martes, 2 de agosto de 2016

Cuento para Mitzrael: "El precio de la locura"

La historia que os voy a contar sucedió hace ya mucho tiempo y a pesar de ello, aún la recuerdo.


Aconteció en un lejano lugar, en la comarca conocida como Mermar, que un poderoso monarca daba una gran fiesta en honor a su único hijo, el príncipe Mitzrael, que acababa de cumplir 14 años.


De todos los lugares del reino acudieron a felicitar al príncipe en el nacimiento de su cuerpo emotivo. A partir de ese día, el joven Mitzrael sería responsable de sus deseos y todo cuanto con él hiciese, se iría grabando en su sangre real para formar parte de su historial particular.


Pronto, muy pronto, el heredero al trono alcanzaría la mayoría de edad y podría desposarse con una noble princesa, la cual sería la futura reina.


Con esa intención vendrían las más bellas doncellas a la fiesta. Intentarían seducir al apuesto galán, llamando su atención con su mágica hermosura.


El salón real estaba repleto. Nadie había olvidado asistir al banquete. La música entonaba melódicas canciones que deleitaban a todos los presentes. Las mesas estaban servidas con suculentos manjares y todos esperaban con ansia la llegada del anfitrión, el príncipe Mitzrael.


Pero cuando todo parecía ir bien, algo vino a enturbiar aquella felicidad.
  • Majestad os lo ruego, acudid pronto a los aposentos del príncipe.
El rey muy contrariado por aquella tardanza, pensó que se trataba de alguna broma de su hijo, pero pronto se daría cuenta que estaba muy equivocado.


El joven Mitzrael había enloquecido. Su comportamiento era extraño y muy agresivo. Se golpeaba la cabeza y amenazaba a sus sirvientes con una espada en mano.


El rey viendo el peligro que corría, salió huyendo llamando aterrorizado a la guardia para que desarmasen a aquella fiera.
  • Amarradle si es preciso -ordenó a la guardia-.
Su orden fue cumplida. Al cabo de unos minutos el joven Mitzrael había sido desarmado y amarrado. La noticia de la locura del príncipe se extendió rápidamente y ya era conocida por todos.


Todos se burlaron del monarca y muchos irónicamente se mofaron de él. No tardaron en abandonar el palacio, ya nada les retenía allí. ¿Quién se iba a desposar con un loco? -pensaban todos-.


Aquella desgracia afectó profundamente al rey, no sabía qué hacer. Hasta que un día decidió consultar con el hechicero. Quería conocer qué le había pasado a su hijo.
  • Araf, amigo mío, invoca la sabiduría de los espíritus, necesito conocer que mal aflige al príncipe. ¿Por qué se ha vuelto loco de repente?
  • ¿Estáis seguro de que queréis saberlo? -preguntó misteriosamente el hechicero-.
  • ¿Que queréis decir? -gritó enfurecido el monarca-.
  • Os complaceré ,si así lo deseáis.
Y diciendo esto, el hechicero invocó a los espíritus. Al cabo de unos minutos abrió los ojos, acababa de recibir la respuesta.
  • En un tiempo, cuando fuisteis joven, anidasteis la locura en vuestro corazón. Disteis vida al deshonor, violasteis y asesinasteis a niños inocentes, y creísteis hacerlo en defensa de una causa justa. Ahora esa locura ya es fruto, y ese fruto es vuestro hijo. Arrancad esa sombra de vuestro corazón y vuestro hijo sanará.
El rey reconoció avergonzado que cuanto había dicho el hechicero era verdad, y si algo le importaba su hijo debía purificar sus sentimientos arrancando de cuajo la hierba del mal.


En el más profundo silencio, el rey luchó para vencer la sombra que le perseguía. Hasta que llegó el día en que lo consiguió.


El príncipe Mitzrael se despertó aquella mañana y vio como el Sol brillaba en el horizonte. Un hermoso futuro le aguardaba. El pasado ya no contaba.


Desde aquel día, trabajó fielmente al lado de su padre y juntos vivieron una larga y feliz vida.


Fin



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