jueves, 11 de septiembre de 2025

Capítulo 23. II. Las leyes del caos (7ª Parte).

 II. Las leyes del caos (7ª Parte).

19. Fuera del Cielo no hay vida. 2La vida se encuentra allí donde Dios la creó. 3En cualquier otro estado que no sea el Cielo la vida no es más que una ilusión. 4En el mejor de los casos parece vida, en el peor, muerte. 5Ambos son, no obstante, juicios acerca de lo que no es la vida, idénticos en su inexactitud y falta de significado. 6Fuera del Cielo la vida es imposible, y lo que no se encuen­tra en el Cielo no se encuentra en ninguna parte. 7Fuera del Cielo lo único que hay es un conflicto de ilusiones, de todo punto insen­sato, imposible y más allá de la razón, aunque se percibe como un eterno impedimento para llegar al Cielo. 8Las ilusiones no son sino formas. 9Su contenido nunca es verdad.

Nuestra resistencia a creer que fuera del Cielo no hay vida es proporcional a nuestra ignorancia. No es una cuestión de terquedad por parte de nuestra mente, sino de falta de fe. 

Cuando hemos hablado de la fe, veíamos que está estrechamente ligada a nuestras creencias. No podemos olvidar que nos identificamos con lo que creemos ser y que aquello en lo que creemos es lo que deseamos. De hecho, creemos ser un cuerpo separado porque deseamos ser especial.

Luego, si estamos cansados de sufrir, de tener miedo, de ser escasos, de padecer, de luchar, de sobrevivir, lo único que nos lo impide es creer que somos especiales y diferentes de nuestro Creador.

Cambiemos esa visión y sustituyamos el deseo de ser especial por hacer la Voluntad del Padre, esto es, por vivir en la Unidad. Vivir en la Unidad es retornar a nuestro Hogar, el Cielo. Allí, siempre estaremos animados, experimentando el amor que nos une al resto de la Filiación. Gozaremos de la abundancia, de la dicha, de la paz y, sobre todo, de la Vida Eterna.

20. Las leyes del caos gobiernan todas las ilusiones. 2Las formas que éstas adoptan entran en conflicto, haciendo que parezca posible concederle más valor a unas que a otras. 3Sin embargo, cada una de ellas se basa, al igual que todas las demás, en la creencia de que las leyes del caos son las leyes del orden. 4Cada una de ellas apoya dichas leyes completamente, y ofrece un testi­monio inequívoco de que son verdad. 5Las formas de ataque que en apariencia son más benévolas no son menos inequívocas en su testimonio o en sus resultados. 6Es indudable que el miedo que engendran las ilusiones se debe a las creencias que las originan y no a su forma. 7Y la falta de fe en el amor, sea cual sea la forma en que se manifieste, da testimonio de que el caos es la realidad.

Lo advertía en el punto anterior. No es cuestión de terquedad de nuestra mente, sino de falta de fe en la verdad.

Si dudamos del contenido de estas enseñanzas, si encontramos resistencias a la hora de aplicarlas en nuestra mente llevándonos a un cambio de creencias, la única razón es porque no tenemos la certeza de que sean verdad, o lo que es lo mismo, no tenemos fe en ello. 

No podemos servir a dos guías a la vez. No podemos servir a la verdad y a la ilusión. No podemos amar y tener miedo al mismo tiempo. Si vivimos en la luz, la oscuridad desaparece. Si vivimos en la oscuridad, no habrá presencia de luz. 

Para vivir en paz, no podemos mantener nuestra mente ocupada con pensamientos de ataque. Damos lo que tenemos. Si atacamos, es porque nos estamos atacando a nosotros mismos. Si nos amamos, es imposible que nos ataquemos, por lo que aquello que compartamos externamente llevará el sello del amor.

21. La fe en el caos es la consecuencia inevitable de la creencia en el pecado. 2El que sea una consecuencia es lo que hace que parezca ser una conclusión lógica, un paso válido, en el pensamiento orde­nado. 3Los pasos que conducen al caos proceden de manera orde­nada desde su punto de partida. 4Cada uno de ellos se manifiesta en forma diferente en el proceso de invertir la verdad, y conduce aún más profundamente al terror y más allá de la verdad. 5No pienses que un paso es más corto que otro ni que el retorno desde uno de ellos es más fácil que desde otro. 6En cada uno de ellos reside el descenso desde el Cielo en su totalidad. 7Y allí donde tu pensamiento empieza, allí mismo tiene que terminar.

Jesús se anticipa a nuestras inquietudes aportándonos información que nos ayudará a la hora de dar respuestas a nuestras interrogantes. 

Muchos estudiantes, entre los que me encuentro, nos sentimos angustiados a la hora de saber si nuestro "rendimiento" espiritual es el adecuado. En esta preocupación hay un exceso que tenemos que tener en cuenta e intentar corregir. Me refiero al hecho de dar mucha importancia al "hacer", en detrimento del "ser". Lo que quiero decir con ello es que le prestamos mucha atención a cómo hacemos las cosas, que al impulso que nos mueve a hacerlas.

Queremos ser "buenos" por encima de todas las cosas, pues ello aporta autoestima y paz a la conciencia. El exceso al que me refería es precisamente a ese "deseo" de hacer bien las cosas, pues puede estar ocultando un deseo de ser especial. Anteponemos el mundo del hacer al de ser, o lo que es lo mismo, lo perceptivo e ilusorio a la fe en lo real. Aquí es cuando debemos recordar a San Agustín y su famosa frase: Ama y haz lo que quieras".

En palabras de Jesús, "allí donde tu pensamiento empieza, allí mismo tiene que terminar". El pensamiento empieza en la mente, por lo que es en la mente donde tiene que acabar. Si da lugar a la proyección, lo que estamos haciendo es alterar el orden verdadero y fabricar un orden ilusorio y caótico. No es en el mundo exterior donde debemos corregir el error, sino en su lugar de origen, en el mental.

22. Hermano, no des ni un solo paso en el descenso hacia el infierno. 2Pues una vez que hayas dado el primero, no podrás reconocer el resto como lo que son. 3cada uno de ellos seguirá al primero. 4Cualquier forma de ataque te planta en la tortuosa escalera que te aleja del Cielo. 5Sin embargo, en cualquier instan­te todo esto se puede deshacer. 6¿Cómo puedes saber si has ele­gido las escaleras que llevan al Cielo o el camino que conduce al infierno? 7Muy fácilmente. 8¿Cómo te sientes? 9¿Estás en paz? 10¿Tienes certeza con respecto a tu camino? 11¿Estás seguro de que el Cielo se puede alcanzar? 12Si la respuesta es no, es que caminas solo. 13Pídele entonces a tu Amigo que se una a ti y te dé certeza con respecto al camino a seguir.

En este último punto del apartado II, Jesús utiliza la alegoría del infierno para hacer referencia al acto de la proyección, que, como hemos referido más arriba, se produce cuando elegimos identificarnos con el mundo de la ilusión basado en el pensamiento de ser especial y de estar separado de Dios.

El infierno en este sentido es el mundo de la forma, mientras que el Cielo es el Mundo de Dios, del Amor y de la Unidad, el Mundo Espiritual: nuestro verdadero Hogar.

Sin embargo, en cualquier instante, todo esto se puede deshacer, nos transmite Jesús. Ese es el objetivo principal de este Curso. Darnos a conocer las herramientas necesarias para poder cambiar nuestras creencias, nuestros pensamientos erróneos y crear una realidad donde podamos percibir la verdad.

¿Tenías dudas a la hora de saber si el camino que has elegido es el correcto o no?

Jesús, que conoce las inquietudes que acompañan al estudiante en el camino, se anticipa a estas y nos detalla las señales que han de aportarnos la respuesta. ¿Cómo te sientes? ¿Estás en paz? ¿Tienes certeza con respecto a tu camino? ¿Estás seguro de que el Cielo se puede alcanzar?  

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