguir las leyes del sistema de pensamiento del ego.
La realidad percibida por nuestra mente puede ser verdad o ilusión. ¿Cómo podremos reconocer que es una cosa u otra?
Tal vez nos preocupe que las artimañas que utiliza el ego para ocultar la verdad se conviertan en un velo que nos impida reconocer lo que es ilusión o lo que es verdad. Ya hemos visto a lo largo del análisis de este apartado la habilidad que tiene el ego para ocultarnos el amor y sustituirlo por el miedo.
Hay una prueba que nos ayudará siempre a tomar la elección correcta. La definición de la verdad se reconoce como aquello que es inalterable y no está sujeto a las variables del tiempo y el espacio. La verdad es eterna. En cambio, la ilusión sí responde a dichas variables.
15. Ésos no parecen ser los objetivos del caos, pues gracias a la gran inversión parecen ser las leyes del orden. 2¿Cómo podría ser de otra manera? 3El caos es la ausencia total de orden, y no tiene leyes. 4Para que se pueda creer en él, sus aparentes leyes tienen que percibirse como reales. 5Su objetivo de demencia tiene que verse como cordura. 6Y el miedo, con labios mortecinos y ojos que no ven, obcecado y de aspecto horrible, es elevado al trono del amor, su moribundo conquistador, su substituto, el que te salva de la salvación. 7¡Cuán bella hacen aparecer a la muerte las leyes del miedo! 8¡Dale gracias al héroe que se sentó en el trono del amor y que salvó al Hijo de Dios para condenarlo al miedo y a la muerte!
La mente dormida percibe lo que sueña como si fuese real. Mientras duerme, la fantasía y lo ilusorio pueden adquirir dimensiones demenciales; aun así, la conciencia lo percibe como si fuesen reales y el cuerpo queda afectado por lo experimentado durante el sueño, dándole el mismo valor como si lo hubiese vivido en la realidad.
El estado mental del ego es semejante al que experimentamos mientras el cuerpo físico duerme. Debemos utilizar este símil para comprender que es necesario distinguir la realidad percibida durante el sueño y la realidad percibida durante el estado en el que estamos despiertos. Si no lo hacemos, admitiremos que leyes caóticas y dementes puedan asociarse a hechos reales para nuestra conciencia. Cuando esto ocurre, las pesadillas gobiernan nuestros estados emocionales y, en lugar de experimentar paz y felicidad, lo que experimentaremos será miedo y sufrimiento.
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