II. Las leyes del caos (6ª Parte).
16. Sin embargo, ¿cómo es posible que se pueda creer en semejantes leyes? 2Hay un extraño mecanismo que hace que ello sea posible. 3Es algo que nos resulta familiar, pues hemos visto en innumerables ocasiones cómo parece funcionar. 4En realidad no funciona en absoluto, mas en sueños, donde los protagonistas principales son sólo sombras, parece ser muy poderoso. 5Ninguna de las leyes del caos podría coaccionar a nadie a que creyese en ella, si no fuera por el énfasis que se pone en la forma y por el absoluto desprecio que se hace del contenido. 6Nadie que crea que una sola de estas leyes es verdad se da cuenta de lo que dicha ley estipula. 7Algunas de las formas que dichas leyes adoptan parecen tener sentido, pero eso es todo.
La pérdida de identidad, del deseo de ser especial, de dejar de ser alguien, de desapegarnos de nuestras posesiones, de nuestros afectos, se convierte en un obstáculo que se nos antoja difícil de superar para no caer en las seductoras redes del ego.
Desde que nacemos a este mundo, se nos enseña a dar valor a la percepción de los sentidos físicos, lo que nos lleva a adoptar una identidad condicionada por nuestro aspecto físico. Perdemos la conexión con el mundo de donde realmente procedemos y negamos todo aquello que no somos capaces de percibir a través de los sentidos físicos.
Como bien nos describe Jesús, es el énfasis que ponemos en la forma y el desprecio que se hace del contenido lo que se convierte en el principal obstáculo que nos impide la visión Crística.
17. ¿Cómo es posible que algunas formas de asesinato no signifiquen muerte? 2¿Puede acaso un ataque, sea cual sea la forma en que se manifieste, ser amor? 3¿Qué forma de condena podría ser una bendición? 4¿Quién puede incapacitar a su salvador y hallar la salvación? 5No dejes que la forma que adopta el ataque contra tu hermano te engañe. 6No puedes intentar herirlo y al mismo tiempo salvarte. 7¿Quién puede estar a salvo del ataque atacándose a sí mismo? 8¿Cómo iba a importar la forma en que se manifiesta esta locura? 9Es un juicio que se derrota a sí mismo, al condenar lo que afirma querer salvar. 10No te dejes engañar cuando la locura adopte una forma que a ti te parece hermosa. 11Lo que está empeñado en destruirte no es tu amigo.
El pensamiento amoroso es nuestro más fiel aliado y amigo, mientras que el pensamiento demente, al que creemos nuestro salvador, adoptando la forma de ataque, es en verdad nada, pues aquello que no es amor es ilusión y, por lo tanto, carece de significado alguno.
Tan sólo el amor es verdad y real, pues tan sólo lo que ha creado Dios lo es.
El mundo del ego y el cuerpo físico con el que muestra su identidad no es verdad ni real, pues no ha sido creado por Dios. Son la consecuencia de un pensamiento ilusorio. Toda forma a la que le otorgamos la cualidad de real debemos percibirla como un engaño basado en la creencia en la separación.
18. Sostienes -y piensas que es verdad- que no crees en estas leyes insensatas ni que tus acciones están basadas en ellas. 2Pues cuando examinas de cerca lo que postulan, ves que no se puede creer en ellas. 3Hermano, crees en ellas. 4Pues de no ser así, ¿cómo podrías percibir la forma que adoptan, con semejante contenido? 5¿Podría acaso ser sostenible cualquiera de las formas que adoptan? 6Sin embargo, crees en ellas debido a la forma que adoptan, y no adviertes el contenido. 7Éste nunca cambia. 8¿Puedes acaso darle vida a un esqueleto pintando sus labios de color rosado, vistiéndolo de punta en blanco, acariciándolo y mimándolo? 9¿Y puede acaso satisfacerte la ilusión de que estás vivo?
Deshacer la creencia de que somos aquello que percibimos externamente es el principal propósito que debemos atender para cambiar nuestra realidad.
Mientras nuestra mente y pensamientos nos lleven a creer que somos un cuerpo físico, sujeto a las leyes del espacio y del tiempo, estaremos reafirmándonos en que nuestra conciencia permanece sumida en un sueño del cual aún no hemos despertado.
Seguimos reviviendo el episodio bíblico en el que Adán y Eva, tras haber comido del árbol del bien y del mal, descubren la desnudez de sus cuerpos, es decir, su visión espiritual es sustituida por una nueva visión más perceptiva. Dejamos de ver nuestro mundo interior y nuestros ojos comienzan a ver una nueva dimensión de la energía que adopta la forma densa y material.
Esa percepción forma parte de nuestro cerebro, donde se encuentra grabada en nuestra memoria las sensaciones percibidas en su contacto con la nueva dimensión. Comenzamos un proceso de aprendizaje del mundo percibido y poco a poco nuestro comportamiento se va adaptando a ese nuevo entorno a base de experimentar en él. La desconexión con el mundo real, con la identidad verdadera, cada vez es mayor, hasta el punto de que el olvido ha sustituido al recuerdo de lo que realmente somos.
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